La salud, la enfermedad y sus tratamientos son una fuente inagotable de noticias, suplementos especiales y comentarios con la vecina. Una gran cantidad de entendidos de salón y “expertos” en salud opinan sin criterio mientras que la clase médica suele responder con tecnicismos incomprensibles que solo aumentan la confusión. Por eso, Santiago Viteri (médico especialista en Oncología), escribirá una columna sencilla sobre medicina el 29 de cada mes. Porque él siempre tiene una segunda opinión y si hace falta, muchas más.
En el tratamiento del cáncer un diagnostico preciso y detallado es imprescindible. Hay que tener una información completa de la extensión de la enfermedad, hay que comprender donde se originó y conocer el tipo de células que la componen para entender su gravedad y seleccionar el tratamiento más adecuado. Es comprensible que el paciente atemorizado por un diagnóstico de cáncer se sienta amenazado de muerte y quiera empezar a tratarse inmediatamente, como si cada segundo contara. Lo cierto es que no hay tiempo que perder, pero no se trata de empezar cualquier tratamiento precipitadamente, sino de realizar sin demoras innecesarias todos los estudios diagnósticos pertinentes para “conocer al enemigo”, como reza el viejo principio de estrategia militar.
El estudio de extensión, mediante pruebas de imagen como el TAC (tomografía axial computerizada), el PET (tomografía por emisión de positrones) y la RM (resonancia magnética) nos permite detectar el tamaño y localización del tumor primario, si se han producido metástasis y dónde están situadas.
A continuación es necesario realizar una biopsia, es decir, hay que obtener un fragmento del tejido enfermo para analizarlo al microscopio. Esto permite saber la estirpe celular de la que deriva el cáncer, algo imprescindible para el tratamiento, ya que no todos los tipos de células son vulnerables a los mismos tratamientos.
Hasta aquí llegaba el procedimiento clásico de diagnóstico pero hoy en día existe un nivel más profundo de estudio que es necesario realizar, el estudio molecular de la enfermedad. Sabemos que el cáncer está causado por alteraciones genéticas (mutaciones) y si somos capaces de identificarlas podemos diseñar tratamientos específicos para tratarlas. Nuestros conocimientos en el campo de la genética del cáncer son aún muy limitados, pero los avances se están produciendo a gran velocidad.
El problema es que los avances de la investigación no se incorporan rápidamente a la atención diaria de los pacientes y llaman la atención los datos que indican que en Estados Unidos, solo un 30% de los pacientes de cáncer tienen acceso a un diagnóstico molecular de su enfermedad y la situación de Europa no es muy diferente.
En la batalla contra el cáncer, con los conocimientos actuales, es imprescindible tener toda la información que podamos de nuestro enemigo a nivel molecular para aplicar el mejor tratamiento disponible.