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Matando terrícolas por La Pequeña Febe

Érase una niña marciana que gustaba de salir con su nave espacial a matar terrícolas con sus amigos. Volaban en formación, atacaban por turnos, controlaban los mandos. Si uno moría, no importaba: tenía otra vida. Arrasaban ciudades, masacraban naciones, devastaban el mundo. Era un juego divertido… La niña se llamaba Febe. También le gustaba escribir. Lo hace cada día 13 en este sitio.

El mejor amigo de una niña marciana

Es bien sabido desde los tiempos inmemoriales, mucho antes de la creación y megaexpulsión gaseoso-etérea de magma cuántico y no sé cuántas cosas más, dicho de otro modo, de la confrontación cósmica de la energía con la materia, que toda forma de existencia, viva, inerte o esencial, precisa de la compañía de otra entidad para poder ser reconocida como tal.

Es decir, que no podemos ser ni tener ni conocer si no somos tenidos en reconocimiento por otros que verifiquen tal hecho independientemente de sus percepciones y creencias. Todos necesitamos de la otra parte, sea amiga o enemiga. De hecho, hasta yo necesito lectores, vosotros insulsos terrícolas, para saber que escribo pese a hacerlo confortablemente en mi solitario eremitismo literario en la luna de Saturno.

La cuestión clave aquí es que la relación entre criaturas es un hecho. Pero más lo es la riqueza de la diversidad de existencias, la variable multitud de formas que poblamos el universo. Entre todos nosotros, conformamos un conglomerado de posibilidades y probabilidades evolutivas que ningún dios podría siquiera bosquejar en su lienzo divino.

Yendo un paso más allá, es obvio también que la relación no es la misma según el espécimen o la rama taxonómica. En vuestro caso, os creéis de la manera más pretenciosa ser la cúspide de la evolución, cuando realmente dependéis de muchas otras especies de vuestro planeta hasta tal punto que os extinguiríais sin tenerlas de vuestro lado.

Es más, allá donde veis simbiosis, realmente establecéis dependencia. En concreto vuestras mascotas, animales de monta, bestias de carga y demás, son más vuestros amos que siervos, aunque no os deis cuenta. Realmente, los unos sin los otros no tendrían sentido. Jamás habríais llegado donde estáis sin su ayuda. Nadie se fija en ellos, pero están ahí.

Prueba de ello es que así se refleja también en los videojuegos que vosotros mismos desarrolláis. Voy a hacer un pequeño repaso por las apariciones relevantes de mascotas en el Arte Octal, sin las cuales sus amos-siervos no hubieran sido lo que fueron, así como algunos títulos cuyo objetivo principal es dar más compañía que diversión al jugador.

Para ir abriendo boca, voy a empezar con dos platos fuertes. El primero es Shadow Dancer , secuela de la legendaria saga Shinobi de SEGA, en la que el ninja protagonista iba acompañado de un lobo que resultaba realmente útil durante todo el juego. Casi sentías pena cuando lo herían y su tamaño disminuía temporalmente. El juego apareció en una excelente versión de recreativa que al adaptar a Mega Drive perdió mucho encanto.

El otro caso de mascotas por doquier, también en entorno de ninjas y samuráis, nos llega de la saga de lucha Samurai Shodown , en la que algunos personajes afrontaban los duelos en compañía y apoyo de criaturas diversas: Galford tenía al husky siberiano Poppy, Nakoruru al halcón Mamahaha (o el lobo salvaje Shikuru en una versión diferente del personaje), etc.

Tras estos dos emblemáticos recordatorios, quiero seguir con todo el cariño para el omnipresente fontanero Mario, que ganó el beneplácito de un simpático dinosaurio llamado Yoshi que le llevaría a cuestas en Super Mario World y más aún de bebé en la siguiente secuela Yoshi’s Island . Aparición estelar de un personaje prehistórico que, por otro lado, fraguó en la horripilante versión cinematográfica de Super Mario Bros .

Siguiendo la misma línea, no podemos olvidar a Epona, la fiel y siempre cercana yegua de Link, cuya primera aparición sería en Ocarina of Time para volver en entregas siguientes. No importa desde dónde se la llamara, ella estaba siempre ahí al hacer sonar aquellas melancólicas notas que sonaban tal que…

Para meter un toque de excentricidad, seguimos con un simpático título de 1990 para NES que ha sido rescatado y readaptado con una estética gráfica de agradable animación infantil para Wii. Hablo de A Boy and his Blob: Trouble on Blobolonia . En este juego de plataformas, un niño iba superando pantallas con la ayuda de su blob , una criatura semilíquida que podía convertirse en diversas formas útiles, como una escalera o un paraguas.

Otra saga que merece mención especial es Jak and Daxter , una especie de elfo aventurero que lleva al hombro a una especie de comadreja que resulta ser su mejor amigo tras el efecto de una maldición por un malvado brujo. Entre otras cosas, esta saga destaca por haber obtenido siete Record Guinness, como el de “Primer juego 3D sin cortes de carga”.

Dejando de lado títulos concretos, en este repaso por la aparición de mascotas en videojuegos, tengo que hablar de dos casos especiales en los que, mediante versiones virtuales de la realidad, se intentan suplir con más o menos éxito muchas carencias que los humanos desarrolláis con la soledad, ya sea interna o externa, la del alma o del cuerpo.

El primero de ellos vuelven a ser los MMORPGs y mundos virtuales de los que tanto ya he hablado, universos completos cargados de detalles a los que no les falta de nada. Incluida la posibilidad de tener mascotas a las que subir de nivel, comprar equipo y llevar de viaje y batallas al igual que con el personaje principal. Sobran los ejemplos.

El segundo caso son obviamente las mascotas virtuales, que vienen teniendo un éxito arrollador desde la aparición del Tamagotchi y su sucesor el Furby . Idea inicialmente enfocada con la saga Petz , al llegar las nuevas plataformas de mayor interacción física con el jugador, tales como Wii o Nintendo DS, han proliferado los Horsez , Nintendogs , My Best Friends: Cats & Dogs y muchas otras versiones con animales diferentes.

Yendo más allá e incluyendo técnicas realidad aumentada y captura de movimiento, títulos fuertemente enfocados al público más infantil como Invizimals o EyePet , permiten simular de algún modo, aunque sea meramente visual, que las criaturas de la pantalla existen o están más cerca de nosotros, aunque estemos acariciando la nada.

Sin tener muy claro hacia dónde os dirigís y si llegará el día en que sustituyáis vuestras viejas mascotas completamente por entidades virtuales, creo que yo he cumplido por esta vez invitando a la reflexión acerca de quién es realmente la mascota y quién el dueño.

La verdad es que no, no lo haréis. Os gusta sentir que tenéis dominio sobre otra criatura que por otra parte vivirá menos años que vosotros. En cierto modo os entiendo perfectamente.

Es lo que me pasa a mí con todos vosotros…


“Dos cosas me admiran: la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los hombres.”
Tristán, Flora

“Para mantener una verdadera perspectiva de lo que valemos, todos deberíamos tener un perro que nos adore y un gato que nos ignore.”
Derek, Bruce

La Pequeña Febe | 13 de noviembre de 2010

Comentarios

  1. Setentaydos
    2010-11-18 22:16

    ¿Y qué me dices de las más de 400 mascotas en la franquicia Pokémon? Hay eventos en los que las personas sólo se juntan para intercambiar a estas criaturas; una vez conocí a un tipo que les llamaba por los nombres que él les había puesto, no por el nombre que aparecía en el videojuego, y sabía el número ID de cada uno, incluso hacía comentarios como “estoy muy orgulloso de mi (nombre de la mascota), apenas lo capturé hace 2 meses y es de los más fuertes”.

    Esa franquicia hace a los fans coleccionar toda la fauna en cada iteración del videojuego, sacando leves variantes en cada caso, suficientes para enajenar al fanático. Y ahí están ellos, fieles y obsesionados (sinónimos en este caso), dedicando más horas a la atención de un personaje virtual que a su misma persona.

    Podría decirse que esos fanáticos, asiduos coleccionadores de ‘ceros y unos’, son en realidad las mascotas de GameFreak/Nintendo.

    Una vez más, grandiosa forma de analizar el comportamiento y existencialismo humano utilizando la industria de los videojuegos. De mis columnas favoritas; insisto en que esto no debe ser lo único publicado, debe estar en más partes y tener su merecida publicidad-atención (tal vez un libro recopilando los mejores artículos?). Es refrescante para quienes solemos leer a escritores analistas de esta industria que lamentablemente juegan un rol muy ciclado.


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