Alfredo Herrera Patiño dirige la editorial mexicana Verdehalago y escribe con asiduidad la bitácora Erratas eminentes. Asombros y paralajes intentará dar salida a los muchos asombros en los que vive desde las diversas perspectivas y lugares donde le suceden. Se publica los miércoles.
A veces, sólo a veces, muy a veces, intento en vano recordar el tamaño, la forma, la extensión del mundo todo cuando en ese mundo habitaba, yo, analfabeto. Nunca he logrado recordar nada. Recuerdo momentos en que existo, estoy, y de cierto sé que las letras todavía no eran mi patria ni morada alguna de mi existencia. Pero en vano intento recordarme frente al texto cualquiera, simple, sencillo, mercadotécnico incluso, de los frascos y las latas y los envases, sin entender aquello que dicen y decían y han dicho por medio de sus letras. Recuerdo el gozo de mi madre cuando al desgaire leí el anuncio de quién sabe qué cosa al ir por la calle, y mi sonrisa y mi orgullo y la sapiencia cierta de ingresar a un reino del cual, nunca, nadie, podría ya expulsarme.
En vano intento recordar cuando era analfabeto. Lo imagino, me imagino imaginarlo, intento incluso pretender fingir que no puedo leer lo que bien puedo, pero el recuerdo se escapa, se desvanece, como si quien fui cuando no era alfabeto hubiera desaparecido para siempre. Como si hubiera debido separar el cielo de la tierra, la luz de la tiniebla, y para hacerlo hubiera de sacrificar el reino silencioso, momentáneo, de quien sólo con la palabra dicha habita su existencia y renaciera en la palabra escrita, ésta, por cuyo sentido deslizo mi existencia.
Nunca he pedido recordar ser analfabeta. Y a veces, sólo a veces, muy a veces, creo descifrar el sentido de no hacerlo, pero se escapa, se desvanece…