Libro de notas

Edición LdN
La guillotina-piano por Josep Izquierdo

La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.

El final de Sorolla

Para concluir con la serie de artículos sobre la exposición de la “Visión de España” de Sorolla en el Centro Cultural Bancaja de Valencia, voy a atender el ruego de algunos de mis lectores, a quienes, al parecer, les ha costado saber qué pienso yo sobre la obra, el pintor y la exposición.

Para mi, tanto el pintor como su obra, en términos generales, son poshlost, o como a Nabokov le gustaba decir, haciendo un juego de palabras, poshlust. Este término ruso al que el autor ruso dedicó doce páginas de su libro Nikolai Gogol (1944), incluye todas las acepciones de kitsch, más, en palabras del mismo autor “is not only the obviously trashy but also the falsely important, the falsely beautiful, the falsely attractive”, y es dañino porque provoca que la gente respete y admire formas falsas de belleza y verdad. Si quieren un modelo más cercano culturalmente, Sorolla es Pierre Ménard: Sorolla es autor de obras impresionistas como Ménard es autor del Quijote, por la misma vía y con los mismos métodos. Lo que ocurre es que ese solo hecho es extraordinariamente interesante y significativo no sólo sobre la España que intenta acceder a la modernidad entre los siglos XIX y XX, sino sobre nosotros, ahora.

Y en cuanto a “Visión de España” y su aggiornamento en este siglo XXI, tomo las palabras de José Luís Marzo, en su estudio sobre la política cultural exterior española de 2000 a 2004, que incluye una cita de José Carlos Mainer:

“No hay ninguna distancia entre este ideario nacionalista español actual y las premisas que movían a los más conspicuos representantes del nacionalcatolicismo franquista: “El ensalzamiento de un armonismo social primitivo, la formulación de un espiritualismo nacional, la apreciación de continuidades étnico-culturales, el enal¬tecimiento del héroe solitario, la atractiva mezcolanza del desprecio por la política práctica y la exaltación anárquica del individuo singular.””

La visión de España que transmite Sorolla (sea la suya o no) es franquista avant la lettre, y se corresponde punto por punto con la descripción que hace Mainer del ideario cultural de los intelectuales liberales de Franco.

La exposición “Visiones de España” de Sorolla es, pues, una clara manipulación de la obra de un pintor español que reinventó el impresionismo, hecho meritorio si el impresionismo no existiera ya, para servir a los fines de una ideología social y política, el populismo neoconservador españolista, que pretende proclamar como verdaderos, inmanentes y universales una serie de valores y una estética que reconfortan a nuestra lumpenburguesía actual, heredera directa por vía genética o ideológica, de la que alumbró este país en los años 60 y 70 con el desarrollismo, porque la hacen sentirse orgullosa de su nula formación, escaso criterio y mucha autocomplacencia, y asimismo pretende profundizar en su miedo a todo aquello que suponga inestabilidad, cambio, esfuerzo y ambición. A todo aquello que suponga vivir conscientemente el presente la cotidianeidad asumiendo un mundo en constante movimiento físico, social e ideológico. Algo así como proclamar el fin de la pintura tras Sorolla, como ya se ha proclamado el fin de la historia tras la caída del muro. Una visión que trata de hacer confortable el mundo, ocultando el mal que sin embargo está siempre presente desencadenando la historia: 11/9, 11/4; por no hablar de su banalidad, cuando un accidente de metro mata a 43 personas justo antes de que el vicario de Cristo en el mundo aterrice en nuestras tierras.

Todo valenciano lleva un artista dentro en esta tierra de las flores, de la luz y del amor, dicen los poetas/políticos petardos que loan las glorias patrias desde su púlpito de mantenedores de presentación fallera, otrora juegos florales. Y no lo digo literalmente, pues en esta ciudad sobran los oradores autocomplacientes a derecha e izquierda, arriba y abajo. Con ese principio de irrealidad se juega en esta exposición: que cada visitante se identifique, se fusione con el artista, con la obra y con la ideología que transmite. A la puerta del Centro Cultural Bancaja, donde se exhibe “Visión de España”, hay un marcador digital que cuenta y anuncia el número de personas que visitan la exposición. Doscientas mil la semana pasada. ¿No se lo había contado? Debe ser porque a veces pienso que lo he soñado, o que me lo he inventado como parte de un número de La Internacional Melancólica: es la apoteosis de la desvergüenza de quienes arrasan nuestro país y nuestras mentes con la clara intención de incapacitarnos como se incapacita al anciano en el asilo, y para lo mismo, arrastrar nuestra silla de ruedas hasta el pié de la urna. ¿A quien pretenden engañar? No nos sorprendamos: a la mayoría. ¿Y cómo lo consiguen? Es fácil, yo se lo cuento.

Una caja de ahorros controlada por el partido en el gobierno de una comunidad autónoma, y notablemente enriquecida con el negocio inmobiliario en los últimos años gracias a los sucesivos gobiernos del PP en ella y en España, decide llamar a los chapuzas y hacer unas reformitas en su casa de bonito, que utiliza como centro cultural porque, ya se sabe, eso de la cultura viste mucho. Pero reformarte el baño sirve de poco si no invitas a los vecinos a tomar el té (más que nada porque con el expresso se mea poco, y si no se mea no se va al baño recién reformado). El té es una magna exposición que “obligue” a todo el mundo a pasar por tu baño. Pero, ¿de donde la sacamos? Lo más relevante a nivel artístico en la ciudad en los últimos tiempos fue el descubrimiento y restauración de las pinturas renacentistas de la catedral y, aunque el arzobispo (uy, perdón, el Eminentísimo y Reverendísimo monseñor Agustín García-Gasco, Arzobispo de Valencia) nos deba algún favor, desmontar la catedral para traerla al centro cultural no sólo es que parezca caro (¡será por dinero!), sino que ya lo ha visto todo el mundo, incluso ha salido en las páginas centrales de FMR, que según la directora del servicio de restauración de la Generalitat, exdirectora general de patrimonio, es “como todo el mundo sabe, la mejor revista de arte del mundo”, algo así como afirmar que el Hola es la mejor revista feminista del mundo. Nótese que la revista se anuncia como “la más bella del mundo”, no la mejor. Otra vez lo bello lleva a lo bueno y de ahí a la verdad, sólo un pequeño paso. Puro poshlost. Por cierto, ¿el título de La más bella: revista experimental de arte y creación viene de aquí? Genial.

Pero bueno, estábamos en que hay que hacer que todo cristo de esta ciudad y su hinterland pase por nuestro baño, en el cual podran leer, naturalmente, FMR. A ver, a ver… ¡Anda! ¡En el último número de la nueva etapa (el 22) comparan lo de las pinturas renacentistas de la catedral con el descubrimiento de la tumba de Tutankamón y el de los guerreros de Xi’an! Qué lastima, porque ya hemos traído a los faraones (siempre funciona), a los guerreros de Xi’an (qué exitazo de público, sólo nos faltó que Lladró sacara unas reproducciones a escala). A ver, a ver, a quién traemos… ¿Picasso? Un poco demodé, y ya lo utilizaron los socialistas cuando inauguramos la sede la primera vez en el 94, que mandaban ellos. Y si nos ponemos, o el Guernica o nada, y eso va a ser que no nos lo van a dejar, por mucho que el nuevo director del Reina Sofía sea de Burriana, pero a estas alturas ya es un catalán renegado y anti-transvase, seguro. Mmm… mmm… ¿Barceló? Está vivo, eso es un punto a su favor porque así los medios de comunicación podrán hacerle entrevistas, reportajes… Pero conociendo a la gente en Valencia seguro que en cuanto abra la boca y le oigan el acento mallorquín dejan de venir… y además, nos iba a llenar el baño de barro, seguro, uf, no, mejor no… ¿Un valenciano? Sólo hay uno que pueda generar la emoción necesaria, y ese es Sorolla, pero hace menos de diez años que estuvieron en Valencia los fondos del Museo Sorolla, demasiado pronto para repetir…

En éstas debía andar José Luís Olivas, presidente de Bancaja y expresidente de la Generalitat Valenciana en el interregno entre la marcha de Zaplana a Madrid y la parusía de Francisco Camps en las elecciones siguientes, cuando en alguna recepción oficial o en alguna comilona extraoficial (mejor si hubiese sido en la Malvarrosa, ya saben, por aquello de dotar a las anécdotas de cierto lirismo rayano en la justicia poética), se tropezó con un catedrático de Historia del Arte de la Universidad Politécnica de Valencia (cantera de cargos públicos para el gobierno conservador valenciano), que tras un breve paso por la dirección del Museo del Prado en los últimos años de los gobiernos socialistas (breve porque resbaló con unas goteras), acabó modelando la imagen exterior de España desde el SEACEX, que dirigió de 2002 a 2004 (léase el magnífico trabajo de José Luís Marzo y Amparo Lozano, Política cultural del Gobierno Español en el exterior, Y ya puestos, el no menos interesante Arte moderno y franquismo). Felipe Garín, que así se llama nuestro personaje, debió concebir probablemente en esa época la brillante idea de traer a España la obra americana de Sorolla, aunque una exposición así no era propiamente competencia del SEACEX, más centrada en la proyección al exterior que en la reimportación. Digo que la idea debe ser de esa época porque es innegable la afinidad ideológica entre la labor desarrollada por el SEACEX durante esa época (recuerden, el cuatrienio de hierro de JM Aznar) y la imagen que se nos transmite ahora a través de la obra de Sorolla. Como digo, fuese recepción o comilona, se juntaron el hambre y las ganas de comer, JL Olivas y Felipe Garín, seguramente ya con su fiel escudero Facundo Tomás a la zaga, apalabraron la transacción: ahora había que convencer a la Hispanic Society para que cediera los lienzos para la exposición, pero hacer negocios con los americanos es fácil: tu me das, yo te doy, y con dineros, turrones. Así pues, les cambiamos catorce cromos de Sorolla por el módico precio de un millón de euros (¡al precio que está el euro!), más una restauración y todos los gastos pagados desde que salgan hasta que vuelvan a entrar, más un seguro de cien millones de euros, por si se nos cae el avión en medio del océano. Presupuesto total, tres millones de euros. Eso sí, le cedemos la primicia informativa a nuestro amadísimo y Muy Honorable President de la Generalitat Francisco Camps, que es el primero en anunciarlo públicamente. ¿Por qué un político anuncia las actividades y proyectos futuros de un Banco? Elijan: rendir pleitesía al poder político al permitirle aprovecharse del tirón emocional en el imaginario valenciano, en el que Sorolla y su pintura ocupan un lugar central; hacer evidente (como si hiciera falta) que poder económico y político en esta ciudad y comunidad son uno y lo mismo; orquestar una operación de propaganda de masas de la que ambos poderes se beneficien… Y acabamos todos embarrados en el lodo del cuestionamiento de la división de poderes en este país, porque si lo pueden hacer un banco y un presidente de la Generalitat, ¿por qué no la Iglesia? Y acabamos poniendo el sitio y la pasta para el V Encuentro Mundial de las Familias en Valencia. Como ven, y como seguramente confirmará García-Gasco, se me llevan los demonios. Por cierto, ¿saben qué recibió el ahora Cardenal García-Gasco como regalo del Papa tras su ordenación? El Compendio del Catechismo della Chiesa Catolica en edición de lujo de FMR. Ya ven, el poshlost elevado a los altares. Ay, casta meretrix, quién te ha visto y quién te ve.

Y comienza el circo: restauración, transporte, instalación, jolgorio y fiesta en los que no han faltado un par de libros de los supradichos catedráticos (hay que aprovechar el tirón, aunque para ello haya que decir más tonterías sobre la España de finales del XIX y principios del XX, y sobre la pintura coetánea, de las que sería prudente para que a uno le sigan considerando un hombre cabal y no les acaben quitando los galones de catedrático. ¡Ah!, ¿Que no se puede? ¡…cachis! Aunque, ahora entiendo yo la situación de la Universidad Española. Debe ser por eso, sí. O por otras razones, porque al supradicho Tomás lo hicieron catedrático después de haber dicho cosas como esta en defensa de un Museo del siglo XIX valenciano, al frente del cual se puso a un exdirector de la radio y televisión autonómica recién cesado (¿por aquello de llevar el arte al gran público? Porque por formación, conocimientos y experiencia museística no seria…), idea que, tres años después se descartó, aunque si tomamos lo que dice Tomás por cierto, sólo sea necesario salir a las calles valencianas durante las fiestas josefinas para contemplar dicho museo. Vamos, algo así como que la realidad está colgada en los museos. Me da que no era esto lo de aproximar el arte a la vida, pero, ya ven, en la corte de los milagros cada día hay uno, no hay que esperar a los jueves.

Pero a lo que íbamos. Tras dejarse la pasta en el logro, había que conseguir batir todos los records de visitas a la exposición. Objetivo declarado a El Mundo hace más de dos años, el 7 de junio de 2005, por el mismo José Luís Olivas quien se mostró seguro de que el número de visitantes superará los 240.000 de la exposición ‘Guerreros de Xi’an’. Que lo del marcador a la puerta formaba parte del proyecto original parece más que evidente.

Y no sigo porque me canso y les canso, de verdad. Pero, ¿no huelen ustedes el tufo? ¿No les da en la nariz que ya hemos pasado por esto? ¿Que el franquismo se amparase del imaginario casticista de Sorolla no nos bastó para entender el dañino potencial de las recreaciones etnográficas, bajo la pátina de paraísos perdidos, para la desmovilización social y política de las masas? ¿No les parece que los valencianos (y los españoles) nos travestimos en Sísifo constantemente?

Y después nos quejamos porque somos insignificantes para el mundo moderno. Es que lo somos, literalmente: no significamos nada, no creamos sentido para el mundo, revivimos una vez y otra y otra una visión del pasado, una visión de España, alegre y pinturera, con académicos que apenas han pasado de la etapa de notarios o archiveros o cronistas locales, y con políticos que se contentan y contentan a los demás con traer la atracción más grande a la próxima feria del pueblo, mientras vocean a los cuatro vientos su resentimiento contra el mundo porque, con su constante devenir, son incapaces de alcanzarlo. De verdad, qué agonía, por Dios.

Y para terminar, añado algo más sobre la obra de Sorolla. Que sólo muy de tarde en tarde frustra las expectativas de quien la contempla, valor supremo, según Bataille, de quien algunos ven como su precursor, Manet. Confieso que me adhiero con fervor al arte que frustra las expectativas de quien se le acerca, el que te parte las piernas y te deja, a distancia de ella, pensando en cómo recomponerte y levantarte de nuevo. “Lo que nosotros llamamos arte comienza a dos metros del cuerpo”, decía Benjamín, “pero he aquí que con el kitsch el mundo de los objetos se acerca al hombre; se deja tocar, y dibuja finalmente sus figuras en la interioridad humana”. El valor de Sorolla, que lo tiene, está ahí, es la mano que acude rauda en ayuda del que es incapaz, por sí mismo, de levantarse, de asumir su propia fragilidad y la del mundo que le rodea, de vivir en la incertidumbre, la inseguridad y la frustración: eso es lo que ha hecho que toda una sociedad se identifique con su visión del mundo, un mundo seguro, reconfortado por las felicidades obligatorias y por una luz que espanta todo mal. Con la ayuda de Dios.

Josep Izquierdo | 25 de enero de 2008

Comentarios

  1. Roger Colom
    2008-01-25 14:39

    Absolutamente brutal. Ya lo sabíamos, pero es una de esas cosas que no hay que dejar de decir.

    Walter Benjamin dice que la idea de progreso en el arte está íntimamente relacionada con la idea de la imitación de la naturaleza. En el caso de Sorolla no se trata tanto de la imitación de la naturaleza sino de una ideología vista como natural en la España de su tiempo, y en la nuestra. Cualquiera otra “visión” de España es tildada de antinatural, de pervertida, y es atacada con la mayor virulencia antes de que que nos pervierta a los menores (o sea a la población): sólo hay que ver el comportamiento de la derecha, y oírla, durante el siglo pasado y lo que llevamos de este. Siempre que alguien tiene una idea distinta a esta idea “natural” de lo que debe ser el país, se lo tilda de anti-español, o de mal español. Y se anuncia a los cuatro vientos que España está a punto de desintegrarse y/o convertirse en Yugoslavia: y ya sabemos lo que le pasó a Sarajevo por no querer formar parte de la Yugoslavia “natural”.

    En alguna parte leí (¿sería en Benjamin, otra vez?) que en el siglo XIX se dotaba a todas las nuevas tecnologías de una decoración clasicista (columnas de hierro con capiteles corintios, y esas cosas) para naturalizarlas, para que la clientela no sintiera miedo ante lo nuevo. Y la clientela, naturalmente, era la burguesía para la que el máximo valor ha sido siempre que nada cambie, que nada se desnaturalice, aún cuando buena parte de su labor económica consiste en cambiar y desnaturalizar las cosas (Marina d’Or es un buen ejemplo). Luego se llega con el pegote de lo natural para tapar la devastación: así somos, así hemos sido siempre, así seremos hasta el fin de los tiempos.

    (Con respecto a Marina d’Or, creo que viene bien recordar un aforismo de Ramiro Cabana: La urbanización es la costa mediterránea lo que el oro al cuerpo de la maruja. Así que el nombre de esa urbanización es más que justo, ¿no?)

  2. Francisco
    2008-01-26 05:46

    Es una pena que una obra de tan buen valor artistico como la de Sorolla se juzgue con anteojos politicos y le sea negado un reconocimiento artistico debido a que el que la juzga decide que representa la posicion politica opuesta.

    Las oposiciones politicas radicales se tocan, se hermanan y se funden en el mismo fanatismo.

    Pero el arte se debe juzgar por su valor artistico y no ver cosas malas en una expresion bella.

  3. Roger Colom
    2008-01-26 13:09

    Hoy sabemos que el arte siempre se ha producido en red y es una red. Ningún artista está solo. De la red de su arte no se pueden excluir sus amistades, sus influencias, su formación, su entorno social y político, las condiciones económicas de su época, etc. Cómo se mueve un artista por esa red tiene todo que ver con el resultado; en otras palabras un artista es un nodo privilegiado que filtra la información de su tiempo y la vuelve a presentar a su sociedad de cierta manera. Izquierdo no sólo ha discutido cómo funcionaba la red de Sorolla, sino el resultado de su interacción con ella, o sea su arte.

    Lamentarse de que esto sea así es quejarse porque a veces llueve, a veces está nublado, a veces nieva o cae granizo, y a veces luce el sol. El encargo de las “Visiones de España” fue un acto social y político, además de económico. Sorolla lo sabía; incluso llega al punto de quejarse porque ese trabajo le llevará años, años que el preferiría dedicar a explorar la pintura de otra forma… pero se conforma. Cómo se ha organizado esta exposición también es un acto social y político. O sea que criticar tanto el encargo inicial, como la organización actual, es perfectamente legítimo: forma parte de la red de Sorolla mientras pintaba y de la red que forma el destino de sus obras.

    Esto lo han sabido los artistas desde siempre. Sócrates se suicida porque su pertenencia a la red artística, filosófica, tecnológica, social, política, comercial, que era la Atenas de su tiempo se ha vuelto insostenible. Virgilio no escribe la Eneida en el vacío. La Iglesia siempre supo que el encargo de una obra de arte o de arquitectura no era un acto sencillo. Ese acto pertenecía a una red de sentido que pretendía incluir a toda la sociedad.

    Toda pintura verdadera nos afecta, y afecta la forma que tenemos de ver el mundo, incluso la crea. Decir que una pintura es simplemente bonita y no querer indagar más no sólo es una amputación de la inteligencia, sino que también lo es de la obra que uno aprecia. El arte está vivo porque forma parte de un sistema complejo. Decir que una obra debe ser apreciada sólo porque es bonita es querer reducir ese sistema complejo a un sistema simple. En el caso que nos atiene, la pintura que hacía Sorolla y el sistema de apreciación al que pertenecía, un sistema simple que celebraba el arte por el arte, condujo a la rebelión del arte moderno. Pero estoy simplificando: fueron muchas las circunstancias que condujeron a esa rebelión: económicas, políticas, sociales, intelectuales (Freud, por ejemplo), y la guinda: tras la primera guerra mundial, el sistema simplificado en el que la burguesía del XIX quería vivir ya no era aceptable. ¿O la guerra fue no sólo una consecuencia de ese sistema? Se puede simplificar un sistema complejo (y eso es lo que hacemos cuando queremos ver una obra de arte sólo desde un punto de vista: si es agradable al ojo, por ejemplo), y no podemos simplificarlo porque las consecuencias pueden ser peores que lo que pretendíamos las que pretendíamos evitar en un principio.

  4. Josep Izquierdo
    2008-01-26 15:35

    Comparto con Roger Colom la apología de la complejidad artística e intelectual no sólo de los actos y representaciones que los humanos hemos llevado a cabo en el pasado, sino que creo que la defensa de la inserción en una red de significados y hechos de cualquier acto y pensamiento humano es una evidencia que deriva de la observación directa de nuestro presente.

    Quiero decir con ello que incluso la simplificación de la realidad se inserta en esa complejidad, y no creo que ni Roger ni yo neguemos valor a esas simplificaciones, más bien les damos más valor, incluso, que sus autores: puede que ese sea el problema en ocasiones. Las respuestas del tipo “Si yo sólo quería decir…” son necesarias para la comunicación humana, sin duda, pero no dejan de ser formas de ponerle puertas al campo del sentido.

    Una rosa es una rosa es una rosa… poco más que una col con otro olor, ya lo sabemos. Pero ese “más” y ese “otro” son las claves que nos diferencian de los cerdos, sin ánimo de injuria. Siempre hay “más” y siempre hay “otro”, y ese hecho no lleva al relativismo (una forma de pereza mental: todo es igual, todo vale lo mismo, así que yo me ocupo de lo mío y los demás de lo suyo), sino a la contingencia y el perpetuo movimiento. Soy consciente, y he intentado reflejarlo en mi serie sobre Sorolla, que su sentido a principios del siglo XX y a principios del siglo XXI son diferentes, y que sus usos por parte de las sociedades que lo reciben son diferentes, y he intentado desentrañar, al menos en parte, el sentido en cada una de ellas, sus propias redes de relaciones significativas, sociales y económicas. Aunque también, como una rosa es una rosa, he señalado las continuidades que han permitido que Sorolla, siga siendo ahora, como lo fue antaño, santo y seña de una sociedad que se reconoce en él. Y lo hago con ternura. Con la ternura con que un caníbal guisaría a un lactante (Benjamin dixit). Pero también consciente de la contingencia de mis opiniones y del perpetuo movimiento del ser humano. Y las opiniones sobre el arte son como el culo, que todos tenemos uno y, salvo acción igualadora del cirujano plástico, diferente. Mi problema viene cuando el cirujano mete el bisturí en nuestro cerebro sin un consentimiento informado.

    Y con ello llegamos a la legitimidad de las opiniones y los juicios estéticos. Me parece suficientemente esclarecedor lo dicho por Roger, y añado que el hecho de de cada uno tenga una opinión no significa que todas contribuyan a dibujar el mapa de sentidos de la obra de arte. De hecho, es frecuente que contribuyan a ocultarlos. Creo haber descrito con claridad mis premisas, lo que significa para mí “valor estético” y “expresión bella”, en relación con el kitsch en Benjamin y el poshlost en Nabokov, y que mi juicio estético incluya el significado de las cosas no es más que una consecuencia de una evidencia: el “valor estético” y la “expresión bella” es diferente no sólo en función de los individuos que las producen, sino también en función de las sociedades que los condicionan para que sean lo que son y que después sancionan la belleza o la fealdad de su arte.

  5. Francisco
    2008-01-26 18:36

    El arte se justifica por si mismo.

    No porque sea bonito o porque no lo sea; simplemente porque es algo que gusta, que impacta, que impresiona, que molesta, que subyuga, que desespera, que calma, que enamora, que intriga, que resuelve, que complica, que maravilla, que nutre el espiritu.

    O no.

    Buscarle factores externos es como querer encontrarle mangas a un chaleco.

    El arte por el arte.

    Los que no saben apreciar esto tienen que recurrir a las explicaciones, a las sesudas y eruditas disertaciones, a sacar, como un panuelo para sonarse, la intelectualidad para refugiarse en ella y dictar catedra sobre algo que les es, posiblemente, ajeno.

  6. Josep Izquierdo
    2008-01-26 21:16

    Hola, Francisco:

    Espero que esto no se acabe convirtiendo en la eterna discusión entre arte por el arte y arte comprometido (desgraciada denominación, por otro lado, para hablar de la responsabilidad social del arte). Más que nada porque esa no es una dicotomía real, ya que las formas extremas de ambas posiciones presuponen que el Arte es un reino independiente que tiene una relación externa con el resto de la sociedad, mientras que lo que yo mantengo es que no existe tal independencia, sino que el arte es un producto más de la vida en sociedad y es por ello que puede gustar, impactar, impresionar, molestar, subyugar, desesperar, calmar, enamorar, intrigar, resolver, complicar, maravillar, y nutrir el espíritu. Pero, si hace todo eso, ¿por qué no puedo hablar de ello, o de por qué no lo hace cuando no lo hace? O sea, ¿que debo sentirlo y callar? ¿o no sentirlo y callar? Lamento no compartir la concepción religiosa del arte inherente a la máxima “el arte se justifica por sí mismo”, que lo dota de atributos divinos (por lo de Dios como ser incausado y por tanto carente de justificación, que tan sólo ES). Bueno, en realidad no lo lamento, como comprenderás, y como habrás podido leer en mis artículos.

    Un saludo.

  7. Cayetano
    2008-01-27 01:15

    hola,

    Creo que Francisco, de lo que infiero por sus comentarios, está muy cerca de las opiniones del suizo René Berger
    Hubo un tiempo en que me influyeron mucho sus opiniones. para este autor la biografía y el contexto histórico del artista y de la obra, aunque importantes, no son fundamentales para entender el arte.

    Hoy no pienso así, Sorolla no me interesa demasiado. Pero si detecto un curioso fenómeno en el arte digital o de/por/hecho con ordenador: la vuelta al realismo (aunque sea fantástico) y al elogio del hacer artesano.

    Es significativo el “olvido” de los primeros artistas que en España utilizaron las computadoras para hacer arte, cuyos trabajos y resultados requieren ir mucho más allá de ese gusto por la decoración espectacular y los tópicos que arrastra la obra artística. etc.

  8. Áurea
    2008-01-27 12:59

    He seguido con muchísimo interés tus crónicas sobre la exposición de Sorolla y no puedo más que aplaudir con fervor. Y este último artículo me parece absolutamente esclarecedor de lo que sucede en la ciudad en la que vivo. Lo he difundido por ahí entre amigos y conocidos, porque creo que debería circular, ya que casi nadie en esta Valencia acomodaticia dice estas cosas. Soy profesora de historia del arte en la universidad y voy a pasárselo a mis alumnos a ver si espabilan un poco. Muchas gracias por la denuncia, la lucidez y la buena escritura.

    Y nunca dejaré de asombrarme de que a estas alturas del partido haya quien defienda la idea del arte por el arte, como si algo pudiera existir al margen de la sociedad y sin relación con ella.

  9. Josep Izquierdo
    2008-01-27 16:01

    Muchas gracias, Áurea, por leerme y por contribuir a expandir las ideas que, por lo que leo, compartimos. Y conserva tu capacidad de asombro: duele, pero ayuda a navegar por estos tiempos y estos lugares estupefacientes en que vivimos.

    Un saludo.

  10. Francisco
    2008-01-27 21:26

    Me parece, Josep, que estas discusiones respecto del Arte no llegaran a un acuerdo idilico.

    Hay quien puede ver el arte, si es visual, y hay quien tiene que explicarselo con la esperanza de entenderlo; por ello, tampoco comparto respecto del del arte, tu biologico argumento que cada quien tiene un culo y con el opina.

    Mas bien parece que es cosa del oculo que permite apreciar el arte visual o requiere de un Lazarillo para conocerlo.

    Lo mas lamentable es que algunos profesores de historia del arte sean miopes.

    Quiza por ello esta tan lejos el siglo de oro.

  11. Francisco
    2008-01-28 00:42

    Mira Cayetano, me parece que coincido con el suizo, Berger, que mencionas y con otros mas.

    Cuando comes un helado no necesitas saber si la vaca estaba contenta o cual era su vision de la pradera. El helado, por si mismo, te dara deleite o no. Lo demas parecerian puneterias de desocupado.

    Esto, que no suena intelectual, tiene una logica irrebatible. Asi es este asunto sobre la obra de Sorolla.

    Dicen que aquel que encuentra defectos en algo bello esta pervertido y aquel que ve belleza en algo bello es un elegido. Bueno, algo asi dijo Oscar Wilde.

    Un libro no es moral o inmoral; simplemente esta bien escrito o no.

    Se que tu tienes una opinion diferente, Cayetano, cosa que me parece muy respetable y digna de discutir ante un buen vino o una taza de aromatico cafe; pues la diferencia de opiniones origina las apuestas y, mas importante, el intercambio de ideas. El nombre del juego deberia ser exponer; no imponer.

    Saludos.

  12. Cayetano
    2008-01-28 12:51

    Habría mucho que decir, ya he dicho y escrito mucho sobre arte y artistas. Mi opinión es, por decirlo de alguna manera, peculiar: El Arte es una herramienta que debería estar al servicio de todos, no necesariamente como decorado de fondo del espectáculo del poder. Por si sirve de algo: una pincelada sobre lo que pienso.

    Y nunca digo que no a una charla (sobre lo que sea) en un café de mi pequeño pueblo :)

  13. Marcos
    2008-01-29 22:20

    Gran serie la de Sorolla, Pep. Entro un poco tarde en el diálogo, pero el artículo es extenso y el tiempo escaso.

    En realidad no creo que las dos posturas que venís manteniendo (Colom-Izquierdo frente a Francisco) sean contradictorias. Nada que decir, claro, en lo que respecto a la utilización política del artísta, tanto por los “encargantes” como por el actual promotor de la exposición. Pero:

    A mí los cuadros de Sorolla no me dicen nada, pero desconocía sus circunstancias históricas; ahora siguen sin decirme nada “estético”, aunque pueda aprender en ellos otros asuntos histórico-políticos. Cuando leo algunos poemas de Quevedo o de Lope me causan placer, aunque sepa que fueron escritos por motivos puramente políticos, para dorar la píldora de un duque o para apuntalar, desde la atalaya moral que daban la fama y las letras, el sistema establecido. Y me gustan porque soy capaz de discernir entre ambos aspectos del poema. Entiendo que a Colom y a Izquierdo les pasa lo mismo, pero obviamente eso no impide dejar constancia de las circunstancias históricas que rodearon al artista y promovieron su obra. Claro que esto nos resulta mucho más sencillo hacerlo (discernir ambos aspectos, digo) con distancia de por medio.

    Saludos

  14. Josep Izquierdo
    2008-01-30 11:38

    Agradecido, Marcos.

    Sobre la universalidad de la experiencia estética, nada que decir: precisamente lo que nos hace humanos es la capacidad para relacionar significantes y significados de forma arbitraria, y por tanto la posibilidad de obtener placer estético, es decir, gozar por motivos ajenos a nuestra fisiología. Y precisamente porque no hay nada más humano hay que abrir una brecha con la superstición de la determinación natural del arte. El arte participa en la historia, y de eso hablo. Creo que estamos de acuerdo.

    Un saludo

  15. OestePURPURA
    2010-08-23 19:13

    Pues sería bueno, a parte de destacar el valor artístico de la obra, el valor subjetivo de la misma. Porque tan subjetiva fue la mirada de Sorolla, como la de quienes le hicieron el encargo, así como de quienes montaron la susodicha exposición.

    Sin alargarnos mucho, decir que esa visión es irreal y falsa, no solo porque supone una idealización, sino porque la entitulación de las obras así se expone.

    Decir que de 1911 a 1919 (es más desde 1833 hasta 1983) la división regional de España era una, clara, sencilla y conocida por todos.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Divisi%C3%B3n_territorial_de_Espa%C3%B1a_en_1833

    Así pues, para empezar, esta magna obra se olvida de las regiones de Asturias, Baleares, Canarias y Murcia. Por otro lado, aunque 2 ciudades andaluzas están contempladas hasta en cinco paneles, sólo se se menciona directamente a la región de Andalucía en una de ellas. Lo mismo que con Valencia y Elche, que no Reino, Región Valenciana, o Guipuzcua, que no Vascongadas o Pais Vasco. Así como ‘Castilla’, donde en realidad se contempla a la Región de León, junto con las regiones típicamente castellanas, Castilla la Vieja y Castilla la Nueva.

    Y tampoco expresa una idea “de antiguas foralidades”, como comentabas Josep en otro post anterior. Porque algunos se olvidan de que los reinos medievales eran CINCO León, Castilla, Aragón, Navarra y Granada (tal y como así luce en el escudo estatal).

    El aspecto estético no podemos valorarlo. Sin embargo si es criticable la recreación de un viejo ideal regionacionalista donde todo se funde, pero en donde de nuevo se niega la presencia histórica de León como territorio pleno.

  16. JEP
    2010-08-24 23:15

    ¿De verdad que, nadie ve la “pintura” de Sorolla?


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