TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
Esta es la declaración de principios de la colección Memento Mori, cuyo director es mi amigo y colega en este portal Alberto Haj-Saleh:
Memento Mori es una colección de libros de la Editorial Alegoría (editorialalegoria.com) dedicada a las novelas de vocación pulp y de guerrilla. Un espacio para la literatura popular de consumo veloz escrita directamente en castellano por autores que comparten dos características: talento a espuertas y un amor incondicional por el western, la ciencia ficción, el horror, el policíaco más sucio y, en fin, todo lo que se reconoce como “literatura de género”. Una apuesta insensata hecha por insensatos y para lectores insensatos.
Como Alberto no me envió sus dos primeras publicaciones (Perros del desierto, de Francisco Serrano y Nigromancia en el Reformatorio Femenino, de John Tones) y la versión digital todavía no está a la venta pues tardé bastante en leerlos [1]. Y digo ahora que ninguno de las dos novelas cumplen las expectativas planteadas por la colección; y me explico:
La apuesta de John Tones por lo pulp es clara desde el título de su libro, pero de ahí hasta la última página esa vocación de literatura de género y consumo veloz se va diluyendo poco a poco, he de decir que para mi regocijo prejuicioso, pues soy más conocedor teórico de ese tipo de literatura que práctico. El inicio de la novela de Tones sí nos sitúa en ese páramo genérico y light: adolescentes barriobajeras peleándose semidesnudas; pero Tones no puede mantener atada la calidad de su prosa y pronto comienza a dar cuerpo y peso a sus personajes y densidad a la trama y va dejando en la cuneta los cadáveres de los ripios pulp, ma non troppo. Y el resultado es una novela ágil, dinámica, sólida y nada insensata.
Perros del desierto es otra cosa. Sostuve en otras ocasiones que una novela de género deja de serlo cuando es buena de verdad: no se puede adjetivar al Quijote como parodia de los libros de caballerías ni a Hyperión como novela de ciencia ficción. La novela de Francisco Serrano es un western, una novela de aventuras, de ciencia ficción, una de intriga… pero por encima de todo es un novelón, un texto grande, sin más adjetivos que puedan reducir su ámbito de juego o su impacto en un posible lector. Cada personaje que aparece cobra peso al instante y crece y permanece como esos secundarios inolvidables del Hollywood de la edad dorada. Y la trama fluye trepidante pero lo suficientemente pausada como para generar ese ambiente del polvo y silencio del desierto. Y se consume la lectura en sus demasiado escasas páginas, porque uno querría más, vivir más en esa historia, quizás demasiado limpia de todo elemento no imprescindible. Porque, en contra de la moderación que casi siempre pido, en contra del acierto que casi siempre supone saber abandonar una historia a tiempo, le ruego a Francisco Serrano que escriba una segunda parte, porque puede hacerlo sin estropear lo escrito, porque se ve un horizonte de estructuras proyectadas, con pilares y hierros que esperan ser recubiertos y cerrados.
Así que cómprense ambos libros y léanlos, pero no esperan sólo novelitas ligeras y encerradas en la calidez del género, porque su calidad desborda el marco de la empresa.
___________________________
[1] Me los encontré, inesperadamente, en la estantería del piso del susodicho, y los leí ahí mismo; después, todo hay que decirlo, Alberto me dejó marcharme a casa con un ejemplar de cada uno.