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Profundidad de campo por Adrian Daine

La fotografía no ha muerto, sólo ha cambiado de formato. Sus valores y normas tampoco han desaparecido, sino que se han actualizado y nos obligan a mirar el mundo de otra manera. En Profundidad de Campo, cada día 23 repasaremos su evolución en un intento por demostrar que las dudas que origina son similares tanto cuando hablamos de megapíxeles y Photoshop como cuando hablamos de daguerrotipos y granos de plata, y explicaremos cómo interpretar un arte y oficio que, a su vez, interpreta el mundo para nosotros.

La lomografía o el emperador desnudo

En 1991, dos austríacos de vacaciones por Checoslovaquia compraron un par de cámaras baratas en un mercadillo. El modelo en cuestión era una copia rusa de una compacta de la marca Cosina, realizada en tiempos de la Unión Soviética como tantos otros productos de elaboración nacional que se copiaban directamente de modelos occidentales o japoneses. Estos dos austríacos pusieron muy poco empeño en hacer fotografías al uso ya que la calidad del aparato era tan escasa que ni se molestaron en aplicarse. El resultado al revelar los carretes traería la sorpresa: desenfoques extraños, colores alterados, sobreexposiciones… Los efectos eran tan extraños que estos dos chavales quedaron extasiados por la espontaneidad y el azar de su nueva cámara favorita: la LOMO LC-A.

Dos años después, más o menos, se crearía la Sociedad Lomográfica, un intento de recuperar los viejos cachivaches y aplicar la palabra espontáneo a un medio tan aparentemente serio como era la fotografía. Hoy en día, la Sociedad Lomográfica es un imperio consciente de lo moderno (en el mal sentido de la expresión) de su propuesta, y desde la aparición y hegemonía de la tecnología digital ha enarbolado la bandera del low fidelity y de la fotografía analógica. Mientras tanto, sus productos fotográficos, desde cámaras hasta película marca Lomography, pasando por accesorios a cual más chic, se venden a un precio desorbitado en comparación con el precio al que se pueden encontrar en páginas como eBay.

Pero vayamos por partes: la filosofía lomográfica se sustenta en un decálogo que enfatiza, sobre todo, la espontaneidad, el disparar continuamente sin pensar, sin mirar y procurando siempre divertirse haciendo fotos, como si el poseer el último modelo digital de Canon te convirtiera en un señor serio que sólo puede hacer fotos aburridas de tan técnicamente perfectas que son. Con esta especie de manifiesto la lomografía distorsiona el concepto de tomar fotos según el aparato que uses y comete el peor pecado posible: lo categoriza. Tomar fotografías de manera analógica es “lo que mola” en contraposición al usuario de digital al que se ve como un aficionado más centrado en los aspectos técnicos que en lo que está fotografiando. Sin embargo, las cámaras lomográficas son lo que son y hacen lo que hacen precisamente por factores técnicos (más precisamente, la falta de ellos) y no por la inventiva o la visión del fotógrafo. La filosofía, además, falla en la práctica. Si visitan ustedes las galerías de los “mejores lomógrafos” en la página oficial, verán que aquellos destacados lo son precisamente por conocer los efectos de su cámara, saber a qué pueden atenerse y fotografiar en consecuencia. Nada de “disparo sin pensar” o “me olvido de enfocar”. Las mejores lomografías son precisamente aquellas que se saltan a la torera el famoso decálogo y se obtienen de la misma manera en que usaríamos una cámara digital.

Más sobre el aspecto técnico: se apuesta por el uso de película como si éste fuera un proceso antediluviano del que todo el mundo se hubiera olvidado ya, como si la mayoría de los grandes nombres de la fotografía no siguiera utilizando película. Tal es la influencia de la lomografía sobre el uso analógico, que un servidor estuvo hace un par de semanas haciendo fotos por la calle con una cámara antigua de formato 6×7 y se me acercaron dos personas a preguntarme si aquello era “una cámara lomo”, porque usaba película, claro. En la misma tónica se encuentran los procesos: el uso de película caducada, el proceso cruzado, los flashes de colores o las dobles exposiciones también han sido asimiladas como “técnicas lomo” aun cuando se trata de técnicas existentes desde siempre.

En cualquier caso, la verdadera gravedad del asunto lomográfico la encontramos en el valor que se da a las imágenes, que es al fin y al cabo de lo que va la fotografía. En este aspecto, asistimos a un nivel de valoración similar al que se le critica al digital: en última instancia, podríamos decir que todo vale. Si en el digital se enaltece el uso del photoshop tanto si se usa con finura como si se exagera (ahí tienen esos espantosos HDR), la lomografía glorifica imágenes cuyo fondo es más obvio a mayor carga de “azar” encontramos en ellas. Así, los colores saturados y las composiciones caóticas destacan en imágenes que, de no tener tanta fanfarria y tanto envoltorio alocado, serían meros motivos incapaces de salirse del tópico. Esta tendencia la iguala a lo que siempre se ha denostado del ámbito digital, dado que en la lomografía, igualmente, la foto la hace la cámara y no el fotógrafo.

¿Es por tanto la lomografía esa revolución fotográfica, ese retorno a unas raíces menos preocupadas por el enfoque zonal, la hiperfocal o una medición de luz exacta y apropiada? Bueno, como en todo, existen excepciones ya mencionadas, fotógrafos conscientes de los límites y capacidades de la cámara que usan y que son capaces de adaptarlo al trabajo que quieren realizar, y no al revés. La lomografía como tal es tan válida como lo puede ser escribir relatos en una moleskine en vez de en una libreta de las de toda la vida. No va a haber mucha diferencia entre lo que produzcas pero la pose, la intención, las aspiraciones, son muy distintas.

Adrian Daine | 23 de marzo de 2011

Comentarios

  1. Celebes 2.0
    2011-03-23 20:47

    Dentro del todo vale estaría el aplicar, por sistema, un efecto “lomo”, con un programa de edición fotográfica, a cualquier imagen digital que hayamos obtenido. En la mayoría no estaremos mejorando nada. Pero una vez que le has pillado el gusto a editar …

  2. SuperSantiEgo
    2011-03-23 20:55

    Como se suele decir, sarna con gusto no pica. Son los gafapasta de la fotografía.

    Precisamente el otro día vi una cámara japonesa, digital, que hace el efecto lomo, con sólo 3Mpx y vídeos de 640×480. La baja resolución es lo que mola, claro.

    El precio, unos 150 €, con la que te compras una compacta que hace virguerías, y si quieres luego las lomificas.

    De todo tiene que haber en esta vida, mal que nos pese.

  3. Manuel Haj-Saleh
    2011-03-23 21:25

    “con sólo 3Mpx”, y eso es baja resolución. Mi primera digital fue una Sony Cybershot con 3.3Mpx, y entonces era la repera. Cómo cambian los tiempos, Venancio :D

  4. SuperSantiEgo
    2011-03-23 22:46

    Y la mía también tenía eso. Pero a día de hoy 150€ por una cámara que hace fotos “mal” adrede y además a una resolución muy superada es que es para hacérselo mirar.

  5. Unimouse
    2011-03-24 11:03

    Pagar una fortunita por una máquina que hace las fotos mal, es lo mismo que pagar más por unos pantalones lavados y rotos que por unos impecables: otro éxito del marketing en el imperio de los tontos.

    No es que entienda mucho de fotografía, pero las fotos Lomo me siguen pareciendo una Polaroid con revelado en laboratorio…y eso, las mejores.

  6. Cayetano
    2011-03-24 13:39

    GIMP Lomo Filter :-)


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