La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.
Desde el pasado catorce de abril Libro de Notas incluye publicidad AdSense, con una demora de diez días para artículos como éste, y cinco para la columna central, para “premiar” a los lectores habituales. A los más despistados les recuerdo que “AdSense de Google hace coincidir los anuncios con el contenido de su sitio, y usted obtendrá beneficios cuando los usuarios hagan clic en ellos”, según publicita su página principal. “AdSense para contenido rastrea de forma automática el contenido de sus páginas y publica anuncios, tanto gráficos como de texto, relevantes para su público y relacionados con el contenido de su sitio. Estos anuncios son tan apropiados que sus usuarios los encontrarán útiles.”
Las primeras experiencias revisitando algunos artículos para enviar los enlaces correspondientes a los amigos han hecho que me diera una “jartá” de reír. Lástima que los lectores habituales se lo pierdan si no tienen por costumbre (que no tienen por qué) releer las entregas anteriores, pero les advierto de que puede ser algo grande, tanto como que mi artículo de la semana pasada acabe luciendo, dentro de tres días, publicidad de Bancaja, de Aguas de Valencia, o de la campaña del Valencia CF para que usted compre su abono para el nuevo estadio, y así colaborar en su construcción. ¿Les parece absurdo? Pues hace una semana revisitaba El político valenciano como artista conceptual para enviárselo a un amigo, y el anuncio que lo precedía decía así: ““Himno de Valencia Gratis ¿Aun no tienes Gratis el Himno de Valencia en tu Móvil? Bajalo Ahora” (en esta ocasión las faltas de ortografía no son mías). Semejante equiparación entre la crítica y lo criticado, esa irrupción del discurso socialmente engagé en el discurso socialmente disruptivo es un ejemplo impagable de la capacidad y los mecanismos del sistema capitalista simbólico para neutralizar la reflexión. En un sentido estrictamente literal incluso. ¿No es el propio Google el que dice que AdSense hace coincidir los anuncios con el contenido de su sitio? ¿El politono del himno de Valencia “coincide con el contenido” de mi artículo? Es, en cualquier caso, una coincidencia de signo distinto, positivo y negativo, que da como resultado cero. Es decir, la neutralización. Puede que como consecuencia de la lectura de mi artículo dos personas decidan no utilizar el tono del Himno de Valencia en su móvil. Pero también puede que otras dos decidan que la batalla está perdida porque nos tienen rodeados, ya que incluso en un artículo en que se critica implícitamente semejante mamarrachada aparece la posibilidad de llevarla a cabo.
“¡Oh que magnífico ejemplo de libertad de expresión, que convivan lo uno y su contrario!” me parece oír entre paquete de datos y paquete de datos gestionado por mi línea de cable, mi módem y mi ordenador, como un susurro de buen tono humanista, muy del gusto burgués que defiende la autonomía del sujeto para elegir. Y una mierda. Puede que eso valga para una sociedad estrictamente democrática en que todos tengamos libre acceso a los medios de masas, para lo cual yo exigiría que, antes de que cualquier incauto se descargue un tono semejante, una voz de escucha obligatoria le declamase las cinco páginas de mi artículo. Pero, para empezar, semejante sociedad ni existe ni se la espera, y en segundo lugar, las reclamaciones por violar el sacrosanto derecho a hacer lo que me dé la gana sin que nadie me sermonee serían infinitas, y es más que probable que tuvieran todas las de ganar ante un tribunal. Como resultado, las infecciones de opinión (como la sobreexaltación de los signos identitarios que proclama el antedicho anuncio) adquiere dimensiones pandémicas, omnipresentes no sólo allá donde es bien recibido (en la página oficial del Partido Popular de la Comunidad Valenciana, pongamos por caso), sino que colonizan, o infectan más bien, aquellos lugares que pretenden ofrecerse como cortafuegos o interruptor de dicha infección (La guillotina-piano dentro de Libro de Notas, digamos).
Y si creen que he convertido un grano de arena en una playa, les apunto unos cuantos ejemplos más a vuelatecla: Fallas después de la crisis estaba precedido, hace una semana, por “Fallas Valencia. Gestiona tu comunidad fallera. Publica fotos y eventos de tu falla”. El psicoanalista psicoanalizado por un psicólogo anunciando un método para combatir la ansiedad y un gabinete de psicología. No hay mal… (sobre la reforma de la ley del aborto), precedido por ¡dos anuncios dos! de pruebas de paternidad, por si alguien no tenía claro, a pesar de las proclamas incendiarias de la jerarquía eclesiástica, que las mujeres abortan por capricho, o para no afrontar las consecuencias de su pecado. ¿Todos estos anuncios son “relevantes para nuestro público”, están “relacionados con el contenido de nuestro sitio”, y “nuestros usuarios lectores los encontrarán útiles”? Creo que tanto como la posibilidad de que un sitio de divulgación médica incorpore anuncios de curanderos, sanadores, y remedios milagrosos para el cáncer o el sida.
Vale. Después de haber dicho lo que pienso, diré lo que también pienso: que todo lo daremos por bueno si ayuda al mantenimiento de Libro de Notas. Una forma de tranquilizar nuestras conciencias podría ser una columna mensual que anote los casos más flagrantes de memez, papanatismo o vecinazgo tremebundo que se produzcan entre nuestros contenidos y la publicidad que incorporan.
Y, como al fin y al cabo, nada humano nos es ajeno, incluida la codicia, si llega para pagar las facturas y una cenita de cuando en cuando no dudaremos en exclamar, con campechano (con Camps-echano) alborozo: “AdSense, ¡te quiero un huevo!.
2009-04-24 23:46
Veo que te has enviciado, Pep :) Te diré que en realidad la realidad neutraliza tu percepción de neutralización por parte de adsense: (si usas gmail sabes de lo que hablo) El único lector que “pica” o que lee siquiera esos anuncios es el casual, el que llega a tu artículo a través de una búsqueda de google de “paella valenciana” o cosas similares; se trata, creo yo, de un lector poco avezado en general y que en cualquier caso ni conocía este sitio ni va a volver. El lector habitual borra inconscientemente del campo visual estos anuncias, y en el caso de fijarse lo hace como tú: para reírse.
Saludos
2009-11-14 01:42
Escribe usted tan bien, que no me resisto a decirle que instale usted un complemento para Firefox que se llama NoScript y dejará de ver los anuncios cuando desee.
En realidad quería comentar otras entradas que me han gustado tanto o más que esta, pero, por esta vez, renuncio a las palabras y me ciño a los hechos. Un cordial saludo.