TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
Que sonara en la habitación de Alonso Quijano, él ya fenecido, y sobreponiéndose a los llantos de Sancho y la sobrina y el cura, Man of the Hour. Hacer más casamientos como este.
Sancho agoniza en su cama. El dolor no le deja pensar con claridad, hace tiempo que es como una nube molesta y difusa que lo humedece todo. El cura le aplica una compresa mojada en la frente, el cuello, los labios, tratando de que el pellejo que cubre sus dedos no resulte brusco ni ajeno. Quiere hablar, cada palabra es una bola con clavos que le atraviesa la garganta, calla, guarda silencio, tranquilo, tranquilo, el señor ya te espera y no hay dolor en su seno, sino paz y descanso, calla, Sancho, calla, pero insiste, el esfuerzo le llena los ojos de agua, y lo dice, un murmullo que parece elevarse desde la medula, atravesando el hueso, los órganos, la piel, brotando con violencia por los poros, ¿fue verdad, señor cura? ¿Fue verdad? Y Sancho se acaba sin llegar a comprender la respuesta del cura, que siente de pronto el peso de todos los muertos que asistió en su ya demasiado larga vida.
¿Quién enseñó a Celestina a manipular el ala de dragón y la sangre de murciélago? ¿Quién gozó su cuerpo fresco y duro? ¿Quién le enseñó las artes oscuras del prostíbulo?
¿Qué contestó «Vuestra Merced» a Lázaro?
¿Cuál sería, muchos años después, el último pensamiento de Don Latino de Hispalis cuando le atrapase la muerte?
2013-11-22 08:45
Como entretenimiento personal, para dentro de casa vale, pero ya nivel profesional parecería a mi modo de ver algo pretencioso hacer una continuación del Quijote (aunque sí se haya hecho), del Lazarillo o de cualquier obra clásica. Además, ¿cómo quedaría la comparación?
Al hilo de esto (no sé si me contradigo) como lector tengo una infinitesimal esperanza de ver algún día escrita a la altura de las circunstancias una secuela de la novela “Las hojas caídas”, de Wilkie Collins. Delicioso relato cuya segunda parte (que pide a gritos) el autor prometió y no puso o quiso nunca llevar a cabo. Tal vez algún buen autor recoja el guante. Después de todo Collins es mucho más reciente y, en fin, no es Cervantes.