Kliong!, a razón de cada martes, se encargará de desmenuzar el mundo del tebeo y del cómic desde una perspectiva que llama a la rotura y al trompicón. Kliong tiene más que ver con una olla que cae por torpeza que con un arrebato o un golpe, aunque a buen seguro no saldrás sin moratones.
Poca broma con lo que se han sacado de la manga Ferrán Esteve y Ricardo Cavolo, cuidadín. Se llama Devil’s Trill y se dividide en dos, por dos caras y en dos sentidos. A la mitad, digamos, tienes que coger y darle la vuelta para seguir leyendo.
Básicamente, han recuperado la prolífera relación entre cómic y música y han compartido las grapas de un fanzine para demostrarlo y lo han hecho bien. Digo, que han cogido y lo han hecho, sin más.
Mientras Esteve ha optado por una narración, algo flojilla, quizás demasiado apresurada, de la vida de Lee “Scratch” Perry, productor de dub y reggae, un hombre bueno y valiente que un buen día quemó todo por culpa del diablo; el señor Cavolo se sale con una escueta cronología que, a modo de postales unipersonales, glosa a los titanes del blues primitivo; aunque todo lo popular, digo yo, tiene algo de atávico y en el blues esto se nota más, pues rara vez se aleja del cotidiano.
Las postalitas de Cavolo, por llamarlas de alguna manera, son abigarradas muestras de conocimiento del género, pero además, y quizás lo más importante, es que su modo de narrarlas evidencia talento en cuanto a página bien resuelta, bien montada. Un titán, Ricardo Cavolo. Si siguiera usando facebook me haría fan, le daría un pulgar arriba virtual. También a Esteve, creo, aunque esta vez no me haya sorprendido. Bueno.
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