El 14 de cada mes, una columna sobre fenómenos mediáticos, cultura convergente, sociedad de control y otros servicios inútiles servida a modo de notas orientativas y, a poder ser, con algo de humor. Aunque los enlaces y las citas serán el auténtico grumo de este potaje, el encargado del caldo es Guillermo Zapata. Un guionista de televisión que a veces hace cortos.
1.- En el mundo de la cultura, sus productos y servicios, la autenticidad parece ser un elemento importante. He buscado “auténtico” en el diccionario y me he llevado una sorpresa. La segunda definición es la que parece más adecuada a estas cuestiones: “Honrado, fiel a sus orígenes y convicciones”, aunque la cuarta acepción también tiene su aquel: “Certificación con que se testifica la identidad y verdad de algo”. Me quedo, sin embargo, con la tercera acepción, que me parece que da en el clavo por un lado inesperado: “Se decía de los bienes o heredades sujetos u obligados a alguna carga o gravamen”.
La autenticidad para esta tercera acepción hace referencia a un problema. Es algo “heredado” y que supone “una carga”. Entonces, ¿Es ser auténtico una problema o es lo que hay que ser?
2.- Como la mayor parte de los conceptos que el hype utiliza, “auténtico” es un signo de marca tan artificial como “real” o “rebelde” o… pon el que prefieras. Digamos que si hay una auténticidad “no-hype” ésta está ligada a una determinada ética. ¿A que hace referencia esa ética?
Problema. Si la autenticidad es un valor contable. Es decir, si uno tiene más éxito contable a partir de su autenticidad (cosa que está por ver) el resultado de esa autenticidad va a modificar sus condiciones de vida sustancialmente. Vamos, que ese chico negro del guetto, ese rockero de garaje, ese escritor de la miseria, va a ser un chico negro millonario, un rockero de los 40 principales y un escritor de portada de suplemento cultural.
Si en esas posiciones uno sigue siendo honesto a lo que es debería dejar de ser honesto a lo que era. Si no hace eso dejara de ser honesto en la primera variable, la relación entre lo que dices y lo que haces. Es decir, si Green Day sigue escribiendo sobre ser un joven perdedor borracho está obviando que, al menos, ya no son ni jóvenes ni perdedores. Y si escriben sobre ser unos adultos winners, se pueden encontrar conque la gente les diga que “ya no son lo mismo” (Lo cúal es… ejem, verdad)
La autenticidad, concebida como un continuum enfrenta un problema importante: la gente y las cosas cambian.
Quizás por eso aquellos que han concebido su autenticidad a partir del cambio y no de la permanencia tienen más fácil abordar tan espinosa cuestión. Piensen en sus ejemplos favoritos.
3.- Ahora vamos a complejizar el problema un poco.
a.- Hay una industria cultural de la autenticidad cuya infraestructura material es la misma que aquella a la que dice enfrentarse. Se llama “indie”. Se llama “cine comprometido”. La coherencia entre lo que dice ser y la forma en la que ha conseguido ser lo que es (Esto es, la infraestructura que ha puesto en marcha para decir que es auténtica) están tan alejadas como tu casa del Sol. El resultado es que sus protagonistas se convierten en seguida en cosas que contradicen lo que dicen, pero como decirlo forma parte del espectaculo, pues no pueden dejar de decirlo.
b.- Hay una industria cultural de la autenticidad cuyo discurso no son los valores, sino el deseo. Esa industria es maravillosamente coherente y como la otra ha construido la coherencia como su mecanismo de legitimación en el mercado y sin embargo, funciona bajo las mismas reglas que la industria del deseo, pues no puede ganar. Así, una canción de Black Eyed Peas resulta más coherente que una de… pongan aquí sus ejemplos favoritos. Esa industria del deseo, además, se sostiene sobre la mutación de su propia artificialidad que además, en su coherencia, se presenta como artificial. Justin Bieber o Miley Cirus son la vanguardia de esta industria. Lady Gaga es su mejor embajadora. El deseo mutante mira al futuro. Porque en el futuro seremos, seguro, otra cosa. La autenticidad indie mira a “los orígenes” y como todo lo que mira al origen como fuente de saber se convierte en religión. En moral (y de ahí la superioridad moral de lo indie)
c.- Empieza a hacer fugas. Formas de financiación de proyectos como el crowdfunding ligan la autenticidad a la infraestructura y conciben el público como un aliado vigilante. Experimentos de la identidad como Gorillaz o Anonymous (en dos campos bien distintos) juegan con la posición de la identidad cultural colectiva o con la construcción de una identidad indie-artificial, mutante.
Nacen luchas en torno a la propiedad intelectual, se forman de nuevas empresas de la comunicación y nuevos proyectos culturales que vinculan su producción sensible (sus contenidos) con su producción invisible (sus relaciones laborales y personales, la forma en la que gestionan sus recursos y sus beneficios, etc.)
Hay creadores culturales que están principalmente preocupados por la credibilidad de sus creaciones por si mismas, siendo el público el que las dote de sentidos. Y no en relación a su vida. Gente, en fin, que al no considerar la “obra de arte” el sujeto de una transformación en las “conciencias”. Gente que situan el centro del sentido en el público y no en ellos mismos. Ser coherente y auténtico es, al final, algo que nadie nos ha pedido y que nos ponemos como deber cuando pensamos que somos algo mucho peor, importantes.
Pd.- Este texto no existiría sin éste otro de El Emperador de los Helados y éste otro de Mondo Pixel Gp.