Mondo Píxel PG supone, como el Parental Guidance de su título indica, un punto de vista alternativo y guiado acerca de los videojuegos. Cada viernes, John Tones y Javi Sánchez, miembros del hervidero de visiones con seso sobre lo interactivo Mondo Píxel, contarán en LdN cómo se ha convertido el ocio electrónico en una volcánica explosión de inquietudes pop. Sus ramificaciones en cine, tebeos y música, su influencia en nuestra vida diaria, su futuro como forma de ocio y olla a presión cultural. Cada semana en Mondo Píxel PG.
Decía Leigh Alexander que el E3 de Los Angeles —de donde Sánchez acaba de llegar con la lengua fuera— es una feria donde no tienen visibilidad las tendencias actuales del videojuego como conjunto. Es normal: lo que antes era el referente de la industria para los siguientes doce meses ha perdido sus ropajes de profeta dejando ver lo que siempre fue: una feria comercial que sólo se quiere a sí misma aún a riesgo de perder la cordura; que trata de taponar la presencia de lo otro, aunque la otridad se le cuele por las rendijas de un Scribblenauts que apesta a juego de móvil desde millas o de los ánimos en la cola para ver el The Cave de Ron Gilbert en el entristecido booth de Sega.
Pero el problema mayor no es esa aparente cerrazón. El cerrojazo es mediático: el espacio dedicado en la feria a stands de juegos gratuitos o el runrún de los negocios que se trajinaban en la puerta de la red de juegos japonesa Gree (que tanta pasta le ha dado este año a Konami, por ejemplo) ya dejaban claro que nadie —excepto la tríada fabricante: Sony, Microsoft y Nintendo— es ajeno a la transformación que está sufriendo el sector. Y con reparos: las conferencias dejaron ver los movimientos de ajedrez de Xbox (enrocada en su papel de centro multimedia del hogar en el que también, de paso, se juega) y PlayStation (probando aperturas a desarrolladores independientes y distribución digital). Nintendo, como siempre, juega en otra liga, aunque nos dio la sensación de que esta vez ni siquiera tienen claro de qué deporte.
La parte negativa de este E3 no reside entonces en que ahora existan varias alternativas que van royendo los tobillos del modelo consola propietaria, sino que se contraataca con la repetición de lo mismo frente a lo otro. Es decir, más pegatiros militares de corte genérico en países con mucha arena para competir contra Call of Duty: distintos émulos Call of Dutys compitiendo contra el original, que compite contra sí mismo sin saber qué hacer, cómo hacer que la explosión explote MÁS y supere las cifras de la anterior entrega. El juego triple A, el taquillazo morrocotudo, nunca se ha visto tan devaluado y agotado como este año, entregado sin pudor a la Imagen Exceso.
Y parte de la culpa la tenemos los medios. Verán, hace unos años, cuando Microsoft se metió en el negocio de las consolas, lo hizo con un pegatiros debajo del brazo llamado Halo. Hasta entonces, los pegatiros habían sido un coto cerrado del ordenador, un género que no podía salir bien en consolas. Los cinco años que sucedieron al juego de Bungie, sin embargo, vinieron acompañados en cada E3 por siete u ocho juegos con la pegatina de Halo Killer: el juego que destronaría, superaría y sería más Halo que el original. Por eso no es extraño ver que ahora todos busquen ser el Call of Duty Killer.
Incluso aunque tengan que sacrificar sus señas de identidad, como le pasa al Splinter Cell de Ubisoft, que ya no es un juego de un superespía sigiloso, sino una amalgama de un producto de la casa (Assassin’s Creed, a su vez un derivado de GTA mezclado con Dan Brown y acción cabestra medieval) y los ingredientes que necesita un Call of Duty Killer . Para que nos entiendan: supongan que 24, la vieja serie de Jack Bauer, de repente volviera a antena incluyendo en su imaginario sexo con pelirrojas, postapocalipsis, espadazos, magia y zombies porque Juego de Tronos y Los Muertos Vivientes triunfan. O, parafraseando a nuestro Adonías en tuiter al ver a una franquicia japonesa (Resident Evil) entregada al “modelo occidental”: parece que este año el valor de los juegos consiste en el número de helicópteros explotando en cinemáticas escasamente interactivas.
Por eso también tenemos claro a nuestro triunfador. Hace unos años, tras el éxito incontestable de su saga de carreras Need for Speed Underground, Electronic Arts se encalló en explotaciones de la fórmula que consistían en contratar a una actriz medianamente maciza, poner un mundo abierto porque sí e intercalar un Modo Historia porque oh, el drama. Descuidando la mecánica y el ritmo. O, lo que es lo mismo: Need for Speed: Most Wanted (entre otros). Bajo ese mismo título, Criterion ha armado un juego del que a Sánchez no le enseñaron nada que no fuera una ciudad y un montón de vehículos haciendo el cabra. Ni una cinemática predefinida, ni un nombre propio de Hollywood, ni un recoveco que no tuviera usos en la acción. Sólo el mando en las manos y Thelema jugable: “haced lo que queráis”.
2012-06-08 21:16
Yo este año, más que Call of Dutys a mansalva lo que he visto es Uncharteds a cascoporro y modo detective hasta en la sopa. Aunque sí, los otros grandes triunfadores del E3 han sido los moros.