Tendemos al derrotismo y a pensar que caminamos inevitablemente hacia la decadencia. Frente a esto, en todos los campos del saber y del hacer hay personas cuya tarea está cimentando el legado que dejará nuestra época a la siguiente. ¿Qué tal si conocemos a algunos de los pensadores de nuestro tiempo más importantes? No son cuatro, pero pensar, sí que piensan. Y lo que tienen que contarnos merece la pena. Miguel Santa Olalla es profesor de secundaria y editor de boulesis.
En próximas semanas la filósofa estadounidense Martha Nussbaum recibirá el premio Príncipe de Asturias a las ciencias sociales. Ofrecemos aquí un pequeño semblante filosófico para que todos podamos hacernos una ligera idea de su importancia dentro del panorama filosófico actual.
Hay, pues, un enlace, entre temas tan aparentemente diversos, un hilo conductor que se aprecia en las obras de Nussbaum y no es otro que las situaciones de dolor y sufrimiento humano. Ella misma lo ha expresado en una de las entrevistas que enlazamos más abajo: la vulnerabilidad. Una idea genuinamente filosófica y muy a la altura de nuestro tiempo: ahora que parece que el dolor el sufrimiento o la muerte no tienen presencia en nuestra sociedad, ahora que la ciencia o la técnica parecen conferirnos una fuerza inquebrantable, Nussbaum pone sobre la mesa la debilidad humana y encuentra en las situaciones de injusticia el mayor ejemplo de nuestra debilidad, ofreciendo como solución un progreso de tipo ético y cultural, muy superior al económico. Asombra la cantidad de temas que ha tratado desde esta perspectiva: inteligencia y emociones, clonación, desigualdad de la mujer, derechos de gays y lesbianas, patriotismo, derechos animales…
Martha Nussbaum es, en definitiva, una gran humanista del siglo XXI. Su compromiso práctico e intelectual en muchas de las cuestiones más acuciantes y la tarea filosófica que ha puesto a disposición de la sociedad así lo demuestran. Ideas con tanta raigambre como la educación como motor del progreso humano ha encontrado un nuevo eco en una obra recientemente traducida al español, en la que reivindica una mayor presencia de las humanidades en la educación como una condición imprescindible para que haya una democracia real y efectiva. Precisamente porque las humanidades crecen sin ánimo de lucro deberían ser un tesoro a cuidar y potenciar en sociedades en las que el beneficio suele eclipsar cualquier otra clase de motivación y criterio moral o político. Son precisamente humanistas como Martha Nussbaum quienes deberían convertirse en auténticos modelos a imitar, tanto por su trabajo intelectual como por su compromiso con los problemas del tiempo en que viven.
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