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Matando terrícolas por La Pequeña Febe

Érase una niña marciana que gustaba de salir con su nave espacial a matar terrícolas con sus amigos. Volaban en formación, atacaban por turnos, controlaban los mandos. Si uno moría, no importaba: tenía otra vida. Arrasaban ciudades, masacraban naciones, devastaban el mundo. Era un juego divertido… La niña se llamaba Febe. También le gustaba escribir. Lo hace cada día 13 en este sitio.

¡Mamá, mamá, llévame a la feria!

Cuando una está acostumbrada a viajar por el espacio y ver todo tipo de criaturas y comportamientos, no se deja sorprender fácilmente por los alardes de exhibicionismo y muestrario barato (o excesivamente caro, según los casos) de que hacen gala las muchas criaturas del universo. Pero una vez más, en esto como en otras tantas cosas, los terrícolas sois con mucho la especie que más me impresiona.

Os encanta sacarle punta a la cosa más pequeña, embelesar y ornamentar lo que en principio sería de lo más simple y estirarlo hasta que no se pueda más exclusivamente para que llame masivamente la atención a toda costa. Realmente, en vuestro fracasado (ahora no queréis verlo, pero pronto será así) sistema capitalista de producción, lo que os preocupa realmente es vender. Aunque sólo podáis distinguir entre siete colores del espectro (os sorprendería saber hasta dónde se descompone realmente la luz blanca, y de hecho no podríais soportarlo), sólo veis y os movéis por un color: el del dinero.

Para ello os valéis de ingeniosas técnicas de mercadotecnia intencionada, multitudinarias campañas publicitarias y otros paseos por la imaginación para encontrar el logotipo, la frase, la imagen o sencillamente el adorno que simbolice la impronta comercial que arrase el mercado, que subyugue el pensamiento de la población obligándola a asociar en sus tendenciosas mentes la solución a una supuesta necesidad con dicha marca de producto de manera unívoca y esclavizante. Sí, mis queridos terrícolas: os pese o no, yo seré para vosotros una alienígena, pero vosotros no dejáis de alienaros los unos a los otros. ¡Y sin salir de casa!

En los videojuegos esto también se aplica. Quizá en futuras ocasiones me centre en otros aspectos relacionados con lo que os acabo de comentar, pero como soy una niña y hago lo que me apetece y me encantan las ferias, en esta ocasión me centraré en ellas. En las grandes ferias internacionales de videojuegos, para más señas. ¿En qué consisten? ¿Por qué están ahí? ¿Cómo nacieron? ¿Cuál es su función? Vamos a ello.

Para empezar, que nadie piense en norias, algodón de azúcar o tómbolas. Sí se permite pensar en el tiro al pato, más que nada porque estamos en un lugar donde de lo que se trata es de divertirse jugando en todas sus formas. Hablamos de un lugar donde se reúnen empresas de desarrollo de videojuegos y plataformas de juego, entre otros muchos agentes relacionados con el sector, para mostrar las novedades de ese año. Así que es normal que veamos todo tipo de cosas que nos llamen la atención, que es de lo que se trata. Hagamos un repaso.

Títulos. Muchos títulos. Nuevos títulos por doquier. Aunque sean secuelas y precuelas y secuelas de precuelas, en la tónica cinematográfica de las sagas. Nuevos videojuegos de viejos videojuegos, o nuevos de nuevos más nuevos. Y nuevos cacharritos, que hacen de todo. Pero sobre todo, hacen cosas que antes no hacían, con los que haces cosas que no hacías con los otros. ¿Y por qué? Porque son nuevos. Y nueva generación de máquinas (cuando toca). Para los no ilustrados, baste decir por ahora que este es sin duda alguna de los más esperados acontecimientos por los jugadores de todo vuestro planeta. Cada cierto número de años aparece la siguiente “generación”, donde los dispositivos son cada vez más sofisticados, más avanzados, más modernos (estética y funcionalmente hablando), más “futuristas”, más nuevos, más manejables, más todo, todo más más más. Mas todo no es eso, amigos.

Aunque muchos barajan una crisis de inspiración en los creadores-diseñadores de videojuegos (¡ah, la Musa…! En un próximo artículo hablaré también de esto, de Ella, de Mí... aunque odie hacerlo), donde ya parece que está todo visto y la re-creación de nuevos mundos o géneros es una tónica general; donde la ilusión de lo nuevo, de innovar, de inventar, de hacer realidad lo soñado pasa a ser meramente otra ilusión, un tanto falsa esta vez; donde se impone un cambio creativo que hasta hace bien poco (y esta soslayada excepción ha de atribuírsele casi excusivamente y por ahora reconocérsele meritoriamente a Nintendo con su Wii), ahí está: lo nuevo. Esa es la palabra: nuevo, neue, nyu, new, neo. Lo nuevo vende, aunque sea tan viejo como nuestro Sol (para una cosa que tenemos en común marcianos y terrícolas, dejadme por una vez que me dé el gustazo de usar la primera personal del plural).

Claro que tampoco podemos seguir hablando de grandes ferias de videojuegos sin citar las más importantes. Así que mencionemos las que hoy día se ofrecen y anuncian por todo el mundo de entre el panorama actual:

Y la que fue reina de todas, hoy día autodestronada desde el pasado año: la Electronic Entertainment Expo (E3), habitualmente organizada en Los Ángeles (EE.UU.) hasta el pasado año 2007, que se movió a Santa Mónica. Pero no vayáis a pensar que su atronador éxito se debe a los pomposos espéctaculos llenos de luces y sonido, o por el despliegue de medios y prensa que se encuentran allí, o la representación de las más grandes compañías que tienen cabida con millones de dólares invertidos en atrezzo para sus espacios, conferencias, actividades y otras diversas muestras de boato. Que por todo eso también. Pero uno de los mayores alicientes y que más renombre y atractivo ha dado al evento año tras año ha sido sin lugar a dudas sus famosas azafatas.

Muchos aficionados han esperado año tras año la llegada del E3 no sólo por las novedades y el resto de atracciones. En muchos casos el motivo principal por el que han visitado la feria desde puntos de todo el mundo, además de esos dos anteriores (y no estoy exagerando), ha sido por las chicas-reclamo contratadas y caracterizadas “estratégicamente” por las mismas empresas del sector. Y aunque podría tratar de explicaros por qué, dicen que una imagen vale más que mil palabras así que yo prefiero daros mil imágenes con una palabra. Es decir, que para muestra un botón, en este caso el izquierdo de vuestro ratón.

Pero parece ser que las cosas están dejando de ser lo que fueron. Precisamente con el E3 se ha marcado recientemente una no muy boyante polémica acerca del lavado (o ensuciado para muchos, según se mire y se hayan dejado de ver aquellos voluptuosos cuerpos que mencionaba) de cara que se le ha hecho en el último año, tanto por el cierre del evento a público general como por su traslado de Los Ángeles a Santa Mónica (y la consecuente y tan penosa para muchos ausencia de las nenas). El reenfoque más “profesional” del evento ha dejado fuera al público general, mutándolo hacia un mero punto de encuentro de hombres con traje, PDA y tarjeta de invitación exclusiva, que se sientan a negociar en un stand donde lo más colorido y llamativo son los envoltorios de unos caramelos en una cestita de mimbre.

Así es, amigos. Se han cargado el E3. Pero que nadie se eche a llorar ni guarde un minuto de silencio, principalmente por dos razones. La primera es que, como ya hemos visto, hay más ferias a las que poder ir. La segunda es que, simplemente, han cambiado la estrategia. Los motivos son diversos, hasta puede que justificables. Yo los expondré aquí tal y como son, y luego ya que cada uno pronuncie sus dires y diretes.

Fundamentalmente, claro está, por dinero. Ya no resulta rentable. La publicidad agresiva, las elevadas sumas invertidas en parafernalia para estos acontecimientos, o los hiperrealismos de los nuevos títulos presentados frente a la falta de originalidad que ya he comentado, esos excesivamente buenos gráficos bajo tecnologías de alta definición que ya no impresionan tanto como antes. Todo eso ya no sirve. Simplemente, ha dejado de funcionar.

Es entonces cuando, enfrentádose a la demanda económica bajo otro enfoque, surgen las ferias organizadas por las grandes empresas por motu proprio que lo que buscan es llegar al público y resto del mercado con un evento que lleve su nombre y apellidos. A modo de ejemplo, podemos citar como más representativas un par de ellas:

  • Nintendo Space World: la pionera en esta línea y más añeja de todas, ya desaparecida.
  • X de Microsoft: celebrada cada año en una ciudad diferente de Europa, y también clausurada en su última edición el pasado 2007.

Sin olvidar, eso sí, las nuevas iniciativas que Sony, UbiSoft, Electronic Arts o Activision pretenden tomar para acaparar medios y ahorrar costes. Claro que por otro lado esto no deja de resultar paradójico dada la aparente tendencia a la desaparición de dichos acontecimientos a los pocos años de su creación. Las ferias ya no son lo que fueron, debe ser.

Por todo esto, parece que las cosas están cambiando, nos adentramos en una nueva era de los videojuegos, inmersos bajo una transición que seguimos sin saber dónde llegará, pero que parece a buen término, aunque sea a costa de las ferias y otros medios de difusión y métodos de trabajo hasta la fecha (y ya puede dársele ese adjetivo) tradicionales. Muchos jugadores del mundo optan por otras cosas, y por una vez demandan algo nuevo de verdad, no un sol antediluviano al que simplemente le han cambiado el color (¿os imagináis un sol verde? Yo no, porque ya lo he visto, pero no en esta galaxia). Renace la esperanza, que diría alguien.

Y mientras, yo os dejo que sigáis peleándoos por ver quién es el más guapo, el que te lo maquilla mejor, el que trata más “eficientemente” una obra de arte como un producto comercial. Porque, aunque a vosotros se os olvide y yo parezca estar contando otra cosa, nunca dejo de tener en cuenta que yo aquí os hablo de precisamente eso: del octavo arte.

Algún día, o alguna noche (probablemente de septiembre), lo comprenderéis. No seré yo quién os lo explique. O quizá sí. Depende cómo os portéis. Seguro que mal, como siempre.

Como siempre me quedará salir a jugar a matar terrícolas para desahogarme.


“La evolución del hombre a partir de algo que era inferior a lo que él es hoy debe animarle con la esperanza de llegar a ser algo superior a lo que hoy es.”
Huxley, Thomas Henry

“Prefiero molestar con la verdad que complacer con adulaciones.”
Séneca

La Pequeña Febe | 13 de marzo de 2008

Comentarios

  1. Paco
    2008-03-16 01:16

    Efectivamente, el problema clave de los videojuegos, como en cualquier arte, es la innovación. ¿Por qué nos cuesta tanto innovar, y tan poco imitar?. Por eso me encanta el éxito de la Wii, porque demuestra que más vale maña que fuerza, también en el mundo de los juegos. Mientras el resto del mercado se ha dedicado a construir la consola “más bestia”, Nintendo se ha replanteado la naturaleza misma de las consolas, y ha abierto la puerta a un nuevo universo; estoy convencido de que de aquí en adelante veremos mucha más innovación en los controles de las consolas.

    Lo que no sé, Febe, es si la dificultad para innovar es sólo una limitación humana, porque ciertamente observo algo de falta de imaginación en el diseño de los últimos modelos de naves marcianas…


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