Libro de Notas diario de los mejores contenidos de la red en español tag:librodenotas.com,2005:77c262b7562572606450a68115f67ab6 Textpattern 2022-09-06T17:49:23Z Marcos Taracido marcostaracido@gmail.com https://librodenotas.com/ Agustín Ijalba 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-23T00:44:24Z Palabras, palabras, palabras tag:librodenotas.com,2013-12-21:77c262b7562572606450a68115f67ab6/9c19e76de4b231cd905bbb8f0ea225dd En el monótono traqueteo del telar, tejemos la urdimbre con la trama, y hacemos de la letra un retal. Y retal tras retal, nos esforzamos por coser las palabras a las cosas, pero las cosas a menudo se nos escapan desnudas, hartas de tanto telar. ¿O son las palabras quienes huyen?

¿Pueden acaso cobrar vida las palabras? La íntima conexión que une al lenguaje con el mundo se altera cuando la palabra cobra vida propia. Sí, ¡claro que pueden! Pero sólo allí donde la acción devuelva al mundo lo que la mirada retuvo, podrán los nombres cobrarle —¿robarle?la vida a las cosas. Sólo en la desnudez de la metáfora se mostrará el mundo al límite de su ser. Y en el estruendo de la bomba, la palabra saldrá hecha añicos. ¿Qué nos quedará entonces? Ese mismo silencio en el que la madre mece el sueño de quien mañana será cadáver, espejo de un sueño que se sueña en la vigilia.

Deseamos aquello mismo que nos alimenta el deseo. Pero nada peor que la soledad no elegida para ser comparada con quien, queriéndola, la tuvo. Palabras, palabras, palabras. Con ellas, la poesía se descuelga de las ramas y cae a tierra, atraída por el plasma, donde las palabras se debaten y saltan y bailan y van de mano en mano como de voz en voz aligerando de eslabones la cadena, o tal vez sentadas a la sombra de un árbol milenario que no necesita victorias para sobrevivir en medio del páramo. Cíclicos como las tormentas, somos con ellas hijos de un mismo espasmo. Cuando los ojos decidieron cerrarse ajenos por completo al mundo, justo en ese momento el cielo se encogió de hombros, y llegaron esposados los primeros augurios. Al abrirlos, comprobamos que hay un perfil esquivo en el que las cosas se detienen con una sedentaria perfección. Ajenas por completo al devenir de nuestras miradas, son ellas quienes impertérritas nos observan. Palabras, palabras, palabras.

Santa quietud la de la piedra que nada dice y todo lo absorbe, hasta la metralla. Subidos al muro, decimos lo que decimos sin la convicción necesaria para asegurar que detrás de lo que decimos realmente haya algo. Pero ni somos lo que decimos ni decimos lo que somos. ¿A quién queremos convencer con nuestros salmos? ¿Qué oración será capaz de sustituir mi muerte? ¿Acaso valen lo que valen las palabras sagradas del chamán? Yo no soy yo ni las cosas son ya las cosas. Bebe la vid el vino que darán sus uvas, y a escondidas se emborracha. Nada es ya lo que parece.

Somos con-fabuladores de lo real. A nada ni a nadie debemos lo que somos, sino al azar. Somos, con el resto de las cosas que son, una pieza insustituible y sin embargo prescindible (contra-dicciones: dicciones en guerra). Somos sobre una duda que, a la vez que nos corroe, nos alimenta. Espejo por el que las cosas regresan para ser otras, nuestros diccionarios esconden en su seno un resplandor de laberinto inacabado que segrega tinta por los costados. Palabras, palabras, palabras. El mundo sabe, y nosotros con él, que lo estamos engañando. Soy como la pesadilla de un rostro ajeno que pretende ser yo, agazapado entre la necesidad y el azar. Al albur de los días, el nombre de este mar que es todos los mares se multiplica y me vence. Nada queda por esperar. Han pasado los años y sigo remando. Ni yo mismo sé cuántas vueltas he dado al mundo. Envuelto en un mar de palabras, dejo apuntadas unas cuantas al abrigo del libro de notas. Retales que unidos a otros harán que de nuevo se escuchen sonar los telares. Palabras, palabras, palabras. Escondidas en los archivos y escogidas al azar, nos asombran nos alumbran nos deslumbran nos acogen nos repiten nos inventan nos reconcilian nos interrogan nos desbordan nos responden nos asustan nos sorprenden nos encuentran nos acercan nos abruman nos desencuentran nos arriman nos acarician nos abrazan nos avisan nos odian nos saludan nos increpan nos insultan nos besan nos adulan nos aman nos elevan nos hunden nos aprietan nos recitan. Y cada mañana, nos dan los buenos días. Gracias, LdN, por albergarlas.

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¿Pueden acaso cobrar vida las palabras? La íntima conexión que une al lenguaje con el mundo se altera cuando la palabra cobra vida propia. Sí, ¡claro que pueden! Pero sólo allí donde la acción devuelva al mundo lo que la mirada retuvo, podrán los nombres cobrarle —_¿robarle?— _la vida a las cosas. Sólo en la desnudez de la metáfora se mostrará el mundo al límite de su ser. Y en el estruendo de la bomba, la palabra saldrá hecha añicos.

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Lucía Caro 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-20T02:29:16Z La ex ministra, la ex miss y la asimetría en Twitter tag:librodenotas.com,2013-12-20:77c262b7562572606450a68115f67ab6/5ebe79746d3e148feac1d67e31fb9a56

«Porque tu [sic] no eres menos que yo #SiNoTeSiguenYoTeSigo»
(María José Besora)

Llegamos al final de esta etapa y no me resigno a dejar escapar en esta columna una mención a la filosofía del ‘si me sigues, te sigo’, una idea llevaba contradictoriamente al paroxismo por la inefable María José Besora, modelo y ex miss España. Por suerte, la exministra María Antonia Trujillo la ha estado liando en Twitter estos días —lo cual tiene mérito, considerando que su cuenta tiene candadito—. Ha dicho muchas cosas la exministra de las rememoradas Keli Finder, me quedaré aquí con la menor quizá, pero la más interesante a mis fines —pidiendo disculpas de antemano por la descontextualizacion interesada—; y es que no todos los días admite un tuitero/a tan claramente la importancia del número de seguidores como indicador de relevancia y estatus en esta red.

Hace unos días decía María Antonia Trujillo desde su cuenta de Twitter, en el marco de un acalorado debate en torno a la lengua catalana:

casa

A tenor de los comentarios que me fui encontrando en Twitter ese día, parece ser que las palabras de la ex ministra encontraron poca comprensión. Y sin embargo, pese a lo desafortunado de la expresión, la idea plantea preguntas interesantes: cuando el número de réplicas a un comentario supera tu capacidad para gestionarlas ‘en directo’ y tu objetivo es efectivamente debatir e influir sobre la red ¿cuál debe ser el criterio de selección? ¿Sólo el criterio del interés de la réplica?

Es decir, si queremos sostener un debate que alcance a muchos usuarios, que tenga capacidad de influencia ¿no es el número de seguidores de un usuario un indicador —muy imperfecto, por supuesto— de su capacidad de transmisión a grupos más amplios? Planteo estas preguntas sin una respuesta clara y a partir de la asunción de que efectivamente la señora Trujillo tenía la intención de sostener un debate abierto —algo que, por otra parte, podría ser incoherente con la decisión de mantener su cuenta como privada—.

Las palabras de Trujillo me sirven como contrapunto de lo que María José Besora denominó «#SiNoTeSiguenYoTeSigo un movimiento pacífico […]» Dando así una vuelta de tuerca un tanto lastimosa a la búsqueda de simetría en la vinculación entre usuarios en Twitter, en tanto que Besora da por hecho en la etiqueta que no te sigue nadie —¡pobreee!— pero ella viene a resolver esta injusticia, guarda cuidados. Como ha explicado en múltiples ocasiones desde su cuenta en Twitter, Besora plantea el hecho de devolver el follow como una cuestión básica de educación y casi un hecho moral, de reconocimiento de la existencia del otro. Dentro de su estrategia de gestión de su identidad personal profesional en Twitter —de eficacia, cuanto menos, cuestionable— esta especie de filosofía de todo a cien que proclama que si no te sigue nadie, aquí estoy yo y en este gesto reconozco tu valía personal; ha logrado algo verdaderamente llamativo: invertir los términos característicos del fenómeno de la celebridad. Pese a contar con la cobertura mediática previa en los medios de comunicación masivos, Besora es seguida por menos usuarios de aquellos a los que ella sigue en Twitter —19.995 seguidos frente a 16.105 seguidores—.

casa

Al margen del peculiar caso de la ex miss España, este tipo de prédicas en torno a la simetría de la vinculación como una cuestión de educación, consideración hacia el otro, etc., en una plataforma expresamente diseñada para permitir el ejercicio de la asimetría en el vínculo no deja de sorprenderme. La no reciprocidad forzosa es una característica central y diferencial de esta plataforma frente a otras redes como Facebook; permite a los miembros de la red definir con mayor libertad sus relaciones, al mismo tiempo que funcionan como un valioso heurístico para detectar cuáles son los nodos centrales dentro de cada comunidad, quién ostenta mayor autoridad y ha provocado formas más o menos expresas de reconocimiento y apegos diversos. Es, en definitiva, un indicador de las relaciones de poder en estos espacios.

Frente al discurso de la reciprocidad y la horizontalidad de la autoridad e influencia en las redes, quizá sea hora ya de reconocer cómo espacios como Twitter reproducen las asimetrías de poder preexistentes en el mundo no virtual. Como ha señalado recientemente Ruth Page en un estudio sobre la función de los hashtags en esta red, si bien es cierto que Internet ha permitido la emergencia de nuevos actores en la opinión pública como las microcelebridades y los curadores de contenido, las prácticas asociadas a la microcelebridad en esta plataforma funcionan dentro de un continuo de relaciones y prácticas sociales que refleja y refuerza las jerarquías sociales y económicas existentes en el ámbito no digital (2012: 184).

El caso de Besora es realmente excepcional, puesto que la regla es que las personas que ostentan poder offline vean ese poder reconocido online en forma de visibilidad mediada y capacidad de difusión informativa, entre otros modos. Cambiamos de medio pero traemos con nosotros nuestro bagaje social y cultural. Aunque desafortunada en las formas, me quedo con la sinceridad brutal de la ex ministra: no puedo seguir a 19.000 personas, ni responder a 100 comentarios en una hora y encuentro infinitamente más honesto este reconocimiento que la construcción de audiencias forzadas por una política en la gestión del vínculo donde prima la reciprocidad sobre el interés real de la conversación que generan sus participantes.

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A tenor de los comentarios que me fui encontrando en Twitter ese día, parece ser que las palabras de la ex ministra encontraron poca comprensión. Y sin embargo, pese a lo desafortunado de la expresión, la idea plantea preguntas interesantes: cuando el número de réplicas a un comentario supera tu capacidad para gestionarlas ‘en directo’ y tu objetivo es efectivamente debatir e influir sobre la red ¿cuál debe ser el criterio de selección? ¿Sólo el criterio del interés de la réplica?

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María José Barrios 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-20T02:00:00Z El Oulipo y las matemáticas tag:librodenotas.com,2013-12-20:77c262b7562572606450a68115f67ab6/729116f5a1f736e5956a87e809c6812b Libro de Notas se acaba, y yo me dejo por el camino los desvaríos homofónicos de Raymond Roussel, los juegos encaminados a la exploración del subconsciente de los surrealistas, la rayuela de Cortázar, el ajedrez de Carroll*… Si sólo queda espacio para una columna más, tengo que dedicársela al *Oulipo, para terminar igual que empecé.

Ya he contado en columnas anteriores cómo el Oulipo reclama el juego reglado como estrategia para apartarse de los lugares comunes de la escritura, por medio de la superación sesuda y manifiestamente racional de laberintos que ellos mismos han interpuesto en su camino. La inspiración y el dominio de la técnica es, para ellos, una sola cosa.

Georges Perec, uno de sus autores más conocidos, realiza toda una declaración de intenciones al respecto cuando afirma que “preocupada únicamente por sus grandes mayúsculas (la Obra, el Estilo, la Inspiración, el Genio, la Creación, etc.), la historia literaria parece ignorar deliberadamente la escritura como práctica, como trabajo, como juego”.

En la mayoría de los estudios, tanto el nombre del Oulipo como el de los autores individuales que pertenecen a él, también aparecen ligados a la expresión “literatura combinatoria”, que Claude Berge define con el concepto de “configuración”, es decir, la disposición de un número finito de objetos en un orden marcado por restricciones fijadas de antemano. Este autor considera que la identificación entre el Oulipo y la “literatura combinatoria”, que para algunos llega a ser directamente la misma cosa, supone una simplificación, y resume los objetivos que ha perseguido el grupo en tres etapas diferenciadas:

  • Un primer Oulipo al que le mueve la búsqueda de nuevas estructuras y la sustitución de normas tradicionales (como el soneto) por otras restricciones en los distintos niveles lingüísticos (alfabético, fonético, sintáctico, semántico, etc.).
  • Un segundo Oulipo interesado en la búsqueda de métodos de transformación automática de textos.
  • Finalmente, y quizá la más importante, una tercera vocación consistente en la trasposición de conceptos procedentes de distintas áreas de las matemáticas al ámbito de las letras y las palabras.

Pero vamos a dejarnos ya de teoría, y a repasar algunos de esos juegos oulipianos.

Los poemas múltiples

El origen del Oulipo está muy ligado a las consultas que Raymond Queneau realizó a François Le Lionnais mientras estaba componiendo su famoso Cent mille milliards de poèmes, obra formada por diez sonetos en los que cada verso puede intercambiarse por cualquiera de los que ocupan el mismo lugar en los otros nueve, ya que todos comparten la misma estructura de la rima. Todas las combinaciones posibles de esos ciento cuarenta versos generan un total de cien billones de poemas diferentes.

El poema múltiple está muy emparentado con el centón, aunque en éste se trabaja a partir de la combinación de versos ajenos. Y aunque no se trate de una técnica automática, ya que completarlo tuvo que suponer un gran esfuerzo por parte de Queneau, lo cierto es que la forma de generar las rupturas del discurso poético es aún muy similar a la de los collages surrealistas, pues una vez que los versos han sido separados de sus sonetos originales, todas las combinaciones posteriores son fruto de la casualidad. El autor pierde el control sobre su obra, que cambia para generar sentidos diferentes cada vez que alguien la lee.

El puzzle de Georges Perec

Una de las obras del Oulipo que más han trascendido es, sin duda, La vida, instrucciones de uso, de Georges Perec, a la que dedico un espacio propio para ilustrar uno de los empleos de la combinación más sofisticados en la elaboración de un texto literario, sólo comparable, quizás, con el procédé de Raymond Roussel (ah, si Libro de Notas aguantase un mes más… sólo uno).

La novela narra la vida de casi doscientos personajes a partir de la descripción de todas y cada una de las estancias de un edificio, de los objetos que éstas contienen, y por medio de pequeñas escenas que se desarrollan en su interior. Con tantísimos elementos en juego, no es de extrañar que Perec compare desde el principio su novela con la composición de un puzzle gigantesco dividido en piezas que él mismo ha diseñado para que ni un solo detalle quede a merced del azar. El reto que se propone consiste en construir cada capítulo a partir de cuarenta y dos elementos ordenados por parejas, que a su vez han sido tomados de una tabla en que contiene diez filas con diez elementos cada una. Estos pueden servir para configurar el contenido narrativo del capítulo, pero también otras características de tipo formal, y las reglas combinatorias aseguran que ninguna pareja de elementos se empleará más de una vez. Las conclusiones a las que llega Perec al final del prólogo de la novela nos sirven para entender mejor que nunca lo que implica escribir a partir de una restricción, es decir, la relación que se establece entre el autor y las constraints a las que se somete, que si bien es cierto que le ponen las cosas más difíciles, están ahí para que se sienta acompañado a lo largo de todo el proceso creativo:

De todo ello se deduce lo que, sin duda, constituye la verdad última del puzzle: a pesar de las apariencias, no se trata de un juego solitario: cada gesto que hace el jugador de puzzle ha sido hecho antes por el creador del mismo; cada pieza que coge y vuelve a coger, que examina, que acaricia, cada combinación que prueba y vuelve a probar de nuevo, cada tanteo, cada intuición, cada esperanza, cada desilusión han sido decididos, calculados, estudiados por el otro.

Juegos matemáticos

Del mismo modo que la obra de Perec se basa en combinaciones en el sentido matemático del término, los escritores del Oulipo acudirán a todo tipo de operaciones para configurar y transformar sus textos: la geometría de los poemas tangenciales de Le Lionnais, la intersección de dos novelas de Duchateau, el álgebra matricial, poemas basados en la serie numérica de Fibonacci, y un largo etcétera.

Me temo que no sabría explicar muchos de ellos, de modo que me quedo con el más sencillo: el juego de transformación “S+7” de Lescure, práctica que consiste en sustituir todos los sustantivos de un texto buscándolos uno a uno en un diccionario y, contando a partir de ellos, eligiendo la palabra situada en la séptima posición.

El lipograma

El lipograma consiste en escribir omitiendo o, mejor dicho, esforzándose por omitir (a Georges Perec le interesa especialmente que esta idea de “esfuerzo” entre en la definición) una o varias letras del alfabeto, invalidando así muchas de las formas posibles de expresar una idea. Se trata de uno de los juegos predilectos del Oulipo. Su valor, ligado estrechamente al reconocimiento de su dificultad, depende de tres factores: la frecuencia de uso de la letra omitida (que varía de una lengua a otra), la extensión del texto generado y, el hecho de producir, a pesar de todo, un texto con coherencia gramatical y semántica. Esta última característica es la que más interesa desde un punto de vista literario, y la que marca la diferencia con respecto al mero juego de ingenio.

Perec escribió dos obras basadas en sendos lipogramas. En la primera, La disparition (1969), se narra una historia detectivesca en torno a la desaparición de un personaje en la que también ha desaparecido una letra, la e. En la segunda, _Les revenentes_ (1972), hace algo más difícil todavía: prescinde de todas las demás vocales. En este caso la restricción ha servido de poco más que de divertimento formal, pues se traduce en numerosas frases sin coherencia semántica alguna y, mucho menos, en una narración con lógica causal.

En La disparition podemos llegar a plantearnos hasta qué punto la obra se ha visto enriquecida, o ha sido posible incluso, por el empleo de la restricción, y de qué forma se han sorteado los obstáculos. Pero en Les revenentes las restricciones son tan rígidas que la creatividad del autor apenas se reduce a una cuestión de mera pericia técnica, y esta obra sirve para reflejar el hecho de que el Oulipo no pretende postularse como un movimiento literario: su objeto de estudio es siempre el proceso de escritura, no la obra final.

El lipograma, a diferencia de otros juegos, tiene una presencia significativa en la historia de la literatura, y que contrasta con el poco o nulo reconocimiento que le otorga el canon literario. Perec dedica casi una página en su “Historia del lipograma” a compilar la lista de ataques e insultos dirigidos por los críticos hacia los que cultivan este juego que, aparte de no tener “nada que decir”, sólo serán admirados por otros “pedantes” como ellos. El lipograma no es más que “un monumento a la tontería humana”, “un juego pueril”, “un inepto tour de force”, “un triste ejemplo de estupidez”.

Perec da tres razones para esta animadversión: la sencillez de la restricción, como si de un juego de niños se tratase, la dificultad de su aplicación (un autor serio no puede “perder el tiempo” con algo tan nimio) y, lo que me parece más significativo, el hecho de que el resultado no sea necesariamente llamativo. Es más: por tratarse de un artificio de omisión, y a menos que se anuncie en el título de la composición (“¿acaso es eso concebible?”, se pregunta el autor), en la mayoría de los casos corre el riesgo de pasar desapercibido.

Existen variantes del lipograma en las que se dan distintas formas de restringir el empleo de caracteres, como la liponimia, que consiste en evitar el empleo de una o varias palabras, o los curiosos beaux présents, poemas escritos a partir de las letras contenidas en el nombre de su destinatario y, por tanto, muy emparentados con el anagrama. Dos o tres columnas más de Libro de Notas, y probablemente os estaría hablando del E-prime que imponen los profesores universitarios estadounidenses hoy en día… pero qué se le va a hacer.

Variación y repetición

Bajo este título pueden agruparse aquellas estrategias encaminadas a romper con la figura del narrador y del punto de vista únicos, con la idea de que existe una sola forma de tratamiento formal de una historia, y de que un hecho se agota una vez narrado.

Raymond Queneau, por ejemplo, compone una de sus obras más conocidas, Ejercicios de estilo, a partir de la idea de la variación, narrando la misma escena de noventa y nueve maneras diferentes, a lo largo de las cuales experimenta con todo tipo de recursos expresivos, formales y narrativos. Nunca nadie le sacó tanto partido a un hombre que viaja en un autobús de línea, ve cómo otro se lanza a por un asiento, y más tarde se lo encuentra de nuevo en una estación.

Italo Calvino juega más de una vez con la idea de la variación y la repetición, llevando la propuesta de Queneau a un desarrollo más narrativo. En Si una noche de invierno un viajero… vuelve una y otra vez sobre el capítulo inicial de una historia que no termina nunca de empezar, y cada vez elige una forma distinta de narrarla. También en Las ciudades invisibles juega con la variación, en una novela en la que sólo se dedica a describir ciudades que, en el fondo, son siempre la misma.

Me parece que me dejé en el tintero El castillo de los destinos cruzados de Calvino, obra combinatoria escrita a partir de la disposición de las cartas de una baraja del tarot, las hipótesis fantásticas que tanto le gustaban a Rodari, pero también a Saramago, el juego del espejo de Carroll, las instrucciones de uso de los futuristas, las _ekfrasis_…

Ay, Libro de Notas, por qué te nos acabas.

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Georges Perec, uno de sus autores más conocidos, realiza toda una declaración de intenciones al respecto cuando afirma que “preocupada únicamente por sus grandes mayúsculas (la Obra, el Estilo, la Inspiración, el Genio, la Creación, etc.), la historia literaria parece ignorar deliberadamente la escritura como práctica, como trabajo, como juego”.

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Carlos Acevedo 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-20T02:18:02Z Un trabajo que se dejó contaminar tag:librodenotas.com,2013-12-20:77c262b7562572606450a68115f67ab6/a56454de324a9219178d46480d0d4a77 Uno de los momentos a los que más vuelvo de un tiempo a esta parte lo vi en diferido. Se trata de cuando Chuck Klosterman le pregunta a James Murphy, en el marco de una entrevista que forma parte del documental Shut Up and Play the hits, a qué clase de personas quería gustarle cuando, de jovencito, se hacía el interesante leyendo a Pynchon. Cuál era la audiencia que él esperaba reaccionase al verle leer un libro difícil. Lo que desencadena la pregunta es algo que dejo a tu curiosidad, avispado lector, pero la traigo a colación porque me gustaría señalar que se trata de una pregunta que atesora en su posible respuesta un proyecto que, queriendo, podríamos tener por programático. Me explico: el cómo cada uno responda a esa pregunta le ubica de una determinada manera respecto al funcionamiento de la cultura, de la circulación de sus testimonios. Estoy prácticamente convencido —a no preocuparse; en breve saldré a tomar aire— de que darse el trabajo de responderla con seriedad y responsabilidad podría desencadenar una crisis. Eso es lo que me interesa: el momento exacto en el que al intentar responder a algo no sabes hacerlo precisamente porque aquello que motiva la pregunta se vuelve inestable.

De esa inestabilidad quise hablar en esta columna hace algunos meses, cuando ya la había abandonado, y me encontré releyendo Playground de Berliac. También hace menos tiempo, cuando terminé de leer Spleen de Esteban Hernández. Lo mismo hace un par de días cuando cerraba Potlatch de Marcos Prior y Danide con la certeza de que algo muy importante había ahí, entre tapa y contratapa. También pensé en la inestabilidad cuando Alberto me escribió para formar parte de una despedida. Entonces me pareció sensato intentar explicar por qué Paco Roca había tenido que salir de casa para formular una idea de memoria histórica sumamente atractiva, cuando quise leer su último trabajo comparándolo con obras que recalan en la idea del testimonio directo, de la construcción de ese testimonio; de cómo funciona esa construcción y qué tipo de abordajes nos deja a nosotros, los felices lectores. Abandoné la idea por falta de tiempo y pensé en hablar de lo último de Fontdevilla, quizás lo más interesante que he leído sobre política, sobre las maneras de intervenir en el presente y con ello en el futuro inmediato, ahora que todo es política porque se subraya que es así, que es política, y que se lee de esa manera (política) única y exclusivamente porque es el único protocolo de lectura que se aplica. Al abandonar también esa idea pensé en listar lo más interesante que he leído en el último tiempo y lo único que supe balbucear fueron los cuatro tomos de Frank, a los que vuelvo una y otra vez con una intensidad malsana. También pensé en hablar en las implicaciones que conlleva rescatar determinado tipo de obras, en lo llamativo que resulta que un evento como el GRAF crezca o en que la independencia sea cosa de la crisis y en que cada vez me resulta más incómodo ver al mundillo reírse mutuamente las gracias (si no las riéramos qué sería de nosotros, ai). Una última opción fue defender el acto de escribir gratis y porque sí. Incluso pude abocetar una idea que me gusta mucho: los críticos no saben leer. Pero lo que flotaba en el aire, lo que me movía, era la pregunta de Klosterman y sus variaciones Goldberg.

Es posible, del todo probable, que detrás de la pregunta de a quién querías gustarle cuando leías tal o cual cosa estuviese también la posibilidad de que única y exclusivamente estuvieses aprendiendo a estar solo. Algo así era lo que quería decir, parafraseando a un autor que admiro, pero precisamente esa soledad resulta tan concurrida que se vuelve inestable hasta admitir una última posibilidad: dar las gracias, saludar respetuosamente y volver una y otra vez a la misma pregunta, anterior a la de Klosterman y mucho más inocente: ¿por qué no?

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Uno de los momentos a los que más vuelvo de un tiempo a esta parte lo vi en diferido. Se trata de cuando Chuck Klosterman le pregunta a James Murphy, en el marco de una entrevista que forma parte del documental Shut Up and Play the hits, a qué clase de personas quería gustarle cuando, de jovencito, se hacía el interesante leyendo a Pynchon. Cuál era la audiencia que él esperaba reaccionase al verle leer un libro difícil.

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Mireia Pérez 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-20T02:00:00Z Beowulf, un tebeo para chicas tag:librodenotas.com,2013-12-20:77c262b7562572606450a68115f67ab6/b57c57d66478993ba37290a59eb1176b Estamos a finales diciembre de 2013 y las listas de lo mejor del año emergen por doquier cual caracoles después de la lluvia. Se arrastran subiendo y bajando plácidamente por nuestras redes sociales y nos ayudan a escoger regalos, nos descubren obras y autores hasta el momento desconocidos pasando a definir nuestra lista personal de fetiches e influyendo las de nuestros contactos y amigos.

En todas estas listas el número de nombres de mujeres que aparece es menor que el de hombres. En las listas de música la diferencia está más diluida, pero en las de libros, cine, cómic o humor la diferencia es mayor.

Al mirar estas listas la primera pregunta que me viene a la cabeza es ¿Por qué pasa esto? Y la segunda ¿De verdad debería importarme? Para contestar tengo que posicionarme y buscar las diferencias entre mi experiencia vital o la de mis amigas y la experiencia vital de una persona de otro sexo de mi edad. Esto suele ser extenuante y deprimente, porque cada vida es diferente y compleja. En mi caso, recibí una educación bastante igualitaria, con las castraciones típicas que hemos recibido las mujeres y hombres de nuestra generación y clase. Tengo un hermano casi de mi misma edad, y siempre me interesaron las cosas que parecían “de chicos”. Nunca supe realmente si mi interés venía por el tipo de entretenimiento o porque prefería estar rodeada de chicos porque lo que realmente me interesaba eran… ellos. En cualquiera de los dos casos, hice lo correcto.

Si el análisis educacional no contesta a la pregunta, tal vez la respuesta tenga más que ver con la ausencia de referentes que arrastramos. Estudiamos historia y filosofía en el colegio y en el instituto (algunos todavía estudian religión) y el número de mujeres cuyos nombres tenemos que memorizar es menor. Cuando nos especializamos, empezamos a descubrir que en segundos y terceros planos hubo profesionales con chocho que sirvieron de gran ayuda para el avance de la ciencia, la filosofía, la literatura… Pero si nos fijamos en el entretenimiento o en la “alta cultura” hay muchas menos. ¿Dónde están? ¿Qué nos pasa? ¿Nos da miedo exhibirnos, ser protagonistas, fracasar? ¿Acaso a los hombres no? ¿Es el acoso? ¿No acosan también a los hombres sus enemigos o sus fans locas del coño? Vuelvo a preguntarme ¿Qué significan esas ausencias? Y como no sé que contestar, decido preguntar a alguien de mi sexo y edad, con estas mismas inquietudes todavía más acentuadas.

La ACC (Asociación de Autoras de Cómic) acaba de ponerse en marcha y aunque se encuentra en fase beta y el nombre, a mi parecer, no hace justicia a sus propósitos, ha despertado el interés de mucha gente. El debate está en el aire y yo misma me encuentro formando parte de sus discusiones y tratando de enterarme bien de en qué va a consistir. Ahora mismo entre sus objetivos los que destacan son “recuperar el trabajo de mujeres que formaron parte del mundo del cómic en el pasado, incrementar el número de lectoras y fomentar la divulgación desde la perspectiva de género”.

Entre los miembros más activos de esta asociación se encuentran Carla Berrocal (autora) y Elisa G. McCausland (divulgadora). A ellas les he preguntado si la ausencia de referentes influye en la poca participación de las mujeres en el mundo del tebeo y ambas reconocen que la respuesta es complicada. Carla considera la identificación (mediante protagonismo o bien temática) como un elemento que podría ser importante y que las que nos hemos ido adentrando en el mundillo seguimos siendo auténticas rarezas, aunque cada vez hay más gracias al mayor número de referentes que llegan de lugares como Japón, que curiosamente es una nación bastante machista pero donde prolifera el cómic para adolescentes. Elisa, por su parte, se cuestiona si “chica” o “mujer” no son una máscara que decidimos —o nos hacen— llevar, que referentes feministas hay (igual que de los otros), y que la cuestión tiene más que ver con darle la vuelta al sistema.

“…no lo olvidemos, el sistema somos todos nosotros, pues lo legitimamos con nuestros actos, o ausencia de los mismos. Tú me comentaste una vez cuánto te emocionó que se acercara una niña de siete años atraída por La Muchacha Salvaje a una firma de cómics. Ella también quería dibujar. Esos pequeños sucesos, casi milagrosos, en los que una vocación puede nacer porque se percibe como normal que una chica dibuje comics son importantes. Mucho más de lo que creemos. El género es una herramienta del sistema, una construcción que limita. No estoy contenta con la programación, qué quieres que te diga. No me parece justo. Y no creo en la igualdad. Solo creo en la justicia, en hacer memoria y dinamitar las servidumbres. En la equidad, sí, desde la raíz. “

Aunque creo que Elisa tiene razón, sigo sin entender del todo la cuestión de los referentes y su influencia en la diferencia numérica de las listas, aunque desde luego la recuperación y manutención de esos referentes, sean del sexo que sean, es fundamental para la formación de futuros y futuras autoras…

Creo que la clave está en mirarles a ELLOS.

Tratad de sentiros, por unos segundos, en la piel de un hombre adulto de los años cincuenta que pudiera echar un vistazo al entretenimiento de hoy en día. ¿Qué sentiríais? Para empezar, viendo todas esas barbas y jerseys a rombos puede que pensarais que el mundo se ha llenado de bufones, salvajes, putas y maricones. Y no solo eso ¡Hombres hablando abiertamente de sus sentimientos! ¿A dónde nos está llevando la lucha por la igualdad? Ni idea, pero está funcionando también desde el otro lado. Por lo menos lo constato diariamente con mis colegas de profesión y no veo muchas diferencias entre ellos y yo. Todos solemos tener el mismo tipo de inquietudes creativas. Las mismas crisis, el mismo agobio con el dinero o las fechas de entrega… Muchos de ellos hacen las labores del hogar. Cuidan de sus hijos, cocinan… La revolución está en ellos.

Santiago García (divulgador y guionista) y David Rubín (dibujante) acaban de publicar la adaptación del poema épico Beowulf al cómic de la mano de la editorial Astiberri. El otro día lo leí y constaté que se trata de una machada. Durante su lectura deseé en varias ocasiones poder tener un pene gigante para poder llenar de semen un pantano. Beowulf es tan macho que en ocasiones resulta cómico (igual que en la película, que por cierto, me encanta). La adaptación que han hecho García y Rubín está ejecutada casi como un ballet ruso. La multitud de recursos que han utilizado es apabullante y Rubín se ha lucido con un dibujo magistral. Aunque también ha habido cosas que no me han gustado y que tienen más que ver con la composición de algunas páginas, en general me parece un trabajo cojonudo. Y “cojonudo” es también el tema ya que se trata de la adaptación literal de un poema épico protagonizado por nórdicos rudos demostrando quién es más macho, y “cojonuda ” ha sido su ejecución, llevada a cabo por dos hombres y prologada por un tercero, Javier Olivares, quién iba a ser el primer dibujante en un proyecto que García deseaba llevar a cabo desde su adolescencia. Conozco bien a estos tres autores, son de esos hombres sensibles con barba de los que os hablaba. Ironizando sobre el tema con el propio David Rubín me dijo que él pensaba que Beowulf tenía algo de femenino. Estuve dándole vueltas a eso y cuando llegué a casa le pregunté qué había querido decir.

“Me refería a que aunque es una obra en donde casi todos los personajes son masculinos y rudos, no esta planteada desde un punto machista o de macho, no es Conan el bárbaro, las relaciones entre los personajes son ambiguas e incluso sensibles pese a su aspecto, sólo son arquetipos en apariencia, son complejos, como podría serlo un personaje femenino o cualquier otro. En el fondo habla de temas universales, es una obra para un público amplio”.

Beowulf no parece un tebeo para chicas. No le he preguntado a David que tipo de lectores acuden a sus sesiones de firmas, pero puedo imaginar que hay una mayoría masculina. Sin embargo, la primera vez que vi un dibujo suyo pensé que lo había hecho una chica. A día de hoy, con todo el Beowulf encima, sigo pensando que su estilo tiene algo de femenino. Y él mismo está de acuerdo. ¿Habría sido lo mismo Beowulf dibujado por una tía? ¿Habría existido? Nunca lo sabremos, pero seguramente sí. Pero ¿Y si hubiesen decidido hacer una adaptación de Beowulf cambiando a su protagonista por una guerrera nórdica? Hasta a mí se me hace raro.

Me dicen que las mujeres somos más prácticas y que por eso terminamos escogiendo profesiones que nos alejan del vértigo de la incertidumbre. Que pasar dos años dibujando un tebeo o dirigiendo una película para el beneficio que conlleva no nos sale a cuenta. Puede que así sea.

Cada día me peleo conmigo misma por no estar dibujando más ¿Cómo es posible que a punto de cumplir treinta años solamente haya publicado un tebeo? Miro a mi alrededor y veo a mis colegas hombres, dibujando compulsivamente, apareciendo en esas listas, grabando sus películas, publicando sus libros… Miro a mi alrededor, a mis colegas mujeres (o a mí misma!), preocupadas por esas listas, indignadas porque su jefe las llama guapitas, enfurecidas porque algunos lectores les señalan con el dedo y gritan “MIRAD, TIENE TETAS” y sé que tienen razón. Pero quejarse no es suficiente. Hay que pasar a la acción y empezar a repartir hostias. Hay que dibujar más, escribir más y tener menos miedo y más mala leche. Por favor nenas, poneos las pilas, que si todo va bien, os espero en las listas del año que viene.

Gracias a Alberto Haj-Saleh y Marcos Taracido por haberme dado la oportunidad de escribir y a vosotros por leer Libro de Notas. A partir de ahora podéis seguir leyendo mis reseñas y otras divagaciones en la web de Entrecomics.

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Estamos a finales diciembre de 2013 y las listas de lo mejor del año emergen por doquier cual caracoles después de la lluvia. Se arrastran subiendo y bajando plácidamente por nuestras redes sociales y nos ayudan a escoger regalos, nos descubren obras y autores hasta el momento desconocidos pasando a definir nuestra lista personal de fetiches e influyendo las de nuestros contactos y amigos.

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Josep Izquierdo 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-20T02:02:23Z Final de partida tag:librodenotas.com,2013-12-20:77c262b7562572606450a68115f67ab6/e61cb95861604a2f6b7d4924400236bc La gira mediática de Zapatero para presentar sus memorias tiene mucho de final de partida, pero hasta ahora no me había llamado la atención. De hecho, ni siquiera pensaba hablarles de esto: pensaba, para despedirme, en algo más poético, y, en mi humilde opinión más político por tanto, que hablarles del trasfondo de la entrevista al expresidente en El Intermedio, pero anoche pensé que esta discusión vehemente aún debía decirse en Libro de Notas, y aquí me tienen echando a la basura lo escrito y reescribiendo en la madrugada.

Hasta ahora, como digo, sabía por tuiter de las memorias/explicaciones de Zapatero, y basta. Mi interés no alcanzaba mayores metas, y eso en parte era debido al medio: en tuiter difícilmente alcanzas a apreciar el discurso que subyace en una declaración aislada, en el estúpido comentario tópico que te costará una montaña de tuits, retuits y favs como martillazos sobre el mismo clavo. Así que hasta ayer no escuché con atención el argumentario de José Luís Rodríguez Zapatero en defensa de su gestión como Presidente del Gobierno.

Y la conclusión no puede ser más desoladora: entiendo por qué le odiamos, y entiendo por qué le quisimos “puesto que de dos modos es la vida / la palabra tienen un ala de silencio / el fuego tiene una mitad de frío”, que dijese Neruda. Sus decisiones biopolíticas nos encandilaron, pero el fracaso político y mediático de Zapatero es también, y especialmente, el fracaso de la izquierda neoliberal de la que era epígono y alarde.

Zapatero expuso anoche, con meridiana claridad y con meridiana desfachatez, las razones de ese fracaso. A la pregunta de Sandra Sabatés sobre los dilemas de un gobernante, y si el principal era “no caer prisionero de la economía”, Zapatero respondió que “en buena medida la política en el mundo globalizado en el que estamos depende mucho de la economía y la economía no depende de las decisiones del gobierno. Depende de los mercados, depende de la globalización, depende de Europa, depende de Ángela Merkel…”. Y siguió: “me reconozco en la retirada de las tropas de Irak porque es un compromiso que no depende de otra voluntad, como la ley de matrimonio homosexual [decisiones biopolíticas, añado yo]: nadie te va a condicionar, no es como la economía. Crear empleo no depende de un decreto o de una ley que yo pueda firmar. Las decisiones que dependen de un acto libre de voluntad autónomo, que no tienen un condicionante económico son las que a mi juicio se pueden analizar con más claridad en la trayectoria política. Ahora bien, todo el mundo es consciente que en la economía intervienen muchos factores, mucho más que lo que pueda ser la decisión, la voluntad autónoma de un gobernante”. Y a la pregunta del presentador, “¿por qué siempre ganan los mercados?”, Zapatero respondió que no, pero que sí, y que la culpable de todo era que el Banco Central Europeo seguía las directrices ordoliberales emanadas de Alemania. Preguntado por si era posible revertir la dependencia de la política respecto de la economía respondió que sí, pero que eso habría un campo de debate porque el pensamiento económico dominante aún es que la política no intervenga el la economía, “dejar a los mercados plenamente libres, al comercio plenamente libre, que la política no meta las manos en la economía. Sin embargo cuando la economía falla, miramos a la política: ah, ha fallado la política. Este es un juego dialéctico permanente.”

Efectivamente, ese es un juego dialéctico permanente, pero no eterno: tiene sus orígenes y su evolución, y ahora asistimos a su decadencia intelectual, que, por desgracia, no es su decadencia como poder. Ese juego dialéctico, aunque Zapatero lo disimule, trata sobre quién debe controlar a quién: o controlas o eres controlado.

Según el modelo de pensamiento económico ordoliberal alemán, la competencia está por encima de todas las cosas, y los gobiernos existen para garantizar que así sea. Si la competencia funciona, es decir, si el mercado es capaz de moderar internamente el libre juego de intereses económicos, todo irá bien. Foucault resume esta corriente de pensamiento dominante: “A grandes rasgos, podemos decir: gracias al cielo, la gente sólo se preocupa por sus intereses, gracias al cielo los comerciantes son perfectos egoístas y entre ellos son contados los que se preocupan por el bien general, pues, cuando empiezan a hacerlo, las cosas comienzan a andar mal” (Nacimiento de la biopolítica). Y, yendo más lejos, que “el gobierno no sólo no debe interferir en el interés de nadie; es imposible que el soberano pueda tener sobre el mecanismo económico un punto de vista capaz de totalizar cada uno de los elementos y combinarlos de manera artificial o voluntaria. La mano invisible que combina espontáneamente los intereses prohíbe, al mismo tiempo, toda forma de intervención y, más aún, toda forma de mirada desde arriba que permita totalizar el proceso económico.” Y ése es el punto en el que Foucault sitúa el nacimiento de la biopolítica: cuando al soberano (y esto incluye al pueblo soberano) ya no le queda otra acción posible que el control de la nuda vida de los ciudadanos, y entonces las únicas decisiones posibles, y la única separación efectiva entre políticas de derechas y de izquierdas es si nos largamos de Irak, si legalizamos el matrimonio homosexual o no, si liberalizamos o restringimos el aborto, and so on.

Pero hay trampa. Y la izquierda cayó en ella. Cuando aceptó el principio económico de no intervención y se dedicó a la biopolítica en lugar de a la política, creyendo que el espacio económico estaba cancelado para la acción en ambos bandos, firmó un armnisticio claramente desventajoso. A la política de izquierdas sólo le quedaba la biopolítica, pero las decisiones biopolíticas de la derecha continuaban teniendo un objetivo político (entendamos aquí: un objetivo de control económico) clarísimo: todas ellas contribuyen a reforzar la autonomía del ámbito económico sobre el político. Y no es casual que tumben determinadas decisiones biopolíticas de la izquierda, y otras no. El matrimonio homosexual sobrevive porque es bueno para la economía, y punto. Repasen conmigo: las consecuencias de la restricción del aborto tienen que ver con sacar a determinadas mujeres (pobres, claro) del mercado laboral. La apuesta por la meritocracia educativa con la consolidación de una clase baja económicamente rentable. La privatización de la sanidad con la subordinación de la salud pública al mercado laboral, porque tendrás más oportunidades sanitarias si eres un trabajador productivo. Y las restricciones a la libertad comunicativa (desmantelamiento de la televisión pública independiente) y la ley de seguridad ciudadana con la docilidad que el libre mercado necesita para que los mecanismos económicos sean invisibles, un elemento imprescindible para el desarrollo del capitalismo. Y pueden seguir ustedes mismos.

La derecha no da puntada sin hilo, mientras la izquierda cree que puede coser con hilos quiméricos. Y no. Así pasa después, que nos quedamos desnudos a la mínima, como el falso Zapatero bailando con el exclusivo sostén de un bañador estilo Borat: la metáfora risible de la impotencia, la indigencia intelectual y en algún grado, de la cobardía política.


Les espero, a partir del próximo diecisiete de enero, en el nuevo sitio de La guillotina-piano, donde Fernando Villavert y yo mismo seguiremos amando y odiando, con infinitos matices, cuanto nos rodea.



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Sus decisiones biopolíticas nos encandilaron, pero el fracaso político y mediático de Zapatero es también, y especialmente, el fracaso de la izquierda neoliberal de la que era epígono y alarde. Zapatero expuso anoche, con meridiana claridad y con meridiana desfachatez, las razones de ese fracaso.

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Juan Porras 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-20T01:51:50Z El otro tag:librodenotas.com,2013-12-20:77c262b7562572606450a68115f67ab6/66356ccbaf4afad2f86304eb47dac9a2 Sea por candor o vanidad, quiero pensar que quien me lee es una buena persona. Que tú, querido lector, compartes en lo fundamental mis principios y los valores que creo mínimamente indispensables para vivir en sociedad. Que te preocupas no solo por ver los distintos ángulos de cada cuestión sino además por analizar por qué adoptas las posturas que defiendes. Si es así estarás familiarizado con la figura de El Otro.

En tanto no podemos saberlo todo, todo el tiempo, simplificamos. Simplificamos problemas, los reducimos a aquello que podemos manejar y entender. Simplificamos a la gente porque la gente siempre es un problema. La otra gente. Tendemos puentes con aquellos con los que compartimos algo, como yo he hecho en el primer párrafo y con ellos codificamos a los que quedan fuera de ese redil. Los caricaturizamos, los cosificamos y los convertimos en un nuevo Otro que nos defina a mí y a esta panda de chavalotes con los que me voy de juerga con machetes por las afueras de Kigali. A Cazar Tutsis. A cazar cucarachas, como los llaman en la radio.

Es quizás la manifestación más burda y sencilla de el Otro; las caricaturas de judíos en Alemania, de japoneses en Estados Unidos, de negros, de chinos o de árabes. Tú como yo, querido lector, entiendes el peligro de reducir a un grupo de personas a una caricatura. Estás presto a torcer el morro y a levantar la voz para ponerla al servicio de quienes el rodillo homogeneizador de la sociedad arrolla a su paso. O al menos lo piensas fuerte, porque no conviene discutir con el jefe porque haga un chiste de negros. Ni con Ruipérez, ya puestos, porque le ves todos los días y sabes que en lo fundamental es buen tío aunque sea del Madrid. Al menos no vota al PP. Lo importante es saber que pones tu granito para hacer de este un mundo mejor. Que a ti si te importa la gente. Que tienes conciencia. No como los otros.

Los que hablan, votan, comen, votan, respiran y votan solo con el avieso fin de hacer del mundo un lugar peor. O mejor pero solo para ellos y los que son como ellos y piensan como ellos. Qué hijos de puta. ¿Cómo se levanta uno por la mañana sabiendo que va a pasarse el día siendo mala persona?

Cosificamos, también, para protegernos. Tu, querido lector, jamás saldrías a matar gente de otra tribu como yo he ironizado con hacer. Ni votarías a Le Pen. Ni pegarías a tu hijo. Ni gritarías a tu empleado. Ni defraudarías a hacienda. Que otros lo hagan solo se explica porque hay algo fundamental que te distingue de ellos. Algo te falta o sobra para que tú seas un monstruo. Son diferentes. Tienen que serlo, porque si no lo son tú estarías haciendo cosas terribles, como ellos. Para, mira a tu alrededor ¿Estás haciendo algo horrible y malvado? ¿No? Entonces seguro que son ellos, porque nada podría llevarte a actuar así.

El Hombre Subterráneo de Dovstoyeski vive retirado de la sociedad no por no entenderla sino por entenderla demasiado bien. Tomando en consideración cada ángulo de cada situación la claridad le ciega y la duda le embarga hasta llevarle a la completa inacción. Ver los motivos detrás de cada acción humaniza a quien la comete, nos identifica. En la antítesis de la cosificación, desmenuzarlo todo en pequeñas parcelas nos aboca a encontrar lo mucho en común que tenemos con ese Otro que ya no es Otro sino que eres tú. Y si tú podrías ser él, quién eres tú, querido lector, para juzgar. Si no hay monstruos, lo cual es algo terrorífico de considerar, solo hay gente.

Esto no es una llamada al dialogo, una defensa de la equidistancia. Es, querido lector, una despedida y cierre con el mensaje más positivo que se me ocurre; la maldad no existe. Si te crees en posesión de la verdad, lucha. Debate si de eso se trata. Divulga si sabes hacerlo. Mata, si se ha llegado a esos términos. Pero no olvides que quien está delante de ti es tan buena persona como puedas serlo tú, o mejor. Y luego clávale tu hipotética bayoneta en la tripa y sigue adelante. Y si no entiendes por qué está precisión es importante, mejor no hagas nada.

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Sea por candor o vanidad, quiero pensar que quien me lee es una buena persona. Que tú, querido lector, compartes en lo fundamental mis principios y los valores que creo mínimamente indispensables para vivir en sociedad. Que te preocupas no solo por ver los distintos ángulos de cada cuestión sino además por analizar por qué adoptas las posturas que defiendes. Si es así estarás familiarizado con la figura de El Otro.

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Santiago Viteri 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-20T00:49:51Z Yo, médico tag:librodenotas.com,2013-12-20:77c262b7562572606450a68115f67ab6/60131b4423ad2de485be3a6faa081877 Este podría ser el resumen de mi trayectoria profesional como médico. Desde los 18 a los 24 estudié la carrera de medicina. Desde los 25 a los 29 trabajé como médico interno residente para convertirme en especialista en oncología. Mi primer trabajo como oncólogo fue en el Hospital General Mateu Orfila de Menorca donde estuve casi un año y ahora hace ya casi seis años que trabajo en un Instituto Oncológico de Barcelona. Casi dos décadas entregado a esta profesión que es una vocación que es una forma de vida que algunas veces se siente como una no-vida.

Pero la historia de un médico no es nada sin las historias de sus pacientes, así que mientras preparo esta columna triste para despedirme de Libro de Notas voy recordando a muchas de las personas que he conocido en mi vida profesional y me doy cuenta de que pese al título, no tengo ganas de hablar de mi. Tenía el ánimo de quejarme de los sacrificios que he hecho, quería contaros que últimamente estoy harto y tengo ganas de dejarlo todo. Arrugo el papel en el que estaba escribiendo hasta que se hace una bola y lo lanzo al otro lado de la habitación.

Empiezo de nuevo. En mi época de estudiante no tuve un gran contacto con pacientes, la verdad. En el segundo ciclo, en las prácticas, asistía casi siempre como espectador asustadizo a consultas y quirófanos mientras intentaba aprender algo. Recuerdo de mi rotación en Cardiológía a una mujer que se llamaba Espíritu Santo, pero a la que todos llamaban Espiri. De mi rotación en la UCI recuerdo a un hombre mayor que llevaba muchas semanas ingresado por un Guillain-Barré, un extraño síndrome paralizante que había inmovilizado progresivamente cada uno de sus músculos hasta el punto en que no podía respirar sin ayuda de un ventilador mecánico.

Durante la residencia, recuerdo muy bien a mujer con cáncer de colon a la que por culpa de la enfermedad se le acumulaban varios litros líquido ascítico en el abdomen y yo tenía que extraerlo mediante paracentesis (una punción) casi a diario. Siempre iba a ultima hora de la tarde, para no ir con prisas, y mientras extraía el líquido, la mujer se sentía progresivamente mejor y hablábamos de muchas cosas.

Recuerdo a Isabel, una mujer muy graciosa con un melanoma avanzado que estaba ingresada un 7 de julio. Era de noche y había pasado a verla antes de irme a casa cuando empezaron a sonar los estallidos lejanos de los fuegos artificiales que hay en Pamplona todas las noches durante los Sanfermines. Salimos juntos al pasillo y los vimos desde el ventanal de la octava planta de la clínica.

En Menorca, como oncólogo recién estrenado, todos los pacientes que veía eran “mis” pacientes, así que los recuerdos son mucho más vivos. Mariano, que tiraba rápidamente el cigarrillo si me veía por la calle; Manuela, siempre preocupada y cariñosa; y especialmente Doris, que me siguió cuando vine a Barcelona y que me daba consejos sentimentales.

De mi etapa actual quiero recordar especialmente a Y., mi paciente japonesa; a P. , que era actor; a S. , porque su caso es un milagro…
No quiero vulnerar mi secreto profesional, pero no puedo menos que contar un poco de ellos. De otro modo esta columna no hubiera tenido ningún sentido. Si no fuera por ellos, tal vez hace mucho que lo hubiera dejado todo para dedicarme a otra cosa. Gracias, muchas gracias.

Hasta siempre Libro de Notas, un placer haber viajado contigo. Te seguiré leyendo

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la historia de un médico no es nada sin las historias de sus pacientes, así que mientras preparo esta columna triste para despedirme de Libro de Notas voy recordando a muchas de las personas que he conocido en mi vida profesional

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Carmen Castro 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-20T02:14:56Z ¿Adiós a la soberanía de las mujeres? tag:librodenotas.com,2013-12-20:77c262b7562572606450a68115f67ab6/0e2a0c7dafd7f020c06e21cc17b2579b Mientras escribo este artículo se confirma la decisión del gobierno del estado español de expoliar a las mujeres el derecho básico a decidir sobre su vida y a construir la soberanía sobre sus cuerpos.

La soberanía de las mujeres (o más bien la falta de ella) ha estado, y sigue estando, a merced del monopolio de poder masculino y del pacto sexual de control y dominio sobre el cuerpo de las mujeres; hemos sido vistas históricamente como meros instrumentos, ya fuese para el placer masculino, para la reproducción demográfica o para disponer de fuerza de trabajo barata. Pues bien, en pleno siglo XXI, asistimos atónitas a la renovación de ese pacto sexual.

La consideración simbólica de las mujeres como ‘úteros con patas’ y ‘contenedores de vida’ ha nutrido el imaginario obsesivo de las religiones monoteistas empeñadas en controlar la capacidad reproductiva como instrumento clave de sumisión. De ahí viene la negativa continua a reconocer la identidad política de las mujeres y, por lo tanto, su capacidad de decisión plena; y de ahí viene también también el absurdo de reclamar derechos a un embrión de vida mientras niegan los derechos básicos a quien tiene capacidad de gestarlo.

Cuando creíamos haber superado algunos de los episodios oscurantistas más aberrantes de la historia surge esta nueva ‘caza de brujas’ del ultracatolicismo orquestada por la misoginia profunda de los grupos ‘antiabortistas’ que nos hará retroceder 30 años de golpe.

Esta ofensiva patriarcal nos pilla algo cansadas, lo sé; y aún está por ver si – además del movimiento feminista – hay quien defienda la soberanía de las mujeres como proyecto político para una sociedad nueva.

Practicamente todos los grupos de acción política y social que dicen estar posicionados ideológicamente en el amplio abanico de las izquierdas defienden los derechos básicos de ciudadanía, sin embargo, ¿quiénes se sentirán llamadxs ante la alerta feminista por la contrarreforma de la ley del aborto? ¿Quiénes asumirán que no es posible construir otro modelo de sociedad manteniendo el pacto sexual de opresión de género? Es más … ¿Puede algún proyecto que se dice de emancipación social o política justificar su inacción ante el expolio de derechos que afecta a más de la mitad de la población?

Si entre quienes defienden un cambio de modelo de sociedad, desde las libertades y derechos fundamentales de las personas, aún hay alguien que crea que la defensa del derecho a decidir de las mujeres no es un objetivo específico de su ‘programa’, si no una reivindicación sectorial feminista, que se haga mirar este ramalazo antidemocrático y la misoginia visceral implícita en su posicionamiento político.

Esta involución social merece una respuesta feminista contundente; desde mi limitado margen de actuación tengo claro que no regalaré mi voto a quien se muestre indiferente ante la pérdida de soberanía de las mujeres.
Y tú, ¿qué vas a hacer, te limitarás a decir adiós?

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Mientras escribo este artículo se confirma la decisión del gobierno del estado español de expoliar a las mujeres el derecho básico a decidir sobre su vida y a construir la soberanía sobre sus cuerpos.

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Roger Colom 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-20T02:02:18Z San Nicolás tag:librodenotas.com,2013-12-19:77c262b7562572606450a68115f67ab6/8ef1457afd7e7e8edee6951de51c8bc9 por Roger Colom

Cada vez que leo la marca de ese inodoro
pienso que está escrita al verre, como tantas cosas
y tanta muda, muerte accidental o caída en un sitio
por donde nunca pasa nadie.

Han caído el sol y la bolsa. Uno camina por aquí
sin ver la luz, oscuridad en la oscuridad de pleno día
en calle estrecha bajo edificios altos y un silencio
que ha sido silenciado: como cuando un regalo recibido
se hace tan tuyo que no piensas ya en quien te lo hizo.

Andando por estas calles, ¿se trata de tocarlo todo
por lo menos una vez en la vida? Y mientras, ¿dejaremos
de esconder nuestras pobrezas? Oí que habían matado
a una mujer por aquí, pero fue en otro lugar
con el mismo nombre. Me quedé en ese instante
de conquista cuando uno logra no pensar nada
y luego el resto del tiempo se queda pensando
en no pensar, en cómo sería eso.

Uno siempre imagina, al oír estas cosas, a los amigos
que han muerto por violencia y quisiera
rescatarlos, traerlos un día a casa a tomar una birra
bajo la higuera: conversaciones que nunca ocurrirán
y siempre vuelven. Fantasmas. Y quizá
los fantasmas que mejor nos acechan
sean los de conversaciones pasadas, amistades
que se han disipado con el tiempo, los cambios
de ciudad—siempre otra un poco, un mucho, más allá.

Anoche en la terraza y esta última ola de calor
hablábamos tú y yo del fin de un mundo
y comienzo de otro. Se levantó un viento leve
que venía fresco del Río y nos callamos. No recuerdo
si volvió el calor o quedó fresco el aire.
Me gusta ese silencio.

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Han caído el sol y la bolsa. Uno camina por aquí
sin ver la luz, oscuridad en la oscuridad de pleno día
en calle estrecha bajo edificios altos y un silencio
que ha sido silenciado: como cuando un regalo recibido
se hace tan tuyo que no piensas ya en quien te lo hizo.

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Elia Martínez-Rodarte 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-19T22:36:30Z Tres breves sueños para toda la noche tag:librodenotas.com,2013-12-19:77c262b7562572606450a68115f67ab6/e0c1fe3ab6dcd38b50014dc3c487325e Bajo una lluvia intensa y tramos de niebla que rozaban el piso, el conductor de una caribe VW roja perdió el control del volante y se estrelló contra la pantalla del cine Palacio, rompiendo la tela de la proyección y saliendo de la película “A toda velocidad” en la cual participaba el chofer accidentado, el actor Alonso Fierro.
Los espectadores salieron tranquilamente al ver arruinada la película, mientras que los demás personajes en “A toda velocidad” atravesaban el hueco en la pantalla hacia la sala del cine para auxiliar al actor.
Uno de los espectadores, colérico, le gritó al auto chocado: Dios nunca me dio consuelo. Más bien fui creyente porque quería ser un soldado.
……..
Lo último que me dijo antes de morir fue: “¿todavía tienes historia con el afinador de guitarras?”
Yo le contesté: “si claro…” Mentí.
Preferí evitar la cantaleta del odiador, era un hombre que hablaba muy mal de hombres que a mí me importaban y prefería mil veces digerir yo sola mis propias ponzoñas, que cargar con las ajenas.
Me dijo: “tú sabes porque sigues ahí…”
Pocos días después murió. Me acordé de todo lo que me dijo. Fue un tipo de memoria venenosa. Fuimos todos a su funeral a hablar mal de él.
……..

Un día tú y yo bailaremos tango. Lo haremos muy mal, nos pisaremos, pero seguro nos vendrá a la memoria ese día, en otra vida, cuando nos planteamos aprender a bailarlo. Creo que fue cuando te pregunté que quién era ese señor y me dijiste que era Astor Piazolla.
Hoy que te sueño aprovecho para escribir esto cuando pienso en ti de forma amable y con cariño. Por lo general hago puaj cuando te encuentro. Toda la gente que supo de ti y de mí se encuentra orbitando lejos de mí. Cambiamos de banda constantemente.
Te soñé con 40 kilos menos.

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Bajo una lluvia intensa y tramos de niebla que rozaban el piso, el conductor de una caribe VW roja perdió el control del volante y se estrelló contra la pantalla del cine Palacio, rompiendo la tela de la proyección y saliendo de la película “A toda velocidad” en la cual participaba el chofer accidentado, el actor Alonso Fierro.
Los espectadores salieron tranquilamente al ver arruinada la película, mientras que los demás personajes en “A toda velocidad” atravesaban el hueco en la pantalla hacia la sala del cine para auxiliar al actor.

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Jónatan Sark 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-19T19:37:42Z Rila'os fideputas apagadores cabronias finalizantes tag:librodenotas.com,2013-12-19:77c262b7562572606450a68115f67ab6/7ab1f1a3a1a576f57eb2ac9fc76c2a43 Yo les mato.

Pero me estoy adelantando, como siempre…

Llevo demasiado tiempo escribiendo en internet. No sólo escribiendo en sí, también desde que empecé a hacerlo en los foros de Dreamers , creados por el incansable Nacho Carmona hace ya una pila de años. En todas las versiones y divergencias que se han ido construyendo desde ahí, fueran sitios como ADLO! , que tantas alegrías me sigue dando, o proyectos como Elitevision —en dónde me volví a encontrar escribiendo sobre televisión, y eso que uno nunca sabe de qué va a escribir a continuación— además de en nuevos foros y distintas propuestas. En fin, un poco de todo.

Incluso escribir en aquellos días iniciales de El FocoForo en donde abrí un hilo para comentar todos esos pilotos que me veía —o, al menos, los más destacables para bien y para mal— con el título de Pilotos Deathmatch. A partir de ahí un día hace ya… como cuatro años… Alberto me escribió para ver si quería ocuparme de la sección de televisión de esta web. Y desde entonces. Más de doscientas columnas semanales ininterrumpidas —muchas veces con la sensación de haberme quedado corto o no haber profundizado lo necesario en algunos temas; otras con la de que hubiera necesitado una segunda columna esa misma semana para poder alcanzarlo todo— que terminan aquí.

Bueno… En realidad no.

Sí, termina aquí la etapa de El Receptor en Libro de Notas. Pero, por favor…. ¡Esto es internet!

¡¡¡Ya podéis pasar a conocer ElReceptor.com !!!

¡A ver si os creáis que iba a ser tan sencillo librarse de mí!

Pues hale, a montar mi propio espacio. Sin casinos. Ni furcias. Que no le hemos puesto publicidad internetera aún.

No voy a hacer más propaganda de mi nueva web, ya veréis vosotros lo que hay y si os interesa. Y los parecidos y diferencias con esta encarnación. Que significa, fundamentalmente, que voy a escribir MÁS.

Con lo tranquilo que estaba yo aquí, escribiendo algunos pequeños textos. Rodeado de compañeros magníficos como Jaime Rubio, Javi Sánchez, Josep Izquierdo, John Tones, Adrián Daine, Miguel A. Román, Noel Ceballos, el chico ese de lo de la maldad y, por su puesto, Jaime Rubio. También por algunos antiguos colaboradores que me pillaban tan cerca como Carlos Acevedo o Lola Gaos. Es cierto que no les veía mucho. Y ellos tampoco me veían. Pero nos hacíamos señas. Al fin y al cabo esto era un poco como un hotel. Iba a decir como una cárcel pero en realidad más como una fonda familiar porque aquí no se ponían muchas reglas. Y tampoco se molestaban cuando te las saltaban. Así que por aquí andábamos, sin saber si éramos parte de la familia o de los realquilados.

Hablando de lo cuál, quiero agradecer a Manuel Haj-Saleh una vez más todas estas semanas de correcciones que hubieran vuelto loco a cualquiera y que a él sólo le han supuesto un tic en el ojo que hay veces que si no le estás mirando fíjamente casi ni se nota.

Ya solo me queda elegir cómo va a ser el final aquí. Algo irónico dado que en su momento escribí una columna sobre las distintas formas de terminar una serie. La idea de prenderle fuego a todo esto y mientras se quema ir entrando a contestar el teléfono me llama; la posibilidad de que la web entera esté dentro de una bola de cristal también, y la posibilidad de matar a los culpables de este cierre. Aprovechando que ahora estarán tristes y meditabundos, con la guardia baja, voy a acercarme a ellos en un momento. Ya no tienen escape.

Yo les mato.

¿Ven? Ya estoy otra vez en el principio. Así que mejor dejar a Marcos y a Alberto —A quien aún debo una columna sobre el canal ARTE, una lástima porque podría haber sido la primera que me editara— sumidos en sus mismidades. —Es cierto, no he puesto sus apellidos. Los de los Notas del Libro. Pero para qué. Ya os los sabéis. Y nunca he tenido muy claro cómo se escribe el raro. ¿Tazarido?— Mejor ir recogiendo, apagando y llevando todo el equipaje, ¿les he dicho ya que me mudo a Seattle?

Queda tiempo, eso sí, para colgar un último tubo. Uno que sirva de fin, de principio, de señal y de paralelismo. Yo lo dejo aquí, apago las luces y ya nos veremos en El Receptor .

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Apoya’o en el quisio de la mansebía miraba encenderce la’ noche’ de … ahm… tanto da. He mirado muchas cosas durante estos cuatro años y ahora resulta que esto es una democracia y cierran. Pues yo tengo una resolución al respecto. Pero mejor la cuento dentro, que no se entere nadie.

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Manuel Haj-Saleh 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-20T02:02:38Z Pregúntale a Alberto tag:librodenotas.com,2013-12-19:77c262b7562572606450a68115f67ab6/6bea1de5ea0d05c410c617dd2cf5d34d por Manuel Haj-Saleh

¿Y si le preguntas a mi hermano?

Allá por 2006 le lancé esta sugerencia a Marcos Taracido, que en aquel momento estaba reorganizando Libro de Notas, por entonces ya una de las páginas “veteranas” de la internet española. Marcos necesitaba apoyo para las exigentes tareas de edición y subida de contenidos, requeridas para mantener viva y como referencia la web. No era consciente de que con esa frase iba a desencadenar la constitución de uno de los equipos editoriales más enérgicos, ricos y fructíferos que han ocupado la red durante los últimos siete años.

Tanto tiempo ha pasado, sí, y aquella web que nació como Diario de los mejores contenidos de la red en español (una declaración de intenciones arriesgada y por la que cosechó no pocas críticas) fue evolucionando con rapidez inusitada, multiplicando el número de temas y columnistas de cosecha propia, creando una editorial para aquellos textos que desbordaban el espacio marcado por los límites de la pantalla, desarrollando una web hermana destinado al público infantil y juvenil que alcanzó rápidamente un éxito que sorprendió a sus propios creadores. Marcos y Alberto han conseguido que la marca Libro de Notas se asocie inmediatamente a calidad en la escritura y en lo escrito, y bajo ese sello el lector es consciente de que nunca se va a encontrar algo que le deje indiferente. Tanto es así que en innumerables ocasiones ha bastado una recomendación en la web para que otro espacio en internet adquiera un impulso desmedido.

Por Libro de Notas ha pasado gente que ya triunfaba o que luego ha triunfado en su campo y es algo que sus editores (y yo también, como mirón corrector) enarbolan con excesiva discreción y, a la vez, con indisimulado orgullo. Científicos, musicólogos, lingüistas, psicólogos, gastrónomos, ilustradores, fotógrafos, divulgadores y, por supuesto, poetas y narradores han ocupado estas páginas (¿pantallas?) con diligencia y respeto exquisitos por el formato de la web y su periodicidad, que eran las únicas condiciones que se les pedía, pues en LdN nunca se ha censurado ni recortado un texto, y los ha habido muy polémicos. Hemos tenido articulistas invitados y traducciones de otros medios que amablemente nos autorizaron para poder difundir en nuestro idioma material que creíamos que merecía la pena que traspasara sus fronteras. Libro de Notas ha crecido también con las redes sociales, encontrando en ellas una prolongación de sus tareas por difundir aquello que consideran digno de visitarse, digno de leerse, simplemente interesante; ya fuera una web de cortos, el blog de un cuentacuentos o la labor callada y poco conocida de mentes pensantes, que en el laberinto internauta español abundan y merecen difundirse. Y todo esto día a día, sin faltar ninguno desde lustro y medio; en el caso de Marcos, más de una década. Sin cobrar y sin pedir nada a cambio.

Y lo mismo que ha habido editores fieles y diligentes, también se ha formado detrás y delante una base de lectores creciente en número y en entrega. Las reacciones recibidas ante el anuncio de su cierre sobrepasan día a día a Marcos y Alberto. Lo sé porque los conozco muy bien, incluso excepcionalmente bien, y esa química crepitante entre la poética serenidad de Taracido y el carácter cuasivolcánico de Haj-Saleh ha cuajado de forma tan impecable que me resulta imposible creer que no vayan a inventarse algo dentro de poco tiempo donde dar salida a ese imparable impulso creativo. Porque, además, la realimentación proveniente de sus lectores y seguidores agita esas mentes hasta niveles no mensurables y, con toda seguridad, pondrán en marcha nuevos proyectos o recuperarán algunos que se habían quedado en meras ideas, en algún caso por falta de viabilidad o, simplemente, de tiempo para llevar a cabo.

Libro de Notas cierra por cansancio de sus creadores; no hay más, no hay menos, no hay razones ocultas ni segundas intenciones. Simplemente se decidió que el proyecto había alcanzado su final, lo cuál puede ser discutible por todos los ángulos que uno quiera pero, al final, es una decisión que ha de comprenderse y aceptarse. Yo les entiendo muy bien: ya he perdido la cuenta de cuántas veces me propusieron tener una sección fija y lo rechacé porque no iba a ser capaz de garantizarles la periodicidad (traducción: vago redomado, pero sólo en mis ratos libres) y, aunque colaboré en tantas cosas como pude, era perfectamente consciente de todo el trabajo que palpitaba detrás de la web. Porque ahí funcionan corazón y cerebro con una sincronía que ya quisiera para sí un atleta olímpico, y los mimbres del éxito continuo y creciente del organismo vivo que acabó conformando Libro de Notas parten, fundamentalmente, de ello.

Siempre me he sentido parte de Libro de Notas y disfruto como pocos (excepto Marcos y Alberto) los éxitos que ha obtenido. Por eso también me es muy difícil escribir este texto, más bien flojito, que no puede en ningún caso reflejar los sentimientos que me atraviesan ante el final de este proyecto. Hoy, a la hora del cierre, miro a Marcos y Alberto —virtualmente, pues en internet cercanía y distancia son conceptos confundibles— y la tristeza se combina con una sonrisa ladeada preguntándome qué se estará cociendo ya bajo sus cráneos. Sea lo que sea, espero que me dejen formar parte, aunque sea como ahora, como la falange del dedo meñique de otro nuevo proyecto que busca, y encuentra, la excelencia dentro de la red.

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El principio de una bella amistad y de un gran revolcón en la internet española.
Siempre me he sentido parte de Libro de Notas y disfruto como pocos (excepto Marcos y Alberto) los éxitos que ha obtenido. Por eso también me es muy difícil escribir este texto, más bien flojito, que no puede en ningún caso reflejar los sentimientos que me atraviesan ante el final de este proyecto.

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Marta González Villarejo 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-19T07:14:48Z Artículos en el tintero tag:librodenotas.com,2013-12-19:77c262b7562572606450a68115f67ab6/9439433dafca9d93d72cf83497d03676 Un arquitecto también tiene miedo al papel en blanco. Me gusta imaginar que los grandes, en algún momento de su vida, también lo tuvieron. Yo lo tengo.

Aplicado a la arquitectura, ese miedo al papel en blanco es directamente proporcional a la libertad del encargo. Al menos en mi caso. Es decir, mientras más libertad existe: más miedo. Cuando te encargan una obra con un solar de forma complicada o incluso imposible, con edificios colindantes o en medianera, con unas normativas municipales muy estrictas y descorazonadoras, en ese caso es más sencillo meter el lápiz. Está más que comprobado que siempre funciona la vieja fórmula de trabajar con restricciones. Pero si te dan un solar de muchísimos metros cuadrados de dimensión, bastante bien servido de largo y de ancho, en el que puedes edificar de forma exenta además, y sin tener que retranquearte de ninguna calle o sin limitación de altura, te vuelves loco. Al menos yo me vuelvo. ¿Por qué escoger una forma en L y no una en U? ¿Por qué disponerlo en dos plantas y no en una? ¿Por qué? Y así, miles de preguntas.

Pero todo puede empeorar. Puede pasar que ese encargo sea para un cliente especial, para alguien de tu familia o para uno mismo —esto es lo peor que puede ocurrir—. En ese caso además, se juega con la presión, con un cierto qué dirán, con un se merecen lo mejor, con un ¿estaré a la altura?

Escribir un artículo para Libro de Notas, el último artículo para Libro de Notas, no es muy diferente. Y aquí estoy, el último día con el papel en blanco. Sin meterle el lápiz. Nada es suficientemente bueno, se merecen lo mejor, será lo último y lo que quede más arriba, debe perdurar. Y es que el ser consciente de que esto se acaba, paraliza. ¿Qué pasará cuando vaya por la calle y me cuestione las fachadas modernas con distribuciones interiores clásicas y estancas? ¿Qué pasará cuando tenga que ayudar a alguien a decidir entre la casa de los Pinypon o la de la Barbie? Yo lo tengo clarísimo pero tendría que desarrollar una lista de pros y contras constructivamente objetivos, y no solo basados en un ‘no a lo kitsch, yo no construyo en Beberly Hills para defender mi postura. ¿Dónde podré hacer esa lista si Libro de Notas ya no está? Por supuesto, Pinypon, pero… ¿la casa que se abre en sección, como una casa de muñecas o la que venía en un maletín, que la veías en planta y que además, tenía con una doble altura en el salón con un ascensor para acceder al despacho? Nada más que añadir.

¿Qué pasará cuando quiera reflexionar sobre el portal de Belén como hecho de arquitectura efímera? ¿O incluso cuando quiera cuestionarme su sistema de ventilación —dados los condicionantes de mula y buey—, que en muchos hogares españoles se resuelve con una ventana al fondo? Una ventana que, al ser un portal, daría al zaguán o con suerte a un patio de luces de tres por tres según la normativa del momento. Un patio donde se oye todo. ¿Y si quiero plantearme si es sostenible el sistema de iluminación? ¿Estrella de oriente, LED, lamparitas al uso? Y también basta de usar la roja para hoguera.

Y ahora este pensamiento me lleva a una batallita, y como es el último artículo y tengo el papel en blanco, lo escribo para ir calentando la mano. Luego lo borraré, o no. Es como esas dos primeras líneas que marcan la posición de la escalera en una planta en blanco, pegada a la medianera con el edificio de al lado donde nunca se podrán abrir ventanas. Me acuerdo de una de las primeras enseñanzas de un profesor de proyectos al enfrentarnos a nuestra primera maqueta: haced algo conceptual, no hagáis un portal de Belén. Y desde ese día ya no eres el niño que eras, ya no miras el portal igual. El alumbramiento podría haber sido en un soportal de una casa sobre pilotes de Le Corbusier.

O ese día en el que por fin de me decidiese a dedicar un artículo a Le Corbusier —Dios—. En el que no hablase de lo que siempre hablan de él. En el que contase cómo hice mi peregrinaje a su meca Savoye, y como quien no quiere la cosa toqué la barandilla al subir para sentir que no era sólo un acto de fe. Aunque tenga que defender su verdad con todos los no creyentes. ¿A quién se lo voy a contar cuando me decida?

Y es que son un montón de artículos para Libro de Notas no natos, casi artículos, artículos en el tintero. Lo echaré de menos.

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¿Qué pasará cuando quiera reflexionar sobre el portal de Belén como hecho de arquitectura efímera? ¿O incluso cuando quiera cuestionarme su sistema de ventilación —dados los condicionantes de mula y buey—, que en muchos hogares españoles se resuelve con una ventana al fondo? Una ventana que, al ser un portal, daría al zaguán o con suerte a un patio de luces de tres por tres según la normativa del momento. Un patio donde se oye todo. ¿Y si quiero plantearme si es sostenible el sistema de iluminación? ¿Estrella de oriente, LED, lamparitas al uso? Y también basta de usar la roja para hoguera.

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Julio Tovar 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-19T05:44:42Z De la técnica a la magia: más allá de occidente tag:librodenotas.com,2013-12-19:77c262b7562572606450a68115f67ab6/5d0ee0f493c99a77d710e02c19742976

“Un buen científico se ha liberado de conceptos y mantiene su mente abierta a lo que es”

Tao Te Ching, Traducción de Stephen Mitchell, Nueva York, Harper and Row, 1988, pág. 27

El oriente próximo supone el canon común de ciencia preclásica en el sentido que establece las raíces, los conceptos, que darían pie a los avances griegos. Ahora bien, fuera del creciente fértil y específicamente en tres zonas (China, Mesoamérica e India) surgió una técnica autóctona, con un relativo retraso en relación a occidente, y que resulta fundamental para entender el progreso humano.

En este sentido, los avances chinos de inicios de nuestra era, que se establecerán en otro capítulo, como la pólvora o el papel, son basa de la técnica renacentista europea. Sin adelantar acontecimientos, este punto tratará de establecer una basa sobre estas regiones, cuyo conocimiento resulta desgraciadamente inédito en muchas monografías de la ciencia.

A lo largo del río amarillo

China ve aparecer agricultura y cerámica a lo largo del 6000 a.C., vinculada al arroz, y que derivará por la propia naturaleza a complejas obras hidráulicas. La aparición es prístina, no depende de la difusión, y crea una cultura propia, casi totalmente alejada de otros centros técnicos. Se logra una gran precisión hidráulica, y conocemos un ingeniero mecánico (Ma Jung) que para el siglo III a.C. crea un teatro de figuras a través de ingenios hidráulicos.

La técnica aplicada de metales se conoce para el segundo milenio antes de nuestra era, y aplican el hierro de manera tardía para el 600 a.C. La obra de metales está desarrollada, evolucionando del cobre rojo al bronce, esencial en el ejército. Existen artefactos de gran precisión metalúrgica, como la espada de Gou jian (datada del 771 al 403 a.C.). Está realizada con aleaciones de hierro, cobre o latón y es de gran resistencia. Los chinos descubren la ballesta en el 200 a.C., en la época de los reinos en pugna, que llegará a Europa en la Baja Edad Media.

Tienen, también, una astronomía desarrollada, con datación de eclipses para el 2173 a.C. En el 400 a.C. existe un documento, el libro de seda, que cuenta con una completa datación de los cometas. Es una astronomía mágica, en el estilo babilónico, asociada a un sistema místico-filosófico. Es, entonces, para los expertos en el campo:

“Una doctrina cosmológica totalmente desarrollada, en la cual el ying-yang y las fases como categorías del ch´i era herramientas por sus procesos y configuraciones complejas, aparecieron en el primer siglo a.C.” (VVAA, The Way and the Word…, pág. 198)

Se asocia a ciclos de creación y destrucción, con libro de los cambios, y vinculada a un completo, en épocas tardías, servicio civil. Se asocian pronto a las matemáticas, como se ve en Zhoubi Sunajing (V a.C.), que desarrolla cuentas avanzadas, y un curioso sistema epigráfico, contando con el número cero (que es establecido como un espacio en blanco). Bajo la dinastías Han se conserva el Jiuzhang Suanshu, un libro de problemas asociado a la geometría, que es de gran precisión y es paralelo a los avances helenísticos.

Poco a poco China desarrolla una gran burocracia, que asocia muy pronto a estos proto-científicos a la carrera cívica. Así:

“La población de China bajo el control del emperador se ha estimado en sesenta millones en el inicio de la era cristiana. El estado chino primigenio construyó graneros y mantenía ejércitos movilizados.” (VVAA, pág. 123)

La gran muralla, para el siglo II a.C y con objetivo de evitar las invasiones, es una muestra del desarrollo técnico de esta civilización. En este paso a nuestra era, luego del año cero, aparecerán instrumentos de gran precisión, como el astrolabio esférico, creado por Zhang Heng para el siglo I y que es coetáneo de Ptolomeo. Más importante, totalmente excepcional, es un sismógrafo primigenio, que resultaba una pequeña urna con ocho bolas que se dirigían a diversas bocas de dragón que indicaban puntos cardinales. El sismógrafo detectaba, así, la dirección del terremoto con precisión. Otro invento original, el globo, aparecerá en el siglo III a.C. con el nombre linterna volante. Este avance, en origen militar, se utilizará posteriormente en las fiestas como decoración.

Por último, en un sentido similar a la medicina egipcia, desarrollan un tipo de técnica aplicada a la cura, vinculada a la filosofía taoísta y que dura hasta nuestros días a través de técnicas homeopáticas como la acupuntura. Vinculada esta medicina a un sentido holístico del cuerpo humano:

“Los chinos tradicionales creían en la armonía de la naturaleza: la relación cercana entre el cielo (tian), tierra (di), y hombre (ren), las llamadas “tres fuerzas” (sancai). Su visión del mundo concebía una cooperación en armonía de todos los elementos del universo, surgiendo del hecho de que eran partes de una jerarquía de patrones orgánicos y cósmicos que obedecían los dictados internos de su naturaleza.” (YOKE HO, P., pág. 13)

En el paso a nuestra era, China entrará en la delantera técnica con los llamados “cuatro grandes descubrimientos”, que veremos en próximos capítulos.

India y Mesoamérica

El subcontinente indio, que lideró la revolución urbana con ciudades como Mohenjo Daro (2600 a.C.), es una zona de “colchón técnico” entre el próximo oriente y China. Con irrigación para el 3000 a.C., en el valle del Indo, desarrollan un sistema numérico, cuantificado y llegan a conocer el ángulo. Un poco más tarde, en el tercer milenio, Balakot desarrolla su propia metalurgia. Posteriormente, en la etapa védica del 1700 al 1100 a.C., aparece matemática avanzada, pitagórica, y medicina holística mística enlazada con los textos religiosos de los Vedas.

Fuera de este ángulo asiático, fundamental en los orígenes de la ciencia, el caso mesoamericano resulta interesante como exógeno y excepcional de desarrollo técnico. De desarrollo tardío, por su originalidad merece la pena citarse en este punto.

Primero, la llegada de la población en el 12.500 a.C., por el estrecho de Bering, verá un desarrollo prístino de la agricultura en la zona mesoamericana —verdadero creciente fértil americano— para el 1500 a.C. Se irán desplegando en esa zona culturas propias, como la Olmeca (del XII al VII a.C.), que establece calendario y escritura jeroglífica.

Teotihuacán para el 200 a.C. es un hito de la polis, cuyo origen son los complejos sistemas hidráulicos de irrigación asociados al maíz, con un desarrollado sistema de canales. No llegan a desarrollar el ganado ni la rueda, lo que dificulta la comunicación entre la cultura del continente. En contrapartida, desarrollarán la manufactura del hule (telar propio), domesticación masiva de la agricultura —gran interés en la botánica— y una compleja ingeniería palacial.

Los mayas, del siglo I al VII, desarrollan una escritura avanzada y especialmente un calendario de una precisión moderna. Este es un hito histórico y desarrolla una precisión matemática excepcional en el continente, con una matemática que ni siquiera los propios mayas usan para el comercio. Cuenta con decimales, presencia del cero, fracciones, 360 días… Afirma Thompson:

“Aunque de este pueblo nos han quedado tabla de multiplicación y cálculos complicados en que se emplean su cero y la notación de valores por posición, todos se refieren al calendario; no se conocen numeraciones de asuntos prosaicos como sacos de maíz, efectivo militares o recuento de almendras de cacao (la moneda principal de Mesoamérica).” (Thompson, pág. 218)

Los metales se utilizan de manera ornamental, conociendo la mayoría de aleaciones para el 4000 – 3000 a.C., aunque no llegan a conocer el hierro. El bronce aparece en 850 a.C. Fuera de Mesoamérica, al sur, la zona esencial en la minería es Perú, con desarrollo agrícola tardío y cuyas explotaciones de metales serán el origen de la orfebrería incaica.

Bibliografía

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YOKE HO, P. , A Brief History of Chinese Medicine, Londres, World Scientific Publishing, 1997

YOKE HO, P. , Li, Qi and Shu: An Introduction to Science and Civilization in China, Dover, Dover Publications, 2000.

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El oriente próximo supone el canon común de ciencia preclásica en el sentido que establece las raíces, los conceptos, que darían pie a los avances griegos. Ahora bien, fuera del creciente fértil y específicamente en tres zonas (China, Mesoamérica e India) surgió una técnica autóctona, con un relativo retraso en relación a occidente, y que resulta fundamental para entender el progreso humano.

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Javi Martín 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-19T04:11:12Z Colgar las botas tag:librodenotas.com,2013-12-19:77c262b7562572606450a68115f67ab6/caef2b5f42b1bfd0ad2fba9cd11a2ba3 Hace un par de días anunciaba su retirada del baloncesto Amaya Valdemoro, una de las mejores deportistas españolas de la historia. Amaya superó una lesión gravísima hace dos años (fractura en ambas muñecas), pero regresó para ayudar a la selección el pasado verano a ganar el oro en el Europeo de Francia. En la rueda de prensa del adiós a duras penas pudo contener la emoción. No debe de ser fácil para un deportista de élite el momento de colgar las botas, el momento de dejar todo aquello que fue su vida durante años, todo aquello que vivió tan intensamente.

La misma emoción que embargó a Amaya hizo presa en su día de Ronaldo Nazario, otro deportista con el que las lesiones se cebaron más de lo razonable. Los que seguimos su trayectoria con admiración y cariño asistimos con el corazón encogido a las lágrimas en el momento de su adiós. Su cabeza deseaba seguir jugando, pero su cuerpo no podía más. Es curioso lo que les cuesta colgar las botas a los futbolistas más grandes. Recordemos a Maradona, que regresó a Argentina y estuvo en activo más allá de lo que el recuerdo de su leyenda quizás merecía. Recordemos a Pelé, que acabó en el Cosmos estadounidense, tratando de relanzar eso que allí llaman soccer. Recordemos a George Best, que se cansó pronto del fútbol de élite pero terminó dando tumbos por Estados Unidos y equipos de tercera y cuarta fila de Gran Bretaña antes de poner el punto final a los 37 años.

Hay retiradas dulces, que dejan un gran sabor de boca, como la de Alberto Herreros. El alero madrileño colgó las botas justo después de meter la canasta más importante de su vida. “La primera que tengas, la tiras”, le había dicho su entrenador, Bozidar Maljkovic, justo antes de saltar a la cancha a 2:44 del final. Madrid y Tau disputaban el quinto partido de la final ACB de 2005 y la retirada de Herreros al término de aquel partido, aunque no era oficial, se daba por hecha. Después de un minuto de locura, en el que el Tau dejó escapar una renta de ocho puntos, Alberto recibió el balón en la esquina, más allá de la línea de 6,25, a 8 segundos del final, con su equipo dos puntos abajo. “La primera que tengas, la tiras”, probablemente volvió a escuchar el jugador en su cabeza en ese momento. Pocos minutos después, un Herreros con una sonrisa de oreja a oreja recibía la Copa de campeón de la Liga ACB.

Pero para sonrisa la de Yelena Isinbayeva cuando el pasado verano logró superar el listón de 4,89 metros para colgarse el oro mundial ante sus compatriotas moscovitas, superando a sus jóvenes rivales en el día de su adiós. Después de unos años difíciles, en los que la antaño invencible pertiguista rusa tuvo que acostumbrarse a perder, no pudo contener la euforia y acabó abrazada a Sparrow, la mascota del campeonato, celebrando un final de ensueño.

casa

Estaba previsto que el adiós de Zinedine Zidane siguiera un camino similar al de Herreros o Isinbayeva. Había liderado a su selección hasta la final del Mundial y, una vez allí, su penalti a lo Panenka en la prórroga parecía el colofón perfecto a una carrera espléndida. La película iba según lo previsto hasta que al travieso guionista se le ocurrió que la cabeza de Zidane impacatara con el pecho de Materazzi. Se nos fastidió el happy end.

El último partido de George Best cuelga hoy las botas. Nos gustaría hacerlo a lo grande, como Herreros, pero no somos tan ambiciosos. Por un momento nos asaltará la emoción, como a Ronaldo y Amaya, pero fuera de los focos, en la intimidad. Intentaremos contenerla, no obstante. Nos vamos cargados de buenos recuerdos y con una enorme sonrisa en la boca, como Yelena. Ella, tras ganar el oro en Moscú, dejó abierta la puerta de un posible regreso para los Juegos de Río. Quién sabe. La vida da tantas vueltas.

Fue un placer. Gracias a todos.

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Hace un par de días anunciaba su retirada del baloncesto Amaya Valdemoro, una de las mejores deportistas españolas de la historia. Amaya superó una lesión gravísima hace dos años (fractura en ambas muñecas), pero regresó para ayudar a la selección el pasado verano a ganar el oro en el Europeo de Francia. En la rueda de prensa del adiós a duras penas pudo contener la emoción.

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Francisco José Palomares 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-19T04:00:05Z Los clásicos nunca mueren tag:librodenotas.com,2013-12-19:77c262b7562572606450a68115f67ab6/0a5487945d021d106782f276f164c9fa Seis años y tres meses. Ese es el tiempo que ha pasado desde que Buscando a Johnny Jones se convirtió en una realidad que ha acudido de forma más o menos fiel a su cita mensual con vuestras pantallas. Bueno, quien dice “mensual” dice “tres de cada cuatro meses, más o menos”. Eh, minucias. El caso es que esto empezó como una forma de volver la vista atrás hacia todos aquellos videojuegos clásicos que, quitando a los cuatro abuelos Cebolleta de turno como el menda, muy poca gente recordaba y aún menos seguía jugando. Y supongo que en buena parte gracias a la tremenda influencia sobre los indicadores globales de opinión ejercida por esta superpopular columna (si habéis conseguido leer esta última frase sin partiros de risa, felicidades, prueba superada), de un tiempo a esta parte parece que las cosas están cambiando. En los últimos años se está dejando notar un cierto aire revival, sobre todo en los círculos más independientes del panorama videojueguil mundial, que está logrando que muchos jugadores que no tuvieron la oportunidad de vivir “aquellos maravillosos años” puedan disfrutar hoy en día de todos aquellos juegazos, o de cosas muy, muy parecidas. De repente, parece que lo clásico está de moda.

Buena parte de la culpa de esta tendencia “retro” la tienen las buenas gentes de Good Old Games (más conocida simplemente como GOG.com), una tienda online especializada en exactamente eso: juegos buenos y viejos, de esos que nos gustan tanto por estos lares. Lejos quedan aquellos oscuros años en los que la única manera de conseguir echar mano a cualquier juego de más de diez años de antigüedad era rebuscar por mil y una páginas de abandonware y, con suerte, descargarlos de una forma bastante discutible legalmente. Hoy en día, el catálogo de GOG.com cubre casi todos los grandes clásicos para PC de los ochenta y los noventa, además de un buen puñado de juegos más recientes. Evidentemente, la “pega” es que hay que pagar con ellos, pero los precios acostumbran a ser la mar de razonables teniendo en cuenta la calidad contrastada de la mayoría de títulos presentes, y eso sin tener en cuenta las muy frecuentes ofertas especiales con las que nos alegran la vista y tientan a nuestros pobres bolsillos. Sin ir más lejos, hace pocos días regalaron (sí, totalmente gratis) los tres primeros capítulos- de la saga Fallout. Un chollazo, vaya.

La existencia de GOG.com ha eliminado casi de un plumazo uno de los grandes problemas de los juegos clásicos: la falta de disponibilidad. Sin embargo, y por desgracia, la gran mayoría de los jóvenes jugadores modernos no están nada acostumbrados a “soportar” la comparativamente inferior calidad técnica de los títulos de antaño. Contra este obstáculo no basta con ponerles los juegos delante de las narices a precios de risa. Hace falta echarles una mano de pintura, quitarles la capa de polvo de encima con cariño y envolverlos en un papel de regalo brillante y llamativo. Y con esta filosofía de acercar los juegos de ayer a las exigencias del público de hoy surgieron los remakes. Esto no es algo nuevo, ni mucho menos. La diferencia está en que hasta hace poco, de ellos se encargaban equipos de desarrolladores aficionados en su tiempo libre, generalmente sin contar con la aprobación ni el apoyo de los creadores del título original, y eran distribuidos casi siempre de forma totalmente gratuita. Ahora, sin embargo, han surgido compañías dedicadas a actualizar nombres clásicos de la historia del software de entretenimiento de forma “oficial”, lo que evidentemente ha traído consigo una mayor calidad global de los productos finales. Hay que destacar en este aspecto a Beamdog y Overhaul Games, que de la mano de BioWare han lanzado versiones mejoradas y ampliadas de auténticos juegazos como Baldur’s Gate, su secuela y MDK 2.

Otras veces son las mismas compañías responsables de los juegos originales las que se encargan de relanzar sus propios títulos, como ha hecho Square/ENIX hace poco con _Final Fantasy VII y VIII para PC, o la versión HD del clásico de la estrategia en tiempo real Age of Empires II. Y a veces la cosa no sale del todo bien, o las mejoras no son tan notables como quizá deberían, como le ha pasado a dos de los grandes nombres en el catálogo de los Bitmap Brothers, SpeedBall 2 y The Chaos Engine. A la relativamente reciente explosión de remakes de juegos más o menos clásicos han contribuido y mucho las tiendas virtuales de las diferentes videoconsolas. Sony, Nintendo y Microsoft han tomado por costumbre relanzar en formato descargable buena parte de sus grandes éxitos de generaciones anteriores, además de conversiones y remakes de clásicos de otras “familias” consoleras, incluyendo joyas como la reciente versión para 3DS the Ocarina of Time, quizá el capítulo más aclamado globalmente de la interminable saga protagonizada por un chaval rubito de orejas puntiagudas al que le gusta bastante vestir de color verde. Si a todo esto le sumamos las resurrecciones de sagas clásicas como XCOM o el muy próximo regreso de Wasteland con su esperadísima secuela, tenemos un buen montón de nombres con solera pululando por la actualidad videojueguil.

Pero más allá de la simple reedición más o menos mejorada de juegos ya conocidos, lo que más destaca últimamente cuando uno se pasa por Steam o cualquier otro distribuidor online de videojuegos similar es la gran cantidad de juegos independientes de inspiración claramente clásica que aparecen cada semana. Sin ir más lejos esta misma semana ha aparecido Motor Rock, un homenaje con todas las letras al mítico juego de carreras violentas para Super Nintendo Rock ‘n’ Roll Racing. Mirando unos cuantos meses atrás tenemos Legend of Grimrock, una auténtica carta de amor y añoranza a aquello juegos de rol en primera persona con movimiento en cuadrícula como Dungeon Master, Eye of the Beholder o Lands of Lore, que tantas hojas de papel milimetrado nos hicieron gastar hasta que se inventó el automapa (que por suerte Grimrock incluye). Además tenemos Evoland y su viaje a través de la historia de los juegos de rol consoleros, Retro City Rampage recordándonos muy mucho a los primeros dos capítulos de la saga Grand Theft Auto, la versión comercial de La-Mulana, que gráficos aparte está diseñado para ser igualito, igualito que aquellos juegos de plataformas con toques aventureros que los usuarios de MSX pudimos disfrutar en nuestro día, y un buen puñado más.

casa

No se trata sólo de homenajes directos, sin embargo. Muchos juegos indie han optado por imitar directamente la estética pixelada que caracteriza a los juegos para sistemas de 8 bits de los ochenta. Títulos como Hotline Miami, Hammerwatch, Anodyne o Escape Goat, por nombrar sólo a unos pocos, han hecho suyo ese look anticuado cada uno en su estilo, y en todos los casos el resultado final es sorprendentemente agradable a la vista, estés acostumbrado a esos enormes (para los estándares de hoy en día) bloques cuadrados de color o no. Hammerwatch es probablemente mi favorito hasta ahora, combinando elementos de aleatoriedad en mapas sacados directamente de los roguelikes y mezclándolos con una acción desenfrenada al más puro estilo Gauntlet. Muy, muy entretenido.

Hablando de roguelikes, éstos han sido precisamente otros de los grandes beneficiados por este boom retro que parecemos estar pasando últimamente. De ser un subgénero totalmente minoritario y confinado a complejos juegos freeware sin gráficos y de dificultad infernal (con la salvedad de Diablo, Torchlight y otros “casi roguelikes” comerciales) han pasado a estar a la orden del día. Trasteando por el catálogo de cualquier tienda online que distribuya juegos independientes, nos podemos encontrar multitud de roguelikes en su formato más puro, con la versión comercial de Tales of Maj’Eyal y el divertidísimo Dungeons of Dredmor, evoluciones más modernas de la misma idea, como el sorprendentemente famoso FTL: Faster Than Light y, más a menudo, combinados con otros géneros a los que hasta hace poco a nadie se le habría ocurrido mezclar con el mundo de las arrobas, como por ejemplo los juegos de plataformas. Ya os hablé hace casi cuatro años de Spelunky, que también ha sido relanzado comercialmente con un look renovado hace relativamente poco con gran éxito, y tras su estela también ha triunfado Rogue Legacy, que combina la aleatoriedad de los roguelikes con una aventura plataformera de lo más entretenida, un aspecto retro la mar de logrado, y unos protagonistas con habilidades de lo más variopinto y simpático, desde la flatulencia hasta la visión en blanco y negro pasando por enanismo, dislexia o simple locura.

Vamos, que entre resurrecciones más o menos afortunadas, tributos, homenajes y looks aparentemente anticuados pero que al final acaban molando mazo, hay una cosa que está clara: los clásicos siempre, siempre vuelven. Y lo hacen porque eran y son de lo mejorcito que ha dado el mundo de los videojuegos a lo largo de su cada vez más dilatada historia. Porque por muchos años que pasen, siempre será igual de divertido volver a comer cocos, reventar burbujas, matar marcianos, batir récords mundiales, explorar la última frontera o, simplemente, morir una y otra vez. Porque la calidad no tiene edad, aunque a veces haya que entornar un poco los ojos para verla detrás de esos sprites de ocho por ocho que ocupan casi media pantalla. Porque a los buenos de verdad nunca se los olvida. Igualito igualito, fijaros qué casualidad, que Libro de Notas.

Hoy es el último día tanto de LdN como de esta columna, pero estoy seguro de que al menos a la primera se la va a recordar durante mucho, mucho tiempo. Y por si a alguno se nos olvida, siempre nos queda la opción de volver la vista atrás y empezar a escarbar en los archivos, en busca de aquel artículo perdido sobre vete tú a saber qué chorrada que nos hizo pensar, o reír, o simplemente nos entretuvo durante los diez minutos que tardamos en leerlo, y que ahora nos apetece volver a recordar. LdN es un clásico con todas las letras, y como tal permanecerá para siempre en nuestro corazón, tanto de los que pusimos nuestro granito de arena en su enorme catálogo de historias, como a los que disfrutasteis (espero) con los resultados de nuestro esfuerzo. Y quién sabe, a lo mejor dentro de un tiempo a Alberto y a Marcos les entra la morriña y les da por hacer un remake con gráficos pixelados y música de 8 bits. Si es así, que sepan que pueden contar conmigo para poner la nota nostálgico-videojueguil a su futura criatura. O para lo que sea, qué narices.

Mil gracias a ambos por haber hecho posible esta retro-aventura, y muchas gracias a todos por haber buscado a Johnny Jones con nosotros durante todos estos años. Espero y deseo que al menos alguien lo haya encontrado.

Hasta la próxima.

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En los últimos años se está dejando notar un cierto aire revival, sobre todo en los círculos más independientes del panorama videojueguil mundial, que está logrando que muchos jugadores que no tuvieron la oportunidad de vivir “aquellos maravillosos años” puedan disfrutar hoy en día de todos aquellos juegazos, o de cosas muy, muy parecidas. De repente, parece que lo clásico está de moda.

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John Tones y Javi Sánchez 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-19T03:48:16Z The last pegera tag:librodenotas.com,2013-12-19:77c262b7562572606450a68115f67ab6/99dd0b0e62faa7033d96b1cd9e9bc8c1 Renunciamos, por una vez, a nuestra habitual verborrea quintacolumnista para agachar el cogote con un nudo en la garganta: se va Libro de Notas (bueno, irse irse no, se queda con todo lo escrito aquí mismo, para que lo contemplen las generaciones futuras) y de momento se va también Mondo Píxel PG, una columna sobre videojuegos que, para empezar, no arrancó ni con declaración de intenciones ni con filosofías vitales. Un poco por eso mismo no deberíamos extendernos demasiado aquí: si no hubo salutaciones y agradecimientos y fuimos directamente al grano en la entrega cero, no montemos un funeral y vayamos igualmente a lo que tenemos que ir.

Libro de Notas ha sido nuestra casa y nuestro refugio durante unos cuantos años, y desde él hemos intentado destilar con cada entrega el resultado de un difícil equilibrio: el que hay en el punto medio entre la información y la opinión especializadas y la divulgación para lectores despajerizados. Lo habremos conseguido con mayor o menor fortuna, suponemos que dependiendo de las prisas y las resacas, pero sí podemos garantizar que en todos los años que llevamos escribiendo de videojuegos, pocas veces se nos han acercado tantas personas a discutirnos y comentarnos textos con tanta frecuencia como la que han generado las columnas de Mondo Píxel PG. Así que algo sí que se habrá hecho bien o semibién.

No sabemos qué será de la pegera en un futuro (no sabemos qué vamos a cenar esta noche, y son ya las doce y pico, cómo demonios vamos a saber lo que va a ser de la pegera), suponemos que subsistirá de un modo u otro allá donde quiera que algún aguerrido editor quiera seguir publicándola, pero lo cierto es que tiene difícil para igualar los buenos viejostiempos: la paciencia y el apoyo que nos han brindado en todo momento Alberto Haj-Saleh y Marcos Taracido no ha sido moco de pavo, precisamente.

No esta mal, blogueros yogurines, lo que os ha tocado vivir. Este sindiós, estos momentos complicados y excitantes para el medio están ahí para ser diseccionados. Nosotros nos vamos a tumbar a la bartola un rato (= escribir mercenariadas sobre los hits de moda), pero nos leeremos, seguro, en algún otro momento. Vaya si nos leeremos. Heil la pegera. Heil Libro de Notas.

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Renunciamos, por una vez, a nuestra habitual verborrea quintacolumnista para agachar el cogote con un nudo en la garganta: se va Libro de Notas (bueno, irse irse no, se queda con todo lo escrito aquí mismo, para que lo contemplen las generaciones futuras) y de momento se va también Mondo Píxel PG, una columna sobre videojuegos que, para empezar, no arrancó ni con declaración de intenciones ni con filosofías vitales.

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LdN 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-19T14:06:52Z «Todos los niños robados son también mis niños». Entrevista a Soledad Luque Delgado tag:librodenotas.com,2013-12-19:77c262b7562572606450a68115f67ab6/cf1227bb7df2934a4f872869832120d4

Soledad Luque Delgado es presidenta de la asociación Todos los niños robados son también mis niños y una de las portavoces de la Coordinadora Estatal de apoyo a la Querella argentina contra los crímenes del franquismo (Ce AQUA). La asociación nace para buscar a su mellizo, Francisco, nacido en la Maternidad de O’Donnell el 25 de enero de 1965 y desaparecido el 21 de febrero del mismo año en ese centro médico. También ayudan con sus actividades a los propósitos de búsqueda de otras víctimas, así como a movilizar a la sociedad española ante una de las mayores atrocidades que ha vivido nuestro país. En la actualidad, Soledad representa en la Ce AQUA a las nueve asociaciones de víctimas por el robo de bebés que participan en la Querella argentina, a donde ha viajado dos veces como parte de la delegación representante de la Ce AQUA para declarar y presentar la querella como asociación, y en representación de las otras asociaciones de víctimas de bebés robados. También como representante de la Ce AQUA y de su propia asociación viajó el 4 de noviembre, con Amnistía Internacional y otras ONGs, a Ginebra para presentar sus peticiones ante el Comité de Desapariciones Forzadas de Naciones Unidas.

¿Por qué se robaban o desaparecían niños en España?

La multitud de factores que existen alrededor de la desaparición de bebés en España desde los años 40 hasta bien entrada la Democracia hace que sea altamente complejo analizar este tema.

Se ha podido determinar que existieron tres etapas que se corresponden con los tres motivos que movieron a que se produjera este crimen:
Para nosotros todo esto tiene su origen en el tráfico de niños que se inició en la década de los 40, como medida de represión política, cuando a las mujeres republicanas les arrebataron sus hijos. Una medida sustentada en la teoría nazi del Doctor Vallejo Nájera. Fue el perfecto caldo de cultivo que creó una demanda de niños por parte de familias pudientes y adeptas al régimen franquista. Durante los últimos años 50, años 60 y primeros 70, en plena época del Nacional Catolicismo, las familias desfavorecidas también comenzaron a ser el objetivo. Una época de represión ideológica y social donde ciertos médicos y religiosos se pusieron en la piel de un dios. Esta trama o serie de tramas continuaron, no solo hasta la muerte del dictador, sino hasta los años 90, aunque ya como un mero negocio. Durante todo momento, el móvil económico existió, pero no fue el único. Diferentes motivos en diferentes etapas, pero siempre bajo la permisividad del Estado, un Estado que en un primer momento realizó esta barbarie como acto de Derecho y más tarde como un acto de hecho, fundamentalmente en la dictadura pero que continuó en los primeros años de Democracia al no haber una ruptura profunda con determinadas actitudes y conductas del pasado.

La sociedad, no sé si dirigida o no, una vez que se destapa mediáticamente, rápidamente se centra en los casos particulares y, por lo tanto, se queda en la anécdota, en la superficie del problema. ¿Se puede hablar de un entramado, de múltiples y diversos culpables que van más allá de una o dos monjas malignas?

A lo largo de nuestra búsqueda por mi hermano mellizo, nos hemos dado cuenta de que nuestro caso no es único, no es un hecho aislado y hemos conocido no a decenas, ni a centenares, sino a miles de personas que están en nuestra misma situación. Decidimos montar nuestra asociación “Todos los niños robados son también mis niños” y empezar a realizar movilizaciones dentro de campañas de sensibilización social y actos reivindicativos. Era muy importante la difusión de los casos para que la sociedad se conciencie de que esto ocurrió aquí y también podría hacer que otras personas se reconozcan en ellos y puedan tomar conciencia también de posibles víctimas.

La labor de los medios de comunicación, por tanto, en esta difusión es primordial pero no solo debería estar centrada en los casos particulares sino también en la causa en general: la ubicación temporal de este asunto, sus orígenes, los motivos, el estado actual de las denuncias, los motivos inexplicables del archivo masivo, etc. Es decir, no solo debería interesar lo particular sino el hecho criminal y todo lo que le rodea.
En cuanto a la idea de trama, puedo decir que, en nuestra búsqueda, mientras más hacíamos, más gente encontrábamos y pudimos comprobar que el robo de niños no era algo de hacía unos años, sino que se produjo durante décadas y en todo el territorio nacional. Y esto solo se podría haber realizado con la implicación de mucha gente, personal sanitario, funcionario de Registros, de los cementerios, de la Iglesia. Y cuando estamos hablando de una red así, estamos hablando de trama o de diferentes tramas que solo pueden funcionar con la connivencia de las Estructuras del Estado porque son personal de estas estructuras los que están presuntamente implicados.

¿Qué papel jugaban las familias adoptantes?

No podemos saberlo con exactitud, pero de ninguna manera son el objetivo de nuestras demandas. En todo este asunto hubo muchas víctimas, principalmente los niños a los que se les robo su identidad y el derecho a vivir junto a su familia de origen; las familias que buscamos a estos niños también somos víctimas al ser despojadas de parte de nuestras vidas y las familias receptoras es muy posible, y así lo pensamos, que también fueran engañadas. Obviamente, en algunos casos podrían sospechar que estaban haciendo “algo irregular” porque estaban dando dinero por el bebé pero seguro que no tenían ni idea de que estaban participando en un delito tan abominable. Hay que decir que los que han sido valientes, y han dado un paso al frente para ayudar a buscar los orígenes de sus hijos adoptivos, han dicho que ese dinero pensaban que iba dirigido a cuidar a la madre biológica en el hospital o para pagar alguna prueba médica, pero que nunca pensaron que estaban comprando un niño. Nosotros les creemos. Aquí, los únicos culpables fueron los criminales que nos robaron a nuestros niños.

En tus conferencias hablas constantemente de que el robo de niños desde el fin de la Guerra civil hasta los años 80 se fundamenta en una estructura de miedo al poder, a la autoridad.

Sin lugar a dudas. Por el recorrido histórico que presenté al principio, tenemos muy clara la vinculación del robo de niños con la dictadura. Tuvimos un estado de represión feroz donde se cometieron todo tipo de barbaries. El robo de bebés fue una de ellas, en diferentes épocas, por diferentes motivos como hemos visto, pero dentro de la más absoluta impunidad. Cuando a esta impunidad, se le une el miedo y el silencio se producen tragedias como esta que se pueden prolongar tanto en el tiempo y que se extienden por todo un Estado.

El miedo, aunque parezca mentira, todavía continúa. Hablar del franquismo todavía hoy cuesta, pero hablar de la lucha contra los crímenes del franquismo asusta. Algunas asociaciones de víctimas por el robo de bebés no quieren vincular esos delitos con la dictadura. “Mejor no lo muevas que nos puede perjudicar” este es el argumento de algunas personas. Cuando crees que es mejor no hacer algo porque puedes salir perjudicado es porque todavía hay algo negativo que circula a tu alrededor. “Larga sombra la del franquismo que todavía hoy nos cubre”, decimos otros.

¿Y qué hay de real en ese miedo? ¿Hay, para ti, ejemplos concretos de esa sombra del franquismo?

Hay muchos ejemplos de incidentes y altercados donde se muestran actitudes franquistas, donde se muestran insignias y banderas que nada tienen que ver con conductas democráticas. Recordemos que en este país hay una Fundación que se llama Francisco Franco donde se enaltece al dictador, ¿podríamos pensar que hubiera una Fundación Videla en Argentina por ejemplo? Hace poco la librería Blanquerna, durante el acto de celebración de la Diada, sufrió un ataque por un grupo de extrema derecha que exhibía símbolos franquistas. En Lugo, el alcalde de Baralla, Manuel González Capón, justificó en un pleno del Ayuntamiento la represión franquista al decir que los que fueron condenados a muerte «será porque lo merecían». ¿Podemos imaginar en Alemania que alguien con un cargo similar dijera que los judíos se merecían morir gaseados? Creo que no. Y si pasara, el escándalo sería mayúsculo y se pedirían responsabilidades y la dimisión de tal nazi.

También hay ejemplos donde la investigación de los crímenes del franquismo no gusta o se intenta entorpecer. En mayo pasado, en la Embajada argentina, situada en Madrid, varias víctimas iban a declarar dentro de la causa abierta contra los crímenes del franquismo en el Juzgado N1 de Buenos Aires, a través de videoconferencia, ante la Jueza Servini de Cubría. Estas declaraciones se anularon por presiones del Ministerio de Asuntos Exteriores de España a la propia Embajada.

Dices que no robaban bebés, sino «vidas enteras».

Efectivamente. Hay que tener en cuenta que apartaban a un bebé de su familia y dirigían el destino de esa personita y de la propia familia. Es decir, un bebé pasa a ser un niño, y el niño crece hasta ser un adolescente, y el adolescente se convierte en un joven que en poco tiempo será un adulto con una vida a sus espaldas que no es la hubiera tenido si no le hubieran arrebatado de su familia de origen. No estoy diciendo que una vida hubiera sido mejor que otra, no se puede saber esto, lo que digo es que nadie tiene derecho a cambiar las vidas de las personas. Se robaban bebés pero no eran juguetes sino personas a las que les robaron su vida.

Eso ocurre exactamente igual con los padres y los hermanos que nos vimos privados de ver crecer a ese bebé o de compartir la vida con él. ¿Acaso hubiera sido mejor o peor mi vida si mi hermano mellizo Francisco hubiera estado conmigo? No lo sé, lo único que siento es que alguien que se creía dueño de nuestro destino nos robo la oportunidad de una vida compartida.

¿Qué se puede hacer hoy? ¿Qué hacen nuestros Gobiernos?

Las víctimas nos encontramos en una situación de bastante indefensión. Estos crímenes no se consideran delitos de ninguna manera vinculados a la dictadura porque, en opinión de nuestras autoridades, no seguían patrones comunes y no formaron parte de un plan sistemático sino que, como mucho, era una práctica generalizada.

En primer lugar: Había patrones comunes porque las familias, como nos ocurrió a nosotros, se reconoció en los casos que iban saliendo en los medios de comunicación.

En segundo lugar: no solo es crimen de estado o genocidio aquel que se produce por un plan sistemático de exterminio, también los producidos como práctica generalizada cuando los ciudadanos están en una situación de vulnerabilidad que los convierte en víctimas. Y eso fue lo que ocurrió. No solo robaban los niños a los rojos sino a aquellos que estaban en una posición vulnerable y desfavorecida, que en definitiva eran el sector perdedor.

Aunque algunos casos están en la Fiscalía o Juzgados, se está produciendo un archivo masivo de las denuncias por prescripción y por falta de pruebas ya que estos delitos son considerados como casos aislados y de origen económico fundamentalmente. Sin embargo, según el Derecho Internacional son delitos de Lesa Humanidad y por tanto permanentes e imprescriptibles. En España no hay una causa abierta general, afortunadamente sí la hay fuera de aquí. Muchas de las familias que buscamos y de las personas en busca de su identidad estamos acogiéndonos a la Querella contra los crímenes del franquismo abierta en Argentina y que está llevando la Jueza María Servini de Cubría. Hay muchas áreas querellantes dentro de la Coordinadora de apoyo a la Querella argentina (Ce AQUA) y entre ellas está el colectivo de víctimas por el robo de bebés. Somos diez las asociaciones de nuestra temática que nos estamos querellando en Argentina porque nos consideramos víctimas de un estado de terror que hubo en este país durante décadas y de su herencia posterior. La búsqueda de la Verdad es primordial pero no puede hacerse sin encontrar primero la Justicia que te ayuda a saber cuál es esa verdad. En España no la hemos encontrado, por eso estamos en Argentina.

Una entrevista de Marcos Taracido para Libro de notas

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En cuanto a la idea de trama, puedo decir que, en nuestra búsqueda, mientras más hacíamos, más gente encontrábamos y pudimos comprobar que el robo de niños no era algo de hacía unos años, sino que se produjo durante décadas y en todo el territorio nacional. Y esto solo se podría haber realizado con la implicación de mucha gente, personal sanitario, funcionario de Registros, de los cementerios, de la Iglesia. Y cuando estamos hablando de una red así, estamos hablando de trama o de diferentes tramas que solo pueden funcionar con la connivencia de las Estructuras del Estado porque son personal de estas estructuras los que están presuntamente implicados.

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Hilario Barrero 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-19T14:00:39Z El milímetro tag:librodenotas.com,2013-12-18:77c262b7562572606450a68115f67ab6/d4178c1e151608ca93182c61929fb28f Para Marcos Taracido, de cuerpo entero

No es que la lluvia no moje como cuando eras un niño, o que el amarillo líquido de los ginkgos no lastime tu mirada o que el roce de la persona amada no te frene la respiración o que al pisar las hojas en el parque no sientas cómo cruje el otoño en tu esqueleto. La lluvia humedece los cristales, la rama del árbol se arquea con el peso de tanta luz y te sabes de memoria el cuerpo que amas. En tardes como estas recuerdas que te falta un milímetro para ser el dueño total. Todavía te pierdes en el parque y sientes escalofríos al no encontrar la salida. Es la vida que te roba ángulos, olores, sabores, perfiles, amores, entradas y salidas. Llueve y anochece: qué fácil es decirlo y que difícil es entenderlo. Me traes una taza de té caliente y humeante oliendo a canela, a miel y a otoño y la lluvia arrecia y uno de los viejos cuartetos de Haydn parece que está recién compuesto como lo está la noche. Tienes miedo de ser tan feliz y temes hacer ruido y despertar a la que duerme. Cómo quisiera saber el milímetro que me falta para no temer a nada ni a nadie. Para ser el dueño de tu universo.

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No es que la lluvia no moje como cuando eras un niño, o que el amarillo líquido de los ginkgos no lastime tu mirada o que el roce de la persona amada no te frene la respiración o que al pisar las hojas en el parque no sientas cómo cruje el otoño en tu esqueleto. La lluvia humedece los cristales, la rama del árbol se arquea con el peso de tanta luz y te sabes de memoria el cuerpo que amas.

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Elisabeth Falomir Archambault 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-20T06:52:45Z Farewell tag:librodenotas.com,2013-12-18:77c262b7562572606450a68115f67ab6/89ce1176f09c492328de1ca696d143f4 La despedida tiene, por fuerza, algo de recordatorio, de mirada que se vuelve y calibra, de ponderación: un memento mori repetido en cada separación. El adiós concluye, finaliza, da por cerrado un ciclo. Pero, en español y en otros idiomas, el adiós se hace eco de distintos significados: desde la posibilidad de retorno a la encomienda divina pasando por el ejercicio resolutivo. Así, au revoir es significado de «hasta que nos volvamos a ver», mientras que goodbye (o godbwye, contracción de God be with ye), es «dios esté contigo» —igual que adieu y adiós, el portugués adeus y el italiano addio —. El sayonara japonés en su sentido arcaico podría traducirse como «en tal caso», que viene a ser un «no hay más que decir» o un «está todo hablado» de quien ha visto cumplido el intercambio y se da un apretón de manos. En quechua no existe un término para la despedida ni se concibe separación definitiva, por lo que hay que recurrir al más sutil «hasta pronto» o al difuso «hasta que nos encontremos de nuevo».

La despedida tiene también algo de reverencia, de exaltación del tiempo y del deseo de prosperidad para la otra persona; así, agur (del latín augurium) indica presagio, profecía, indicio de algo futuro. Mi favorito es el quizá algo obsoleto farewell anglosajón, conjunción del verbo «faren» (ir) y el adverbio «wel»: en resumen, «buen viaje, que te vaya bonito».

Permitidme un último desvío para hacer mención a la etimología de la palabra fin (del latín finis: confín, frontera, límite) que evoca faros y cabos al extremo occidente del mundo conocido. Y yendo más allá del latín, finis procedería del verbo fiuo (dejar [en paz], abandonar [en tierra]) cuyo perfectivo es figo (fijar). Se fijaban en la tierra cercas que delimitaban los territorios: de ahí procede la acepción de frontera.

La despedida tiene, por fuerza, algo de recordatorio. Por eso, no quisiera marcharme sin agradecer a los editores haberme proporcionado este espacio en el que reflexionar sobre los límites y confines de la palabra. Mi eterno agradecimiento, también, a todos los que me habéis leído. En serio, gracias: Libro de Notas ha sido un fantástico refugio en estos dieciocho meses. Clausuro con este la serie de artículos sobre traductores y traidores. Me despido, sin más ni menos, diciendo: Hasta la vista, baby.

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La despedida tiene, por fuerza, algo de recordatorio, de mirada que se vuelve y calibra, de ponderación: un memento mori repetido en cada separación. El adiós concluye, finaliza, da por cerrado un ciclo. Pero, en español y en otros idiomas, el adiós se hace eco de distintos significados: desde la posibilidad de retorno a la encomienda divina pasando por el ejercicio resolutivo.

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Adrian Daine 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-17T13:11:39Z Preguntas y respuestas tag:librodenotas.com,2013-12-17:77c262b7562572606450a68115f67ab6/2e24e3ab3391c9ebc9721782643f6ee5 Hace un mes acudí a un taller de fotografía impartido por un conocido fotógrafo español. La experiencia fue fantástica, aunque no se me debería tomar como referencia porque en este tipo de talleres soy tan egoísta que si ha supuesto un avance para mí (como ocurre casi siempre) me da exactamente igual lo ajustado que ha estado el taller a lo propuesto (como ocurrió, con este mismo fotógrafo, hace un par de años).

Estos talleres consisten en pasar unos cuantos días con un fotógrafo, que te habla de su trabajo, de la manera que tiene él de llevarlo a cabo y de sus ideas en torno a debates y conceptos fotográficos. No es que todos sean así, pero en general giran en torno a esa rutina. Como guinda, si hay tiempo, puedes enseñar tu propio trabajo para que el fotógrafo te de indicaciones, pistas y sugerencias sobre cómo abordarlo o en qué dirección llevarlo: este suele ser el plato fuerte del taller y por el que muchos nos apuntamos (otros parecen apuntarse para medir egos, pero esa ya es otra historia que supongo aparecerá también en talleres de otras ramas artísticas), y del que es muy difícil escapar ileso.

Me explico: la fotografía es muy jodida; le dedicas meses, te replanteas tu manera de mirar o el propósito de tu proyecto mil veces, te esfuerzas por hacer una dolorosa edición de tus decenas/cientos/miles de fotos, vuelves a hacer más fotos, de repente ya no te gustan, ahora te vuelven a gustar, te haces miles de preguntas sin contar con las dudas que aparecen de repente; y entonces llevas tus treinta fotos al taller, las expones, presentas el tema, y el fotógrafo en cuestión las mira durante cinco minutos, se queda con tres y te dice que a partir de ahí podrías a empezar a tener una visión seria del asunto.

Y lo peor es que tiene razón.

Obviamente este ejemplo está muy llevado al límite y lo normal es que el que imparte el taller, si tiene un poco de maña, se quede un rato madurando lo que le enseñas y dando una impresión personal y constructiva de ello. Lo que ocurre es que, claro, esa persona lleva más tiempo que tú haciendo todo lo que hemos explicado antes y ha tirado a la papelera fotos que tú matarías por hacer. Tiene un ojo hecho. Y una perspectiva educada.

Acudir a un taller de estos con perspectiva es esencial, o acabas vendiendo todo tu equipo por eBay y quemando en una hoguera tus negativos y tarjetas de memoria. La fotografía exige dedicación, puede llegar a ponerse muy personal y en este aspecto es necesario saber resistir las críticas y los reveses. Y, sobre todo, no acudir buscando respuestas.

En el taller de hace dos años que mencioné antes, se generó un debate bastante enrevesado sobre lo que es una Buena Foto y cómo Hacer una Buena Foto y qué baremos utilizar para llegar a ello. El fotógrafo que daba el taller terminó por responder a una serie de preguntas que él desgraciadamente no tenía la ecuación de Una Buena Foto escrita en una servilleta, porque incluso teniéndola estaba seguro de que otro fotógrafo podría llegar y saltarse todas las reglas de dicha ecucación y aun así conseguir Una Buena Foto. En suma, que cada maestrillo tenía su librillo. Ante esta aseveración, uno de los alumnos que más había intervenido en este debate se levantó y se fue con cara de pocos amigos, como ofendido porque en un taller de fotografía dedicado a cómo conseguir empezar y orientar un proyecto fotográfico se dijese abiertamente que aquí a cada cual le tiene que funcionar lo que hace.

Si la fotografía se basa en generar preguntas (¿Qué ha pasado ahí? ¿Quién ese ése? ¿A quién mira? ¿Qué relación tienen esas dos personas?) no podemos esperar que al investigarla y tratar de descifrarla nos salga una sola respuesta. En ese sentido, acudir a talleres (o apuntarse a escuelas) rara vez nos dará la clave: un fotógrafo no puede dejar de hacerse preguntas.

Cuando le enseñé mis fotos a este fotógrafo, las miró durante unos minutos, eligió tres (de cerca de treinta) y no quedó tampoco muy convencido. La primera reacción fue la de un mazazo porque había pecado de novato (bueno, de qué otra cosa si no iba a pecar) pensando que mis fotos le iban a gustar más. Pero luego, en casa, con las fotos delante, lo empecé a ver todo más claro. Me empezaron a bullir las preguntas. ¿Y si…?

PD: No quisiera irme sin agradecer a mis lectores, fijos y ocasionales, el haber leído mis desvaríos sobre fotografía. Son ustedes geniales. Ignoro si escribiré más sobre estos temas, pero en mi tumblr a veces me desmarco con algún texto. Tengan a bien seguirlo si les apetece.

PPD: Alberto, Marcos, un millón de gracias. Por invitarme a Libro de Notas, por aguantarme las entregas a horas intempestivas y por readmitirme; pero, sobre todo, por haber mantenido durante tanto tiempo y con tanto cariño un proyecto que nos ha planteado miles de valiosas preguntas.

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Si la fotografía se basa en generar preguntas (¿Qué ha pasado ahí? ¿Quién ese ése? ¿A quién mira? ¿Qué relación tienen esas dos personas?) no podemos esperar que al investigarla y tratar de descifrarla nos salga una sola respuesta. En ese sentido, acudir a talleres (o apuntarse a escuelas) rara vez nos dará la clave: un fotógrafo no puede dejar de hacerse preguntas.

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Guillermo Zapata 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-31T01:23:40Z Fetiche libro y los datos que cuentan tag:librodenotas.com,2013-12-17:77c262b7562572606450a68115f67ab6/be351e9157fba7445a7c50fffd4b15d4 1.- Belén Esteban ha escrito un libro con sus memorias. El libro de Memorias de Belén Esteban es el libro más vendido en España en las últimas semanas. Hay depresión en las cabezas pensantes en España. Belén Esteban vende más libros que Antonio Muñoz Molina. Vende más libros que Javier Marías. Vende más libros que Rosa Regas. No importa, en realidad, porque nadie compara las ventas del libro de Belén Esteban con nada, de hecho nadie se pregunta nada a partir de la afirmación “Belén Esteban vende mas libros que nadie esta semana en España”. Sirve para confirmar una derrota. La de la Cultura Española ™

2.- He preguntado por ahí sobre datos de ventas de libros, quería saber cuánto vendía realmente Belén Esteban. Primera cosa que he notado, es complicado. No es fácil llegar a esos datos. Las listas de los libros más vendidos (o las películas más vistas, etc) no te dicen nunca cuánto es eso. Consigo a través de un amigo librero algunos datos de ventas de las primeras semanas del libro. Son datos confidenciales, de consultoras y tal. Empresas que se dedican a eso. La transparencia se le pide a la política, porque si se le pidiera a la cultura nos llevaríamos un susto. Bueno, Belén Esteban ha sido la que más ha vendido y no ha vendido mucho. Pero como no tenemos los datos pues no sabemos lo que es mucho. Comento esto en un curso que doy y pregunto, ¿Cuantos libros creeís que ha vendido Belén Esteban? Las cifras que me dan oscilan entre los 5.000 y los 200.000. Más cerca de lo primero que de lo segundo, pero el arco de la cifra es lo suficientemente amplio como para hacernos a la idea del despiste.

3.- Pone nervioso que Belén Esteban venda libros de una forma mucho más apasionada de lo que pone nervioso que salga por la televisión y nadie parece relacionar una cosa con la otra. Sales por la televisión y vendes libros. Sales por la televisión y tu número de followers crece como la espuma. Vale para Ada Colau, pero no para Belén Esteban, al parecer. Son paradojas de pensar que somos seres individuales y libres, que luego nos llevamos chascos porque creemos que comprarmos libros (o seguimos a la gente en twitter) por elecciones racionales, de mercado. Hombre, no. Y aún asi, ya ves, tampoco ha vendido tantos libros. Pero no importa, porque (insisto) construye el relato favorito de la cultura española, que es el retrato de su propia derrota. Chapotear en la derrota es su baile favorito.

No se preguntan, entonces, ¿Si Belén Esteban es la que más vende y no vende tanto cuanto venden quienes sí representan a nuestra Cultura ™, Nuestros Intelectuales que nos importan… ¿A quién le importaban realmente? Quienes durante años han delimitado los límites de lo real… ¿a quién demonios le estaban hablando?

Quizás la respuesta esté en otro “fenómeno editorial”. Las biografías de políticos.

3.- Zapatero aprovechó la presentación de su libro para enseñar la carta que hizo cambiar la constitución vía Merkel y Bancos alemanes. Fue un regalo que no le hizo al congreso, se lo hizo a sus lectores. Pero, si Belén vende lo que vende, ¿cuanto vende el ex-presidente del gobierno? Según esta noticia de ABC parece que aunque venden (más, por cierto, que Belén Esteban), pero no venden tanto como uno pudiera creer y sobre todo no venden demasiado en comparación con los contratos que firman con las editoriales para airear sus exclusivas.

Mientras tanto, con cifras infinitamente más discretas en los últimos años han surgido decenas de pequeños proyectos editoriales, de venta on-line o muy especializados. No entran en la mirada de la Cultura porque no delimitan un fracaso y tampoco delimitan un hype, tan solo un trabajo. Un esfuerzo, una alianza entre personas que escriben, editan y librerías o pequeñas tiendas on-line (“pequeñas-tiendas-on-line”, nunca pensé que escribiría algo así) que acercan esos contenidos a la gente.

Y quizás es que la lectura no es buena de por sí, ni interesante de por sí, ni produce nada de por sí, y entonces es posible que una cultura (o unas culturas) tenga más que ver con lo cualitativo, con lo que te hace en el cuerpo y la cabeza, que con cuantos libros vendas.

Porque tampoco hemos hablando y nunca sabremos cuántos de los libros comprados de Belén Esteban se van a leer o serán regalados estas navidades en el mismo pack que colonias y corbatas en un cambio de objetos que pasan de mano para no ir, en realidad, a ningún sitio, más que a visibilizar un rito.

EPILOGO:

Cierra el Libro de Notas y esta será la última columna de Crónicas del Hype que exista aquí. Dejando las cosas para el último momento no sé dónde volverá a aparecer. Será el 14 de Enero de 2014 cuando se sepa. Quiero decir, que ésta columna seguirá, en algún sitio, supongo. Será difícil sin que Alberto me escriba para recordarme que voy tarde. Si estos textos existen es porque Alberto y Marcos, “Libro” y “DeNotas” me han dejado un hueco en su casa. La han cuidado, la han limpiado todos los días y la han hecho resplandecer. Nada acaba. Nunca del todo. Las cosas más bien cambian y se evaporan y se transforman y mutan. Libro de Notas eligió ser independiente hasta el final, no atarse a nada. Son mis ídolos por eso. Muchas gracias por dejarme el hueco.

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Pone nervioso que Belén Esteban venda libros de una forma mucho mas apasionada de lo que pone nervioso que salga por la televisión y nadie parece relacionar una cosa con la otra. Sales por la televisión y vendes libros. Sales por la televisión y tu número de followers crece como la espuma. Vale para Ada Colau, pero no para Belén Esteban, al parecer. Son paradojas de pensar que somos seres individuales y libres, que luego nos llevamos chascos porque creemos que comprarmos libros (o seguimos a la gente en twitter) por elecciones racionales, de mercado. Hombre, no.

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Germán Machado 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-20T02:02:46Z ¿Quemar las notas o ponerlas en remojo? tag:librodenotas.com,2013-12-17:77c262b7562572606450a68115f67ab6/96a713a879452bbb327b53de23e5a609 por Germán Machado

A esta altura, hemos tomado nota sobre una realidad: la red de redes, como ámbito de intercambio y construcción colectiva de sentido, no prosperó. O al menos, no prosperó como lo esperábamos. Los nodos de la red, donde podían llegar a enlazarse discursos (o comentarios) para generar un nuevo sentido, y darle continuidad a un entramado de pensamiento dialógico, o al entramado de un diálogo pensado, han sido sustituidos por la coincidencia momentánea, y rápidamente cambiante, de lo que es etiquetado para llamar la atención de las audiencias. Mientras duró el intento aquel, qué duda cabe, la experiencia fue muy buena. Vamos, que la hemos disfrutado a pleno, y hemos aprendido mucho en esos menesteres, y además nos han quedado unos vínculos virtuales bien entramados para adelante.

El signo del hashtag, esa grilla, ese espacio vacío para el tatetí de la casualidad, hoy día es el signo del nuevo tiempo de las redes: un tiempo en el que no hay más tiempo que el limitado para la frase rápida, la invectiva, el aplauso, el insulto, la confirmación de un gusto o un disgusto. A veces, la astucia, el acierto en la frase, el chiste bien hecho, la idea ocurrente. En ese espacio delimitado por la grilla del «tres en línea» puede darse la coincidencia de dos personas o de miles, un alineamiento circunstancial que puede fascinar a los concurrentes del auditorio virtual, tal como fascinaban los eclipses a las culturas primitivas. Un alineamiento que, en todo caso, sucederá como algo efímero o viral. La nota, o la noticia, se contagia rápidamente y, rápidamente, la grilla queda en blanco, para que uno tras otro puedan volver a inscribir su pequeño círculo, su pequeña cruz y ver si aciertan en el juego. Y acierten o no, poco quedará instantes después; poco, o nada. Esto también se puede disfrutar, aunque dudo que se aprenda mucho en ese juego, y más dudo de que se puedan establecer vínculos duraderos.

Si lo dicho anteriormente tiene visos de realidad, si efectivamente estamos tomando nota sobre algo que acontece en el mundo virtual con la (a)normalidad de los cambios climáticos, si la red 2.0 es, o fue, una vía muerta, la pregunta que sigue es: ¿vale la pena seguir anotando, escribiendo, archivando bajo sus viejas reglas? Me gusta pensar que uno lee de verdad una nota solo cuando la relee. Me gusta pensar que en el hiato entre la primera vez que se lee una nota y la segunda (o la enésima, da igual), recién ahí, se construye sentido, vale decir, el lector es consciente de que lee lo que ha leído y que ha leído más de lo que podía leer en lo anotado y en lo vuelto a anotar. En ese sentido, la temporalidad de la lectura es ajena a la nueva dinámica de las redes de audiencias: en estas nadie vuelve sobre sus pasos. Nadie relee nada. No es grave.

Y es que esto, esta nueva virtualidad de las redes (¿sociales?), es tan circunstancial como lo fue el primer intento de construcción de sentido que encararon los prosumidores de la red 2.0. Prosumidores, sí, nosotros, también nosotros, los que estamos hace años alrededor de este Libro de Notas, los que lo leíamos, los que posteábamos en él, como estuvieron tantos otros que hacían sus cosas a la vez por aquí o por allá. Y entonces, si se escribe para que otro lea (y relea), ¿sobre qué escribiremos aquí, y ahora, y en adelante? ¿Qué nuevas redes tramarán nuestras lectoescrituras virtuales?

En su libro Resistir. Insistencias sobre el presente poético, Eduardo Milán mentaba «la obligada reivindicación de un mutismo siempre latente en todo poeta». Quiero creer que el silencio en el que entra este Libro de Notas a partir de ahora tiene algo de esa reivindicación. No se trataría, entonces, de un viaje sin retorno. No se trataría de quemar las notas. Como una vez me dijo un viejo maestro: vos metele, que algo siempre queda.

Me gusta pensar que aquí se sembró mucho, incluso contra las asperezas de los malos tiempos. Y que el actual tiempo, no menos malo que los anteriores, es tiempo de barbechar. Quedará aquí un puñado de notas para ser (re)leídas. Un puñado de notas puestas en remojo, pero no por el temor de lo que pueda haberle sucedido al vecino, sino porque las legumbres de un nuevo intento de abrir mundos requieren, también, que parte de lo cosechado crezca hasta estar a punto para una mejor cocción.

Mientras tanto, podremos jugar al tatetí, sin afán de ganar y sin temor de perder: y es que allí se trata de un juego en el que los jugadores atentos siempre empatan. Un juego que, a la larga, es aburrido.

¿Círculo o cruz? Ustedes siguen. Y yo.

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El signo del hashtag, esa grilla, ese espacio vacío para el tatetí de la casualidad, hoy día es el signo del nuevo tiempo de las redes: un tiempo en el que no hay más tiempo que el limitado para la frase rápida, la invectiva, el aplauso, el insulto, la confirmación de un gusto o un disgusto. A veces, la astucia, el acierto en la frase, el chiste bien hecho, la idea ocurrente. En ese espacio delimitado por la grilla del «tres en línea» puede darse la coincidencia de dos personas o de miles, un alineamiento circunstancial que puede fascinar a los concurrentes del auditorio virtual, tal como fascinaban los eclipses a las culturas primitivas.

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Miguel A. Román 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-17T05:07:27Z Cocina intuitiva tag:librodenotas.com,2013-12-17:77c262b7562572606450a68115f67ab6/947ccf72d243c233af41dd21922ca8b8 La casa de Lúculo apaga las luces y cierra sus puertas. El viejo diplomático romano que exigía para sí mismo al menos la misma opulencia culinaria que ofrecía a sus invitados se retira, y el triclinium donde se ha servido lo mejor que podamos llevarnos a la boca es desmantelado. Han sido siete años con un mensaje perenne: que la excelencia gastronómica es únicamente una cuestión de calidad en las materias primas y cariño en la confección. No creo que nos merezcamos menos.

Por supuesto, quedo infinita y eternamente agradecido a todo el equipo redactor y técnico de Libro de Notas por haberme concedido el honor de llevar las cocinas de esta nave y el enorme placer de haberles tenido a ustedes por comensales.

Naturalmente, mi inquietud por esta manifestación de la cultura humana que es la gastronomía, no cesa; así que a partir de ahora tienen ustedes su silla reservada en la mesa de Las Gastrofábulas, un espacio donde intentaré aunar literatura y gastronomía. Un reto que ya me apetecía abordar desde hace algún tiempo.

Les dejo ahora con un texto añejo, un artículo publicado hace doce años y que fue amablemente reconocido con el premio Juan Mari Arzak de aquel año.

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Cocina intuitiva

Hojeando hoy algunas recetas de “Ossobuco”, la clasiquísima preparación italiana del jarrete estofado en una salsa de tomate, zanahoria y puerro, me topo con la sorprendente anotación de un amigo al que respeto enormemente en temas culinarios: añadir un toque de nuez moscada. Meneo la cabeza y me pongo en situación, imagino, intuyo los matices que el “truco” añade al cocinado y me pregunto ¿y por qué no?

Mi señora madre un buen día elaboraba unas sencillas albóndigas bañadas en una salsa o fondo donde aleaba comúnmente vino blanco con un sofrito. Un día se encontró con que no tenía vino, así que rápidamente echó mano del coñac destinado a las visitas y alguna gripe. Desde entonces no se hacen de otro modo las albóndigas en casa de mi familia.

Pues el otro día andando con la misma receta en mi cocina compruebo, con fastidio, que carezco del referido brandy. Busco un sustituto y me fijo en el más impensable: ¡vinagre!, pero no me detengo ahí, sino que empiezo a trocar unos ingredientes por otros porque pienso que “pegan”, intuyo que combinan adecuadamente aunque no conozco referencia escrita que me lo dicte. El resultado fue una salsa poderosa, sensual y novedosa que rápidamente me apresuré a llevar al papel.

¿En qué momento? ¿En qué instante nimio pero luminoso se produce el quiebro, la variación, la innovación? ¿Cómo nace una receta? ¿Nace realmente o estaba de antemano contenida en su genética?

La cocina, arte o no, es cultura, y por lo tanto está viva, mutante con los tiempos y los pueblos a los que acompaña y sirve, sujeta a las fluctuaciones de las economías y los climas en que se asienta, tantas veces enriquecida tras un largo periplo atravesando tierras, casas y gentes que le han ido conformando el rostro, la presencia, los sabores y los aromas, sumando y restando en cada etapa una aportación íntima y anónima… pero siempre intuitiva.

Y es esa puerta abierta a la innovación, al toque personal pero transferible, la que —con el beneplácito del inapelable comensal- ha ido configurando a lo largo de toda la historia los usos y combinaciones que hoy llegan hasta nuestras mesas.

Ante la disyuntiva entre la rígida cocina tradicional y la novedosa “cocina creativa” anhelo pues un hueco, una tercera vía más apegada al alma del cocinero como persona y a esa transmisión de sentimientos y pensamientos que debería obligatoriamente plasmarse en toda creación humana. Permítanme llamarle “la cocina intuitiva”.

No creo estar citando un salto conceptual ni sugiero revolución culinaria alguna. Hablo, al contrario, del más común de los recursos gastronómicos: la imaginación del sabor, la capacidad de concebir en la mente, a la luz del inconsciente individual y colectivo, cómo los alimentos entrelazarán sus químicas sápidas, cómo sus naturalezas se hermanarán en el fondo misterioso de los calderos e intercambiarán sus secretos al arrullo del chupchup y al calor del fuego lento… y llevar nuestra intuición a la práctica.

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Han sido siete años con un mensaje perenne: que la excelencia gastronómica es únicamente una cuestión de calidad en las materias primas y cariño en la confección. No creo que nos merezcamos menos.

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Miguel A. Román 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-16T13:50:29Z Y cien. tag:librodenotas.com,2013-12-16:77c262b7562572606450a68115f67ab6/b6f128c62ce7ba7e58fb31eefa1d7180 No creo en las casualidades. Así que no puede ser casualidad que este que leen sea el artículo centésimo de esta etapa de Román Paladino (no se molesten, ya los he contado tres veces).

Y mi asombro, después de estos cien episodios, sigue siendo grande. Desde este lado del texto, el lado del autor, me pregunto por qué siguen ustedes a ese otro lado. ¿Es esto realmente importante? La lingüística es un intento de tabular y entender eso tan espontáneo, intuitivo y personalísimo que es la facultad de hablar. Tal vez un intento vano. Aprendemos a hablar por imitación, no por normativa; es una facultad que llevamos en los genes y la desarrollamos a los escasos meses de haber nacido, mucho antes de aprender a leer y desde luego sin saber nada de sustantivos, adverbios, tiempos verbales, diptongos, ortografía, semántica… Hay lenguas ágrafas, que ni siquiera tienen escritura (de hecho, lo fueron todas antes de que a alguien se le ocurriera trascribir los sonidos a grafos).

¿Por qué entonces ese interés en conocer cómo hablamos? Peor aún: ¿en cómo deberíamos hablar y escribir “correctamente”? ¿Y a qué llamamos habla “correcta”? ¿Y quién lo decide?

Miren: el habla es un producto puramente social. Es más, solo tiene cabida dentro de un conjunto social de individuos. Y, de igual forma, la sociedad humana es, en altísimo porcentaje, resultado de que el habla evolucionó a lengua, esto es, usada bajo reglas comunes aceptadas por los hablantes. Tal como afirma el encabezado de esta sección (¿cien capítulos y nunca te habías leído el encabezado?) el idioma está al servicio de la sociedad. Sin la lengua seguramente nuestra especie seguiría siendo un conjunto de manadas disgregadas constituidas por un puñado de especímenes. El idioma es la sangre de la sociedad, el fluido que transporta las ideas entre sus miembros y les lleva la cultura distintiva que les caracteriza.

Los idiomas son un nexo para los grupos humanos más fuerte que el territorio o la etnia. Los nacionalismos se construyen más fácilmente con una lengua distintiva que con un territorio geográfico; como también existen pueblos y comunidades sin territorio circunscrito pero que se aferran a la lengua vernácula como seña de identidad (las llamadas “lenguas no territoriales”); la lengua es el último bastión cultural de los emigrantes y permanece en sus hogares incluso tras varias generaciones.

Los niños aprenden las lenguas en que sus padres les hablan, incluyendo su fonología o “acento”, y a eso le llamamos “lengua materna”; serán las lenguas en las que “piensan” (y hablo en plural porque hay bilingües y trilingües… ¿sueñan los bilingües con ovejas monolingües?).

Pero incluso nuestro idiolecto es diverso: hablamos distinto en casa, en el trabajo, a los desconocidos, a los amigos. Hablamos diferente de cómo escribimos. Y también usamos palabras bien conocidas para citar conceptos que no sabríamos explicar.

“Hablando se entiende la gente” dice el aforismo español. Al estamento donde se forjan las leyes lo llamamos “parlamento”, a la vía para alcanzar un acuerdo nos referimos como “diálogo”, a la promesa firme le decimos “palabra” y el evangelista habló de su Dios como “el verbo”.

“Sobremesa” y “siesta” son términos exclusivos del español, la “saudade” es patrimonio del portugués como la “morriña” lo es del gallego y el “seny” del catalán. “Komorebi” es, en japonés, la luz del sol filtrada entre el follaje; el “depaysement” es la sensación incómoda de un francés al encontrarse en un país extraño; y un alemán puede contestar a una pregunta con “ja” o “nein” pero también con “doch” (que es un “sí” para contradecir a una pregunta negativa).

En la lengua de los inuit (esquimales) hay una veintena de palabras para “nieve” y en la de los yanomami hay doce para “verde”. Atacola, alguaza, zarria, cincha, penca, tahalí, talabarte, correa, barreta, trabilla, traílla, precinta, guindaleta, rejo, cinturón, badana, tiento, majuela y lonja son algunas de las palabras del castellano para “cinta de cuero”.

En español decimos “buenos días” y no “buena mañana”, decimos “la tarde” aunque casi todos los demás idiomas la dividen en dos o más periodos, decimos “primo/prima” pero en hindi hay un término distinto para la hija del hermano del padre, el hijo de la hermana de la madre, etcétera.

Los angloparlantes solo tienen “you” para la segunda persona, tanto singular como plural, mientras que en japonés te pueden tratar de anata, anta, kijo, otaku, omae, temae, kisama, kimi, on-sha o ki-sha según el grado de cortesía.

El euskera y el persa no tienen género gramatical, el danés tiene dos: común y neutro, y algunas lenguas bantúes distinguen hasta veinte clases nominales.

En ruso hay un tiempo verbal “imperfectivo” para la acción discontinua, en portugués existe un infinitivo personal, el latín tenía un futuro de imperativo y el mandarín no tiene declinación verbal alguna.

Esta diversidad solo es explicable porque cada lengua, cada dialecto, es el reflejo de lo íntimo de cada comunidad; es fruto de su historia, de su entorno, de su clima, de los extranjeros que la colonizaron, de los vecinos con los que comerciaron, de los dioses que han adorado, de los alimentos que comen, el horario que siguen, las profesiones que ejercen, las jerarquías en que se dividen, las convenciones sociales a las que se atienen,…

Idioma es, en definitiva, los pensamientos y sentimientos de un pueblo hechos palabras.

Conocer nuestra lengua implica conocernos a nosotros mismos; respetarla y cuidarla es valorar ese patrimonio inmaterial que nos pertenece por derecho de sangre; enseñarla es difundirla y hacerla fuerte; escribirla es inmortalizarla.

Algo de todo eso he intentado hacer (con mejor o peor fortuna) en estos cien artículos publicados en este espacio que me brindó Marcos Taracido y que se ha mantenido este tiempo bajo su égida y la de Alberto Haj-Saleh, a quienes debo agradecer techo y lumbre.

Ahora que ha llegado el tiempo de volar solo, lo seguiré intentando desde otro punto del universo internet. En la nueva etapa de Román Paladino, en RomanPaladino.maroman.es, a partir del próximo vigésimo octavo día del próximo mes del próximo año, seguiré a este lado del texto, por si quiere usted seguir al otro lado.

Y, en cualquier caso, muchas gracias por su grata compañía.

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No creo en las casualidades. Así que no puede ser casualidad que este sea el artículo centésimo de esta etapa de Román Paladino.

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Miguel Santa Olalla 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-20T01:53:13Z Comte-Sponville o el cóctel explosivo de las ideas tag:librodenotas.com,2013-12-16:77c262b7562572606450a68115f67ab6/1bcd89a9d9cf43d4327143c4a7fd16e7

El itinerario profesional de Comte-Sponville puede parecer a primera vista el esperado: tras formarse junto a Althusser en la Escuela Normal Superior, impartió filosofía en varios institutos hasta dar el salto a la Sorbona, universidad que terminaría abandonando para entregarse plenamente a sus libros y conferencias, que ha impartido por toda Francia, siendo reclamado incluso por empresas privadas. Una trayectoria demasiado normal para alguien marcado por el suicidio de su madre y la convicción, a los 18 años de que Dios no existe. Ateísmo militante y sin embargo “fiel”, como él mismo ha afirmado alguna vez: el cristianismo que niega ha dejado en él un sello moral, que ha llevado a autores como Onfray a calificarle como un “cristiano ateo”. Los referentes filosóficos de Sponville: Epicuro, Montagine y Spinoza.





Con esta pequeña presentación es más que suficiente para hacernos una idea de por dónde van las propuestas de Sponville, que se pueden resumir en una frase: la sabiduría de la vida. Filosofía para vivir bien, para lograr eso que todo el mundo anhela pero que aún parece escurrírsenos de las manos: la felicidad. Sus libros convierten en cuestión filosófica lo más cotidiano, y nos descubren las conexiones, algunas veces insospechadas, entre esas pequeñas acciones y la realización personal. Tarea, por tanto, de divulgación y de pensar con otros, contigo, conmigo y con el de más allá, que más de una vez ha sido blanco de las iras furibundas de filósofos “profesionales”, por considerar los textos de Sponville faltos del rigor académico que algunos consideran imprescindible para elaborar filosofía.


Las obras de Comte-Sponville son, en cierta manera, una tabla de salvación para naúfragos, una brújula sobre el cómo vivir, accesibles a todos y destinadas precisamente a compartir esa vieja sabiduía de los epicúreos y de Montaigne, de autores que le han precedido en el noble ejercicio de pensar para vivir mejor. Sin evasiones, sin autoengaños, buscando en la vida lo que tiene de valioso y de genuinamente humano, al margen de las necesidades creadas por instancias ajenas. La crítica a la religión es entonces sólo el primer paso para una reconsideración de lo que somos, pensando así sobre realidades tan humanas como el sexto o la muerte. Y esta es precisamente la magia de Sponville: logra enlazar teorías y planteamientos aparentemente opuestos, no de una forma especulativa, sino en reflexiones cercanas, no exentas en ocasiones de referencias a la filosofía oriental o incluso al hinduismo.


Los rasgos señalados hacen de Comte-Sponville una figura más que adecuada para este último texto. Libro de notas se apaga, quizás porque ha sido capaz de comprender que ha llegado el momento de hacerlo. más de diez años en la red siendo un referente incuestionable dentro de la red: en ocasiones por su valor informativo y en otras por haber sido capaz de reunir, mucho tiempo antes de la popularización de los blogs, a autores comprometidos con una idea sencilla: compartir contenidos de calidad con otros usuarios. Encajaría perfectamente con el perfil de Comte-Sponville una filosofía de esto que hacemos hoy. Una filosofía de la despedida, una filosofía del adiós. Una experiencia humana tan universal como intensa, pero que cobra todo su significado cuando el tiempo se ha sabido vivir, cuando se ha puesto en práctica esa sabiduría de la que nos habla Sponville. Y sin duda, este ha sido el caso de Libro de notas. Larga vida al enorme fondo documental que nos deja.


Para saber más



  1. Un clásico: Pequeño tratado de las grandes virtudes

  2. Entre lo último publicado: Las más bellas reflexiones sobre la vida

  3. Comte-Sponville, web oficial (en francés)

  4. Entrevista a Comte-Sponville en El país (noviembre de 2012)

  5. Presentación de Comte-Sponville en Filosofía hoy


Entrevista a Comte-Sponville, subtitulada:


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Materialista y humanista. Ateo y, según las malas lenguas, también creyentre. Comprometido como el que más en dar una visión práctica y cecana de la filosofía. El filósofo con el que hoy despedimos nuestra sección reúne dentro de sí ideas dispares, que han chocado entre sí en muchos momentos de la historia de la filosofía. Estamos pues, en cierto modo, ante un mago de la filosofía: hacer posible lo que en principio parecía imposible. Con ustedes, André Comte-Sponville.

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Francisco Serradilla 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-19T13:59:39Z Versiones “diferentes” para la despedida tag:librodenotas.com,2013-12-16:77c262b7562572606450a68115f67ab6/e74244d4d3bfb8677b7b1bb75ff2644e Llegó el día de la última entrega de Rarezas musicales, y la verdad es que se hace bastante difícil el final, entre otras cosas por todo lo que ha quedado pendiente en un documento de Google Drive en el que iba dejando anotadas ideas y enlaces de youtube a vídeos que quizá en el futuro hubieran dado lugar a artículos, o quizá no.

Esta columna me ha proporcionado muchas horas de disfrute, no por el resultado, sino por el tiempo que he tenido que dedicar a bucear por youtube a la caza de vídeos para completar una idea conductora para cada ocasión, lo que me ha hecho descubrir cosas interesantísimas, como que una obra coral de Jean Michell Jarre era en realidad una versión de una canción de un cantautor polaco, que era en realidad una versión de L’Estaca, de Luis Llach, o que Youcali, en la versión de El Cigala, incluía unos compases del Libertango de Piazzola, que Take this waltz es un poema de Lorca traducido al inglés, o que la armonía de Because, de Los Beatles, es la armonía invertida del primer movimiento de la Sonata “Claro de Luna” de Beethoven. He descubierto teclados increíbles, instrumentos inclasificables y robots músicos.

Definitivamente me lo he pasado en grande descubriendo estas cosas, aunque he trabajado lo que no está escrito, literalmente. Y muchas cosas quedan en el tintero de Google Drive.

Pero hay que terminar y, en este último artículo, voy a dejar constancia de algunas grandes versiones que, a mi juicio, dicen cosas un poco diferentes a las versiones originales. En el primer caso, la versión de Summertime de Keith Jarrett, enfatizando el aspecto rítmico:


Summertime, de George Gershwin, interpretada por Keith Jarrett

Como nota curiosa, cuentan que los extraños movimientos de Jarrett mientras toca se deben a sus problemas de espalda. No sé cuánto hay de cierto en esto.

La siguiente versión es la que realiza Cake del famosísimo “I will survive”, en un aire mucho más melancólico que el original y con unos estupendos solos de guitarra:


Cake interpreta “I will survive”, de Freddie Perren y Dino Fekaris, y popularizada por Gloria Gaynor

Incluso Michael Jackson ha sido versionado en clave de jazz latino:


Jorge Perez y su banda versiones Smooth Criminal, de Michael Jackson

Ya traje por Rarezas una versión de la Gnossienne número 1 de Erik Satie con letra añadida de Javier Ruibal, lo cual puede parecer un sacrilegio, pero a mi juicio el sacrilegio no ha quedado mal del todo. Traigo ahora la versión versionada a su vez por Izä.


Izä interpreta “La flor de estambul”, de Erik Satie (música) y Javier Ruibal (letra)

Para ir terminando quiero citar un gran trabajo de Andy Timmons versionando a los Beatles en clave de rock.


Andy Timmons band interpretan Strawberry fields forever, de Los Beatles

Y para terminar con un poco de humor vean esta versión de varios cantantes de ópera, de, de, bueno, véanlo:


Renata Drozd, Kamil Pękala y Marcin Pomykała interpretan un famoso tema de música “ligera”

Intentaré seguir publicando vídeos de música con el espíritu de esta columna en esta lista de reproducción de youtube.

Hasta siempre, amigos.

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Esta columna me ha proporcionado muchas horas de disfrute, no por el resultado, sino por el tiempo que he tenido que dedicar a bucear por youtube a la caza de vídeos para completar una idea conductora para cada ocasión, lo que me ha hecho descubrir cosas interesantísimas, como que una obra coral de Jean Michell Jarre era en realidad una versión de una canción de un cantautor polaco, que era en realidad una versión de L’Estaca, de Luis Llach, o que Youcali, en la versión de El Cigala, incluía unos compases del Libertango de Piazzola, que Take this waltz es un poema de Lorca traducido al inglés, o que…

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Alberto Haj-Saleh 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-19T06:25:58Z El final tag:librodenotas.com,2013-12-19:77c262b7562572606450a68115f67ab6/8bc513417f3e2b3ca35e05a66cea57f5 Toca resumen. El top 5, las cinco mejores películas del año para el que suscribe. El resumen, ya sabéis.

No tengo un top five este año. Vi La gran belleza la semana pasada y salí conmovido y maravillado del cine, enamorado una vez más de Paolo Sorrentino y de su elegancia, de su manierismo, de su forma de filmar a las personas. También de Toni Servillo, posiblemente el mi actor favorito vivo, ese cínico “ma non troppo” escritor de 65 años que está de vuelta de sí mismo pero sin caer en la melancolía, con lo sencillo que puede llegar a ser eso. Sí, La gran belleza es un candidato tan claro a número uno del año, a ser esa película que no olvidaré de 2013…

Cuando me preguntan cuál es la mejor película que he visto en mi vida digo que es El Padrino. Y lo digo de corazón, me parece que por mucho que se la alabe, que sea un tópico, un lugar común, que todo el mundo diga lo mismo… cojones, es que es la mejor, es que está en la cima porque se lo merece. Pero a lo mejor algún avispado insiste un poco y me dice: “No, pero cuál es tu película favorita de verdad”. Y entonces contesto, “ah, de verdad es La princesa prometida”, a la que una vez definí como el amor cinematográfico de mi vida.

La mejor película que he visto este año es La gran belleza. Pero mi película favorita es Las ventajas de ser un marginado, de Stephen Chbosky. Y lo es porque fui a verla dos veces en pantalla grande, porque la vi en un momento en el que la historia de esos tres adolescentes desterrados de la sociedad “normal” me retorció por dentro como hacía mucho que no hacía ninguna película. Porque pienso en ella constantemente, porque recuerdo detalles de lo que ocurre, porque sigue pareciéndome un increíble canto a la amistad más sincera, a la que consiste en cuidar del que tienes a tu lado, en cualquier circunstancia, en un año donde he necesitado que me cuiden y he cuidado a gente que lo necesitaba como nunca lo había hecho antes.

Y porque después de todo Butaca no numerada nunca consiguió ser una columna sobre cine, siempre acabó siendo una columna sobre mí mismo viendo películas. Así que si tengo que ser sincero, esta, y no otra, es mi película del año.

Y ahora, una vez más, le daré a “publicar”, programando la hora. Revisaré el texto pre publicado. Veré que los enlaces están bien. Luego echaré un vistazo a lo que ha escrito Marcos para Textos del cuervo, porque siempre me gusta leerlo un día antes que los demás. Y, un día más, seré infinito.

Hasta pronto.

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La mejor película que he visto este año es La gran belleza. Pero mi película favorita es Las ventajas de ser un marginado, de Stephen Chbosky.

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Cayetano Lupeña 2013-12-20T02:00:00Z 2013-12-16T07:55:55Z ámbito tag:librodenotas.com,2013-12-16:77c262b7562572606450a68115f67ab6/2d01fe1c221dc913141698d606ed38f1 Hubo un tiempo, probablemente hace más de 5.000 años, en el que un grupo humano decidió acotar el inmenso espacio de prados y montañas mediante un círculo de piedras, eso que hoy conocemos como crómlechs, se dijeron «este espacio es distinto porque así lo hemos decidido, por eso lo marcamos con estas piedras en forma circular». Espacio donde sucedían importantes acontecimientos o no sucedía absolutamente nada (silencio), pero lo sentían diferente, un ámbito acotado, sacralizado, asequible (el inabarcable universo no lo es).

Esto es una suposición y como tal, posiblemente, un hecho falso que nunca ocurrió (o sucedió de otra forma) pero ¿cómo explicar entonces todo lo que aconteció después?… lugares míticos y mágicos, el templo, el parlamento, la plaza, el ágora, el Museo, el lugar donde la comunidad se reúne y representa el ritual que marca, siglo a siglo, su carácter único.

Barrio pobre, barrio rico; museo de objetos absurdos e inútiles, museo de alto nivel lleno de objetos que explican (mal) la Historia. Ermitas pobres y catedrales deslumbrantes; fuentes de montaña de caño oxidado donde nadan fingidas ninfas, fuentes construidas con figuras imposibles en piedra labrada; fuentes de saber y fuentes de poder. Ámbitos.

La piedra que rueda libremente por el río tallada por la erosión y la misma, ahora canto rodado, en la alta peana del Museo catalogada (protegida en un vitrina) como gran contribución a la Historia de Humanidad. La misma piedra, en diferentes ámbitos.

Ahora la Red como un territorio inmenso (en tamaño y posibilidades) también requiere ser acotada en pequeños espacios, seguimos siendo humanos, y… ¿cómo sacralizan “territorios”? ¿Cómo se demonizan otros? Usenet versus Twitter o Facebook… ¿Qué demonios está ocurriendo? ¿No avanzamos? ¿No retrocedemos? Pero aquí, ir hacia delante o hacia atrás, es solo un juicio moral inútil. Caos. No sabemos, no hemos aprendido a convivir con el caos, el puro azar, sin nada bajo los pies que sujete nuestra ficción, algo que nos resulta insoportable. La vida no tiene sentido y para eso necesitamos del arte (hacer) para no pensar y sentir la Nada: acotemos pues, pongamos un lindo cuadro en el salón o en el Museo, tanto da. Hagamos de ese pequeño espacio una mala representación de un Universo fingidamente ordenado. Ámbitos.

Finjamos, se nos da bien, muy bien.

¿Cómo se construye el ámbito de Libro de Notas? ¿Cómo se establecen los muros que acotan este espacio? ¿Cómo caen y desaparecen? ¿Cómo se olvidan las casas que van desmoronándose hasta que la lluvia termina por limpiar los últimos rastros de estos cimientos? Fácil, construyamos una nueva ficción, un nuevo ámbito levantando con horas de esfuerzo y sufrimiento (horas de vida preciosas y únicas), piedra a piedra, el nuevo entorno «donde suceden las cosas importantes» hasta que un día también desaparezca. Este rodar de los cantos y repetición del ciclo de los ámbitos que construimos es un método lo suficientemente absurdo y caótico para adoptarlo como una religión de jocosas normas.

¿De qué me río ahora? No lo sé, todo esto es muy serio, sin embargo estoy contento de que los cantos sigan rodando en un río imaginario.

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Ahora la Red como un territorio inmenso (en tamaño y posibilidades) también requiere ser acotada en pequeños espacios, seguimos siendo humanos, y… ¿cómo sacralizan “territorios”? ¿Cómo se demonizan otros? Usenet versus Twitter o Facebook… ¿Qué demonios está ocurriendo? ¿No avanzamos? ¿No retrocedemos? Pero aquí, ir hacia delante o hacia atrás, es solo un juicio moral inútil. Caos.

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