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Crónicas del Hype por Guillermo Zapata

El 14 de cada mes, una columna sobre fenómenos mediáticos, cultura convergente, sociedad de control y otros servicios inútiles servida a modo de notas orientativas y, a poder ser, con algo de humor. Aunque los enlaces y las citas serán el auténtico grumo de este potaje, el encargado del caldo es Guillermo Zapata. Un guionista de televisión que a veces hace cortos.

El 15M: Freakangels en Genosha

1.- Balada Triste de trompeta tiene en sus títulos de crédito y en sus últimos minutos, algunas claves que el movimiento 15M ha puesto sobre la mesa.

En la espectacular secuencia de créditos asistimos a un paseo por la iconografía española de la dictadura a la transición a golpe de tambor nazareno. Cristo, crucifixión, pasos de semana santa, Franco fotografiado como si el Equipo Crónica hubiera vuelto a las andadas, tiros, gritos, Fraga vestido de militar, ETA político militar… y, de pronto, imágenes congeladas de monstruos históricos, del Hombre Lobo, de Frankestein… De ahí viramos a imágenes a color no menos extrañadas, payasos de la tele, imágenes de la “última generación de albanos” que explicaba hace años el propio Alex de la Iglesia en el magnífico libro de Marcos Ordoñez La Bestia Anda Suelta.

El torrente de imágenes se acelera hasta que un último fragmento nos descubre la imagen que encierra toda la película (y que muchos dejamos inadvertida): la de Jose Luís López Vázquez encerrado en La Cabina de Antonio Mercero como metáfora de una transición política y de un ecosistema cultural. Encierro y angustia, monstruos reales que se confunden con monstruos ficticios (y viceversa). Claustrofobia.

En los últimos minutos de la película asistimos a dos momentos fundamentales. Uno de los personajes secundarios de la película, aquel que lleva la moto acrobática, está convencido de que puede tirar la Cruz de los Caídos lanzando su moto contra ella y así salvar la situación. Sin atender a sus compañeros, se lanza con la moto contra el monumento, fracasando estrepitosamente. Ese acróbata ingenuo es una buena metáfora de la cultural española desde la transición. Una cultura obsesionada con el mito franquista y precisamente por eso atada a la Cruz y condenada a definirse a partir de ella.

El últimos plano de la película, con el payaso tonto y el payaso triste frente a frente representando a la España que siempre se puede reír y a la que solo le queda llorar parecían expresar un enfrentamiento atávico, prepolítico y, quizás, obligaba al espectador a colocarse en la posición de uno u otro payaso (o en la de ambos). Personalmente, no comparto la lectura que Alex de la Iglesia hace del proceso de la transición, pero éste no es el objeto de la discusión. La clave es que esos dos payasos encerrados y enfrentados, esas imágenes en cadena en dirección a La Cabina, ese motorista atado a su obsesión de que puede, él solo, tumbar la Cruz de los Caídos, resultan hoy, a la luz del movimiento 15M como uno de los mejores testamentos (quizás incluso como la última película, la que da el tiro de gracia) a eso que Guillem Martínez ha definido magistralmente como “cultura de la transición”. A saber, aquel modelo cultural que se hace uno con el poder y acepta un paquete cultural y una serie de mitos heredados a derecha e izquierda. Y ese tiro de gracia no se opera o no se descubre solo desde la película, sino que sólo se entiende (pues es el espectador el que desentierra o incluso crea el sentido de las películas) con la presencia en la calle del movimiento 15M.

El primer movimiento realmente multitudinario de la post-cultura de la transición. El primer movimiento que no opera bajo esos principios culturales. El primer movimiento que no quiere tirar la Cruz de los Caídos, ni quiere ser el payaso tonto o el payaso triste, sino que simplemente ha decidido caminar en otra dirección porque está hasta el culo de esos mitos.

El primer movimiento, en fin, contra el Hype a la española.

2.- Si hablamos de un movimiento de ruptura con lo anterior, hablamos de un movimiento que expresa una novedad. Lo nuevo siempre es un cambio, una mutación. Hace pocas semanas se estrenó otra película que habla de la naturaleza conflictiva del cambio y la diferencia y que puede dar, también, pistas sobre el devenir y el funcionamiento del “Movimiento 15M”. Me refiero a X-Men Origins. La película sitúa el centro de su conflicto en el nacimiento y posterior ruptura de la
amistad entre unos jóvenes Profesor X y Magneto. Los dos son conscientes de su poder como mutantes, los dos son consciente de que la naturaleza de esa mutación resulta problemática para los seres humanos (digamos, aquellos que no han mutado todavía o que no puede mutar). Difieren, sin embargo, en el curso de acción a partir de esa naturaleza conflictiva.

Nadie en su sano juicio ve las películas de X-Men o lee los tebeos y se identifica con los humanos. Nosotros somos los mutantes, porque la mutación no es más que una forma de poder y singularidad. Da igual que hablemos de una cuestión de identidad cultural o de una serie de capacitaciones técnico-tecnológicas (o para ser más exactos, hablamos de ambas cosas). Xavier defiende una integración pacífica a partir de la disolución de la singularidad mutante o de la puesta de esa singularidad al servicio de la sociedad al completo. Eso es el movimiento 15M. Magneto defiende una ruptura consciente y una valorización de la diferencia que no puede ser integrada y que tiene que defender su propia autonomía y expandir su potencia. Eso TAMBIEN es el movimiento 15. Magneto, sin embargo, por estar sometido a una lógica narrativa mainstream carece de ética o tiene la ética de la venganza. Esa que da toda la centralidad al enemigo. Eso no es el 15M. Es cierto que las proclamas, los lemas, el grito contra la clase política y financiera que gobiernan el mundo son lo que prima, pero ese grito es destituyente y parte del conocimiento de que nosotros, mutantes, sabemos que no les necesitamos.

3.- En los últimos años han empezado a aparecer ficciones que expresan de forma novedosa la cuestión del fin de un periodo. Entre esas historias destaca otra forma de “narración sobre mutaciones” a cargo del magnífico guionista Warren Ellis: Freakangels. Los freakangels comparten unos poderes que les permiten salvaguardar el barrio de Whitechapel en un contexto post-apocalíptico (que es probable que venga originado por su propia potencia mutante). La parte más especial de la serie de Ellis (además de su distribución a través de Internet) es que lejos de ser la clásica lectura de la guerra entre pobres por unos recursos limitados o la barbarie que sucede cuando el estado y el ejercito no están poniendo orden, de lo que habla es del uso de unos determinados poderes en relación con una comunidad que permite su crecimiento y supervivencia a través de la cooperación, no de la competencia.

4.- Genosha es una creación del guionista Chris Claremont para la Patrulla X a finales de los años ochenta. Funcionó como metáfora de Apartheith sudafricano. Una isla en la que los mutantes estaban sometidos a un régimen racista y explotador que los controlaba impidiendo, además, su huida a ninguna parte.

La isla vive su propio proceso revolucionario gracias tanto a la Patrulla X de Xavier como a los Acólitos de Magneto, que reclama la ciudad como un estado autónomo y libre para los mutantes. Este experimento de liberación de la potencia mutante, es decir, de la singularidad y la creatividad tecno-científica, es una de las experiencias más gratificantes en la lectura de los cómics por ser, precisamente, tanto un anhelo de revuelta contra la explotación y el racismo, como un lugar que no pone el centro en la derrota del enemigo, sino en la creación de lugares autónomos e independientes. También por ser uno de los espacios de estabilidad (relativa, claro, esto es un tebeo y en la lógica serial la estabilidad no está muy bien vista) que conquistan los mutantes para si mismos a lo largo de los años.

Podemos decir que lo que el movimiento 15M ha puesto sobre la mesa es que Genosha es el planeta y los mutantes somos (o podemos ser) toda la humanidad. La cuestión es si queremos seguir atados a la Cruz de la cultura y La Guerra De Los Payasos o preferimos ser Freakangels.

Guillermo Zapata | 14 de junio de 2011

Comentarios

  1. sanyuro
    2011-06-15 09:51

    Muchas gracias por contarme el final de una pelicula al principio de tu post. Todo lo demás ha dejado de importarme.

  2. Mapatxe77
    2011-06-15 12:19

    Excelente artículo, Mr. Zapata!

    De repente me ha hecho pensar en el “Born Again” de Miller / Mazzucchelli. En él, Kingpin descubre la verdadera identidad de Daredevil y logra despojar a Matt Murdock de su trabajo, su casa, su dinero, su familia y amigos para que, en el proceso, el abogado ciego pierda la salud mental y la humanidad.

    Algún paralelismo hay o ya desbarro?

    Un saludo mapatxil!

  3. salva
    2011-06-15 15:42

    El problema del mundo, aparte de la maldad y tal, es la cantidad de mentecatos de la talla de sanyuro que lo habitan.

    Pero como dice Krahe: ¿Qué vamos a hacer con los cretinos? Tienen derecho a vivir.

    Vive, sanyuro, vive, goza, disfruta de la vida…

  4. EnFin
    2011-06-15 19:09

    hombre, si no has visto balada Triste de Trompeta y lees la frase “ En los últimos minutos de la película asistimos a dos momentos fundamentales” creo que es del genero bobo seguir leyendo. Yo no he visto la película y cuando he leído esa frase he dejado de leer saltándome los dos párrafos en los que habla de la película para luego seguir leyendo. Aún así el tema me parece más vital y de más importancia que una simple película.

  5. Baladahorribledetrompeta
    2011-06-21 14:56

    Suerte que no la has visto. Metaforas aparte esa pelicula es un pestiño de los que marcan una epoca.


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