Libro de notas

Edición LdN
Profundidad de campo por Adrian Daine

La fotografía no ha muerto, sólo ha cambiado de formato. Sus valores y normas tampoco han desaparecido, sino que se han actualizado y nos obligan a mirar el mundo de otra manera. En Profundidad de Campo, cada día 23 repasaremos su evolución en un intento por demostrar que las dudas que origina son similares tanto cuando hablamos de megapíxeles y Photoshop como cuando hablamos de daguerrotipos y granos de plata, y explicaremos cómo interpretar un arte y oficio que, a su vez, interpreta el mundo para nosotros.

Presentación

1.

Nuestra primera cámara de fotos fue, seguro, una compacta, un aparato sencillísimo que consistía en apretar un botón y girar una ruedecita, aunque algunos afortunados tuvieron una que pasaba la película de manera automática. Para toda una generación, fue el clásico regalo de Primera Comunión o, en su defecto, de cumpleaños, el primer regalo “serio”, junto con el reloj Casio con alarma y cronómetro o el walkman Aiwa sin botón de rebobinado.

Nuestros padres tenían una mucho más compleja, una a la que le podías cambiar el objetivo y añadirle un enorme flash; una cámara que había que enfocar manualmente y con muchas más ruedas y botoncitos que la nuestra. La utilizaban en momentos especiales, igual que hacíamos nosotros con la nuestra: en las excursiones del colegio no faltaba nunca, y siempre que nuestros compañeros se arremolinaban frente a un monumento o junto al mismo autobús que nos llevaba, no perdíamos la ocasión de utilizarla. Una semana después, cogíamos el taco de veinticuatro copias y, una por una, las íbamos introduciendo en esos álbumes-librito que luego, entre clase y clase, nos pasábamos con los compañeros, jugando a reconocernos.

2.

Detengan un momento el recuerdo y miren a su alrededor: ¿Cuántas cámaras de fotos existen ahora mismo en su habitación, en su casa, o su oficina? Contemos no sólo con la cámara digital compacta que nos regalaron en Navidades (o, de nuevo, en nuestro cumpleaños); tenemos también la del teléfono móvil; la webcam del ordenador; nuestro iPod no tiene sólo función de rebobinado, también puede tener una cámara. ¿Cuántas fotos tenemos colgadas en el corcho de la habitación, si lo hay? ¿Cuántas enmarcadas en nuestras estanterías? Hagan un recuento de las fotografías que tienen etiquetadas a sus perfiles en Facebook, Tuenti, etcétera, y de las conversaciones y comentarios que se han originado a partir de ellas.

3.

La fotografía ha sido siempre comunicación, testimonio, confesión y evidencia. Nuestros padres nos arrinconaban a nosotros y a sus amistades frente al proyector de diapositivas para enseñarnos, una tras otra, todas las imágenes conseguidas en las últimas vacaciones a Grecia o a Torremolinos. Nosotros nos pasábamos las fotos de las excursiones, a veces intercambiándolas, conservando aquellas que certificaban dónde y con quién estuvimos. Hoy seleccionamos una serie de fotos de nuestra tarjeta de memoria y creamos un álbum en Facebook en el que podemos identificar a nuestros amigos y relacionarlos con facilidad, habilitando así la opción de que esas fotos sean también suyas. Las redes sociales, la punta de lanza del internet 2.0, tienen uno de sus pilares básicos en la fotografía como medio de comunicación entre contactos y amistades.

4.

El 7 de julio de 2005, la ciudad de Londres se vio afectada por una serie de ataques terroristas. Las fotografías que documentaron el hecho en las portadas y artículos de la prensa los días subsiguientes no procedían de las agencias de prensa y fotógrafos habituales, sino de los propios ciudadanos afectados por los ataques, que no dudaron en usar las cámaras de sus teléfonos móviles en lo que el diario inglés Guardian definió como el nacimiento del ciudadano reportero.

Todos conocemos, también, el fenómeno del Google Street View, un enorme recorrido fotográfico por el mundo en un intento de mantenerlo cartografiado a fondo y con todo lujo de detalles. En esta página podemos ver una de las muchas ediciones que blogueros y usuarios de internet han hecho del enorme archivo fotográfico producido mecánicamente por el famoso coche de Google.

5.

¿A dónde queremos llegar con esto? Los dos últimos ejemplos son relevantes porque muestran dos funciones esenciales de los fotógrafos: la propia acción de fotografiar con una intención documental, y la posterior edición con intenciones narrativas y/o artísticas. La fotografía digital, internet, y el avance de ambas han contribuido a que la línea que separaba el fotógrafo profesional del amateur sea cada vez más fina y se confunda mucho más en cuanto a las motivaciones y finalidades de la fotografía. Este hecho nos obliga a mirar la fotografía de otra manera, y a valorarla también según otros parámetros. Debemos revisar de nuevo sus límites toda vez que estos se han expandido a niveles que hace relativamente poco nos parecían ciencia ficción. El eterno debate entre la fotografía como verdad o mentira también ha de ser observado con nuevas perspectivas, pues el paso del papel al píxel ha traído consigo nuevas maneras de tratar las imágenes, y muchas de ellas contribuyen a dinamitar la fama de testimonio veraz que la fotografía se ha esforzado tanto en mantener desde su nacimiento.

6.

En Profundidad de Campo, una vez al mes, hablaremos de todo esto y mucho más, fijándonos siempre en el cambio vertiginoso y revolucionario de un arte que ya desde su primera fotografía generó controversia. Hablaremos del World Press Photo y la ética sobre la manipulación de imágenes, del uso político y social de éstas por los grandes medios, de su intrusión en otros campos como el vídeo o el cine, de su historia y de cómo lo que hoy debatimos no difiere mucho de lo que se debatía hace medio siglo. Hablaremos, en definitiva, de la fotografía y de cómo ésta es juez y parte del mundo al que da forma y representa.

Adrian Daine | 23 de junio de 2010

Comentarios

  1. Ana Lorenzo
    2010-06-24 13:03

    La presentación es estupenda; bienvenido.
    Me ha gustado especialmente el contraste tremendo entre el punto 1 y el punto 2. Hay un período muy corto de transición del que yo tengo aún guardados por ahí carretes para revelar; y es que ya había llegado la cámara digital, pero aún persistía la normal y corriente para tontos (que no la que siguen usando muchos fotógrafos con objetivos tremendos y que revelan en cámara oscura), que es la que yo y tantos usábamos.
    Lo bueno de las fotos normales guardadas en álbumes es que, si quieres, las escaneas. Pero el proceso contrario, imprimir en papel de foto y con buena calidad las digitales, no lo hacemos mucho, ¿verdad?
    Una anécdota de Google Earth (no de Google Street View; gran recurso para llegar a sitios que no conoces, por cierto): mirábamos nuestra casa con las dos niñas; la peque andaba por los ocho años: «anda, si se ve el jardín, voy a salir y os digo hola»; vuelve: «¿me habéis visto?» Hombre, pues claro ;-)

  2. Adrian Daine
    2010-06-25 15:56

    Gracias, Ana!

    Lo cierto es que con el digital la impresión de copias en papel se ha limitado a un círculo cerrado, sobre todo de profesionales. Con la difusión y rapidez de cosas como Facebook y Tuenti, ya es casi innecesario imprimir (y para muestra, esos marcos digitales que pasan nuestras fotos en slideshow).

  3. Coco
    2010-06-26 15:47

    Hola!

    Me parece muy interesante el comienzo de este apartado sobre fotografía. Es una dialéctica que yo experimento cada día.

    Tengo como 10 carretes de diapos y una réflex de las que no tienen ni temporizador esperándome en la mesa. Y mientras tanto me cebo día tras día con la digital, venga a hacer fotos que luego borro, y cuyo único fin principalmente es publicar en un flickr.

    Lo cual me hace llegar a una pregunta, es realmente lo mismo? Cuando el proceso cambia, no cambian también los resultados y la significación de los mismos?

    Por cierto, un gran libro que me estoy leyendo: “la filosofía de la fotografía” de Vilem Flusser. Que habla sobre cómo hacer una verdadera “crítica de la fotografía”.

    Un saludo y felicidades!

  4. Adrian Daine
    2010-06-26 18:01

    Hola, Coco!

    Hay que tener en cuenta que el fin último de la fotografía es eso, la fotografía, ya sea en papel o en un puñado de píxeles. Obviamente, el formato cambia nuestra manera de verla tanto antes como depués de hacer la foto. La fotografía digital nos permite una capacidad de corrección in situ que con la fotografía analógica es físicamente imposible, pero también es verdad que si vieras los resultados de los 10 carretes de diapo, borrarías menos.

    No creo que sea el resultado lo que cambie. Cambia lo de alrededor, el proceso y quizás la significación, pero es cuestión del fotógrafo saber adecuar su manera de hacer fotos con respecto al tipo de fotografía que quiere hacer.


Librería LdN


LdN en Twiter

Publicidad

Publicidad

Libro de Notas no se responsabiliza de las opiniones vertidas por sus colaboradores.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons
Desarrollado con TextPattern | Suscripción XML: RSS - Atom | ISSN: 1699-8766
Diseño: Óscar Villán || Programación: Juanjo Navarro
Otros proyectos de LdN: Pequeño LdN || Artes poéticas || Retórica || Librería
Aviso legal