Como marciana invasora y por tanto gran amante de la guerra que soy, tengo plena consciencia de que todo buen ejército que se precie debe tener un departamento de inteligencia eficaz. Disponer de un cualificado servicio de espionaje para poder adelantarnos a los movimientos del enemigo y conocer sus estrategias mejor que él es imprescindible para ganar la batalla antes de que ocurra.

Pero tranquilos que no voy a hablar este mes de los juegos de sigilo que todos conocen o de los espías más famosos al servicio de su majestad la reina, sino de por qué es necesario mantener secretos en la industria del videojuego, de la importancia de la confidencialidad, los alias y el evitar a toda costa filtraciones y confesiones protegidas, así como el fenómeno de introducir bulos y falsas expectativas en la comunidad de jugadores.

Empezaremos fuerte. En concreto vamos a abordar las generaciones de videoconsolas y la importancia de sus nombres clave, aunque como veremos es una práctica común también en algunos títulos de juegos concretos muy esperados. Sencillamente cuando el proyecto de una nueva plataforma está en marcha, por argucias del marketing y otros misticismos es obligatorio dar a conocer al pueblo llano nombres falsos.

La tendencia a usar otros nombres para los nuevos dispositivos que estaban por llegar apareció allá por los noventa con la esperada Nintendo 64, primeramente llamada Project Reality (“Proyecto Realidad”). Dado que Sony ya había lanzado su PlayStation y Sega competía en el mercado con Saturn, se formó todo un ambiente de misterio e incógnita alrededor de esta plataforma.

Con ella Nintendo sorprendió al mundo mostrando una máquina que se distinguía de sus contemporáneas por dos aspectos fundamentales: mientras que las primeras tenían 32 bits y los juegos en formato CD, ésta seguía utilizando los clásicos cartuchos y tenía 64 bits. Para el nombre definitivo no se comieron mucho la cabeza: Nintendo 64.

Siguiendo aquella tónica, en la generación siguiente SEGA aplicó la misma estrategia anunciando su próxima llegada de la White Belt (“Cinturón Blanco”), aunque también se la conoció popularmente por el nombre de su segunda placa base, Katana. Más tarde aparecería en el mercado como Dreamcast.

La rival Nintendo que había iniciado esta mascarada no se quedó atrás y para codificar su GameCube nos hizo creer a todos que jugaríamos con una Dolphin. Años más tarde, seguiría manteniendo su tónica con la Revolution, quizá la que más expectación y crítica recibió al hacerse público mundialmente su verdadero nombre como si de un evento de trascendencia mundial se tratase. Efectivamente, hablamos de la Wii.

Ahora no sólo se aplica este criterio a las plataformas sino también a algunos títulos concretos muy esperados. Es el caso de la siguiente entrega de la saga del erizo azul más famoso de todos los tiempos, anunciada recientemente para este año como Sonic the Hedgehog 4, que lleva llamándose desde su primer anuncio en SEGA como el Project Needlemouse (que no encuentro una traducción apropiada pero que sería algo así como “Proyecto Ratón-con-pinchos”). Otro ejemplo más de que cualquier pasado fue mejor o si no lo fue muchos querrían volver de todas formas.

No hace falta decir qué pasaría si hubiera algún tipo de filtración o escape de información ante este tipo de noticias. Rodarían cabezas sin duda. No es que sean secretos de estado militares, pero las compañías de videojuegos se cuidan muy mucho de mantener este tipo de expectación para fomentar el ansia y explotar el fenómeno fan.

Por todo este maravilloso caldo de cultivo que se forma de fans hambrientos de noticias y anuncios de nuevos productos surge paralelamente el maravilloso mundo de los fakes. Esos anuncios falsos que no en vano pueden alcanzar tal grado de difusión que llegan en ocasiones a convertirse en realidades por la demanda masiva de los seguidores.

Algunos de estos fakes son promovidos por los fans pero otros son estrategias comerciales y artimañas de negocios de las propias comañías de juegos para lograr que se escriban ríos de tinta y generar así toda rumorología que sirva de publicidad masiva tanto a la marca como al producto.

Quizá uno de los más comentados y ansiados acontecimientos es la aparición de una nueva plataforma por parte de SEGA, que abandonó el mercado de las videoconsolas tras el fracaso comercial de la magnífica Dreamcast, pasando sólo a ser desarrolladora de videojuegos para otras plataformas, entre ellas para Nintendo, su eterna rival.

Un fake de la Sega Dreamcast 2 que impactó a la comunidad

Para aquellos que en estos momentos piensen que el 2010 traerá una noticia de ese calibre, dejarles claro desde ya que lo más que SEGA va a lanzar es un híbrido extraño entre la clásica Mega Drive y la actual Wii, que ha bautizado como Zone Sega. Está claro que ya no saben qué sacar para captar nuevos jugadores casuales e impresionar a los de toda la vida.

Igualmente se ha anunciado hace no mucho que sería posible mediante un acuerdo de exclusividad desarrollar la tercera parte de Shenmue, esperadísima entrega de una de las sagas más reconocidas de la historia, tanto que un grupo de fans no profesional y sin ánimo de lucro habían empezado a crear su propia versión del título.

El caso es generar polémicas, comentarios, que la gente hable. Porque si la gente habla entonces te conocen, te critican, lo cual hace que hablen más aún. Se genera toda una red de cotilleos donde Internet, las revistas especializadas y el boca a boca conforman todo un conglomerado de datos que si bien más de la mitad son falsos o erróneos, sirven para dar fama y preparar la cama a lo que está por llegar.

Pero yo ya estoy por irme, porque ya estoy aburrida de contaros cosas que en el fondo ni comprendéis, ya que jamás conseguiría explicaros que tanto engaño, tanta mentira encubierta, tanta falta de sinceridad de vosotros hacia vosotros mismos será algún día el germen de vuestra propia destrucción…

… si los marcianos no llegamos antes.

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“Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas.”
Sun Tzu

“Que hablen mal de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen.”
Wilde, Oscar