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Mondo Píxel PG por John Tones y Javi Sánchez

Mondo Píxel PG supone, como el Parental Guidance de su título indica, un punto de vista alternativo y guiado acerca de los videojuegos. Cada viernes, John Tones y Javi Sánchez, miembros del hervidero de visiones con seso sobre lo interactivo Mondo Píxel, contarán en LdN cómo se ha convertido el ocio electrónico en una volcánica explosión de inquietudes pop. Sus ramificaciones en cine, tebeos y música, su influencia en nuestra vida diaria, su futuro como forma de ocio y olla a presión cultural. Cada semana en Mondo Píxel PG.

Atropellando embarazadas

La primera noticia importante sobre videojuegos tras las vacaciones viene protagonizada por Medal of Honor y nos devuelve a la cíclica polémica que sufre el medio desde hace años. Los ingredientes, los de siempre: un videojuego potencialmente violento u ofensivo para algunos, un medio histérico inventándose datos, y un político ignorante ridiculizándose ante la opinión pública.

Empecemos por el juego, un pegatiros de EA buscando un trozo del jugoso pastel que los Call of Duty / Modern Warfare de Activision se han quedado: muchicientos millones de dólares del joven jugador promedio online, cuyo mayor placer virtual es descerrajar escopetazos de mentira y desgañitarse con insultos de forero frente a un grupo de desconocidos de similar calaña. Podríamos detenernos en la historia de la saga, en cómo Medal of Honor y Call of Duty se han retroalimentado desde hace años, mientras la primera caía en picado para resurgir en un ciclo al que parece condenada la segunda tras el regreso de sus creadores a EA… Pero quédense con lo importante, con lo que lo diferencia de cualquier otro juego para imberbes: en este juego para hombres ambientado en la masculina Afganistán, todos los contendientes llevan frondosas y viriles barbas.

La polémica viene porque uno de los hirsutos bandos en el modo multijugador sea el talibán. No habría mayor problema si el juego estuviera ambientado en los ochenta, y nuestros enemigos de hoy fueran nuestros amigos de ayer, cuando a la misma panda de barbudos se les daba todo lo que quisieran, de la mano de un tal Osama Bin Laden, a cambio de que le hicieran la puñeta a la malvadísima y añorada URSS. Pero, ay, el juego es actual, y la retirada de Irak centra la atención occidental en el no-estado pastún.

Así que Fox News, esos tutores morales de Intereconomía, se dedican a promover que “un videojuego invita en sus misiones a matar a nuestras tropas con los talibanes”, darle minutos en antena a una llorosa madre de soldado muerto en el cumplimiento del deber, y pedir la prohibición de la venta del juego, porque las libertades constitucionales son, según la lógica del Tea Party, para quienes las merezcan. Hasta aquí, lo de siempre en una cadena que tuvo en nómina como especialista en videojuegos a Jack Thompson, abogado demente y mentiroso que perdió la licencia por picapleitear una y mil veces contra Rockstar, el estudio creador de los GTA.

El problema viene cuando otro Fox, Liam Fox, el muy británico ministro de Defensa, nos recuerda a las salidas de tono y meteduras de pata de los tiempos de Federico Trillo, haciendo unas incendiarias declaraciones contra el juego. Pidiendo que se prohíba su venta, que no se puede consentir un videojuego donde se asesine a tropas británicas, y apelando al patriotismo de vendedores y clientes para que unos no lo encarguen y otros no lo compren, porque el libre mercado para los conservadores siempre lo es, pero dentro de un orden, por favor.

Desde EA se contesta a unos y a otros con el argumento de “siempre hay uno que tiene que ser el malo, desde que éramos pequeños y jugábamos a policías y ladrones”. Sí y no. Es cierto que, si no se diferencia visualmente a dos equipos en un juego multijugador, todo se vuelve caótico. Pero hay soluciones: America’s Army, juego de reclutamiento del Ejército norteamericano, resolvía la papeleta haciendo que todos los jugadores se vieran a sí mismos y a sus compañeros como soldados, y a los adversarios como terroristas. Pero también es cierto que aquél era un juego concebido en el Pentágono con dinero público, con lo que había que tener un cierto cuidado, y que Medal of Honor es un producto privado donde, entre otras recompensas, jugar bien te da barbas nuevas para tus avatares. Que ambos Fox se la cogen con papel de fumar, vaya.

Al ministro le ha ido peor. Mientras el Daily Telegraph se hace la pregunta del millón “si nosotros aún no hemos recibido una copia previa para analizarlo, ¿cómo puede haberlo jugado el ministro?”, EA anuncia que no hay, no ha habido, y no habrá tropas británicas en el juego. Pero como hacer el bobo casi siempre sale gratis políticamente, el ministro insiste en que da igual, que viva Honduras. Que el juego hay que prohibirlo porque salen talibanes y los niños no pueden ver esas cosas, aunque el juego tenga de antemano, como siempre que hablamos de proteger a los niños, una calificación de prohibido a menores de edad.

Estos berenjenales nos hacen pensar en dos cosas. La primera es que Medal of Honor va a vender más unidades que pelos en las barbas tienen sus desarrolladores. La segunda es que todo esto nos recuerdan a la polémica Carmageddon 2, “el juego de coches de atropellar mujeres embarazadas”. Fíjense que Sánchez lo prueba todavía de vez en cuando, y aún no ha visto a ninguna (aunque sí que es cierto que puedes convertir en pintada callejera a ancianas con andador). Pero era lo que se decía. El juego se convirtió en bandera de una polémica cuando algún que otro senador y algún que otro diputado afirmaron que alomojó había que prohibir en España la venta de videojuegos para mayores de 18 años. En ese final del siglo XX aún existía Canal C:, un temático dedicado a la cultura digital, con un programa de debate analógico que daba gusto, moderado por Javier Candeira. En uno de esos programas, el ínclito Jesús Palacios se enfrentaba a una abogada de la FACUA que quería prohibir el juego por siempre jamás, y que quería reunir firmas para una iniciativa legal popular que prohibiera los juegos para adultos, en esos alardes demócratas que tenían ciertos sectores durante el aznarato. En el debate se pasó por todos los sospechosos habituales: la pornografía es legal y está regulada, la libertad de creación es la que es, igual que el derecho de cualquier adulto de más de 18 años a comprarse una obra de ficción interactiva virtual donde polígonos entran en rutina de colisión con otros polígonos, porque no son personas…

Finalmente, tras constatar que la señora no había visto, no había jugado, ni siquiera se había informado sobre la posibilidad de matar a embarazadas, o a niños, o a abogadas prohibicionistas en el juego, Palacios le preguntó a la señora si prohibiría un libro. Uno que, cuando fue publicado en Alemania, se consideró una apología del suicidio juvenil y provocó una oleada casi epidémica de suicidios entre los jóvenes teutones que leyeron la obra. Sin pestañear, la señora dijo que si era nocivo, sí, por supuesto, pero que ya que había hecho el ridículo al reconocer que no había visto Carmageddon 2, alomojó tendría que leerlo antes. La respuesta, lapidaria, fue: «está en cualquier biblioteca pública, señora. Se llama Las desventuras del joven Werther».

John Tones y Javi Sánchez | 03 de septiembre de 2010

Comentarios

  1. Marcos
    2010-09-03 19:13

    Si es que toda esta gente tiene un problema serio, uno que debería solucinarse en las escuelas de Primaria: distinguir la realidad de la ficción; vamos, eso de que le narrador NO es el autor.

    Es curioso que los que se dedican a asesinar a civiles inocentes pidan la prohibición de un juego por violento y amoral.

    Saludos

  2. Guillermo Zapata
    2010-09-03 21:02

    Si, la mierda de siempre. Les preocupa más que un chaval juegue a matar de mentira que que un soldado tenga una interfaz de videojuego para matar de verdad.

    Pero dicho ésto… ¿No habría una reflexión que hacer sobre porque estos juegos sostienen mucho de su atractivo precisamente sobre el “realismo” en la misiones, la sensación de poder matar y morir, etc.? En lo “parecidos que son al ejercito real (o la insurgencia real)

    No lo planteo moralmente, sino en la machacona insistencia de que la apariencia de realidad es mejor que cualquier abstracción, cuando los sentidos que se ponen en juego (Se trata de jugar, ¿no?) son los mismos independientemente del “entorno de juego”.

    Y disculpen si meto la pata, hace eones que no juego a nada. Lo echo mucho de menos, pero no me oriento en el mercado.

  3. Francesc
    2010-09-03 22:59

    Podrían pedir la prohibición de los juegos militares justificándolo como una trivialización o falsa idealización del acto mas horrible del ser humano como es la guerra. Pero querer prohibir un juego porque se da la opción al jugador de usar el bando insurgente es una gilipollez. ¿También prohibirán los videojuegos de estrategia militar histórica porque podemos jugar con el bando aleman o Bolchevique?

  4. Rael Imperial Aerosol Kid
    2010-09-04 05:54

    Hombre, si tenemos que recurrir a un argumento táctico como “¡no eran ingleses, eran americanos! te has colao, bacalao” mal andamos.

    Lo que habría que dejarles clarito es que somos personas adultas y, como tales, no aceptamos que ciertos señores se erijan en nuestros tutores y tomen decisiones sobre los delitos imaginarios que podemos (o no) cometer.

    Y por cierto, si los shooters son una idealización del asesinato, qué no serán los juegos de estrategia, en los que se aniquilan CIUDADES ENTERAS de un plumazo. Y sin ver los restos humeantes, ni la carne de los cuerpos de las madres fundiéndose con la de sus hijos ni todas esas cochinaditas que pasan de verdad. El colmo de la trivialización oiga.

  5. Alvy Singer
    2010-09-04 18:35

    El texto está muy bien contado, enhorabuena.

    Hay una serie de asuntos que me parecen interesantes plantearlos, más allá de que la figura del censor pueda venir, por distintas razones, de la derecha (el orgullo de nuestra nación) o del pensamiento progresista (el bien de nuestros hijos). Lo que me interesa es qué papel debe adquirir el crítico de videojuegos, casi siempre un adolescente apolítico y perfecto para el producto, ante tácticas de propaganda tan evidentes que, desde luego, andan lejos de Goethe y tienen, por supuesto, otra intención.

    Goebbelsiana.

    Saludos a todos.

  6. Señor Barragán
    2010-09-10 16:32

    Excelente artículo. El tema de fondo lo tocó Leigh Alexander hace un par de meses, a raíz precisamente del aluvión de shooters que se prevee para la campaña de otoño-navidades. Lo que resulta realmente preocupante es que la actividad preferida del gamer despues de docenas y docenas de títulos sigua siendo participar en guerras virtuales, de la manera mas realista posible, y preferiblemente online, (es decir, contra personas).

    No tiene sentido, en una sociedad de consumo salvaje como la nuestra, criminalizar el hecho de que existan productos para satifacer esa demanda. Además, seria falso argumentar que la gente juega a Modern Warfare o Battlefield porque es lo que el mercado ofrece ya que la saturación de títulos de todas clases es precisamente una de las características del momento actual en el sector.

    ¿Por qué nadie se plantea el problema desde el punto de vista de la demanda?

    Respecto al tema de los niños… siempre es la misma historia, los padres no quieren responsabilizarse de monitorizar cuanto y a qué juegan sus hijos y prefieren rasgarse las vestiduras cuando en LaSexta meten la típica pieza “somos modernos y hablamos de videojuegos” para sacar tías en pelotas o escenas de violencia en videojuegos o cuando a algún becario juntaletras de El País le toca teclear el típico artículo plagado de errores y lugares comunes.

    Son típicos los casos de padres que controlan estrictamente el tiempo que sus hijos dedican a los videojuegos sin plantearse a qué demonios estan jugando, del mismo tiempo que, prácticamente desde bebés, los sofronizan con canales temáticos de contenido supuestamente infantil sin preocuparse de controlar exactamente qué contenidos son éstos. Teniendo en cuenta que para los programadores de televisión (muchas veces señores con corbata y MBA que han rebotado hasta su despacho no se sabe bien cómo) cualquier producto de animación es inmediatamente considerado “infantil” no es extraño que se cuelen en las parrillas de esos canales productos concebidos exclusivamente para adultos.


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