Arístides Segarra es escritor. Anteriormente ya fue construyendo Estilo familiar en Almacén. Estilo familiar dejó de actualizarse en octubre del 2006.
Yo voté no, Irene, el 12 de marzo de 1986. Debes saberlo, como debes saber que tu padre se masturbaba o que fue seminarista. Una redundancia, probablemente. El caso es que yo voté no en el referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN. Como es posible que los libros de historia hayan desaparecido cuando leas esto, te lo contaré. El último gobierno de UCD decidió integrar a España en la OTAN sin una definición clara de los términos de inserción. El PSOE, de clara tradición neutralista, se opuso. Pero a raíz del 23F, y con la asunción de las responsabilidades de gobierno en el 82, la opinión de los dirigentes del partido se decantó hacia la permanencia en aras a desactivar el “factor militar” en la vida política española, y a facilitar la integración de España en la entonces aún Comunidad Económica Europea, que se produjo, efectivamente, el 1 de enero de 1986. Dos meses y medio después, se realizó en referéndum sobre la OTAN, que ganó el sí por más de dos millones de votos. Y yo, desnortado atlánticamente, voté no.
Alguien dijo en aquel momento que el PSOE tenía sobre sus espaldas la carga de convencer a la opinión pública y cambiar su orientación utilizando todos los argumentos, desde las supuestas ventajas tecnológicas hasta la llegada del Pato Donald. Una tarea poco sencilla para un partido que llegó al poder enarbolando la bandera anti-OTAN, y cinco meses antes del referéndum perdía en las encuestas por 46 a 19. Fueron tiempos épicos, a favor y en contra, en los cuales no participó AP, que se abstuvo.
He vivido con cierta desazón mi voto negativo a un hecho que posibilitó una rápida sumisión de los militares al poder civil, y situar a España en el mapa mundial. ¿Alguien es capaz de imaginar qué hubiera sido de nuestro país si hubiesen triunfado las corrientes neutralistas, quasi no alineadas, que a principios de los ochenta dominaban en la izquierda y buena parte de la derecha española? En el lado negativo, mi joven amigo Colom afirma, con razón, que España perdió en esos años la oportunidad de reforzar el vínculo con América Latina, lo cual le hubiera permitido entrar en la Unión Europea en una posición de fuerza. Creo que España tenia demasiados problemas de cohesión interna como para asumir ese papel, pero no deja de ser cierto que ni siquiera lo intentó.
Y ahora votaré sí. Puede que sea, según los augures neocon peninsulares, porque no he superado el referéndum de la OTAN. O porque oigo el informe de la Fundación Hermitage que contempla como el mejor escenario posible para Estados Unidos el previsible y deseable fracaso de una Unión Europea políticamente débil y estratégicamente dependiente. O puede que sea, mi niña, porque alguna cosa aprende tu padre con el paso de los años.
2004-11-13 12:38 Segarra,
Soy tu amigo, es verdad, pero no soy joven. Es más, soy mayor que tú por un año.
Otra cosa. Si no fuera por los ataques bajo mano de los Estados Unidos a la Unión Europea, tendría mucho más claro mi voto negativo en febrero. Sigo pensando qué hacer.