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Estilo familiar por Arístides Segarra

Arístides Segarra es escritor. Anteriormente ya fue construyendo Estilo familiar en Almacén. Estilo familiar dejó de actualizarse en octubre del 2006.

Acoso escolar, a nuestra imagen y semejanza

Ya sabe el lector amable que, como padre, no soy a priori mejor que nadie. Valga como petición de disculpas por no haber hablado antes de un tema que, como profesor, como víctima de bullying durante mi infancia, como columnista, como intelectual, como persona, debería haber tratado ya. ¿Y por qué lo hago ahora? No lo hice con Jokin, ni siquiera ahora por el trágico destino de Cristina Cuesta, la adolescente de Elda (Alicante) que se lanzó, se cayó o la tiraron desde un puente. Lo hago porque lo sufre mi niña. Ya ven. Soy como cualquier otro padre: egoísta, y ciego, sordo y mudo a todo lo no sea lo mío, los míos.

Lo dicho, como cualquier otro padre. Demasiado ocupado en llegar a mañana, demasiado preocupado, demasiado cansado, con escaso o nulo control sobre mí y los míos. Demasiado satisfecho y relajado, porque Irene va a una buena escuela, porque yo la educo muy bien, porque es lista, guapa, inteligente, madura…

Hasta que Irene empieza a decir que le duele la tripa y no se encuentra bien cada mañana que debe ir a clase. Hasta que se niega a comer porque dice estar demasiado gorda (¡seis años, 1’25m. y 24 kilos!). Hasta que se niega a que determinados compañeros suyos de clase suban a su coche, en medio de un ataque de histeria. Hasta que ves como huye de ellos a la entrada o la salida de clase, como su estrés se manifiesta a flor de piel con una erupción.

No sigo. Irene no es un modelo, sólo un ejemplo. Y los hay mucho más dolorosos, mucho más crueles, mucho más irreparables, que ni sus profesores ni sus padres han sido capaces de reconocer en tiempo y forma. ¿Responsables? Todos. Sin excepción. Cuantos pudimos hacer algo y no lo hicimos, sin que la ignorancia nos exima. Pues, justamente, la ignorancia de los adultos es una de las armas de los acosadores.

Puede que alguno de ustedes, almas cándidas, se pregunten cómo seres tan angelicales pueden alcanzar tan altas cotas de refinada crueldad. Como en el cuento del escorpión y la rana, es su naturaleza. Así somos: insolidarios, manipuladores, narcisistas, violentos, crueles, despiadados. Capaces de elaborar una vida tejida al margen de los adultos, que se desarrolla bajo sus ojos, pero no se ve. Una vida en donde la exclusión, la intimidación, la extorsión y el abuso de la fuerza rigen las relaciones sociales al tiempo que, cuando nos miran, cumplimos con la imagen que los demás tienen de nosotros.

¿Exagerado? ¿Por qué? Los niños nos imitan, y nos devuelven la imagen de lo que somos desprovista del disfraz con que la adecentamos.

Arístides Segarra | 27 de mayo de 2005

Comentarios

  1. Marcos
    2005-05-27 21:41 Sí, pero en mi opinión el del acoso escolar no es un fenómeno nuevo: a poco que recordemos todos vimos/participamos/sufrimos distintos grados de acoso en la escuela: por ser feos, guapos, tímidos, estudiosos, distintos… Lo que yo creo que cambia y que convierte en un drama irresoluble el acoso ahora es el entorno: la dramatización extrema, el aislamiento, la soledad en la familia, la realidad que transmiten los medios… Es decir, que no hay más acoso que antes, sino que el acosado está más solo.

    Saludos.
  2. joseluis
    2005-05-28 00:28 Marcos, solicito ampliación de esa idea : “el acosado está más solo”. Por favor por favor…
  3. Marcos
    2005-05-28 02:58 Pues eso, sólo es una idea, pero me da la impresión de que no hay un incremento del número o la agresividad de los acosadores, sino que, por un lado, mediaticamente es más rentable hablar de ello, y por otro, el acosado (que pudiera ser el mismo ahora que hace 20 años) está más sólo: vive en familias deshechas, o en familias en las que los padres trabajan y apenas ven a sus hijos, y en una sociedad que, en general, rechaza a todo el que no siga el modelo establecido: que el acosado es acosado física y directamente por los “compañeros”, pero también es rechazado por la sociedad por los mismos motivos: por su fealdad, o su timidez, o por cualquier otro rasgo que no responda a lo establecido.

    Saludos.
  4. Arístides
    2005-05-28 07:44 Querido Marcos:

    Has hecho innecesaria una segunda entrega sobre el tema. Es más, mi artículo debería leerse siempre con tus comentarios.

    Un fuerte abrazo.
  5. Marcos
    2005-05-28 12:01 Sí, he estado pensando que va a ser mejor que escriba siempre un comentario a todos los artículos que se publiquen en LdN, para mejorarlos y completarlos, para darles un toque de distinción :)

    Lo único que yo he hecho es apuntar una idea, y por cierto, de forma muy esquemática y alusiva, así que seguro que estaremos todos encantados de que apliques tu “elocutio” a tan espinoso tema.

    Otro abrazo.

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