TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
El próximo diez de noviembre hará dos siglos que las Cortes de Cádiz promulgaron la primera ley de libertad de imprenta de España. El decreto dio la vuelta a muchos siglos de censura oficial, control, poda o veto por parte de las entidades gubernamentales de todo lo publicado, instaurando la libertad de expresión. Pero claro, era 1810, y, tras feroces debates, hubo que hacer una excepción: no se daba libertad para escribir sobre religión. La Iglesia católica ganó la batalla una vez más, como una extensión heredada de la activa labor que la llevó a modificar toda la historia de la literatura hispana hasta esa fecha: desde La Celestina, pasando por Cervantes o Quevedo, toda obra tal y como hoy la conocemos fue fruto del control eclesiástico, bien por corte directo de pasajes, modificaciones, prohibiciones o, quizás por encima de ninguna otra forma de represión, autocensura.
Hoy la censura luce otros modos y se adapta a los nuevos tiempos: censura comercial, censura de mercado, censura capitalista. Blindadas las libertades fundamentales (siempre relativamente) que emanan de los organismos oficiales, el control de la libertad de expresión se ejerce desde las entidades particulares, poderes fácticos que utilizan la dependencia que de su dinero tienen otros para exigirles vasallaje periodístico. Y está la Iglesia, cuyo poder, si pudiera parecer mermado respecto de otros siglos, parece que tiene capacidad todavía de dar coletazos violentos y efectivos. No le basta con aferrarse a parcelas del poder reconquistadas gracias al franquismo (impuestos o educación entre otros), sino que recuerda sus viejos tiempos inquisitoriales con actuaciones directas: sus protestas y presiones al diario Galicia-Hoxe consiguieron la retirada del artículo de Fran P. Lorenzo Como niños píos con disfraz de mártir. Pocos días después, la imprenta encargada de entregar los 4500 ejemplares de la revista satírica Retranca secuestra la tirada con el argumento de no estar de acuerdo con los contenidos del número. En ambos casos la razón es la misma: la inminente visita del Papa a Santiago de Compostela: se limpian las calles, se tapan las miserias, se adorna el paisaje gallego con inmensos carteles con la foto del Papa pagadas con dinero público, se esconden las prostitutas y se callan las bocas disconformes.
Pero quizás lo más grave es el silencio. Busquen, busquen por los diarios gallegos o españoles referencias a ambos sucesos y verán que la ausencia de eco es casi total, con un par de excepciones honrosas. Sé que es sencillo hablar de valor y solidaridad cuando, como es mi caso, no hay presión alguna que me impida gritar. Pero son demasiados los casos para permanecer callados, demasiados cierres sumarísimos, demasiados secuestros, demasiados intocables… y demasiado silencio de quienes, por su profesión, tienen la obligación de defender la libertad de expresión que desde 1810 tantas veces fue pisoteada y enterrada bajo la tierra manchada por togas y sotanas.
2010-10-29 12:01
Respecto a esta censura rampante, opino como Miguel A. Román en el comentario n.º 13 a Como niños píos con disfraz de mártir, en este mismo sitio.
Me gustaría aclarar algo que me parece que mezclas en tu texto y que yo no encuentro tan claro: primero, que no es la Iglesia, sino determinada jerarquía eclesiástica la que presiona; segundo, que los que quitan el artículo de Galica Hoxe son Galicia Hoxe, igual que los que secuestran Retranca son los de la imprenta: que se hayan acogido a justificar sus desatinos por presiones eclesiásticas o por creencias y fes es algo que pueden aducir cuantas veces quieran, pero que son ellos los que han censurado el artículo, en el primer caso, y la revista entera, en el segundo, y que ellos son los que han ejercido la censura. Vamos, que a mí me preocupa más la censura en sí que por qué viene motivada; que esta vez parece responder a la presión de unos mandamases de la Iglesia católica, pero otras veces ha venido de la mano de una supuesta defensa por ofensas a la Cororna (el caso de El jueves), otras por el feminismo (recuerdo algunos anuncios de D&G y Dior, vagamente)…
Lo común en todos es que alguien se erige en defensor de la moral y de los sentimientos de los demás, y que decide por ellos, y que se pone por encima de la ley y del sentido común.
Como dice Miguel en su comentario, «Si se permite que este derecho sea flagrantemente vulnerado sencillamente porque a alguien “no le gusta lo que dice”, todo es una farsa y volvemos al reino de la opresión y el miedo.
Y no estoy dispuesto. Si el precio a pagar por mi libertad es soportar la estolidez, chocarrería y el verbo insolente de otros, lo compro, me parece muy barato.»
Un beso. Ana
2010-10-29 18:27
Ana, utilizo Iglesia, con mayúscula, como sinónimo de “jerarquía eclesiástica”, lo que según veo es la cuarta acepción del DRAE.
En cuanto a que es la empresa la que realiza la censura… sí, por supuesto; pero no la realizarían, en general, si la jerarquía eclesiástica no presionase para ello. Quevedo y Cervantes se autocensuraban profusamente, pero no por convicciones propias sino porque sabían cuales podían ser las consecuencias de no hacerlo. Igual que los farmacéuticos no se negarían a vender preservativos si la jerarquía eclesiástica no advirtiese del pecado.
Saludos
2012-02-14 21:21
FUCK YOU!!! la iglesia y todo ese rollo es una mentira!!! os estan engañando todos con lo del cristianismo y eso, todo es una tonteria. dejadlo de una vez por todas!