Hace un par de días recibíamos la triste noticia de que la revista Marca Player, una de las mensuales especializadas que aguantaban el tipo a duras penas en el kiosco, cierra tras el sempiterno número E3sero que podremos leer dentro de unas semanas, cuando se apaguen las luces tras la celebración del espectáculo más vacuo, necio y esperado del año en materia de entretenimiento interactivo. Los motivos exactos tras el cierre los desconocemos, pero imaginamos que los convulsos momentos financieros que vive Unidad Editorial, con EREs masivos y demás mandanga, pueden tener algo que ver con la caída de la cabecera. Por no hablar de cierta nube de pesimismo que, desde hace años impregna el sector de la prensa especializada, que se achaca a la gratuidad de Internet y que no tiene nada que ver con que las revistas estén atrancadas en un modelo caduco de periodismo especializado, no, para nada, autocrítica lo último, qué va a ser esto.

La cuestión es que Marca Player tenía sus problemas, como todas las revistas, los que tiene el papel ya de por sí y unos cuantos extras añadidos. El principal de todos ellos, cierta indefinición en el enfoque que le llevaba de analizar el radical diseño artístico de Silent Hill a colar columnistas entre sus firmas (supuestas estrellas mediáticas, ni idea, de deportes de riesgo no entendemos aquí) con un vocabulario de no más de cien palabras, smilies incluidos. Un desequilibrio que se compensaba, muy a menudo, por una genuina pasión por los videojuegos y un tono buenrollista que traducía al papel las siempre bien humoradas personalidades de gente como David, Chema o Gustavo, entre otros compañeros.

Mondo Píxel tenía una sección en Marca Player. Pocas veces Tones, que escribía tres páginas mensuales para la sección, se ha sentido menos presionado para elucubrar, literalmente sobre lo que le viniera en gana. Marca Player se convirtió, de ese modo, en la única revista mensual de orientación mainstream que, una vez cerrada Edge, y coincidiendo solo tres números en el tiempo con nuestra querida Games TM, hablaba de los abusos de las grandes compañías, de los descubrimientos indie, o qué cojones, de por qué Alicia en el Páis de las Maravillas es en realidad un videojuego disfrazado de literatura. Mondo Píxel, a pesar de su enfoque abiertamente agresivo y cagaprisas, era una sección que se encontraba curiosamente muy cómoda en una revista que abría sus puertas a todo tipo de enfoques y puntos de vista.

Se comenta por ahí que fue posiblemente esa apertura de líneas editoriales la que ocasionó unas ventas inestables que desembocaron en el cierre. Aquí solo sabemos que no hay nada como un público fiel y entregado, y creemos que Marca Player no terminó de conseguirlo. Particularmente siempre pensaremos que a la revista le sobraban columnistas descerebrados y algo de definición en los contenidos, pero claro, eso querría decir que la revista era mejorable, y por tanto, sus ventas podrían haber subido. Y parece que no es tendencia defender esa postura en estos tiempos donde, nos comentan, el papel está condenado y a la información sobre videojuegos que no está necesariamente atada al último rumor mal contrastado entre bloguitos hispanoparlantes solo puede agachar la cabeza y esperar el hachazo. Mala suerte, pues. Solo nos queda esperar a que nos corten la cabeza.

Pero no esperen que lo hagamos de buena gana.