Antes de empezar, recordamos a nuestros amables lectores que nos tomamos un año más unas merecidas vacaciones de Mondo Píxel PG hasta la primera semana de septiembre: el chorreo de noticias en la industria cada vez es más débil, y si todo va como tiene que ir, tendremos una sensacional buena nueva de cara a septiembre. Nos vamos, pero no a descansar.

En fin, noticia facepalmera de la semana: alguien compra el dominio www.modernwarfare3.com y lo redirecciona a www.battlefield.com. Para recién llegados: algún avispado fan se ha adelantado a Activision, dueña de la franquicia Modern Warfare (actualización espaciotemporal de la saga de shooters Call of Duty) y la ha direccionado a la web de la saga que, este año, parece al fin estar dispuesta a plantarle cara a nivel de ruido mediático y literal: Battlefield, también por su tercera entrega y propiedad del otro gigante de las third-parties, Electronic Arts.

Los respectivos propietarios de las franquicias han reaccionado con la frialdad habitual en estos casos: “no comment”, “los juegos deberían hablar por sí solos”, “esto distancia al público de lo realmente importante, que son los juegos”. Posiblemente, el birlibirloque ha sido obra de un fan despechado, que antes de que el dominio redireccionara a la web de Battlefield, había creado una pequeña página en la que se leía una nota justificando el uso poco habitual del dominio: según el posible gordo adolescente, Activision había destrozado una saga de calidad (aunque, entre nosotros, salvo los modos multijugador nunca había sido gran cosa), prostituyendo su calidad, y que el auténtico rey del mambo iba a ser el nuevo Battlefield. No es que el dato cambie nada, pero no nos cansaremos de subrayar que, naturalmente, ninguno de los dos juegos ha salido a la venta. El gordo está basándose para su opinión en trailers, vídeos y opiniones de analfabetos que han pasado un fin de semana de gozo pajero en el E3.

En fin, una niñería más de las muchas a la que estamos acostumbrados los residentes en el doscerismo, ¿verdad? Quién no ha trolleado a sus cientos de seguidores de Facebook diciendo que Christopher Nolan es un mierda, solo por las risas. El cincuenta por ciento de los autores de esta columna lo hace periódicamente. Y es por las risas.

Pero quienes conocemos la industria del videojuego desde hace tiempo, los viejos del lugar, sabemos que el comportamiento del Redireccionador Enmascarado no es un caso único. Ni siquiera si nos remontamos a los tiempos analógicos. Desde siempre, la industria del videojuego ha vendido a golpe de conflicto: recordamos, en los tiempos de los 8 bits, los combates en el patio del colegio para decidir si los juegos de Amstrad, Spectrum, MSX o Commodore eran mejores. Por un quítame allá ese colorido de los gráficos o esa complejidad de la banda sonora se armaban unos pitotes que pronto las compañías aprendieron a aprovechar en su favor.

Los tiempos de la hegemonía consolera de Sega y Nintendo fueron encarnizados en ese sentido: la imagen de bondad prístina de Nintendo y de salvajismo adolescente de Sega se reflejaban en los lanzamientos (versiones sangrientas de los juegos para Megadrive, versiones angelicales para Super Nintendo), en la publicidad (con auténticas sobradas de Sega, inconcebibles bajo los códigos de comportamiento publicitario actuales) y en la actitud teledirigida de los fans por parte de las compañías, que contemplaban una entrega ciega en los chavales que, sencillamente, el dinero no podía comprar.

El enfrentamiento entre fans siempre ha sido una constante de la cultura pop. Desde el mítico Beatles vs. Rolling Stones (aunque la cosa se remonta atrás, si nos vamos al Quevedo vs. Góngora y equivalentes), los señores encorbatados han sabido que no hay nada más entregado y, también, acrítico, que una masa enfurecida de fanáticos por una marca. Y así era en los tiempos de los 8 y 16 bits: las revistas azuzaban a los bandos y las grandes marcas se frotaban las manos.

Ya ven por dónde vamos, ¿verdad? Claro: se dice que esta acción redireccionadora de dominios va a afectar a la imagen de Activision, por lerda, y a la de Electronic Arts, por beneficiada indirecta de la acción de un fan. Pero no es del todo cierto: en ambos casos, las compañías salen beneficiadas porque se habla de una cuestión ajena a los juegos y nadie cae así en lo más importante. Que son, en ambos casos, juegos de elevadísima calidad técnica, pero desalmados como el ojete de Mefisto. Mientras se hable de que los fans están locos, y de si estos o aquellos lo merecen o no, no se hablará de que con una décima parte de presupuesto, cada día salen juegos diez veces mejores que estos dos.

Por supuesto, la industria está encantada con el ruido. Pero no con el ruido molesto, no con el alarido y el bofetón. Está encantada con el ruido blanco que adormece y atontolina. Con el que no deberíamos tolerar.