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Profundidad de campo por Adrian Daine

La fotografía no ha muerto, sólo ha cambiado de formato. Sus valores y normas tampoco han desaparecido, sino que se han actualizado y nos obligan a mirar el mundo de otra manera. En Profundidad de Campo, cada día 23 repasaremos su evolución en un intento por demostrar que las dudas que origina son similares tanto cuando hablamos de megapíxeles y Photoshop como cuando hablamos de daguerrotipos y granos de plata, y explicaremos cómo interpretar un arte y oficio que, a su vez, interpreta el mundo para nosotros.

Crítica de la crítica

La evolución de la fotografía, en lo que respecta a difusión e incluso promoción, tanto a nivel aficionado como profesional, pasa inevitablemente por internet y por Flickr, una plataforma que nace en 2004 sentando las bases de lo que hoy conocemos como redes sociales, pero fundamentada en la fotografía como denominador común de los usuarios.

Sin entrar demasiado en sus ventajas técnicas que convierten a Flickr en un sitio más que recomendable para empezar a publicar el trabajo de cada uno en la red (que va a parecer esto un product placement de primer orden), lo cierto es que su sistema de contactos, favoritos y grupos temáticos permiten una dinámica de debates e intercambio de opiniones bastante fructífera… para aquel que quiera realmente sacar algo productivo, claro. Como en cualquier otro lugar de internet, resulta facilísimo rodearse de las opiniones que más nos gustan y acomodarse en ese círculo vicioso de popularidad. En el caso de Flickr, una de las muchas respuestas a este tipo de actitudes son los grupos destinados a hacer una crítica indiscriminada de las fotos presentadas a debate. Por extraño que pueda parecer, la negatividad compulsiva llega a ser más constructiva que la adulación, aunque en algunos casos se llegue a unos excesos que no favorezcan nada más que a algunos que se divierten denostando gratuitamente el trabajo de otros.

Que es de lo que hemos venido a hablar aquí.

Hace unos años, un usuario de uno de los grupos más activos de esta temática, Delete Me (que ahora ha cambiado sus normas), incluyó la foto que tienen arriba con un título aleatorio y omitiendo que su verdadero autor era Henri Cartier-Bresson, padre del “instante preciso” y promotor de un tipo de fotografía basado en la intuición y la observación más que en la técnica y mecánica. No tardó en recibir comentarios sangrantes de todo tipo, desde la falta de enfoque de todo el conjunto hasta la confusión a la hora de decidir cuál era el sujeto de la fotografía, pasando por consejos de cómo conseguir que la foto tuviera mejor calidad con respecto a un uso de trípode, un elección de apertura coherente, etcétera. Sólo cuando hubo reunido un buen número de opiniones, reveló su “autor” el origen real de la imagen, con la pretensión clara de pillar en un renuncio a los que tan fácilmente la habían puesto a caer de un burro.

Muchas reflexiones se pueden sacar de este hecho aislado: el primero es la influencia de los grandes nombres, la diferencia de opiniones y criterios esgrimidos antes y después de saber que una obra en principio anónima pertenece en realidad a un artista consagrado. ¿Siguen siendo válidas esas críticas al enfoque y el encuadre una vez sabemos que el autor es Alguien? ¿Por qué somos más permisivos a la hora de “perdonar” esos detalles a la hora de compararlos con el instante decisivo que capturó Cartier-Bresson? ¿Podríamos perdonarlos de haber sido en realidad la foto normal y corriente que parecía ser? ¿Es, realmente, una fotografía normal y corriente?

Lo cierto es que uno de los comentaristas de dicha foto (pueden ver los 484 comentarios que generó, si tienen agallas, aquí) da en el clavo cuando puntualiza que la imagen está tomada en un contexto determinado, en el cual la visión y valoración de la fotografía era completamente distinta a la que tiene actualmente. Resulta inútil criticar la falta de enfoque de la imagen cuando se desconocen las razones por las que el fotógrafo decidió primar otras cosas sobre este aspecto en concreto. El nombre, obviamente, no importa, o no es realmente necesario para construir una crítica en cuanto a la foto (sí lo sería si queremos elaborar un análisis específico del fotógrafo, pero esa es otra cuestión). La foto demuestra una composición exacta en la que todas las formas presentes (el ciclista y su bicicleta, la barandilla de la escalera, las líneas de la calle, el acerado y los edificios) se combinan para crear una instantánea que sólo por milímetros no alcanza la perfección, y resulta obvio que tiene más mérito que una de dichas formas esté en movimiento. La contraposición del ciclista frente al resto de elementos estáticos es lo que le da el toque final, uno que no han sabido apreciar los que siguen creyendo que la falta de enfoque lastra a la imagen a los abismos de la indiferencia.

Con esto llegamos a otro de los puntos que pueden extraerse de este debate: la crítica, sus efectos y el peso que se le da. Una de las cosas que ha traído internet, y con esto nos referimos también a otros ámbitos artísticos, es la capacidad que otorga para presentar tus trabajos por otros cauces menos estándar y conseguir que llegue a más gente. La posibilidad de que todo el mundo tenga algo que enseñar y puede hacerlo crea, claro, la posibilidad de que todo el mundo pueda opinar de ello, sin que parezca importar demasiado la base o el criterio que se esconde detrás de cada comentario o crítica. Centrándonos en el mundo de la fotografía, no sólo Flickr es susceptible a generar este tipo de crítica, sino también cualquier plataforma que permita a otros usuarios dejar un registro escrito de lo que están viendo. El peligro real de todo esto, sin embargo, no procede tanto del emisor como del receptor. La reciprocidad del sistema de comentarios, la posibilidad de crear una red de contactos y grupos con respecto a nuestros gustos, hacen muy sencillo el conseguir exactamente el tipo de crítica que buscamos, un círculo vicioso que evoluciona hasta el punto de acomodarnos tanto que cualquier cosa que se salga de lo acostumbrado hace saltar las alarmas: desde recibir un número bajo de visitas hasta cualquier comentario que, con una base crítica o no, nos diga algo que no queremos escuchar.

Este tipo de dinámicas generan un nivel de crítica cada vez más bajo y orientado más a complacer (o intentar no ofender) que a realizar una ejercicio de análisis productivo. No todo pinta tan mal, sin embargo: igual de fácil es conseguir un número de palmaditas en la espalda óptimo para nuestro ego que encontrar usuarios y grupos dispuestos a sacar algo en claro.

Pero volvamos a la foto de Cartier-Bresson, al truco de utilizar a un maestro de la fotografía de manera encubierta para reventar todo el sistema de palmaditas. Que los usuarios no fueran capaces de realizar una crítica decente o de reconocer al verdadero autor no hace que la imagen sea intocable. La estratagema revela que debemos estar alerta del nivel de crítica que podemos recibir, pero también que las grandes fotografías lo son por cosas más allá de cuestiones técnicas e incluso compositivas. Como también se menciona en los comentarios, si Henri Cartier-Bresson hubiera tenido una cámara mejor seguramente habría cometido los mismos “errores” de enfoque. Haber elegido a este fotógrafo no es algo casual, tampoco. La filosofía del instante preciso no se basaba únicamente en la capacidad de observar aquello que destaca entre lo cotidiano y saber captarlo en una milésima de segundo. Es también la capacidad de sacar una imagen que cualquiera podría haber sacado. Se distancia de consideraciones técnicas y estilísticas para sublimar el puro talento de la observación. Fotografías más complejas habrían sido pilladas mucho antes: Cartier-Bresson fue el primero en convertir lo sencillo en arte.

Adrian Daine | 23 de agosto de 2010

Comentarios

  1. Cayetano
    2010-08-23 13:40

    En el año 1982 organizamos una exposición de fotografías de José Julián Bakedano fui el encargado de positivar los negativos y organizar las series, una de las series eran tomas casuales obtenidas dentro de un autobús. El público (y alguno de los gestores de la sala) no entendían el valor de aquellas instantáneas en blanco y negro, desenfocadas de composición azarosa y poco ortodoxa, etc. Pero otras series más cuidadas técnicamente “salvaban” el conjunto según los expertos. Hoy esa, digamos técnica, es un valor estético aceptado.

    Sin embargo, en mi opinión, el valor de la una fotografía (como la de muchas obras de arte) depende mucho del contexto en el que se presenta la obra. Que la obra se presente en el Guggenheim o en un bar cultureta influye. Tambien influye la calidad de una edición en papel, la firma y calidad de un escritor que “analiza” la obra, etc.

    Tambien es importante entender que la “calidad artística” no es un valor democrático y que la “trayectoria” profesional de autor juega un papel muy relevante en este juego.

    Quiero decir que, suponiendo que la obra tiene un valor intriseco, los factores externos a la obra juegan un papel muy importante.

    Termino, la mayoría de los usuarios de Flickr no tienen capacidad (demócratica) para que sus valoraciones influyan en un supuesto catálogo de algo llamado Historia de la Fotografía.

    Salu2

  2. Marcos
    2010-08-23 18:04

    El experimento con la fotografía de Cartier-Bresson es interesante sobre todo por algo difícilmente perceptible: la reacción personal de cada uno de los que criticaron la foto al saber que era de él. Porque es evidente que, en mayor o menor medida, nadie escapa al influjo de lo externo a la propia obra de arte a la hora de juzgarla: no “recibimos” de la misma manera una obra anónima y sin referencias que una de autor conocido. Porque como bien dices, seguro que muchas de las críticas que se le hicieron a la foto están bien hechas, lo cual no tiene nada que ver con el hecho de que sea una gran fotografía.

    Saludos

  3. Adrian Daine
    2010-08-23 20:46

    Cayetano, hoy por hoy es muy difícil decir que Flickr, como plataforma, va a influir en algo como la Historia de la Fotografía, pero yo tampoco me fiaría mucho. Para empezar, Flickr ya ha servido de base de operaciones a un gigante como Getty Images para nutrirse de fotos de stock. Algo polémico, no muy ético, pero que demuestra que no se debe minusvalorar esa capacidad democrática que se atribuye a los usuarios. Los cuales son los que deciden, con sus visitas y sus favoritos, la tendencia a seguir para muchos otros que visitan el portal y se fijan en las fotos más vistas, más seguidas, más destacadas. Que no es que mañana James Nachtwey o Martin Parr vayan a cambiar su estilo y variar sus objetivos en función de Flickr, pero no me extrañaría que en el futuro más de un fotógrafo consagrado citara Flickr como fuente de influencia e inspiración en algún momento de su trayectoria. Recordemos que hoy en día uno puede encontrar en Flickr mil fotos de gatitos y cientos de HDRs estridentes e hipersaturados, pero también podemos hablar de tú a tú con gente que trabaja en el medio a varios niveles de profesionalización.

  4. Cayetano
    2010-08-25 14:10

    Adrian: Una nota apresurada que no se merece tu artículo ni tu comentario pero allá va: Hay un precedente a Flickr que es deviantART donde hubo una bronca importante con sus usuarios cuando deviantART decidió cambiar los términos de su alojamiento y hacerse con parte de los derechos de las imágenes allí publicadas. En Flickr hay rollo con fotografías de cierto nivel profesional, etc.

    De los fotógrafos profesionales que conozco la opinión general es: Si hoy ofreces algo gratis no esperes cobrar mañana por tu trabajo.


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