Raúl Pérez Cobo es poeta y articulista. Edita la bitácora inculatorias. Colorado post se dejó de actualizar en abril de 2006.
Los puntos vulnerables definen a un monstruo, pues no hay un monstruo que no baraje la posibilidad de ser vencido, y es precisamente esta consideración la que lo obliga a intentar ser un monstruo mejor.
Todo punto vulnerable tiene su dragón, bajo él, o sobre él; y Aquiles no podría correr sin sus talones, puesto que para que uno de ellos fuese vulnerable, el de un mortal, el otro no tenía más remedio que ser el de un héroe: ¿se imaginan los problemas que tuvo que tener Aquiles para encontrar un par de zapatos? ¿Unos zapatos hechos a medida de un semidios, de un hombre, de un héroe? (he ahí la llamada “cólera de Aquiles”). ¿Y que me dicen de Sansón, ese hijo del Padre, que mató con una quijada de burro a no-sé-cuántos enemigos (¡qué diría ADEBO!). ¿Qué mujer no querría, ante la brutalidad de ese macho, colocarse una peluca hecha de los pelos de Sansón?. Así que el Demonio no lo sería si en su interior no tuviera, calladamente, una semilla de Bien que le obligara a hacer el Mal para dar trabajo a Dios.
Un punto vulnerable es el centímetro cuadrado donde se concentra toda la mala-buena suerte de un héroe. Es el ángulo físico y metafísico donde converge el “ser” con el “poder ser”, el presente con un posible futuro. Donde las posibilidades remotas de ser herido o no serlo se pelean como gallos disputándose una hora de la madrugada. La posibilidad tiene que ajustarse la puntería para dar aquí, y crear una leyenda.
En los cuentos nunca mencionan a los que intentaron matar al dragón con un ingenio de catapultas, ni a los que inventaron un globo aerostático para atacarle desde el aire, ni a los que diseñaron un lanza-nieves para congelar al dragón, ni a los que encadenaron una vírgen envenenada a una roca, para que el dragón muriese intoxicado. En el cuento aparece el arquero que dispara una flecha endeble desde un tejado, con una puntería difícil (pues sería difícil no acertar sobre una mole de varias toneladas), y que casualmente acierta en el diminuto punto vulnerable de un dragón. Eso es mala puntería.
En la punta de esta flecha viajaba todo un destino potencial hecho a base de complicadas reglas casualísticas, pues según he leído, es precisamente la “posibilidad entre un millón” la que construye el futuro.
Cuando esta posibilidad remota y este punto vulnerable se encuentran, se produce un choque espacio-tiempo, como una chispa de magia, que tuerce el destino de estos anti-héroes accidentales. Sobre este tema trata el relato de Rohal Dahl de su libro Génesis y Catástrofe, en que una madre ve morir uno tras otro, hasta siete, a sus hijos recién nacidos. Finalmente la vida acierta en el punto vulnerable de uno de ellos, que consigue salvarse. Éste niño, al que salvó una posibilidad entre un millón, se llamaba Adolf Hitler. Repito: la vulnerabilidad es una característica primaria de todo monstruo.
Hermosa parábola para esta teoría cuando Guillermo Tell lanzó una flecha contra su hijo (al que odiaba hasta el punto de querer asesinarlo), y acertó en la manzana. Por suerte para su hijo, Guillermo Tell era un pésimo tirador de arco: ése era su punto vulnerable; pero como casi todo en los cuentos, se depende más de la fortuna que de la propia destreza, y una posibilidad entre un millón es suficiente para hacer un cuento.
2004-10-26 16:47 Casi que me gusta como escribes.