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Matando terrícolas por La Pequeña Febe

Érase una niña marciana que gustaba de salir con su nave espacial a matar terrícolas con sus amigos. Volaban en formación, atacaban por turnos, controlaban los mandos. Si uno moría, no importaba: tenía otra vida. Arrasaban ciudades, masacraban naciones, devastaban el mundo. Era un juego divertido… La niña se llamaba Febe. También le gustaba escribir. Lo hace cada día 13 en este sitio.

Calles de rabia o la ira de los libertos

Es esta la primera vez que Mercurio entero se estremece ante mi ira y mi malhumorada total desaprobación del último de los actos más aborrecibles de la especie humana. Es este un momento de pena, de rabia, de fuerza de voluntad para retener mis ansias destructivas. Es aquí cuando debo por fin trasgredir una de mis reglas de oro.

Por primera vez en mi historia como cronista marciana, voy a relacionar el contenido de un artículo con el del inmediatamente anterior. La culpa de todo la tiene esa compañía a la que admiro, venero, respeto y adoro tanto como aborrezco, odio, desprecio y permito seguir existiendo aún no sé por qué.

Sí, mis queridos terrícolas. SEGA lo ha vuelto a hacer.

Pero esta vez se ha pasado de la raya. Ha tocado lo intocable. Ha profanado lo sagrado. Ha traspasado las fronteras de lo imperdonable. Resulta que ha acometido contra la mayor fuerza de todas, disparando hacia el blanco pequeño, reduciendo al elemento débil. Es el recurso del que se cree fuerte y no lo es, del vanidoso, pero sobre todo del que tiene miedo.

Añadiéndolo a la lista del mes pasado, SEGA ha realizado otro acto sucio e ignominioso, precisamente el peor de todos: el de censurar. Censurar además a los pequeños grandes seres, al pueblo llano, a la humilde comunidad sin ánimo de lucro, a los creadores por amor al arte, al arte octal nada menos, el más excelso de todos. Pero caerán, nos vengaremos, unidos y juntos somos y seremos más y mejores, porque…

Está bien. Es hora de contar lo que ha pasado.

Por fin llegó la ilusionada salida del esperadísimo Streets of Rage Remake a cargo de Bomber Games, equipo de desarrollo independiente, un proyecto de miles y miles líneas de código, un trabajo titánico cargado de revisiones, de arreglar errores, de noches sin dormir y de realizar mejoras en sus muchas versiones a lo largo de ocho años de proyecto.

El producto final resultante es un muy digno tributo a probablemente la trilogía que supuso una de las mejores sagas de beat’em up de todos los tiempos, jamás continuada oficialmente (otro error imperdonable de SEGA), abandonada y relegada a aquellos lejanos 16 bit (hubo también versión de 8 bit para Master System y Game Gear).

Ojo, que si bien aquellas máquinas noventeras demostraron ser más que suficientes para proporcionar horas y horas de entretenimiento, es innegable que ya quedaron muy atrás y muchos jugadores hemos soñado con una cuarta entrega de la saga en cualquiera de las plataformas siguientes a MegaDrive.

El citado remake es realmente bueno. Tiene todos los escenarios de la trilogía, todos los personajes, es posible jugar en modo cooperativo con una CPU que demuestra tener una inteligencia artificial mayor que la estupidez natural de la mayoría de los terrícolas. Entre otras cosas, presenta varios modos de juego, tienda de objetos, argumento adicional ilustrado, suavizado de gráficos, remasterizado de la banda sonora… Está cuidado al detalle y mimado hasta la caricia. Se nota en cada frame , en cada píxel , en cada bit .

Pero no. SEGA no se puede estar quietecita ni calladita. La tiene que defecar una vez más. Al parecer a los pocos días de la publicación de la noticia y la puesta online de los ficheros del juego completamente gratuito, SEGA vetó el enlace bajo amenaza de demanda por licencias, derechos y propiedad industrial, siendo que se trata de un proyecto amateur y sin ánimo de lucro alguno.

El excelente producto no supone ninguna amenaza para una multinacional de esta índole, no es más que un tributo en toda regla como los que hacen en la industria de la música los artistas que hacen versiones de otros grupos. Pero es más, las cosas como son, posiblemente supere a los originales de algún modo. Ahí radica el problema: envidia, exclusividad, celos.

Los grandes temen a los pequeños cuando estos demuestran la pasta de que están hechos, de cómo con pocos recursos se pueden derrocar los resultados de millones de dólares invertidos en marketing, desarrollo y distribución. Aquí radica el encanto, el misterio, la fantasía y la magia desatada por la ilusión, la constancia, la perseverancia, el talento.

Dejando de lado si el artista nace o se hace o se rehace o deshace o renace con cada muerte de sí mismo, lo cierto es que hay un volumen de genios desaprovechados, de especímenes especiales, de desarrolladores en la sombra, que son capaces de crear y diseñar videojuegos alucinantes por el mero amor de hacerlo y sin ningún incentivo de otro tipo.

Estos ejemplares sujetos conforman la denominada scene , que supone toda la comunidad de desarrolladores independientes no profesionales que programan o diseñan o dibujan o componen o escriben o sueñan ideas en forma de arte octal, en forma de videojuego. Su único objetivo es disfrutar haciéndolo y que el resto del mundo disfruten jugándolo.

Pese a su habitualmente poco conocida existencia, están ahí, entre nosotros. Se agrupan por Internet en foros, hablan por canales exclusivos de chat por IRC, a veces quedan en grupo para ponerse caras más allá de sus avatares y sus proyectos, dan forma y cuerpo y alma a eso que ellos mismos llaman software libre bajo licencias de código abierto.

La scene es fuerte, más de lo que nadie que esté fuera de ella puede imaginar. Está repartida por todo el mundo y es capaz de reducir enormes cantidades de beneficios de las grandes desarrolladoras. Algunos son expertos en hacking , descubren las formas más inverosímiles pero efectivas de piratear , flashear o chipear videoconsolas para que acepten copias de juegos no adquiridas por los medios convencionales.

No son malos. Simplemente los hay más benevolentes, otros no tanto. Pueden continuar sagas, como los de SoRR o la tercera entrega de Shenmue . Pueden editar sus propios fanzines , revistas independientes donde analizan juegos de manera objetiva y sin sobornos. Pueden explorar y explotar plataformas libres como GP32 o GP2X . Pueden hacer lo que quieran no solamente porque quieran sino también porque pueden.

Una pequeña parte consiguen colmar su sueño y entrar en la industria de algún modo, bien sea a través de los marketplaces tipo App Store , Android Market o Xbox Live que tanto éxito han tenido últimamente debido al cambio de filosofía en el canal de distribución que no para de gobernarnos. Aparecen de este modo títulos como Angry Birds , Castle Crashers o Zombieville USA .

Sea como sea, la realidad es que están ahí y son capaces de hacer grandes cosas, de competir incluso con las enormes corporaciones y llegar hasta el borde del desafío. Tenemos la prueba con este último suceso entre SEGA y Bomber Games, que espero por el bien de los primeros que se solucione con buen final para los segundos.

Pero sobre todo que se resuelva para toda la comunidad de fans de la saga que volvemos a llevarnos otra decepción por cuestiones legales y de acaparamiento comercial. Claro que aunque los enlaces se hayan retirado, no quiere decir que no se pueda conseguir el juego por otros medios, evidentemente.

La cuestión queda aquí aparcada de momento, de manera que yo me despido de camino a otra galaxia donde tendré que arrasar algún planeta para desahogarme y tranquilizarme, ya que la ira me embarga, la rabia de las calles me envuelve y el cielo furioso me llama.

Tranquilos. Cuando vuelva estaré más relajada. Las chicas tenemos prontos apocalípticos de estos, ya sabéis.


“Hablando francamente, es preciso que nos encolericemos alguna vez para que las cosas marchen bien.”
Nietzsche, Friedrich

“Si valoramos nuestra libertad, podemos mantenerla y defenderla.”
Stallman, Richard

La Pequeña Febe | 14 de mayo de 2011

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