La fotografía no ha muerto, sólo ha cambiado de formato. Sus valores y normas tampoco han desaparecido, sino que se han actualizado y nos obligan a mirar el mundo de otra manera. En Profundidad de Campo, cada día 23 repasaremos su evolución en un intento por demostrar que las dudas que origina son similares tanto cuando hablamos de megapíxeles y Photoshop como cuando hablamos de daguerrotipos y granos de plata, y explicaremos cómo interpretar un arte y oficio que, a su vez, interpreta el mundo para nosotros.
Leica – Alma INGLÊS from Sentimental Filme on Vimeo.
Con este hermoso vídeo la mítica marca Leica vuelve a usar a Robert Capa para hacer publicidad de sus cámaras. Si en el pasado se limitó a aprovechar el márketing involuntario que el fotógrafo hacía de Leica con sus estupendas imágenes de guerra, en esta ocasión se sirve de su vida y milagros vistos desde el objetivo de su inseparable cámara para presentar la Leica M Monochrome.
Leica es una empresa bastante peculiar en el mundo fotográfico. Si bien todas sus contemporáneas y competidoras han tenido sus vaivenes económicos a lo largo del siglo XX a la hora de adaptarse a avances y mejoras (y no nos referimos sólo al terremoto digital, en el que algunas fueron a la ruina directa), Leica parece ser la única que los ha tenido por pura y dura cabezonería: a día de hoy, ninguno de sus modelos cuenta con autofoco, ni se espera que lo tenga, por poner un ejemplo, lo cual hace que mantengan el sistema de enfoque telemétrico.
En un nuevo intento por no abandonar la idea de la Leica original (que es, básicamente, una cámara capaz de hacer fotos de calidad sin demasiadas complicaciones técnicas), este nuevo modelo realiza imágenes exclusivamente en blanco y negro. Esto, para los fotógrafos digitales que se pelean día sí y día también por un blanco y negro digital en condiciones, es un respiro enorme. No tanto porque se tengan que gastar una sartenada de euros en el cacharro sino porque implica que, en un futuro, podría ser posible fotografiar en blanco y negro sin preocuparse más que de componer y apretar el obturador en vez de pensar en balances de blancos, subexposiciones, ruido, aberraciones cromáticas y demás historias: hasta hoy, fotografiar blanco y negro en digital significaba fotografiar en color y luego transformar la imagen con todas las variables que ello supone. Y en fotografía (y esto es antes del megapixel y el RAW y Photoshop y Lightroom y los sensores de Canon) cualquier cosa que signifique saltarse procesos es: a) un ahorro de tiempo, y b) un aumento de calidad.
Sí, es paradójico: el digital nace para ahorrar tiempo y procesos (revelados, disponibilidad física de película, convertir tu cuarto de baño o la habitación de los niños en un cuarto oscuro) y al final la mejor manera de hacerlo es volver a fijarse en lo analógico.
Leica no es la única, ni la primera, en haber hecho este guiño a la fotografía tradicional. Fuji ya lanzó hace tiempo una serie de modelos con la capacidad de emular el aspecto de sus propias películas fotográficas. Así, la Fujifilm XM1 permite emular famosas emulsiones como Provia o Velvia (aunque por qué alguien querría emular Velvia es algo que se me escapa).
El movimiento de Fuji responde claramente al empuje de los filtros en la fotografía móvil y que de momento ha ido filtrándose en el mercado de las cámaras compactas, con un giro bastante inteligente: ¿Para qué inventarme filtros y efectos de luz si puedo transportar a mis sensores las películas que llevo décadas manufacturando? Para empezar, es una muestra de continuismo en la marca. Para terminar, es un bofetón a aplicaciones de móvil que incluían filtros similares pero de distinto nombre para no incumplir derechos (Hipstamatic, te miro a ti). Fuji vende filtros y efectos (aunque ellos lo llamen “modos de emulación” para que cante menos), pero son sus filtros y efectos, los mismos que las películas que desgraciadamente empiezan a dejar de fabricar.
Leica hace lo mismo: no nos vende un blanco y negro, nos vende el blanco y negro de Leica. Porque el blanco y negro (y el color, ya puestos) no depende sólo de la película o del sensor; también hay que tener en cuenta objetivos y mediciones de luz. Y si por algo se ha caracterizado Leica es por unas lentes y unas mediciones de luz muy propias. Es, al fin y al cabo, lo que les ha permitido ser una marca de culto, tener los precios que tiene y superar en cierto modo sus dificultades económicas. Y por lo que, probablemente, la elegirían Capa y Cartier-Bresson en una época en la que el formato de 35mm estaba todavía introduciéndose en el mundillo.
Y aquí volvemos a Capa, y a ese retorno a los orígenes románticos de Leica. En el fondo es muy lógico que hayan vuelto al icono que los hizo famosos en vez de apostar por una publicidad más en boga, que suele estar orientada al porrón de cosas que puedes hacer ahora que antes no podías. Fuji mira hacia su pasado pero sigue dejando espacio para el futuro. Leica parece haberse mirado en el pasado para hacer una apuesta de futuro, guiñándole un ojo a Lampedusa y su famoso “que todo cambie para que todo siga igual”. Habrá que ver si les sale bien o se convierte en otro vaivén para la compañía.