Érase una niña marciana que gustaba de salir con su nave espacial a matar terrícolas con sus amigos. Volaban en formación, atacaban por turnos, controlaban los mandos. Si uno moría, no importaba: tenía otra vida. Arrasaban ciudades, masacraban naciones, devastaban el mundo. Era un juego divertido… La niña se llamaba Febe. También le gustaba escribir. Lo hace cada día 13 en este sitio.
Parece ser que millones de años de evolución no han sido suficientes para demostrar a las mentes más obcecadas de todo el cosmos que en la especialización está la clave del éxito de un macroorganismo. Que si se alcanza una descentralización absoluta de todas las tareas, se diversifica y delega y acepta el papel que cada entidad desempeña en el Universo, éste sabrá cómo recompensarla.
Quiero decir, los terrícolas adolecéis de haber cultivado multitud de campos del conocimiento, de haber explorado multitud de disciplinas y descifrado los secretos de la ciencia, de los mecanismos sociales, de la optimización de los procesos de producción, de la capacidad de autocontrol y simbiosis correlacionada entre vosotros mismos y las aptitudes que cada uno desarrolla.
Pero todo eso es falso. Desde el punto de vista de una observadora marciana que escribe desde una luna de saturno al menos. La cuestión clave es que desde aquí arriba (o abajo, según el periodo solar) os veo como pequeñas criaturitas que se mueven, interactúan, nacen, mueren, se reproducen, viven o se matan. No es muy diferente a lo que vosotros sentís por los artrópodos, insectos y arácnidos, más comúnmente llamados bichos.
Os autoproclamáis como la cúspide de la cadena evolutiva y os sentís superiores a esos pequeños seres que viven bajo vuestros pies, que existieron mucho antes de que vosotros pusieráis vuestro primer pie sobre la Tierra pero que también existirán mucho después de que el último de vosotros sea masacrado, probablemente por mí, cuando llegue el momento si no os autodestruís mutuamente unos a otros primero.
En concreto quiero fijarme especialmente en las especies eusociales, aquellos organismos que dependen completamente unos de otros hasta el último sujeto que los compone, en el que cada uno hace una función concreta dentro de la sociedad y no podría sobrevivir ni tendría sentido de la existencia en solitario. De entre los posibles candidatos como termes y abejas, hay un caso que ha hecho recurrente aparición en el arte octal: las hormigas.
Quiero comenzar la lista con una simpática hormiguita que empujaba fichitas de colores pasando pantallas en un divertido y en ocasiones realmente complicado juego de puzzles llamado Push-Over , todo un clásico de la compañía Ocean del año 1992. El objetivo de la hormiga era ir por la pantalla empujando y colocando estas fichas que caían cumpliendo un elaborado efecto dominó que dependía del tipo de ficha o la posición de la misma.
Pero realmente este juego no supone una aproximación a ras de tierra o bajo ella, allá en el hormiguero, de lo que ocurre dentro de éste. No es fácil mantener una reina ponedora de huevos así como todo un ejército de defensoras guerreras y una hueste de obreras trabajadoras. Para ello hay que salir al exterior, colonizar, invadir, explorar, supervivir.
Corría el año 1991 cuando Will Wright (otro Indultado del que hablaré en un artículo posterior) lanzó a través de Maxis SimAnt , premiado un año después por la Asociación de Distribuidores de Software como “Mejor programa de simulación”. Lamentablemente pese a ello fue un título poco popular, lo que repercutió en las ventas, alrededor de cien mil copias.
El objetivo del juego era desarrollar el futuro de una colonia de hormigas ubicada en un jardín familiar, intentando llegar a invadir toda la vivienda doméstica para obligar al dueño a venderla. Para lograrlo había que combatir enemigos como arañas o un segunda colonia enemiga de hormigas rojas, o esquivar el cortacésped de los humanos.
Permitía controlar cada hormiga por separado, cada una realizando las labores propias de la casta a la que pertenecía, fuese reina, obrera, soldado o macho. Además de todo esto existían también otros dos modos de juego para observar la evolución de la colonia o intentar conquistar la otra colonia enemiga eliminando a su reina.
Más adelante en el año 2000 aparece de la mano de Microids El imperio de las hormigas . Misma idea, mismo concepto, pero mucho más cuidado, gráficamente más bonito y en 3D, más completo, con más posibilidades y en esta ocasión precisamente a quien controlamos son hormigas rojas.
A través de los escenarios se van superando diversos objetivos que poco a poco llevarán al desarrollo y ampliación de la colonia hasta su auge final. Cargado de buenas dosis de estrategia y gestión social a tiempo real, las castas o el proceso de puesta eran algunos de sus puntos fuertes.
Otro curioso título relacionado con estas simpáticas criaturitas es una modificación que se hizo sobre otro videojuego de estrategia muy aclamado de los años noventa. A partir del motor de Warcraft II , nació Magnant , cuyo sistema era mucho más bélico y menos de simulación que los otros que hemos mencionado. Entre otras cosas, porque las hormigas llevaban catapultas y libraban guerra pura y dura, de la que a mí me gusta.
Para acabar, os contaré una curiosidad. ¿Sabíais que el nombre que vuestros científicos dieron al eslabón evolutivo entre las avispas y las hormigas, el punto en que se separaron genéticamente y se considera como la primera hormiga es el de martialis eureka o la hormiga de Marte?
Quizá algún día seáis sorprendidos por aquellas que viven bajo vuestros pies y me ahorren el trabajo de masacrado que tantas ganas tengo de llevar a cabo con vosotros. Quién sabe.
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“La civilización es, entre otras cosas, el proceso por el que las primitivas manadas se transforman en una analogía, tosca y mecánica, de las comunidades orgánicas de los insectos sociales.”
Huxley, Aldous
“No puedes tener un picnic sin hormigas.”
Campbell, Timothy
2010-08-31 06:32
Que manera más interesante tienes para abordar cualquier tema de videojuegos. Dónde se pueden leer más cosas tuyas? No creo que esto sea lo único disponible en toda la www…
2010-09-01 13:22
Mi pequeño terrícola…
Me halaga que me consideres una promiscua literaria pero sinceramente esto es todo cuanto puedes encontrar de mí en estos momentos.
Claro que con tu comentario me has animado a animarme. Lo pensaré…