Desde una luna cualquiera de Saturno, donde tanto me gusta estar para escribir, he observado durante mucho tiempo cómo los terrícolas creaban una y otra vez cosas que no servían para nada. Cosas que, por definición, son inútiles. La que más me ha llamado la atención de todas es el arte.

Aunque es este un concepto extraño que en mi planeta no he llegado a comprender del todo, a través de vosotros sí he sido capaz de alcanzar algunas nociones de lo que es arte y de lo que no. Arte es aquello que, por el mero capricho de hacerlo, se crea. Pero no sólo eso. Unas veces es necesidad personal. Otras una simple cuestión de talento. En todo caso no es sólo creatividad. También técnica, aprendizaje, esfuerzo, perseverancia.

Además, se tiene una intencionalidad declarada, un deseo expreso de representar o parir una idea en una forma completamente distinta al pensamiento intangible que la germinó. Estas formas, de lo más variopintas, son siempre manifestaciones físicas, acordes a los materiales disponibles y a las habilidades del artista.

En cualquier caso, a lo largo de los siglos han ido surgiendo nuevas formas de arte, como nuevas formas de expresión del mismo. Muchas veces, su aparición o ciertas variantes han quedado en entredicho como representaciones de la exigente Musa. Creo que hace no muchos años terrestres surgió una de esas citadas nuevas formas. Creo también que alguien debe darle la bienvenida como se merece. Por eso estoy aquí.

Pintura, escultura, arquitectura, literatura, música, danza, cine… Videojuegos. A medida que el mundo avanza, las distintas artes han tratado de deleitar a un número mayor de sentidos y percepciones al mismo tiempo. Los videojuegos se basan principalmente en la búsqueda de la interactividad a la mayor cantidad posible de niveles, incitando en algunos casos la toma de decisiones, haciendo ejercitar el cuerpo en otros, siempre huyendo de los meros contempladores pasivos.

Aunque se les asocie normalmente con el mero entretenimiento, también han sabido transmitir ilusiones, suscitar emociones o, en definitiva, provocar al pensamiento. ¿Por qué llamarlo arte entonces? ¿Por qué no seguir haciendo caso de tópicos sociales que relacionan este submundo con “cosas para niños”? ¿Por qué afirmar con rotundidad que es algo “muy serio”, en contra de la opinión pública?

Pues por muchas razones. Dibujantes, músicos, diseñadores gráficos, escritores, actores, modelistas y por supuesto, programadores, podrían aportar algunas. Yo, cada mes de vuestro calendario ofreceré las mías. Desde este humilde satélite contaré del impacto social, del ayer, del hoy y del mañana de este fenómeno, desde un enfoque menos lúdico y algo más revelador.

Cuestiones como censura y contenidos, industria y mercado, tecnología y recursos, revolución e innovación y, por supuesto, creación e inspiración. Desvelaré algunos de sus secretos, haré llegar varias curiosidades desconocidas, revelaré los misterios que hacen que este sea el octavo arte. Un arte que va más allá de lienzos, partituras y guiones, forzando la máquina de los sentidos, buscando imparablemente nuevas metas y hallando inexploradas formas de deleitar la mente humana.

Después de todo, quizá yo sepa mejor que vosotros qué es el arte, por ser, como es que rima, de Marte. Y aunque decís que este planeta es el Dios de la Guerra, quizá como es que rima y se os da tan bien, ese sea el vuestro… terrícolas.

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“El arte es inútil pero el hombre es incapaz de prescindir de lo inútil.”
Ionesco, Eugéne

“Mi obra es un juego, pero un juego muy serio.”
Escher, Maurits Cornelis