Arístides Segarra es escritor. Anteriormente ya fue construyendo Estilo familiar en Almacén. Estilo familiar dejó de actualizarse en octubre del 2006.
Amable lector: a través de esta columna usted conoce algunas de mis circunstancias, y alguno de mis humores. Una de ellas de seguro que no le habrá pasado desapercibida: mi apellido catalán. Otra, no tenía por qué ser sabida: soy valenciano por familia, nacimiento y residencia. Podría haber sido cualquier otra cosa, haber nacido en cualquier otro sitio. Francés, por ejemplo. A mi abuelo, allá por febrero de 1939, le conminaron para que se exiliara en Francia con su mujer y sus dos hijos. Con una ingenuidad y confianza en el ser humano que a mí ahora aún me deja perplejo, argumentó que la guerra estaba a punto de terminar, que sin duda habían perdido, y que no creía que nadie pudiera tener ningún motivo para perseguirle, ahora que habían conseguido lo que querían. Se quedó. Un año después, tras consejo de guerra sumarísimo por rebelión militar, fue condenado y fusilado. Pude ser francés. O mejicano, perdón, juarense, como mi querido y, aunque él no lo quiera, joven amigo Colom. O cualquier otra cosa.
Aunque parezca que me disperso, voy al tema. Un tema mío, un tema particular, pero común a muchos otros que, probablemente por pudor, no lo proclaman, ni tan siquiera lo mencionan: qué sentimos algunos valencianos que tenemos por lengua materna el catalán en su variante dialectal valenciana ante el llamado conflicto lingüístico, ahora convertido en tema de debate nacional.
No aburriré al lector amable intentando explicarle qué sucede, y cómo ha sido posible que se haya llegado a esto. A día de hoy creo que ha quedado meridianamente claro que detrás de ese supuesto conflicto sólo hay humo político, cenizas electoralistas, nada. Que al PP valenciano se le escapan los votos del centro, que Zaplana retuvo en parte prometiendo que cerraría el conflicto, e intenta amarrar los del tradicionalismo agrarista excitando su nervio regionalista al tiempo que les promete un buen precio por sus campos de naranjos gracias al maná golfístico, es una evidencia. Que cualquier cosa que le enfrente al gobierno central es bienvenida, es otra. Que así nos distrae a todos de su deuda pública, de sus proyectos megalomaníacos vacíos de contenido y de financiación, de la subasta del territorio al mejor postor, de su dejación legislativa, de su nepotismo y simonía, es otra.
Pero quería hablarles de mí. Del hastío de alguien que no tiene ganas de perder el tiempo en sandeces. De alguien que, como tantos otros, no esperó a que los políticos se pusiesen de acuerdo sobre nombres y normativas para pensar en su lengua, hablar su lengua, escribir en su lengua. Que, consciente de la azarosidad del nacimiento y de la residencia, nunca apreció el romanticismo lingüístico (“¿Saben aquel que diu que una lengua es una visión del mundo?”) ni concedió a las ideologías identitarias más crédito del que podían devolver. De alguien que, dedicado profesionalmente a la lingüística y la historia de la cultura, les ve venir de lejos, de muy lejos, a todos.
Heme aquí, pues, amante de mis lenguas y mis culturas, la catalana y la castellana, como amo a mi hija bilingüe, esperando que un nuevo Alejandro o puede que un nuevo Salomón sea capaz de poner orden en semejante algarabía de intereses y necedades.
Mientras tanto, mi recuerdo más sincero para quienes, como yo mismo, tenemos en el catalán nuestro yiddish, y en el castellano nuestro alemán.
2004-11-20 12:08 En mi casa al idioma que habla mi madre siempre (+ de 40 años) le hemos llamado valenciano. ¿Debemos de cambiarle el nombre y llamarlo catalán?
2004-11-20 13:09 Ovidi Montllor decía: “Parle català i ho faig a la manera de València.” (Hablo valenciano y lo hago a la manera de Valencia)
Yo, que soy una amante desmesurada de la fonética, cuando estoy en casa hablo “Torrentí”, cuando voy a Alcoi practico el “alcoià”, cuando estoy en Barcelona busco desesperadamente a alguien que hable “barceloní” (son tan pocos quienes lo hacen) y en Mallorca pido las ensaimadas en “salat”. Cuando escribo en mi lengua materna lo hago exactamente igual en Torrent, Alcoi, Barcelona o Mallorca. Y en todos estos lugares me entienden. ¿Por qué será?
2004-11-20 17:03 En mi casa al idioma que habla mi padre siempre (+ de 40 años) le hemos llamado andaluz. ¿Debemos de cambiarle el nombre y llamarlo castellano?
2004-11-21 00:28 Al margen del asunto de si es valenciano o catalán lo que se habla en Valencia;¿es presentable que se cambie de opinión sobre este tema porque se necesite el voto de ERC en otras cuestiones?
2004-11-23 08:24 La respuesta es sí, no sólo resulta presentable sino que admeás es legítimo; algo que el PSOE hace décadas que lleva reconociendo y que ahora encuentra la coyuntura (la ocasión, más bien) para promover su aprobación fuera de la constelación de Valencia, donde unos pocos impresentables se empeñan en ir contra las leyes de la lingüística…
2004-12-02 12:39 ¿ Y es presentable confundir paissos catalans por paissos de parla catalana? Parece ser que Vd. no se ha dado cuenta del fanatismo imperialista en la Tv.3,en la prensa, en la banca, en el magisterio, en las revistas y libros, en el teatro, en los politicos etc etc. Esto e lo importante, la lengua estara de acuerdo conmigo que solo debe de servir para entendernos, y cuantas menos pues mejor nos entenderemos.
Vea la ventaja de llevar euros en el bolsillo por europa, pues , lo mismo.
2004-12-23 19:39 Y por que no dejar que sean los lingüistas los que dictaminen sobre el tema?.
No creo que haya uno solo chileno que dude que habla castellano o español, y su manera de hablar se parece al castellano de Madrid bastante menos que como se habla en Ibi o en Olot.
2007-05-27 07:03
no se de qué hablas, no te entiendo, mezclas la politica con la lengua. ¿ crees que hablas catalan ? ¿ crees que eres descendiente de catalanes ? perfecto, es tu opinion personal. La mia es que yo NO hablo catalan – charre valencià – y no soy descendiente de catalanes. No me interesa la politica, soy lo que me apetece ser y como yo conozco a muchos. No te compro la moto catalana, ni me gusta, ni me interesa.