Arístides Segarra es escritor. Anteriormente ya fue construyendo Estilo familiar en Almacén. Estilo familiar dejó de actualizarse en octubre del 2006.
Debo confesar, amable lector, que me he sentido profundamente ofendido en los últimos días, y lo sentí especialmente ayer, día mundial contra la violencia de género. Y digo “confesar” porque me produce una cierta vergüenza, debido a la edad de la ofensora: nueve años. No sé por donde empezar. No sé cual de las implicaciones de los hechos que provocan mi artículo de hoy es más relevante, más atractiva, más repulsiva, más anonadante, más estupefaciente, más… ¿más representativa de la cultura popular de nuestra España? ¿más indicativa del subconsciente colectivo de nuestro lumpen social (que no necesariamente económico)?
Con todo, la ofensa ha comportado una revelación cuasi-religiosa. Ha supuesto una epifanía de la verdad absoluta como hace tiempo que no recordaba. Un apocalipsis de la esencia profunda de nuestro país, de nuestra Espéin, que diría Cabana con más razón de la que ya tiene. Por cierto, que cuando le he consultado para no pisarle el tema del artículo, me ha dicho: “¡Ah, que vas a hablar de esa apología de la pederastia!”. Sí, amable lector, de eso hablo. De Eurojunior. De nuestra gran victoria. Del ejemplo que hemos dado a Europa y, por ende, al mundo de nuestra esencia, de nuestra europeidad, del lugar que ocupamos en la civilización occidental. Antes muerta que sencilla. Qué gran verdad.
Como fichas de dominó caídas en el intento de establecer un nuevo récord Guinnes, así he caído yo en la cuenta del significado de una máxima tan preclara. Ahora entiendo el Tuning que inunda las calles de mi barrio de chandaleros. Ahora entiendo la razón por la que un artilugio mecánico de dos ruedas que no supera los 50 km por hora hace tanto ruido. Ahora entiendo las bodas que se montan en este país. Ahora entiendo Tómbola, ahora entiendo Crónicas Marcianas, ahora entiendo Aquí hay tomate. Ahora entiendo a Aznar, a Rajoy. Ahora entiendo la FAES. Ahora entiendo por qué inundan mi ciudad de edificios sin contenido. Ahora entiendo el Forum de las Culturas, la Copa del América y hasta Madrid 2012. Antes muertos que sencillos.
La exaltación del horror vacui y del ser otro podría haberse realizado de forma positiva, pero no. Como modelo para nuestros tiernos infantes e infantas se propone el ultimátum, la coacción, el todo o nada. ¿Cuánto tardará Irene en decirme que Antes muerta que hacer los deberes? Encima lo emite TVE. ¿Y ésta es la televisión española que iba a proteger a los niños?
A partir de ahora miles de niñas (cronológicas o mentales) repetirán con ahínco el credo simple, lacónico, en realidad sencillo, de la cultura popular española. Recitarán complacidas que necesitan “belleza al instante”, y que las mujeres, “a veces”, necesitan “una poquita libertad”. Sólo una poca, pobrecitas mías. Y sólo a veces.
Un ejemplo de todo lo que no quiero para Irene, mi niña sencilla, que espero un día sea una mujer sencilla.
2004-11-28 18:22 Es curioso; a mí me pareció una canción irónica por exagerada la primera vez que la escuché. Pero creo que nadie comparte mi lectura, a pesar de que la defiendo con ardor. :-)