Alfredo Herrera Patiño dirige la editorial mexicana Verdehalago y escribe con asiduidad la bitácora Erratas eminentes. Asombros y paralajes intentará dar salida a los muchos asombros en los que vive desde las diversas perspectivas y lugares donde le suceden. Se publica los miércoles.
Las sendas de la red no son inescrutables, todo lo opuesto. Sabemos cómo llegan quienes llegan a donde nos interesa saber quiénes llegan, sabemos qué preguntan quienes nos interesa saber qué preguntan, sabemos de dónde vienen quienes llegan y a dónde van quienes parten y la serendipia es intensa y maravillosa, pero escasa, como todo lo milagroso.
Las preguntas son obvias, las respuestas simples, las sendas rectas y tranquilas y la imaginación y la curiosidad inexistentes. Como en la vida, hay cada día más basura, no por arte de magia, sino porque cada día creamos más basura y consumimos más basura. Todo a cuento porque alguien, buscando, según su dicho, nalgas carnosas, llega a donde seguro no tenía interés en llegar.
Y el problema es el exceso, como lo ha sido en los últimos cinco siglos la nueva tecnología de la reproducción mecánica de libros.
¿Todos los libros? Imaginémoslo: todos los libros.
La reproducción digital de los libros resuelve dos problemas añejos: el espacio y, por llamarlo así, el solipsismo de cada libro. Reunidos en espacios digitales amplios (cuyo espacio físico será, bien visto, milimétrico) con información cruzada y enlazada entre todos ellos.
Imaginémoslo de nuevo: todos los libros. Y todos los lectores que los han leído, y sus dudas, y sus preguntas y sus comentarios.
También y claro, sus perfiles de consumidores, sus gustos personales, sus preferencias, sus presupuestos, sus búsquedas, sus encuentros, sus películas preferidas, sus condimentos más deseados…
No sé si es un sueño o una pesadilla…