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Mondo Píxel PG por John Tones y Javi Sánchez

Mondo Píxel PG supone, como el Parental Guidance de su título indica, un punto de vista alternativo y guiado acerca de los videojuegos. Cada viernes, John Tones y Javi Sánchez, miembros del hervidero de visiones con seso sobre lo interactivo Mondo Píxel, contarán en LdN cómo se ha convertido el ocio electrónico en una volcánica explosión de inquietudes pop. Sus ramificaciones en cine, tebeos y música, su influencia en nuestra vida diaria, su futuro como forma de ocio y olla a presión cultural. Cada semana en Mondo Píxel PG.

Es muy mono el Q-Bert

Hay un momento en el que tenemos comprobado que hasta el consumidor de cultura pop más reacio a dejarse impresionar por los panteones de criaturas de ficción (llámenlos criaturas tolkienianas, llámenlos oriundos de Tatooine, llámenlos habitantes con capa del Universo Marvel, llámenlos roster de asnos que participan en el Kombate Mortal) se ve conmovido por la consistencia y humanidad de uno de estos microcosmos de ficción. Y uno no precisamente pequeño, además. Se trata del que palpita en la conclusión de ¿Quién Engañó a Roger Rabbit?, el gargantuesco homenaje al cine de animación clásico dirigido por Robert Zemeckis en 1988 y en el que se daban cita las grandes estrellas del género, de primordialmente las tres grandes productoras de la edad dorada (Disney, Warner y MGM), y que incluía hitos absolutamente históricos como el inaudito diálogo, nunca antes visto, nunca jamás repetido, entre Mickey Mouse y Bugs Bunny. Cada uno de su padre y de su madre, con su particular ritmo y contoneo, cada uno orgulloso de sus raíces y su legado, las decenas de personajes clásicos del mundo de la animación que se dan cita en el tramo final de las peripecias de Roger Rabbit suponen un incoherente pero emotivo homenaje a tantas horas de violencia inofensiva, diálogos afilados, sensualidad para todos los públicos y las mejores bandas sonoras del mundo. Y decimos incoherente porque el único rasgo en común de todos esos personajes (Betty Boo, Silvestre, Pluto, Pepe Carioca o el Coyote, entre muchos otros) es su pertenencia a un difuso universo común en el que se comparten unas convenciones, un idioma visual, una retórica y un, si se quiere, espíritu. Y también decimos emotivo porque, hitos históricos como el arriba mencionado aparte, resulta complicado encontrar reunidos en un producto de ficción semejante conglomerado de ideas, recursos, revoluciones, puntos álgidos y bah, pongámonos líricos, sueños y plasmaciones adiaboladas de algunas de las seseras más privilegiadas de lo audiovisual.

Pues exactamente esa sensación, esa misma, es la que despierta en el aficionado al videojuego el trailer de Wreck-it Ralph, la película de Disney para estas Navidades, que aquí veremos bajo el algo menos contundente título de Rompe Ralph. Es la historia de un villano de videojuego (un claro derivado de Donkey Kong o, si se fuerza, de los horrendos gorilos de Crazy Climber) que se cansa de ser malvado y emprende una búsqueda del conocimiento interior que dará pie a la habitual conclusión de, o bien que la belleza está en el interior, o bien que lo de ser malo o bueno no es cuestión de blancos y negros, o bien ambas. En cualquier caso, el trailer ya vaticina una catarata de cameos comparable a la de ¿Quién Engañó a Roger Rabbit?: desde personajes extraídos directamente de videojuegos específicos (Dig Dug, Bowser, Kano, los fantasmas de Pac-Man y un larguísimo etcétera) a referencias indirectas que también abundaban en Roger Rabbit, cuando la película asimilaba y hacía suya la estética y ritmo de los dibujos animados (aquí vemos a la némesis del protagonista muriendo dando bruscas volteretas, exactamente igual que Mario en Donkey Kong, o parodias directas de los marines espaciales a lo Gears of War).

¿Quién engañó a Roger Rabbit?, dejando de lado su condición de catarata multirreferencial, tenía sin embargo un par de características que le daban esa condición de estrafalaria rareza que aún hoy hace que el espectador avispado se pregunte cómo fue posible que se convirtiera en un éxito de taquilla multimillonario. Una es el juego de espejos que hace que los dibus se conviertan en humanos (experimentando unos sentimientos muchos más puros y elevados que los miserables seres de carne y hueso) y los humanos en dibus (encabezados por un Christopher Lloyd que, bueno, siempre fue un puñetero dibu, y por Bob Hoskins, traducción más o menos fidedigna a carne y hueso del infeliz Elmer Fudd) y que es impracticable en una película claramente más sencilla como es Wreck-it Ralph, en la que existe una sola realidad con su propia coherencia interna (hiperpoblada de estrellas, eso sí). La otra notable característica de Roger Rabbit, derivada de la anterior, es la fusión de dos códigos para contar historias (el cine negro y los dibujos animados), que se contaminan uno al otra, dando pie a una especie de película de detectives hard-boiled protagonizada por animales antropomorfos y una película de dibujos animados que incluye extorsiones, infidelidades y asesinatos. Y de ahí es de donde debería beber Wreck-it Ralph, ya que tiene al alcance de la mano la posibilidad de regalarnos algo mucho más complejo que un simple «*_Donkey Kong* se vuelve bueno_»: Wreck-it Ralph debería ser una fusión del lenguaje audiovisual tradicional y el interactivo. ¿Qué pasa cuando la mecánica del Game Over se fusiona con el planteamiento, el nudo y el desenlace? ¿Qué sentido tiene que los personajes que deben obedecer al espectador u oponerse a él se sometan al dictado de un guión? ¿Tiene la abstracción visual de los primeros videojuegos una translación coherente al cine narrativo de masas? Mucho más allá de un homenaje a gran escala a un medio que ya va para los cuarenta años (y que sí, merecemos que sea incoherente y emotivo), Wreck-It Ralph puede ser el punto de encuentro entre dos lenguajes expresivos que no han terminado de encontrarse nunca.

A ver si al final va a ser Disney quien nos explique por qué. Sería irónico, ¿eh, Kojima, pesadito?

John Tones y Javi Sánchez | 14 de septiembre de 2012

Comentarios

  1. Jose Ramon Gil Osuna
    2012-09-17 19:42

    Disculpad, pero no. Si alguien lo explica, será Pixar, que los ha contaminado. El lenguaje expresivo de Disney tiene menos complejidad que el chupete de Maggie Simpson…

  2. Tones
    2012-09-17 20:19

    ¿Se refiere a Disney, así como corporación que ha producido miles de películas a lo largo de varias décadas? Porque igual es generalizar una chispa, ¿no? ¿O se refiere a esta en concreto, que desprende una inteligencia en el trailer que ya se comenta con malicia que alguien se ha equivocado al poner los logos en las pelis de este año de animación, y que Brave debería de llevar el de Disney y Wreck-It Ralph el de Pixar?


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