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Profundidad de campo por Adrian Daine

La fotografía no ha muerto, sólo ha cambiado de formato. Sus valores y normas tampoco han desaparecido, sino que se han actualizado y nos obligan a mirar el mundo de otra manera. En Profundidad de Campo, cada día 23 repasaremos su evolución en un intento por demostrar que las dudas que origina son similares tanto cuando hablamos de megapíxeles y Photoshop como cuando hablamos de daguerrotipos y granos de plata, y explicaremos cómo interpretar un arte y oficio que, a su vez, interpreta el mundo para nosotros.

Fotografía hedonista

El verano del pasado año, la hermana del que suscribe finalizó dos semanas de intenso Camino de Santiago y para comunicarlo a sus allegados realizó una fotografía a la catedral con su teléfono móvil que envió justo después. La imagen no incluía texto alguno, otorgando más peso a una imagen de calidad escasa destinada a verse en pantallas minúsculas. Ustedes mismos tendrán sus propios ejemplos (o habrán sido perpetradores) de situaciones en las que una imagen ha valido más que los caracteres de un mensaje de texto.

La tecnología móvil lleva incluyendo la posibilidad de realizar fotos con el teléfono desde bastante tiempo antes de la salida al mercado del primer iPhone y de la subsiguiente moda de los smartphones. Cámaras rudimentarias, de uno o dos megapíxeles, cuya mayor utilidad suponía poder realizar fotos a tus amigos y familiares que luego poder asociar a sus números de contacto. Sin embargo, como todo, la fotografía móvil ha evolucionado hasta encontrar su propio nicho, probablemente menos prolífico como otros (la lomografía, por ejemplo), pero nicho al fin y al cabo.

Sin querer entrar en detalles técnicos y comparativas aburridas, la fotografía móvil ofrece hoy la posibilidad no ya de realizar una foto en condiciones visibles (al menos para una pantalla de ordenador), sino también de procesarla y transmitirla de manera inmediata a otros teléfonos o incluso a nuestras redes sociales. Lo primero es quizá lo que menos nos importa ahora mismo: ya sea por aplicaciones externas o por el amplio abanico de opciones que incluye de serie el aparato, y basándose generalmente en un sistema de filtros (siendo muy popular la aplicación que emula tonalidades y texturas de emulsiones famosas), se nos permite juguetear con la imagen tomada sin necesidad de preocuparnos por histogramas, capas de nivel, opacidades y compresión. La propia autoconsciencia de ser una imagen con unos propósitos concretos que no incluyen altas pretensiones resulta casi liberadora.

Esos propósitos concretos pasan por el segundo punto, que es el que más nos interesa y que caracteriza a la fotografía móvil: la comunicación.

Aunque en ambos casos estamos hablando de fotografía digital, la inmediatez de la fotografía realizada con cámaras digitales es distinta a la proporcionada por teléfonos móviles. En este último caso, el verdadero avance consiste en haber creado un propio sistema de comunicación, saltándose todos los procesos intermedios en el camino. Es cuestión de dar un par de toques a la pantalla táctil de nuestro teléfono y las fotos de la fiesta en la que estamos en este preciso instante quedan publicadas en Facebook y Twitter para deleite de nuestros contactos. Nos enviamos las imágenes vía móvil cuando antes hubiéramos hecho una llamada o enviado un mensaje de texto. Podemos, incluso, enviar la imagen a un correo electrónico con la función de que se publique instantáneamente en nuestro weblog (o moblog, para ser más estrictos).

La calidad técnica es realmente lo de menos, dado que lo fundamental es la difusión. Hasta en los aspectos más “artísticos” de los moblogs existe la consciencia de que lo publicado en ellos no ha pasado por más filtros que los de decidir, in situ, si la imagen que acabo de sacar merece ser publicada o no. Y generalmente los moblogs contienen una temática casual, anecdótica, una recopilación de curiosidades que nos topamos en la calle y que decidimos registrar: lo que antes no hubiera tenido espacio dentro de nuestras cámaras de fotos lo tiene ahora, y se trata de una fotografía pura, basada únicamente en el instinto y el sentido de observación del usuario. Las limitaciones técnicas son tantas que considerarlas es querer buscarle tres pies al gato; las eternas cuestiones sobre el mérito artístico que tanto atormentan a la fotografía digital (ya saben, que si hay más arte en el revelado tradicional que en el proceso por Photoshop, que si tiene más mérito una imagen sacada por una cámara manual que por una automatizada hasta la exageración, etc), esas cuestiones, decíamos, quedan desechadas en cuanto basta apretar el dedo índice contra una pantalla de plástico grano, iluminación, filtros y efectos varios. La motivación de la fotografía móvil no consiste en querer realizar un proyecto complejo o profundamente arriesgado (aunque el mes pasado ya veíamos que era posible). Es, de hecho, una motivación que despoja a la fotografía de muchos posos de trascendencia que han podido servir de lastre y de impostura. Es una motivación basada pura y exclusivamente en hacer fotos y dejar que el mundo las vea. Sin límites de tiempo ni de espacio. Por el puro placer de hacerlas.

Adrian Daine | 23 de enero de 2011

Comentarios

  1. SantiMB
    2011-01-25 10:51

    Yo también era muy escéptico al principio en cuanto a la funcionalidad de hacer fotos con un teléfono, pero ahora me parece una buena forma de comunicación que, además fomenta la creatividad. A la hora de elegir mis dos últimos móviles pesaron las características fotográficas por encima de otras.

    A parte de la ventaja que implica poder publicar la foto al instante en una red social o en un blog, existe otra que es la transportabilidad: todo el mundo lleva encima el teléfono móvil. Añadir también la capacidad de algunos de realizar vídeo en HD con una calidad más que decente, muy lejos de aquellos vídeos pixelados del principio.

    Como complemento existen lentes especiales para algunos modelos de móvil, así como aplicaciones de edición fotográfica. En definitiva, una nueva variante de la fotografía a tener muy en cuenta.


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