Se publican aquí críticas de libros que por algún motivo —pequeñas editoriales, escasa distribución, desconocimiento del autor, fuera de modas— no aparecen en los medios y publicaciones tradicionales.
Adolfo Ramírez Corona
Título: Las ciudades invisibles
Género: Poesía
Autor: Ítalo Calvino *Editorial:*Minotauro
Año de publicación: 1983
Lugar: Barcelona, España
Texto que discurre entre diálogos filosóficos, apólogos, descripción de ciudades imaginarias, relatos urbanos, reflexiones científicas, poesía en prosa y aforismos. Ese discurso aparentemente informe es contenido en el hablar de un viajero que lo ordena, lo serializa, lo clasifica, pero sobre todo, lo cuenta; y en el pensamiento de un dirigente que lo diseña, lo dibuja, lo traza, lo convierte en un gran mapa, en un atlas.
“No es que Kublai Kan crea en todo lo que dice Marco Polo cuando le describe las ciudades que ha visitado en sus embajadas, pero es cierto que el emperador de los tártaros sigue escuchando al joven veneciano con más curiosidad y atención que a ningún otro de sus mensajeros o exploradores.”
Pero hay algo más que una dialéctica en este libro un tanto inclasificable del de por sí inclasificable Ítalo Calvino. Hay una imagen en la superficie que es usada como metáfora hasta agotar casi todas sus posibilidades de representación en la profundidad: la de la ciudad. En el intento de tomar por asalto a la ciudad con el pensamiento, el autor toma por asalto al pensamiento con la idea de ciudad.
Como lector debo agradecer algo a Calvino: aprendí a mirar la ciudad, a pensarla, a escribirla, a viajarla; aprendí también a ver mi pensamiento como una ciudad viva, que crece, que es habitada, diseñada, trazada y recontruida todos los días. A veces soy Marco Polo, otras tantas ocasiones soy Kublai Kan.
”—También las ciudades creen que son obra de la mente o del azar, pero ni la una ni el otro bastan para tener en pie sus muros. De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya.
—O la pregunta que te hace obligándote a responder, como Tebas por boca de la Esfinge.”
Este es el tipo de libros que se lleva uno a una isla desierta. (O a una ciudad habitada.)