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Profundidad de campo por Adrian Daine

La fotografía no ha muerto, sólo ha cambiado de formato. Sus valores y normas tampoco han desaparecido, sino que se han actualizado y nos obligan a mirar el mundo de otra manera. En Profundidad de Campo, cada día 23 repasaremos su evolución en un intento por demostrar que las dudas que origina son similares tanto cuando hablamos de megapíxeles y Photoshop como cuando hablamos de daguerrotipos y granos de plata, y explicaremos cómo interpretar un arte y oficio que, a su vez, interpreta el mundo para nosotros.

World Press Photo

Hace unos días se fallaron los premios World Press Photo, uno de los premios principales, si no el que más, del mundo del fotoperiodismo. La elección de la foto del año, así como del resto de reportajes que conforman el grueso de premios de cada edición, responde siempre a conceptos como la honestidad, la capacidad de informar, lo novedoso o lo actual de los temas escogidos y la perspectiva más o menos original que se tenga sobre ellos. Como cada año el jurado lo conforman diferentes profesionales del mundillo, la importancia de esos factores varía y en más de una ocasión el fallo resulta polémico cuando no directamente incomprensible. Sin embargo, la cantidad de categorías asegura un buen número de reconocimientos más que merecidos, y las publicaciones siempre han sido un regalo para la vista.

La intención de la columna de este mes no es la de crear polémicas gratuitas ni de llevar la contraria por el puro placer de llevarla: como cualquier otro premio artístico, y más en fotografía, los fallos se ven sujetos a críticas dispares generalmente muy marcadas por las diferentes perspectivas existentes en torno al tema. En este caso específico, el fotoperiodismo no podría tener mayores debates sobre su función, capacidad y orientación. Si el año pasado la imagen ganadora era criticada por un uso visible del postprocesado para enfatizar la relevancia de algo tan aparentemente anodino como una mujer en una azotea, y hace cuatro años asistíamos perplejos a una imagen ganadora discutible hasta en el tema más básico de su propia composición, la de este año se nos presenta también con debate.

La chica de la imagen se llama Aisha Bibi y su mutilación facial tiene origen en los malos tratos de su marido. El retrato posee una luz suave que ni resalta ni suaviza la desfiguración, exponiéndola al espectador sin ningún tipo de gravedad añadida. La mirada de Aisha se enfrenta a nosotros con un ligero aire de resignación: no hay sufrimiento ni enfado ni ignorancia, y es lo que hace la fotografía más desgarradora aún. Pero a la vez, nos tememos, la hace también más accesible.

El fotógrafo Emilio Morenatti ganó en 2009 el certamen de Fotografía de Prensa Fotoprés con una serie que aborda la misma temática de la violencia de género de una manera parecida, dejando que sean los rostros los que hablen por sí solos componiendo e iluminando de la manera más impersonal posible, distanciándose del tema y creando así un mayor impacto. Pero si entramos a comparar, las imágenes de Morenatti resultan más crudas y difíciles de contemplar, no tanto por las diferencias técnicas del retrato como por la gravedad de las lesiones en las retratadas. La foto de Aisha Ibi nos muestra no sólo el rostro del maltrato sino también un pequeño halo de lo que era ese rostro antes de ser dañado. El impacto, así, se atenúa aunque sea lo justo para ser visible y publicable. Es una fotografía que va a caballo entre la exposición sin ambages de lo que ocurre en el mundo y la necesidad de que sea lo suficientemente bonita para no crear un rechazo instantáneo.

Ya discutimos en una columna pasada lo difícil que resulta publicar reportaje fotográfico en publicaciones cada vez más preocupadas por no molestar a sus lectores. Aunque el fallo de la imagen ganadora de 2010 lleva esta accesibilidad al límite, lo cierto es que World Press Photo se ha caracterizado en los últimos años por otorgar el máximo galardón a imágenes que poder exportar con mayor facilidad a otros medios (no hay más que ver la imagen ganadora de 2001 para llevarse una idea), una tentativa loable en tanto que lucha por la supervivencia de un medio necesario, pero que puede llegar a devaluar la fuerza que siempre le ha caracterizado.

Pero como decíamos antes, la foto ganadora, portada del libro en el que se publicarán el resto de premiados, no define a los mismos: ahí encontramos una gran variedad de reportajes que adolecen de mayor o menor coraje, pero que tratan tanto la actualidad como lo que menos sale en los telediarios con un pulso y una energía envidiables. Podríamos resaltar, por ejemplo, aquellos reportajes dedicados a la tragedia de Haití y la desesperación humana que retratan, o el proyecto de Fernando Brito sobre las víctimas de las guerras de la droga en Méjico.

La mayor polémica de este año, sin embargo, recae sobre el proyecto del alemán Michael Wolf, llamado A Series of Unfortunate Events, y que relata una serie de conflictos personales y sociales mediante la edición de imágenes capturadas por el famoso coche de Google Street View, y que ha recibido una mención especial del jurado. El guiño a las nuevas formas de considerar la fotografía es evidente, y debería dar mucho que hablar en un medio como el del fotoperiodismo, dada su lucha por evolucionar en un mundo donde la información y su manera de ofrecerla es cada vez más delicada.

Sin más, les invitamos a que contemplen los trabajos ganadores del World Press Photo y valoren ustedes mismos hasta qué punto el tratamiento de determinado tema es el apropiado o el realizado desde la mejor perspectiva posible.

Adrian Daine | 23 de febrero de 2011

Comentarios

  1. Celebes 2.0
    2011-02-25 12:16

    Tremenda responsabilidad, la del jurado del premio, de llamarnos la atención sobre una sóla imagen, un conflicto (las más de las veces), una historia terrible de entre muchas.

    Buen artículo.

  2. Marcos
    2011-02-25 16:59

    Desde mi ignorancia fotográfica, ¿es realmente una buena foto técnicamente hablando? Porque si no lo es, lo que se premia es un significado, una moral.

    Saludos

  3. Adrian Daine
    2011-03-01 15:51

    Marcos, disculpa la tardanza en responder!

    Técnicamente me parece una buena foto, ya que controla la luz, la posición y la composición con la clara intención de hacer un retrato muy formal, muy clásico, de manera que así el choque con el tema de la foto sea más gordo.

    No creo que sea tampoco un prodigio de técnica, pero está bien hecha. El premio puede depender de muchas cosas, se puede premiar una moral o un significado, y no me extrañaría que fuese de gran peso en este caso en concreto. World Press Photo suele dejar la técnica a cierta distancia a la hora de fallar sus ganadores.


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