Arístides Segarra es escritor. Anteriormente ya fue construyendo Estilo familiar en Almacén. Estilo familiar dejó de actualizarse en octubre del 2006.
Me llega un motivo de reflexión de tercera mano, pues se lo planteó mi querido Colom a nuestro común amigo Izquierdo, colega en la paternidad, y éste, algo falto de recursos e imaginación, me ha introducido en un debate en el que no me siento demasiado cómodo, pues procuro mantener cierta discreción sobre mis vicios, mis errores y mis faltas. Y mentir a mi hija podría entrar en cualquiera de las categorías. Me he decidido a participar en privado, y ahora en público, porque Irene debe conocer también el porqué del modo en que su padre ejerce la paternidad. Como no pretendo determinar su vida futura, debo prepararla para todo, incluso para ser madre y mentir, pues puede necesitarlo. Normalmente preferiría prepararla para el bien en público y para el mal en la más estricta intimidad, pero nuestro tiempo es tan escaso que no caben el silencio o el secreto, y debo publicar mis reflexiones por si ha caso que no llegue la ocasión privada. Es cierto que el lector ha leído ya en esta columna cosas que jamás había revelado a nadie: puede que me queje mucho, pero que, al final, a través de ella exorcice el miedo a irme “sin haber desvelado nada”, como le sucedía a Henri Frédéric Amiel, después de haber llenado diecisiete mil páginas de su diario íntimo.
No castigaré al amable lector con semejante volumen de escritura, pero sí con una serie sobre las diez mentiras que le diré a Irene cuando sea mayor. Porque mentiré a sabiendas que ella sabrá que miento. Es mi forma de enseñarle a mentir, a engañar vilmente a quién más quiera: a ser mejor persona, en definitiva. Y empezará la próxima semana con “Yo siempre estaré contigo”.