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Estilo familiar por Arístides Segarra

Arístides Segarra es escritor. Anteriormente ya fue construyendo Estilo familiar en Almacén. Estilo familiar dejó de actualizarse en octubre del 2006.

Matrimonio, adopción y custodia

El determinismo biológico, lector amable, nunca ha sido santo de mi devoción. Biológicamente yo debería haber muerto a los siete años. La medicina moderna, empeñada en ir contra natura, y la penicilina me permitieron llegar hasta ustedes. Ya me han leído en alguna ocasión apelar a la esencia anti-natural de lo que nos hace humanos: la capacidad para ir en contra de nuestra naturaleza. Cuando afirmamos, henchidos de indignación ante situaciones dolorosísimas que “ni un perro abandonaría a sus crías”, atribuimos al criminal la capacidad para superar su naturaleza, en este caso para mal. El libre albedrío es nuestra esencia, y no es natural.

Ser capaces de superar nuestra naturaleza, traspasarla, transgredirla, fue una conquista cultural en la que el lenguaje, la capacidad simbólica humana, tuvo mucho que ver. E incluso podemos datar su primera manifestación escrita en el Génesis de la Biblia unos veinte siglos antes de Jesucristo, cuando comimos el fruto del árbol del bien y del mal. Ése es el relato mítico del momento en que el hombre supera definitivamente la naturaleza: desobedece a Dios, bellísima metáfora. Por primera vez es consciente de si mismo, y se ve desnudo. Expulsados del paraíso de la inconsciencia, nuestros ancestros ya nos avisaban que se vive mejor si no te enteras de nada, si sigues tu instinto y te comportas según tu naturaleza. Suena hippie, ¿verdad? Es lo que no me ha gustado nunca de los hippies: puestos a romper con todo, por qué no con la naturaleza. Para Baudelaire, la ciudad industrial del siglo XIX era la nueva naturaleza, el nuevo medio ambiente del hombre moderno. Santo varón.

Volviendo al pecado original. Esa “mancha”, como nos decían en Doctrina, es lo que tenemos de inequívocamente humano. Según el catecismo, “las consecuencias que tiene el pecado original para nosotros son: el debilitamiento de la naturaleza humana, que ha quedado sometida a la ignorancia, al sufrimiento, a la muerte y a la inclinación al pecado”. Pues eso. Humanos. Libres para decidir entre el bien y el mal, dispuestos a aprender, a sacrificarse; a morir, si es necesario, contraviniendo cualquier instinto.

Por fin parece que la política (antinatural por antonomasia) se ocupa de las cosas importantes. Por fin las leyes, la ley, hace lo que debe: conseguir que el espacio común que nos hemos otorgado sea más amplio, más confortable, más amable. El techo ha subido, y la luz incide ahora de formas distintas a las de antes. El matrimonio homosexual ensancha una de las fronteras de los derechos y libertades civiles. Y junto con la adopción homoparental y la custodia compartida es el golpe más duro que se pueda asestar a eso que convenimos en llamar patriarcado, y el avance más significativo en el terreno de la igualdad de responsabilidades y de oportunidades entre hombres y mujeres. Por partes:

Matrimonio homosexual. Puede que al final parezca que la disputa sea meramente nominal. No lo es. De hecho, en este caso el nombre es la cosa. Hasta el momento los ciudadanos españoles no perciben distancia entre el matrimonio civil y el eclesiástico, lo cual explica parcialmente esa peculiar anomalía de la sociedad española consistente en que quienes no han pisado una iglesia desde el día de la primera (y única) comunión, prefieran la pompa y boato de la ceremonia religiosa. A partir de ahora esa distancia es meridiana, labrada en piedra. Como la ley. En cuanto al repentino ataque de objeción de conciencia de los alcaldes del PP, recordar nada más las palabras del cardenal arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo: “desde luego, los que se unen son unas personas, no es la unión de un alcalde con ellos”. Otro santo varón.

Adopción homoparental. “La ley debe proteger al débil, y el más débil es quien no está protegido por ella”, le leí a alguien una vez. En este caso las parejas homosexuales y sus hijos, ya que uno de sus padres o madres no era reconocido por la ley como tal. A partir de ahora estas familias gozarán de los mismos derechos y garantías que el resto. Un absurdo legislativo más que desaparece.

Custodia compartida. Aunque prefiero responsabilidad compartida. El establecimiento por defecto de la custodia compartida de los hijos en caso de divorcio es trascendental para conseguir una verdadera reforma de la autoridad parental. Se trata de conseguir que el padre y la madre ejerzan en común dicha autoridad en condiciones igualitarias, y la única forma de conseguirlo es que la coparentalidad se dé por supuesta. Que se imponga, a no ser que existan circunstancias que justifiquen lo contrario. Para eso están los jueces.

De los tres elementos mencionados, me temo que el que acabará peor será el último. Ya se ve venir: la jugada ha consistido en argüir opiniones de “expertos” que establecen que el régimen ideal a partir del principio “pro puero bono” es que el domicilio familiar sea el hogar del niño y que los padres lo habiten alternativamente cada tres o seis meses. ¿El “experto” era psicólogo o constructor? Porque imagino que ustedes interpretan lo mismo que yo: que hacen falta tres casas. Es tan absurdo que sólo puedo tomármelo con humor. En Francia, que aprobó la ley que equiparaba los derechos y deberes de padres y madres el doce de diciembre de 2001, los hijos cambian de domicilio en semanas alternas entre el padre y la madre. Ésa es también mi experiencia con mi primera mujer. Y funciona.

Arístides Segarra | 29 de abril de 2005

Comentarios

  1. scabelum
    2005-05-06 15:39 Yo no soy constructor, ni principiante de experto pero, el sitio donde el niño mea, debe ser sagrado. el sitio donde guarda sus juguetes, debe ser respetado. Y así mismo pasa con el rincón donde juega, dónde conecta su videoconsola o donde merienda con sus amigos. Del domicilio familiar puede ser separado el padre o la madre. O ambos llegado el caso. Pero nunca debería plantearse como mejor opción que sea el niño el que deba cambiar alternativamente de domicilio por capricho o irresponsabilidad de los padres. La custodia compartida no implica la obligatoriedad de que se alterne la vivienda del niño, ni que se lo repartan en periodos de tiempo iguales, sino que los progenitores asuman la obligatoriedad de llegar a acuerdos en cuanto a la convivencia respecto de los hijos. Se puede establecer la custodia compartida y acordar que el niño viva con uno de los progenitores (eso no cambia nada ni hace de menos a la custodia compartida) Respecto de que los padres salgan de casa, ese es su problema personal y la solución la deberá buscar cada pareja en función de sus posibilidades. ¿por qué tres viviendas? ¿por qué no dos? una para el niño y otra para los padres. Los padres la utilizarían alternativamente. El padre que le toque estar con el hijo: en casa del hijo. El padre que no le toque estar con el hijo, en la casa común de los padres. Siempre que hay una ruptura matrimonial aparece la necesidad de dos viviendas: una para “el que se queda” y otra para “el que se va”.
    Si una familia llega al acuerdo planteado antes de dos viviendas (la familiar, como vivienda estable para el hijo y otra alternativa a idsfrutar en alternancia por los padres) ¿podríamos criticarlo? Si una familia establece un acuerdo de custodia compartida y se establece que en la vivienda familiar residirá “siempre” el niño y un progenitor ¿podremos criticarles? lo importante es que las partes lleguen a acuerdos que sean aceptables para ellos, que se cumplan y que se mejore la convivencia.
  2. Javier
    2005-05-23 11:44 Totalmente de acuerdo con la opinión de que el elemento que acabará peor es el de la custodia compartida como norma general en caso de divorcio.
    Existen otros intereses muy fuertes, además de los hijos; entiéndase el uso de la vivienda, poder frente al ex-conyuge, egoismo en el caso de las mujeres, y de enormes subvenciones para las Asociaciones de Mujeres que estan deformando la realidad imparable de padres (y también madres) que sabemos que lo más importante para un niño es el amor de sus padres/madres, y que ellos se amoldan a dónde juegan, duermen, o comen.
    Solo la seguridad de poder contar con ambos les tranquiliza.
    Por supuesto que son necesarias unos mínimos, como en cualquier matrimonio: estabilidad en el colegio, educación similar (pero no idéntica), y intención y posibilidad de educar.
    Las leyes van simpre por detrás de la sociedad, pero en el caso de la custodia compartida, los políticos se está quedando muy lejos.
  3. patricia
    2007-05-07 14:40

    esto si que es una mierda, facilitarle alos hombres el no pasar dinero, la diferente educacion y la diferencia en principios hace q el niño se confunda mucho, mi hijo solo quiere estar conmigo y no con el padre pero igual yo pago todo….esto es normal???
    que burrada….que tristeza, mi hijo me pide q no quiere cambiar de casa, que solo quiere en mi casita. pero el dinero no me alcanza. que hago?


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