El 14 de cada mes, una columna sobre fenómenos mediáticos, cultura convergente, sociedad de control y otros servicios inútiles servida a modo de notas orientativas y, a poder ser, con algo de humor. Aunque los enlaces y las citas serán el auténtico grumo de este potaje, el encargado del caldo es Guillermo Zapata. Un guionista de televisión que a veces hace cortos.
1.- Primera cuestión. ¿Qué demonios tiene que ver la cuestión de la regulación y la cuestión de la libertad en una columna que habla de hype? Respuesta: Sal a la calle, busca tu zona hipster favorita y pregúntale a alguien por la libertad. Cuando te aburras de oírle, vuelve.
No hay nada mejor que la libertad. La libertad es más o menos el sustento de toda la publicidad de perfumes, coches, bancos, etc. La libertad MOLA. Los Estados Unidos construyeron la narrativa de la política de bloques defendiendo que el Mercado (que era libre) era mejor que comunismo porque, al fin y al cabo, el comunismo no era libre. Así, durante años, se ha establecido una falacia lógica que presupone que ambos conceptos: Mercado y Libertad. Comunismo y ausencia de libertad están, de alguna manera relacionados. Que no puede haber Mercado Sin Libertad o Comunismo con Ella.
En esto llegaron China y el Software Libre y lo pusieron todo patas arriba.
2.- Hablemos de Procomún. Los bienes comunes, dicho “a lo claro” son formas colectivas de gestión de un determinado bien de tal forma que este no sea destruido.
Una de las claves de la gestión de los bienes comunes es la democracia y la participación. La relación entre la sostenibilidad e inalienabilidad del bien y la participación determina la relación de libertad entre la comunidad y el bien. Dicho de otra forma, podemos gestionar de forma común un pozo siempre y cuando no lo sequemos (aunque lo decidamos democráticamente). La libertad de uso es absoluta a partir de dos o tres principios muy claros. De la misma forma, el Software libre o productos culturales con licencias copyleft te permiten una gran libertad de uso, siempre y cuando respeten los principios que garantizan que esos bienes libres lo sigan siendo.
La paradoja es que una regulación intensa permite una gran libertad y dicha libertad favorece la replicabilidad de dichos bienes y por tanto su sostenimiento.
Lo complejo es luchar contra un mito e identificar un asunto espinoso.
El mito: Que las cosas son mas libres cuanto menos reguladas están. Para que ese mito funcione tendríamos que partir de una especie de imposible tabula rasa (Solo apta para el modelo de laboratorio en el que Ayn Rand y la Fundación FAES diseñan sus políticas) en la que todo el mundo tendría uniforme e igualitariamente repartidas las opciones y las posibilidades. Ahora intente montar un negocio y compruebe como su libertad y su capacidad de endeudamiento van de la mano y verá hasta que punto la libertad, así, como mito, no vale una mierda.
El Espinoso Asunto: Que es cierto que la libertad está muy bien. Que es más cierto aún que la regulación produce muchas veces dificultades serías de participación porque atrofian los procesos (una buena prueba son todos los proyectos municipales de participación ciudadana, diseñados para evitarla) ¿Qué tipo de regulación favorece la libertad? Aquella que se basa en principios generales de funcionamiento y que tiene capacidad de autorregulación y mutación. Que una comunidad gestione un bien quiere decir que las normas de funcionamiento tienen que ser adecuadas a dicha comunidad y probablemente cambiantes, como cambiantes son las comunidades. Pero a la vez los principios deben mantenerse o el sistema de funcionamiento se corromperá.
3.- Hablemos de Crowdfunding.
Recientemente (Ahora entra la parte del hype) ha habido algunas polémicas interesantes en torno a la plataforma de Crowdfunding Kickstarter. Varios usuarios se han quejado de que había campañas demasiado… “comerciales” o promovidas por gente (David Fincher, Ron Gilbert, Amanda Palmer) que no las necesitaban y que esto pervertía una herramienta “libre”. No voy a entrar en la discusión en si, tan solo quería identificar como Kickstarter hace gala de ser una plataforma muy abierta, poco regulada. Es decir, que tiene pocos mecanismos para controlar quién propone qué campañas. Esto está provocando una ruptura en la propia comunidad de “Kickstarters” (es un concepto) que ven como gente con más visibilidad, más poder de convocatoria y, en definitiva, más libertad de acción, están privatizando una herramienta y haciendola… menos libre.
La Plataforma de Crowdfunding Goteo es, aparentemente, mucho menos libre que Kickstarter. Obliga a que todos los proyectos que se presenten sean “procomún” y que tengan un uso social de algún tipo. Cuando hay un conflicto en torno a alguna campaña (y los hay) la discusión no habla de cultura o esencias, sino de si las regulaciones se están aplicando bien o no. El problema que suele haber es que, si bien los procomunes digitales están tremendamente claros (porque están perfectamente definidos por sus comunidades), los procomunes “analógicos” y los “retornos comunitarios” no lo están tanto.
La paradoja es la misma. Más regulación con buenos criterios, permite más libertad y mayor crecimiento. Menos regulación y más libertad aparente favorece la privatización de las herramientas comunes y, por tanto, neutraliza su aparente libertad.
2012-12-14 14:07
Ese Zapata es un crack.
No solo tiene grandisimo sentido lo que dice sino que ademas lo dice de un modo sugestivo y estructurado.
Pues claro, los pseudoliberales asocian interesadamente regulacion con corrupcion, eludiendo el hecho de que la libertad sin mas ya nace corrompida por la desigualdad preexistente, o lo que es decir que santifica el mas que probable abuso de quienes gocen de mejor posicion y mayor poder.
Si el ganador de los 100 metros, adquiriera el privilegio de que su linea de salida estuviera siempre unos metros por delante de la de los demas, salvo accidente, ello garantizaria su victoria en cada competicion.
2012-12-17 14:41
Una persona en contra del colectivo con mejor idea de gestionar tal pozo ya no tendría libertad. Pero en un mercado todas las relaciones son voluntarias y no coactivas.
La paradoja es que un invento liberal : la propiedad privada lo permite. No es que no tenga que haber regulación. Es que la regulación es contractual: surge de abajo y no de los despachos políticos. Las iniciativas siempre son privadas y la forma de anexionarse a ellas constituye el mercado.
Este artículo no es más que una justificación de la “mente colmena” y partidario de diluir todo tipo de individualismo incluso el creativo.