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Mondo Píxel PG por John Tones y Javi Sánchez

Mondo Píxel PG supone, como el Parental Guidance de su título indica, un punto de vista alternativo y guiado acerca de los videojuegos. Cada viernes, John Tones y Javi Sánchez, miembros del hervidero de visiones con seso sobre lo interactivo Mondo Píxel, contarán en LdN cómo se ha convertido el ocio electrónico en una volcánica explosión de inquietudes pop. Sus ramificaciones en cine, tebeos y música, su influencia en nuestra vida diaria, su futuro como forma de ocio y olla a presión cultural. Cada semana en Mondo Píxel PG.

Nintendo y sus cachorros

Esta semana, Sánchez se acercó a una de esas torres que dominan el skyline madrileño para probar en primicia la Nintendo 3DS de la que ya les hablamos en nuestra columna del E3. Independientemente de la experiencia y de sus opiniones sobre la misma, que les contamos en Mondo Píxel, hemos recordado el lanzamiento en España, hace ya algo más de cinco años, del primer modelo de DS: aquella portátil, a priori incomprensible, que muchos interpretamos como el coletazo a la desesperada de una Nintendo contra las cuerdas. “¿Pantalla doble a lo Game & Watch, juego táctil con un lapicero de plástico, tecnología un tanto desfasada? Ay, madre, que se matan”. Y ya se hacen una idea de cómo nos equivocamos.

Pero, por un lado, PlayStation 2 había barrido —en el caso de Sega, literalmente— a sus consolas rivales de las sobremesas de todo el mundo, y GameCube, antecesora de la Wii, languidecía con un catálogo que apenas superaba los 10 títulos por año, casi todos de la propia Nintendo. Por otro, Sony había anunciado el que sería el primero de sus muchos ataques de arrogancia en este lustro: la PSP (cuya seguridad en sí mismos les llevó a orientar su marketing contra el iPod de Steve Jobs, ni más ni menos), una portátil dispuesta a plantarle cara a la intratable familia Game Boy y su franquicia Pokémon, esa impresionante fábrica de pasta que mantuvo a flote a la venerable empresa de Mario. Nintendo DS parecía un canto del cisne, la última carga my way de una Nintendo cuyas decisiones históricas la habían llevado de la gloria de los noventa a una exigua cuota de mercado y desconfianza por parte de terceras empresas: romper una alianza con Sony que culminó en la creación de PlayStation; ignorar el disco óptico y seguir sacando juegos en carísimos cartuchos; despreciar el DVD como fuente de vídeo y lanzar su propio formato en la única consola de la generación anterior que no permitía ver películas (tampoco es que esto lo hayan arreglado, a día de hoy)…

Algunos, incluyendo uno de los firmantes, pronosticaron un futuro anuncio de una PlayStation por venir en el que se apuntillara ‘ahora Nintendo también hace juegos para Sony‘, parafraseando lo que habían hecho con Sega aprovechando el lanzamiento para PS2 de Rez, joyaza techno-arty de Mizuguchi que no tenía nada que ver con la guerra de consolas, la pobre (y que les recomendamos encarecidamente en su versión descargable de Xbox Live). Pero no, aquella consola que se jugaba con palito esperó pacientemente, entre los despropósitos de las productoras de videojuegos —que parecían empeñadas en cavarle la fosa al cacharro— los golpes que la convertirían en la punta de lanza del no-juego, ese entretenimiento desviado del videojuego competitivo y dirigido a novias, ancianos y demás parientes. Así, un simulador de perritos y una colección de sudokus a resolver bajo la mirada de un profesor japonés escapado de Max Headroom bastaron a Iwata y Miyamoto para mearse en todos sus rivales y allanar el camino de la dichosa Wii, donde la historia se ha repetido.

Ahora, mientras Nintendo se descuelga por un regreso al juego de toda la vida mientras sus rivales intentan copiar el modelo de hacer el mico imbécil delante de la tele por el triple de pasta, llega la 3DS, haciendo lo que nadie esperaba de ellos, otra vez: una cámara de fotos y reproductor portátil de películas en 3D sin las estúpidas gafas. Y un maquinón de cuidado en el que, ya les avisamos, los únicos juegos que no nos han hecho apagar el interruptor de 3D con gesto de “no han entendido nada” han sido, precisamente, los fenomenales herederos del perrito, el colorín, y el juego para todos. Pero esta vez hemos aprendido la lección: esta vez no les diremos que Nintendo se equivoca, porque estamos hartos de enmendarnos.

John Tones y Javi Sánchez | 09 de julio de 2010

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