Alfredo Herrera Patiño dirige la editorial mexicana Verdehalago y escribe con asiduidad la bitácora Erratas eminentes. Asombros y paralajes intentará dar salida a los muchos asombros en los que vive desde las diversas perspectivas y lugares donde le suceden. Se publica los miércoles.
Sus ojos cabalgan lentos por estas letras mientras propongo un pensamiento: de cierto, si ha leído las letras anteriores, en cien años estará, estaremos, muertos, completa, absoluta, silenciosamente muertos. Lo interesante, también, es que para ese entonces no tendrá la menor importancia estar muerto. Será un recuerdo lejano de algunos nietos, si acaso tuvo hijos, o de sobrino nietos distraídos: sí, era bizco, o narizona, o dicen que leía libros en las tardes para pasar el rato. Y en doscientos años nadie que lo haya conocido, que haya tocado una mano suya, que haya degustado un beso suyo, nadie, en todo el universo, estará vivo si lo hubo conocido. Y en mil años nadie sabrá siquiera de su existencia. Mirar las cosas desde la perspectiva de la eternidad, quería Spinoza, para darles su dimensión cierta, clara, contundente. De cierto, en cien años todos, quienes pasamos los ojos por estas líneas, estaremos muertos. La duda es mucho menor, raquítica, no sabemos cuántos, pero de cierto algunos, pasarán a mejor muerte, o nula vida, cuando le ponga el punto final a la oración mía.