Mondo Píxel PG supone, como el Parental Guidance de su título indica, un punto de vista alternativo y guiado acerca de los videojuegos. Cada viernes, John Tones y Javi Sánchez, miembros del hervidero de visiones con seso sobre lo interactivo Mondo Píxel, contarán en LdN cómo se ha convertido el ocio electrónico en una volcánica explosión de inquietudes pop. Sus ramificaciones en cine, tebeos y música, su influencia en nuestra vida diaria, su futuro como forma de ocio y olla a presión cultural. Cada semana en Mondo Píxel PG.
Hace un par de días, el programador indie Edmund McMillen comunicó por su cuenta de Twitter que Nintendo había rechazado, definitivamente y tras una larga deliberación, su juego The Binding of Isaac para la venta en su tienda virtual, la eShop. El motivo estaba claro: la irreverencia religiosa que respira el juego (calificada por Nintendo de “blasfema” y “problemática”), en la que el jugador se pone en la piel del bíblico Isaac que huye de la mano justiciera y pseudo-divina de su padre y se introduce en una serie de mazmorras en las que tendrá que sobrevivir a unas buenas catervas de monstruos. El juego, que comparte con el anterior y exitosísimo videojuego de McMillen Super Meat Boy un grafismo tosco, como salido de un cartoon desquiciado, y una dificultad infernal, es en realidad una actualización de un canon clásico de los videojuegos: la mezcla de RPG, exploración y acción es un homenaje al clásico de Nintendo The Legend of Zelda. Pese a toda su agresividad y clara iconoclastia, dentro de The Binding of Isaac reside un respeto muy serio por las mecánicas que fundaron el RPG en los videojuegos (pese a actualizarlo con rasgos modernos, como la muerte permanente o la generación aleatoria de mazmorras), y por eso McMillen entendería como una perfecta vuelta de tuerca que su homenaje a Zelda estuviera en una de las plataformas de Nintendo.
No ha podido ser, pero dudamos que a McMillen le atormente el tema más de lo necesario. Primero, porque desde su lanzamiento hace apenas tres meses, su juego se ha convertido en uno de los títulos indie más vendidos y valorados de los últimos tiempos en la plataforma Steam para PC, que no deja de ser su hogar natural y lógico. Segundo, porque Nintendo tiene un largo historial de férrea dictadura con los juegos que llegan a sus plataformas desde los lejanos tiempos de NES, y que se recrudeció considerablemente con Super Nintendo y sus casi constantes limpiezas de contenido violento, chocante o sexual.
Como era de prever, las reacciones de los fans no se han hecho esperar, y los ataques a Nintendo han sido furibundos. Olvidan que, en sus plataformas, Nintendo tiene derecho a hacer lo que le dé la gana. El propio McMillen es perfectamente consciente, y su reacción ha sido más de decepción que de cabreo. Aquí en Mondo Píxel no dejamos de ver cierto paralelismo con otros medios que tienen sus propios canales de expresión independientes y ajenos a la industria: la serie B en el cine, el cómic underground dentro de los tebeos, o la música de géneros extremados, desde el metal negruzco al thunderdome de turno. Por supuesto, y más desde que en los noventa el éxito de aquel grupillo que quizás recuerden, los Nirvana, difuminó por completo las fronteras entre mainstream y cultura independiente, la gran industria coquetea con la ética punk y los creadores indies intentan meter la patita en los grandes medios, en una orgía de influencias que a veces sale bien, como Portal, y a veces sale mal, como todo lo que no es Portal.
Por eso, consideramos comprensible, y hasta razonable, el posicionamiento moral (que luego puede ser más o menos caduco) dentro de una gran corporación como Nintendo. Mucho más si es japonesa. Porque la crítica a la religión de The Binding of Isaac es inexistente como tal: el juego es una pataleta gamberra y que usa ciertos iconos sagrados, pero nada digno de una fatwa. Nintendo, sencillamente, es extremadamente sensible con determinadas cuestiones. Es saludable que los indies inquieten a los grandes, es también saludable que exista un oasis para las producciones genuinamente libres en Internet, unas vías de distribución ajenas a presiones, y unos foros de opinión donde intercambiar una creatividad sin demasiadas cortapisas. Es necesario que haya gente como McMillen, que intenten escalar de vez en cuando la torre de marfil y vuelvan al paraíso internáutico con una patada en el culo para que quede claro que los juegos grandes, espectaculares, majestuosos, grandilocuentes e inofensivos los pueden hacer quienes tienen medios y dinero, pero la auténtica creatividad reside en los individuos que permanecen al margen de presiones, dentro de la industria o fuera de ella.
No hace falta enfurecerse con Nintendo ni clamar al cielo ni jurar fidelidad absoluta a la producción indie que, como también hemos contado por aquí, está como para darle de comer aparte: un buen juego lo será independientemente de su procedencia y sus valores de producción, y empezamos a estar cansados de que en otros medios hayan superado este tipo de prejuicios (y puedan pelearse por culpa de otros) y nosotros andemos todavía con polémicas de industria en la edad del pavo, con etiquetas y con rabietas de fanboy. Pasen página y preocúpense de cosas importantes, que entre unos y otros, tenemos la casa sin barrer.