Amable lector: esta sección, Estilo Familiar, la escribo de buena fe, y por ello te advierto desde el principio que no me he propuesto hasta el momento, en la etapa anterior en Almacén, ni me propongo ahora en Libro de Notas, ningún fin si no es doméstico y privado. No tengo en cuenta ni tu servicio ni mi gloria: mis fuerzas no alcanzan para tal propósito. Dedico estos artículos a la comodidad particular de mi hija, para que, habiéndome perdido (lo cual puede suceder pronto), pueda reencontrar aquí algunos rasgos de mis circunstancias y humores, y que por este medio alimente de forma más completa y viva el conocimiento que tuvo de mí. Si estos escritos persiguiesen el favor del mundo, me hubiese engalanado mejor, y me presentaría en cada uno de ellos con afectación estudiada. Quiero que mi niña me lea en la forma más simple, natural y ordinaria, sin contención ni artificio, pues es a mí a quien describo. Y si perteneciese a esas naciones sobre las que se dice que todavía viven bajo la dulce libertad de las primeras leyes de la naturaleza, aseguro al amable lector que me dibujaría de cuerpo entero, y enteramente desnudo: tal y como ella me ve cada día. Mis defectos y mi inocencia destacarán vivamente, tanto como me lo permita el decoro público. Así, lector amable, yo mismo soy la materia de mis escritos. No hay ninguna razón para que emplees tu ocio en un tema tan frívolo y tan vano. Adiós, pues. De Segarra, a ocho de octubre de dos mil cuatro.