Érase una niña marciana que gustaba de salir con su nave espacial a matar terrícolas con sus amigos. Volaban en formación, atacaban por turnos, controlaban los mandos. Si uno moría, no importaba: tenía otra vida. Arrasaban ciudades, masacraban naciones, devastaban el mundo. Era un juego divertido… La niña se llamaba Febe. También le gustaba escribir. Lo hace cada día 13 en este sitio.
Siempre me ha fascinado cómo la inmaterialidad de la esencia artística puede adoptar una forma física según las leyes del espacio y el tiempo. No quiere decir que no pueda hacerse trampas y quebrantarse el reglamento cósmico como un niño roba galletas de la caja que sabe no debe tocar en lo alto de la estantería. Claro que siempre corre el riesgo de caerse de la silla. Pero no importa, tienen trocitos de chocolate.
En concreto, de las paradojas que más me impresionan de vuestra raza terrícola es esa extraña obsesión por el culto al cuerpo, por aparentar, por ser piezas de moldes estereotipados, pero a la vez por hacer trampas precisamente para obtener esos cuerpo sin privaros de satisfacer vuestra gula y paladar. Siempre me habéis parecido pura contradicción, pero en concreto con vuestro aspecto exterior sois la mayor indeterminación.
Es más, para darle todavía más sentido al objetivo inconstante de mostrar una falsa perfección estética, podéis llegar a idear todo tipo de artilugios de mayor o menor éxito para no tener que hacer los sacrificios naturales. Es cierto que muchos de vosotros sí pasáis horas y horas de gimnasios, carreras y habéis inventado ese sustituto de la guerra y la lucha librada en competitiva batalla que es el deporte.
Pero seamos francos. Igual que apenas unos pocos de vosotros son capaces de comprender los mecanismos de la generación del arte, producido para el consumo y desentendimiento del resto, los deportistas profesionales son sólo un leve porcentaje que actúan para satisfacer las ansias de victoria y frustraciones personales de sus espectadores, tal y como se hacía desde el circo romano y sus gladiadores.
Ahora bien, si mezclamos todo eso y dejamos de lado los aparatos mágicos de teletienda nocturna que adelgazan a base de microdescargas eléctricas directas a tus costillas, tenemos que el objetivo de no salir de casa y de divertirse mientras se hace ejercicio ha acabado irremediablemente llegando a los videojuegos a medida que la tecnología ha avanzado, provocando el advenimiento de un nuevo paradigma.
Ya hace tiempo que esto ha ocurrido, especialmente desde el aterrizaje de Nintendo Wii a las casas y algunos de sus juegos y periféricos, como WiiFit . Desde hace un par de años se viene hablando poco a poco del término wiitis de la misma manera que se habla del codo de tenista, como un dolor muscular o de articulaciones por jugar demasiado tiempo con el Wii mando.
Todo este cambio de paradigma ha provocado sin lugar a dudas una revolución que ha tocado todos los palos. La tecnología asociada ha evolucionado de forma exponencial, la rivalidad comercial entre compañías ha sido encarnizada, el tipo de jugador casual se ha impuesto radicalmente al habitual, han nacido nuevos tipos de juegos, nuevos géneros, e incluso algunas sagas se han tenido que adaptar al nuevo modelo.
Abordando cada punto por separado, aunque no en el mismo orden, podemos empezar por ejemplo citando la llegada reciente de los contraataques a Nintendo, casi a la par en mercado, de las otras dos compañías predominantes en el sector: Microsoft con Kinect y Sony con Move . El primero de ellos ya apretaba muy fuerte cuando anunció hace algo más de un año su Proyecto Natal y lo que se venía encima al resto con el desarrollo de esa idea.
Tras esto llegó la salida final del producto bajo el nombre de Kinect con un despliegue de promoción y marketing sin precedentes, una lista de títulos variada y atractivamente enfocada al jugador casual y al público general, infantil y entretenimiento familiar, donde según el propio titán informático, “tú eres el mando”.
En la misma línea Sony aparece un tanto precipitadamente con Move, una descarada imitación del Wii mando que ya había sido mejorado por Nintendo el año pasado con un sensor giroscópico de mayor precisión con el nombre Wii Motion Plus . Sin duda alguna esto es una guerra a tres bandas, ahora más que nunca.
Claro que ahora cabe preguntarse el porqué de todo esto en un ejercicio de retrospectiva. Quiero decir, las plataformas de videoconsolas de la actual generación tienen una potencia deslumbrante. Se ha invertido mucho dinero y tiempo precisamente en desarrollar y lanzar dichas tecnologías para que al final acabemos volviendo un poco al paradigma de buscar entretenimiento rápido, fácil y para todos los públicos sin importar ya tanto los gráficos.
Se ha impuesto un objetivo distinto en el que la prioridad es sacar periféricos que se adapten al nuevo modelo, desaprovechando la potencia computacional que ha quedado relegada a un segundo plano y ya de paso alargando la vida de la generación de plataformas, reutilizándolas como elemento de entretenimiento pero bajo un enfoque y concepto distintos.
Eso sí, hay que decir que les ha venido al pelo. ¿O quizá no tanto? Es esta una disyuntiva que podría estudiarse y calcularse con cifras estimativas para satisfacer a curiosos e inversores. Este planteamiento que dejo caer sujeto a debate, realmente a mí me resulta indiferente, pero desde luego sí que aviva mi curiosidad por qué vendrá después, si más periféricos o nuevas consolas, eso sí, menos potentes pero más versátiles.
Cambiando de tercio a otra consecuencia característica de toda esta revolución, no pocos títulos subproductos de firmas y marcas consolidadas han tenido que reorientarse para la adaptación al nuevo mercado imperante, llegando incluso a formarse contratos de exclusividad de por medio para su salida única para una sola plataforma con SU tecnología de detección de movimiento.
Un caso bastante destacable y ejemplo claro de todo esto es el del nuevo Virtua Tennis 4 , exclusivo para PS3 con Move. A decir verdad, no voy a entrar en cómo SEGA ha podido defraudar a los fans de la excelente saga de simulación de tenis, dejando fuera a todos aquellos que no tengan una PS3, por no hablar del cambio radical de control, que resulta ajeno a la esencia de los títulos anteriores. Vaya, al final he entrado.
Pero la cosa no acaba aquí. Un porcentaje altísimo de los juegos que han aparecido en los lanzamientos de las nuevas tecnologías, claramente enfocados al público general y no al jugador consolidado y exigente que busca un mayor impacto y cuidado de los detalles, unos gráficos elaborados, una banda sonora épica y una historia que enganche, han priorizado la jugabilidad pasándola al primer plano, aproximándose cada vez más a un virtual realismo del movimiento humano.
No es raro tampoco ver los simuladores de mascotas virtuales con los que interactuar con el propio cuerpo o los juegos musicales de cantar, tocar y bailar. La cuestión principal aquí es si acabaréis todos los terrícolas privados de vuestra escasa capacidad de relación y haréis siempre deporte y otras actividades solo en casa e incluso no descarto que intiméis en las relaciones personales y cibercopuléis hasta tener hijos kinectizados. Ahí lo dejo. Pensadlo.
Mientras lo pensáis y sobrevivís a esta nueva revolución, como marionetas y juguetes de mi consciencia, manejados por los hilos de mi voluntad sin necesidad de periféricos especiales adaptados, yo os dejo por esta vez rumbo a una galaxia nueva de viaje de negocios de la que quizá si sois buenos os traiga un recuerdo más allá de las estrellas.
En el peor de los casos, siempre podéis volar por los aires o dejar que vuestra soñolienta imaginación lo haga.
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“Todos o casi todos distinguen el alma por tres de sus atributos: el movimiento, la sensación y la incorporeidad.”
Friedrich von Schiller, Johann Christoph
“En las revoluciones hay dos clases de personas: las que las hacen y las que se aprovechan de ellas.”
Napoleón Bonaparte