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Kliong! por Carlos Acevedo

Kliong!, a razón de cada martes, se encargará de desmenuzar el mundo del tebeo y del cómic desde una perspectiva que llama a la rotura y al trompicón. Kliong tiene más que ver con una olla que cae por torpeza que con un arrebato o un golpe, aunque a buen seguro no saldrás sin moratones.

Piensa en algo bonito o no pienses en nada

Hoy a primera hora los fanzines ya no son lo que eran, todo parece indicar que han perdido un punto clave en su concepción. El mundo fanzinero sufre de que, por un lado, los juntaletras se han dedicado a animar el cotarro en internet y por el otro, el del tebeo y de la manifestación gráfica, se han dedicado a buscar respetabilidad o, en su defecto, a montar un facsímil que tiene de todo menos interés. Y es que por gracia divina los fanzines siempre han tenido una relación primaria o primigenia con el mundo de a) la cultura popular y b) la subversión. Por gracia divina o por una necesidad implícita de entretención. Así, la Cultura Popular es siempre de usar y tirar porque depende directamente del mosaico que contiene a su época en cuanto a la industria cultural o cultura de masas; mientras la subversión se atañe, básicamente, a un momento específico o a un contexto en el cual una obra cobra una dimensión específica, a partir de la cual puede resultar incómoda plantear preguntas o viceversa. Dicho de otra manera, el famoso urinariio de Duchamp es subversivo al momento de su aparición y no ahora mismo que han pasado la tira de años y en los museos ya se exponen animalicos en formol. Esto, por supuesto, no niega la importancia de dicho acto, un urinario ofrecido como obra de arte, pero sí implica que un urinario en un museo o galería es, independiente de que sea una copia o no, absolutamente irrelevante a día de hoy. Lo que, ya puestos, no significa que los museos deban prescindir de baños.

Es importante, entonces, establecer la división entre a) Cultura Popular y b) Subversión aunque ya decíamos por aquí la semana pasada que se trata de términos íntimamente ligados porque ambos se suceden en Tiempo Real™ y gracias al Tiempo Real™. Son eventos que dependen, en todas sus acepciones, del Ahora™ y del desprejuicio con el que se contempla ese Ahora™. La diferencia real es que uno de estos elementos conlleva en sí mismo la negación. Sí, han adivinado, me refiero a la subversión. Me explico: la subversión se compone de una sola acción, la de ‘_Joder La Paciencia_©’, mientras que la Cultura Popular puede funcionar, a la vez, dependiendo del espectador, como subversiva o como simple entretención/analgésico; lo que, básicamente, nos lleva a pensar que un fanzine para responder a ambas debe, por cojones, ser subversivo ya que es el único término adjetivable que comparten a) Cultura Popular y b) Subversión.

Ante esto el mundo del fanzinismo cobra particular importancia con el Punk, un espacio genérico donde los toca-cojones de toda la vida se hermanan para siempre con la escena del tebeo independiente. De hecho, según Legs McNeil, el nombre del movimiento que tan de moda estuvo en la Inglaterra del 77’ proviene de lo que solemos llamar un fanzine: una revista hecha por fans o seguidores de algo que no tienen espacio o ganas de editar en grandes medios; es decir: no desempeñan su labor de una manera profesional ni reciben un suelo por lo que hacen. El fanzine es, de modo genérico, el continente del hablar o posicionarse desde la marginalidad, ese ámbito de la cultura que funciona, básicamente, como el gato de Schrödinger. La marginalidad es, vaya, estar vivo y muerto a la vez.

Ahora, ¿a qué viene todo esto? Esto viene a que revisando los nominados del inminente Salò del Comic de Barcelona me doy cuenta de que Argh! está nominado a mejor revista. Entiendo, en primera instancia, que es producto de que los fanzines nominados no le llegan ni a los talones en cuanto a producto terminado; y que, claro, a los jóvenes que hacen sus cositas siempre hay que darles una oportunidad, aunque lo que hagan no sea del todo interesante y pongan más interés en la factura de una portada que en los contenidos o en los dibujos que en la función narrativa de los mismos o… Pero ese no es el tema, el tema es que servidora considera que Argh! es un fanzine porque responde inclusive a una función subversiva y desconoce la corrección política que terminará, a la larga, con la posibilidad de decir y explorar eventos que logran incomodar al personal. Pero ¿es sólo eso?

Todas preguntas que nacen de Argh!, una publicación a todas luces ejemplar. Provenientes del mundo del fanzine, etapa que coronaron con el galardón a El Fanzine Enfermo en la pasada edición del Salò, tanto Félix Díaz como Jorge Parras, los principales responsables del cotarro, logran dar con una gestión o sugestión que resulta, sin monsergas, de un profesionalismo apabullante. Ese profesionalismo que se filtra en el acabado de Argh!, dueño de un guillotinado estupendo, de una edición que ya querrían para sí muchos de los editores de tebeos de este país y una fuerza visual que obliga a exclamar, ejem, Argh! y algún epiteto de acuerdo al talento de los sujetos en cuestión. Esto, esta ramificación industrial (estamos hablando de un producto entendiéndolo como tal en comparación con otros productos de matriz similar), es lo que provoca multitud de conflictos ya que es un factor, la profesionalidad, que se escapa de la definición que podría usar cualquier neófito en el tema de los fanzines y la autopublicación. Aunque dicha profesionalidad no impida que Argh! destile un espíritu de indie bien entendido y de underground bien llevado que resulta, resultona, una gozada. Independiente de que sus contenidos, su humor, puedan suponer lo contrario a alguien con la cabeza mal amoblada o el estómago débil.

Aunque, en efecto, hay otros factores más allá de la escatología como discurso estético pleno y tienen que ver con nuestro Ahora™. Nuestra época es una de esas donde se pierden relaciones que antaño eran fundamentales. Me refiero, básicamente, a la relación continente y contenido, a un approach estético que permita que una obra tenga unas determinadas características que permitan sustentarla incluso como objeto independiente de su contenido. Y no, esto no es un intento de subsanar los crímenes y las manías de los fetichistas del papel. Me refiero, básicamente, a que una de las razones que permiten que Argh! sea, dentro del panorama independiente, el único impreso que se deja leer de punta a cabo, tiene que ver con la importancia que le han dado a la Noción Cromática. Me explico: La relación entre el verde y lo viscoso y el rojo y la sangre es el punto de partida para la gente de Argh! al momento de aunar las obras de su multitud de autores (Bob Flynn, Brais Rodríguez,* Daniel García*, Daniel Rodríguez, Ferran Esteve, Luci Gutiérrez, etc) de cara a una nueva publicación. Lo profundamente interesante es que a partir de ello generan una de las mejores experiencias estéticas que puedas echarte a la cara porque funciona perfectamente tanto como continente como contenido. Argh! rompe los límites propios del formato al reventar las posibilidades de usar el bitono en la factura de la revista y legando luego la funcionalidad de los relatos a dicha Noción Cromática. Un producto redondo. Buenísimo. Dueño de una resolución que se vuelve ejemplar ya que refiere una acción sobre un obra que se completa desde todas las bandas, logrando así que los límites físicos jueguen a favor del objeto en sí mismo. Esto, el explotar las posibilidades de un formato, es algo que el mundo fanzinero ha olvidado casi completamente al limitar su acción al amateurismo gregario, logrando que el trabajo en sí, el currarse un objeto con páginas, pase a un segundo plano. Y ahí, en ese contexto, nos encontramos con un pedazo de revista en bitonos. ¿Es por ello que el Salò le otorga otro epíteto de revista en su escala jerarquica? ¿Es Argh! una revista porque es conciente de los límites y las virtudes de una opción estética? ¿Un fanzine tiene que ser necesariamente sacado de una copistería en el peor papel y al mejor precio?

Argh! logra que nos planteemos estas preguntas en un paisaje donde tenemos un determinado tipo de producción cultural que, independiente de su alcance, es deudor de la escatología y la coprolalia como marcas de género. Me refiero, obviamente, a Ren & Stimpy, South Park, Padre de Familia, los hermanos Farelli, Ben Stiller y una buena camada de nuevos creadores ligados a la comedia y al entretenimiento que se han limitado a ella. Me refiero a que a partir de la escatología componen obras que, ante los ojos de la vecina del tercero, les convierte en provocativos. Ahora, la pregunta del millón de dólares, ¿qué nivel de provocación pueden tener una tipología de humor que hasta hace nada eran coto exclusivo de los infantes de entre 3 y 7 años? Supongo, ejem, que ninguno. Esto es como las palabras, todo depende del uso que hagas con ellas. Ya no se trata de ”Hijo De Puta, hay que decirlo más” sino que se trata de “Hijo de Puta, hay que decirlo mejor “_o, ya puestos, saber usarlo en el contexto y en el momento adecuados, potenciando la carcajada o develando, como en el caso de Rabelais, el talante de según qué personajes en según qué situaciones. Ante esto, _Argh! podría ser la representación definitiva de un área de la Cultura Popular, el mosaico que se construye a partir de ella, que ha hecho de la coprolalia y la escatologia un uso que, muchas veces, si usamos la memoria de hemeroteca, ha sido profundamente subversivo. Esto explicaría también que aplicar el profesionalismo a un producto marginal sea denominado como parte una categoría mayor, la relación fanzine-revista, a la vez que nos señala y subraya el por qué hoy a primera hora los fanzines son, en su mayoría, productos que contrastan la falta de talento con las ganas de estar en algún lugar, usando un formato simplemente como un vehículo para su necesidad inherente de formar parte de algo. De una escena, a poder ser. Y si tiene un tufillo al indie moderno del que aprendimos a reírnos con “Juanjo Sáez”:http://www.juanjosaez.com/, pues mejor. Si es que no se enteran..

Dicho en pocas palabras: el fanzine actual, sobre todo el que se limita a los tebeos, no responde a la Cultura Popular ni a la Subversión sino que responde, simplemente, a la masturbación. Una cosa que muchos hacen solamente cuando no pueden follar. Algo inadmisible se mire desde donde se lo mire. Ante esto no queda otra que exclamar_*Argh!*_

Carlos Acevedo | 12 de mayo de 2009

Comentarios

  1. Dr Zito
    2009-05-13 12:01

    Argh! es estupendo de verdad. Solo me pregunto, como ya apunta ud en su texto, por el recorrido que pueda tener.

  2. alejandro rodriguez díaz, alicante
    2011-02-19 13:45

    necesitábamos críticas y análisis de tu fortaleza. por tanto sólo señalaré algunos puntos. “ARGH (…) el único impreso que se deja leer de punta a rabo” Ensalzar uno con razones consistentes y oscurecer al resto es una gran hipérbole (indemostrable en tanto existe alguna obra estable 13 años que no está expuesta a los gustos del mercado o gratuita, perdón, quiero decir que todavía no conoces) Más flexible parece “el explotar las posibilidades de un formato, es algo que el mundo fanzinero ha olvidado casi completamente “ No obstante, no olvidemos que un fanzine es contenido principalmente Ello le identifica a “escasos medios” (la fotocopiadora, entonces). Ahora, mi opinión es que ARGH! entra en dicho concepto-y tambien el de revista- por abarcar un público minoritario y contener una temática no convencional. Es decir, ser un producto lanzado sin intención de que sus patrocinadores puedan comprarse mejores coches. Publica un libro. sugerencia para un título de uno de tus artículos: HUELO EL RASTRO DE ALAN PARSONS OJALÁ NO SEA OTRO DE SUS SEGUIDORES


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