Érase una niña marciana que gustaba de salir con su nave espacial a matar terrícolas con sus amigos. Volaban en formación, atacaban por turnos, controlaban los mandos. Si uno moría, no importaba: tenía otra vida. Arrasaban ciudades, masacraban naciones, devastaban el mundo. Era un juego divertido… La niña se llamaba Febe. También le gustaba escribir. Lo hace cada día 13 en este sitio.
Estoy satisfecha. Con vosotros, mis queridos terrícolas. Sé que no lo digo a menudo, pero es que parece ser que por fin los rígidos paradigmas se están escapando de sus rejas de preconcepciones y metapsíquicas obstinadas. Quiero decir que con la llegada de los nuevos modelos, están llegando los nuevos horizontes. Tal vez aún quede esperanza…
Pero tampoco vamos a confiarnos demasiado. De hecho llevo desconfiando de vuestras capacidades desde que empecé a estudiaros hace ya mucho tiempo, pese a la llegada de algunas contribuciones estelares o la aparición de ciertos sujetos excepcionales a indultar. El caso es que empiezo a ver un salto sustancial en vuestra visión global.
Será porque empezáis a intentar acortar distancias, será porque cada vez deseáis más y más eliminar las barreras o será que sencillamente veis nichos de negocio en la comunicación y presentación de los conceptos donde quiera que estén. No sé qué es exactamente lo que os motiva, pero el camino lo estáis recorriendo igualmente.
Sois enlaces. Conexiones. Nexos. Algunos de vosotros tan ególatras como para no poder respirar con los ojos siguen su dogma antrópico haciendo girar la Tierra alrededor de sí mismos. Qué enfoque tan divertido y destinado a la fatalidad. Tengo una sugerencia o consejo o imposición: bajaros del carro.
Aspiráis a ser los granjeros del saber. Los apasionados de la información. Unos vulgares candidatos a aproxímatas del metaconocimiento repartido en refrigeradas salas de hectáreas de mainframes y servidores de datos objetivamente impersonales. Es un hermoso escenario.
Es lo que se llama infraestructura. Sin ella, lo demás parecen solo ensoñaciones y trastornos de la imaginación imbatible. Todas esas máquinas conectadas, todos esos almacenes de billones de datos colocados como libros en una biblioteca renacentista. La consciencia, la percepción y la capacidad cognitiva se nutren de ello.
Ahora pasémoslo a un ámbito más artístico, más lúdico, más interactivo, más octal. Pensemos en enormes sistemas distribuidos como los que ya alimentan las redes de información almacenada e indexada en motores de búsqueda, aplicados a los videojuegos.
No, no estoy hablando de los MMO o jugar por streaming . Estos temas ya los he tratado suficientemente en ocasiones anteriores. Hablo de algo que se me antoja apetecible, que se me presenta posible y que se me plantea alcanzable para vuestra estúpida civilización.
Mundos virtuales completos. Interacción sobredimensionada. Alimentación de máquinas con máquinas. Redes punto a punto para ayudarse mutuamente y repartir los recursos de la forma más eficientemente posible. Como una red bursátil en la que cualquier acción puede provocar explosiones de reacciones en todo el entramado contable.
Creo que no me estoy explicando, al menos para mentes tan limitadas como las vuestras. Os pondré un ejemplo. No hace falta que me lo agradezcáis, hoy estoy generosa.
Situémonos en videojuegos de estrategia militar. Los jugadores controlan batallones más o menos manejables, en los que pueden aparecer unos cuantos soldados en pantalla. Lo cierto es que esto no es muy realista. Extendamos los efectivos visibles y controlables a cien mil.
Cien mil soldados luchando al mismo tiempo. No es poca cosa. Sintiéndolo mucho, pocas máquinas soportarían tanto proceso de información, menos aún si además se pretende mantener cierta calidad gráfica y de detalle. Por no hablar de los problemas derivados de la interconexión de la red con sus típicos retardos de latencia.
Ahora bien, si hubiera varias de esas máquinas conectadas y cada una procesara una parte de la batalla, enviándole a otra la información que necesita ya precalculada para que lo pinte en pantalla a través de un servidor centralizado que cachease esos datos, la capacidad y velocidad de proceso aumentarían exponencialmente.
Evidentemente para lograr esto habría que cumplir una serie de requisitos técnicos que quizá no siempre sea fácil de lograr. Pero es que precisamente ahí está el reto: en simular una guerra real, es decir, formada por miles de jugadores simultáneos que quedan a echar una partida masiva por todo el mundo. Deben estar para ser.
Mi idea es ambiciosa pero estoy segura de que llegará el día en el que la haréis realidad. Sé que alguno pensará que esto que sugiero roza el nivel de las competiciones deportivas internacionales. Pues va por buen camino.
Dicho de forma rápida, estoy imaginando unas olimpiadas del videojuego, en las que la gente no solo ve la competición: está dentro de ella. Un evento que llegue a implicar a millones de personas conectadas por todo el planeta, interactuando a la vez en la misma partida, que por otro lado no podría ocurrir sin su presencia y contribución al sistema que la ejecuta.
No paráis de hablar de la nube. Pero yo os hablo de la unión de todas las nubes, del cielo en un sentido más que trascendente. Religiones aparte, existe toda una capa de datos y conexiones que os une más allá de la energía o el pensamiento. La virtualización de esa experiencia es mera consecuencia directa de ello.
Internet es una forma generalista de nombrar lo mismo que estoy describiendo. Realmente debajo de esa maraña de nodos y direcciones hay algo que roza lo platónico. Las ideas están retroalimentadas desde que la primera neurona decidió lanzar una descarga eléctrica a la segunda neurona que tenía a su lado.
Extrapolando a un mundo de entretenimiento y simulación gráfica, las posibilidades son desbordantemente asombrosas. Macrofestivales musicales con grupos de todo tipo, en los que se permite incluso la participación del público para tocar las canciones, megaciudades futuristas o fantásticas construidas específicamente para habitarlas e interactuar con otros seres inventados.
Pero todo a tiempo real y a nivel masivo. Sin dependencias absolutas de grandes servidores ni cuotas de conexión. Un organizador prepara el evento, se apuntan patrocinadores, se establecen horarios en fechas de apertura y cierre, se exigen unos requisitos mínimos de hardware y en definitiva se prepara todo para que todos aportemos recursos y obtengamos una experiencia única multitudinaria.
¿Es posible? ¿Es viable? Yo lo planto en la mesa y ya vosotros lo analizaréis. Quizá todo esto no sean más que las ensoñaciones de una niña marciana que plasma a través de sus pasiones las otras formas de comunicación que ha visto en sus viajes espaciales.
Aquellos encantadores seres con mente-colmena que negaban toda afirmación válida…
—
“El mejor destino que hay es el de supervisor de nubes, acostado en una hamaca mirando al cielo.”
Gómez de la Serna, Ramón
“En una hora de juego podremos conocer mejor a una persona que en una vida de conversación.”
Platón
2013-07-13 15:20
El efecto mariposa demuestra que podemos desencadenar infiernos y utopías. Recuerda a George Bailey en “¡Qué bello es vivir!”.
No leas esto, por favor…
http://manuel-diasintensos.blogspot.com.es/2013/07/la-mecanica-del-amor.html
2013-08-09 22:02
Sí, llevas razón no soy más que un pobre enlace, una conexión, un mensaje dentro de una botella arrojada al ciberocéano…
Por cierto, no leas esto, por favor… (podrías cambiar de idea en lo tocante a mi indulto).
http://manuel-diasintensos.blogspot.com.es/2013/07/dos-chicas.html
Ni tampoco escuches esta canción… (sé que la tentación es fuerte, muy fuerte, pero confío en ti más que tú misma y también sé que no me defraudarás).
https://www.youtube.com/watch?v=D67kmFzSh_o
¡Sí, señor, esa es mi Pequeña Febe!
2013-08-10 13:37
Tenías razón. Después de esto, no te indultaré.
Pero en tu caso esperaré un poco a que me ahorres algo de trabajo eliminando frikigordos y pijoidiotas con palabras vacuas y vanas.
No soporto esos falsos apasionados…