Arístides Segarra es escritor. Anteriormente ya fue construyendo Estilo familiar en Almacén. Estilo familiar dejó de actualizarse en octubre del 2006.
Escuchaba el otro día a Elvira Lindo en la radio, sobre su última novela. Nada que decir sobre ella, pues no la he leído. Pero sí sobre algunas reflexiones de la escritora, al hilo de los personajes de su novela. Rosario y Milagros son dos barrenderas madrileñas, la primera resentida con su vida y a la que, según la misma autora , le gustaria pertenecer “a otra clase social”, y la segunda, rebosante de inocencia conformista. Al parecer, la redención de Rosario (la narradora) llega tras tomar la iniciativa para salir del conformismo pesimista que regía su vida. Vamos, que dejes de quejarte y hagas algo. Lindo, además, señaló su disgusto porque le preguntaran insistentemente por qué había escrito una novela sobre dos barrenderas, aduciendo que era una preguna “tipicamente española” pues la literatura americana está llena de “gente trabajadora, personas que hacen oficios normales”, como podemos comprobar a través del cine americano.
La autora enlazaba en la susodicha entrevista, a propósito de la inocencia mental de Milagros, los caracteres de las protagonistas de la novela con el carácter español y americano, encontrando a faltar en el nuestro esa ingenuidad que, al parecer, ilumina el rostro de los ciudadanos de los Estados Unidos. De ahí, la cosa derivó en los estilos de comunicación de españoles y americanos, de alta implicación el primero, en donde se habla libremente uno por encima del otro, confiando en que el otro persistirá o desistirá dependiendo de la fuerza de su convicción o de su necesidad de completar el pensamiento, y de altra consideración el segundo, en donde el interlocutor suele esperar un par de segundos después que quien tenía la palabra ha terminado para empezar a hablar. Curioso que un mes antes en el semanal de La Vanguardia la sección de psicología abordara el mismo tema.
Cuánta razón tiene esta mujer cuando, a instancia del entrevistador, declara tener tan sólo caprichos de clase media: “contar el día a día de los más desafortunados que luchan por una vida más digna”, según dice ella misma de su novela, Item est, ensalzar la dignidad de los pobres, también lo es. Enlaza con el muy interesante artículo de Vicenç Navarro en El País del 26 de febrero, “Polarización social en España”: “Existe una percepción de nuestra estructura social ampliamente extendida en los medios de información y en las instituciones políticas de nuestro país que asume que la mayoría de la población española pertenece a la clase media (...).Tal percepción, sin embargo, es errónea.” Y tanto que es errónea: la mayoría de la población española quiere ser de clase media porque no lo es. Y la movilidad social escasea más que las golondrinas en invierno. No és baladí que ello coincida con el suspenso clamoroso que el informe PISA endilga al sistema educativo español.
De los lodos que traerán estos polvos hablaré en otra ocasión. Por hoy, baste con esta muestra que he conseguido gracias a la máquina de fabricar lazos que ha inventado Irene. Ah, perdón, no se lo había dicho: Irene, cuando se aburre, fabrica máquinas. ¿Máquinas? Preguntó un amigo despistado. Sí, contestó Irene, exhibiendo un pequeño dibujo intrincado e inidentificable: esto es una máquina de hacer lazos. Se la he tomado prestada y de momento funciona con los lazos intelectuales. Ya veremos con los físicos.