Libro de notas

Edición LdN
Crónicas del Hype por Guillermo Zapata

El 14 de cada mes, una columna sobre fenómenos mediáticos, cultura convergente, sociedad de control y otros servicios inútiles servida a modo de notas orientativas y, a poder ser, con algo de humor. Aunque los enlaces y las citas serán el auténtico grumo de este potaje, el encargado del caldo es Guillermo Zapata. Un guionista de televisión que a veces hace cortos.

Hype sin Moraleja: Entrevistamos a Nacho Vigalondo.

Nacho Vigalondo es director de cine. Su cortometraje 7:35 de la mañana fue nominado al Oscar. Su primera película, Cronocrímenes, ha tenido una amplia repercusión internacional. Acaba de terminar su segundo largo Extraterrestre y tiene otro más en proceso de desarrollo. Además, ha seguido realizando cortometrajes, escribiendo sobre cine, leyendo tebeos de Mark Millar y Grant Morrison, repasando Twin Peaks y Perdidos.

¿Qué es el Hype?

Mi vida (Risas). No, en serio. La verdad es que no sabría como definirlo en abstracto, pero sé que lo he vivido desde dentro. Tanto para bien como para mal. La cara y la cruz. La cara sería lo que pasó en el festival de Austin con Cronocrímenes. El festival de Austin es un poco especial… bueno, es muy especial. Todas las películas se pasan dos veces. Tras la entrega de galardones, repiten todo el programa en una segunda tanda, así que si una película ha tenido buena repercusión y a la gente la ha gustado, se ofrece la oportunidad de que más gente la vea. Eso fue exactamente lo que pasó con Los Cronocrímenes.

En el primer pase había pocas personas, pero la película fue de las más comentadas en la web del festival durante toda la primera tanda. Después ganamos el premio del jurado. Así que para la proyección de la segunda tanda la expectación era mayúscula, las colas eran increíbles. Vamos, la idea platónica del buen hype.

¿Ese Sería el Hype bueno? El que te impulsa.

Hasta Austin, todo el año 2007 fue un calvario, la búsqueda de socios y financiación para acabar una película en la que nadie parecía tener fe. Ese año experimenté el lento convencimiento de que mi primera película era un fracaso absoluto, y que mi carrera era un espejismo. Llegué al Fantastic Fest sin haber visto la película proyectada en continuidad, así que la vi por primera vez con el resto del público de la sala. Durante aquel pase, tras aquellos aplausos, sentí que había sido rescatado in extremis, como sucede en el tercer acto de las películas.

¿Que hay del hype malo?

Ese fue el pase del Sitges. Fue justo al revés. La nuestra fue de las primeras sesiones en agotar entradas aquel año, sino la primera. Se podía percibir una expectación brutal desde el primer momento. Y la reacción posterior fue bastante desigual. Si en Austin sentí el fervor por descubrir algo, en Sitges sentí la urgencia por juzgarlo. Parecía que había que ser los primeros en darle nota a la película. Más de un blog habló del ambiente de fracaso que rodeó el estreno, como si la película estuviese ya condenada.

El ambiente no me parece el mejor criterio para medir el valor de una película.

¡Y todavía no teníamos ni fecha de estreno! Afortunadamente, la película siguió teniendo una vida internacional excelente en festivales, así que no me costó relativizar la reacción en Sitges.

En las columnas de Crónicas del Hype he hecho bastates referencias a la relación entre el hype y la decepción. Y cómo, de alguna manera, la decepción es inevitable si quieres desafiar de alguna manera al espectador o si pretendes que a alguien le guste de verdad lo que haces. Tarantino hace eso muy bien. Gestionar la decepción, jugar con la expectativa.

Creo que no somos conscientes de lo que significa que exista un Tarantino contemporáneo a nosotros. Lo realmente singular que es, cómo sigue funcionando como fenómeno cultural, a escalas tan diferentes. Creo, de verdad, que no somos conscientes de que exista un director que sea capaz de acaparar las portadas de la revista Acción y la Cahiers. A veces se piensa que es ahora cuando Tarantino se permite ser atrevido, después de haber triunfado con productos sólidos, pero la verdad es que lleva flirteando con la decepción del espectador desde Reservoir Dogs. Hay un momento en esa película en la que la acción se detiene un buen rato para contar en flashback una parte del proceso de entrenamiento del policía infiltrado que no tiene ninguna relación con la trama principal. Todo ese largo fragmento en el que se nos enseña con todo detalle cómo Tim Roth memoriza una anécdota chistosa falsa. Ese segmento es una declaración de intenciones del propio Tarantino, casi un manifiesto, pero a la vez es un desafío frontal a la paciencia del espectador.

Yo creo que eso tiene que ver también con una voluntad de no darle al espectador lo que quiere… O lo que cree que quiere, para que así esté preparado para cualquier cosa. No contentarle, desafiarle. Aún a riesgo de decepcionar o asumiendo la inevitable decepción de muchos.

Para mí hay dos tipos de artistas, dos bloques absolutos. Unos que conocen las leyes del mercado y de la narración con el objetivo de adaptarse a unas demandas ya existentes. Y otros que lo que buscan es la posibilidad de fabricar su propio modelo de consumidor, o congregar a públicos diferentes entre sí en un mismo punto. El cineasta César Velasco Broca lo define muy bien cuando habla de “buscar el potencial del público en vez del público potencial”. Yo creo que aspiro a que mis obras funcionen en ese segundo bloque.

¿La ubicación en ese bloque te parece elegida?

No. Creo que no es tan consciente, Hay veces que miro atrás y digo, ¿por qué demonios he hecho esta película, y por qué así? Es evidente que he tomado decisiones que no parten de una linea de coherencia estratégica. Choque, por ejemplo, no es una continuación estilística ni de intenciones ni… casi de nada, con respecto a 7:35 de la mañana. En el momento no sabes si eso que haces son quiebros en tu trayectoria o justo lo contrario. Creo que en la vida, a esta escala, no se toman decisiones, sino que, con el tiempo, te das cuenta de que las has tomado.

Hay algo de eso también en tu nueva película, Extraterrestre. Primero tenía una idea muy clara de ella en la cabeza como una cierta continuación (en este sentido que estamos hablando de continuación) de Cronocrímenes y según voy conociendo detalles de la misma, cada vez está más lejos de esa concepción. Para empezar… es una comedia.

De nuevo, no soy consciente de si son decisiones de ruptura o de coherencia. Tampoco me importa mucho. Para el cine que yo quiero hacer, que tiene una vocación de no estar ligado a un país concreto, sino que puede funcionar internacionalmente, hacer una comedia es, aparentemente un suicidio. En los mercados internacionales a las comedias no les llaman comedias sin más. Les llaman “Local comedy” y se supone que su potencial se circunscribe a su nación . En Francia es así con Bienvenidos al Norte o aquí con Torrente. Como mucho, las “local comedies” tendrían potencial como fuente de cara a hacer un remake.

Si tuviese una mentalidad estratégica no hubiese hecho Extraterrestre, hubiese hecho otro thriller de género fantástico con trampas y paradojas. Quizás lo que me arrastre sea un impulso infantil, me excita imaginar la cara de alguien que va a ver la segunda película del director de Timecrimes y se topa con Carlos Areces corriendo en pantalones cortos con un ovni al fondo. Creo que es el mismo placer de imaginar al espectador que vió Choque como continuación a 7:35 de la mañana o el que vió mi primera película, tan cerebral y trágica, después de una trayectoria como cortometrajista llena de chuflas.

Yo siguiendo con la idea de Tarantino, prefiero la incertidumbre y el no saber por dónde va a salir la película que el tener más o menos claro por dónde va a ir.

Igual dentro de dos años cambia mi perspectiva de todo esto y soy más consecuente con lo que se espera de mí. Pero, por el momento, me gusta imaginar mi trayectoria de la misma manera que escribo mis guiones, llena de giros y derrapes.

Quería cambiar de tercio un momento y preguntarte por tu posición en el debate sobre la propiedad intelectual y la Ley Sinde, que hemos vivido en éstos meses. De cara al asunto del hype, me interesa sobre todo que tu posición no fuera ni colocarte de un lado u otro, ni la equidistancia de estar con todos, sino más bien una prudencia o asumir una incetidumbre.

Cuando escribí mi post en mi difunto blog sobre la ley Sinde me vi en la responsabilidad de compensar tanta proclama y tanto puño alzado con un punto de vista sosegado y comprensivo con ambas partes. Y vi necesario ser sincero y exhibir mi propia incertidumbre e ignorancia con algunas cuestiones.

En otras palabras, poner un grano de arena a favor del diálogo, y no del ataque, que es la fórmula más frecuente por ambos bandos. Porque un intercambio de reproches frontales, sin hacer absolutamente ninguna cesión al contrario (en un tema donde todos podemos y debemos ceder), no es un debate, es un simulacro de debate. Es puro bipartidismo a la manera tradicional. Aluciné cuando se reprochó a Alex de la Iglesia cambiar de opinión, como si estuviese prohibido por algún reglamento.

Es la prueba de que no estaba habiendo un debate, sino otra cosa.

Yo es que no sé como va a ser el cine tras el cambio de modelo de negocio, y no he querido simular que lo sé. Por otro lado, algunos pensaron que mi post era contradictorio porque por un lado criticaba a la ley sinde, por otro yo confesaba, sin vergüenza alguna, haber financiado parte de mi última película con una ayuda del Gobierno de Cantabria, y por otro planteaba que había que poner algún freno a las páginas que se lucraban con el intercambio de links de películas de estreno. En realidad, no son aspectos que choquen entre sí, lo que pasa es que no se corresponden con el “pack” de ideas que parece que tienes que llevar a cuestas si perteneces a uno de los dos bandos.

Rechazo de frente estas dinámicas bipartidistas precisamente por eso, porque compras las ideas por paquetes. Una vez que te asocias a uno de los dos bandos y aceptas el ideario ya puedes permitirte levantar el puño y gritar en torno a un montón de cuestiones, de las cuales muchas a lo mejor no has reflexionado lo más mínimo… Esa es la razón por la que tanta gente habla con tanta convicción de tantos temas de los que, en realidad, apenas se ha documentado. Ante este panorama reivindico la humildad y la prudencia a la hora de abordar temas… Y la responsabilidad a la hora de formarse opiniones.

Esta idea conecta con una parte de los contenidos culturales que más te interesan.

Mi autor de cómics fetiche, Mark Millar, explora estas cuestiones a fondo. Hace unos años se encargó de diseñar un “evento”, una línea argumental que unificaría todas las tramas de todas las colecciones de superhérores del Universo Márvel. Normalmente estos eventos muestran una batalla apocalíptica entre dos facciones que, matices al márgen, representan el bien y el mal. Lo que hizo Millar fue plantear un debate: ¿Debe el gobierno regular la actividad superheróica y así favorecer la seguridad ciudadana o es más legítimo dejar que cualquier enmascarado ejerza su labor con total libertad? Y la batalla que provoca esa pregunta no acaba desatando un enfrentamiento entre antagonistas absolutos, sino un conflicto en el que, según la perspectiva que adoptas, todos tienen razón.

Creo que ese es un lugar común a toda la narrativa seriada de éxito de la actualidad. Desde Canción de Hielo y Fuego a Galactica, The Wire, The Shield, The Walking Dead y, por supuesto, Perdidos. Todas plantean que la percepción del bien y el mal están determinada por nuestra perspectiva.

En el caso de Perdidos es evidente. No hay más que ver cuantos grupúsculos creen que llevan razón y cuantas veces se demuestra que no, que hay siempre un otro que tiene otro punto de vista sobre lo mismo y que cree llevar razón al respecto.

Nosotros como espectadores tenemos ya hecho nuestro acomodo a que en algún momento nos van a explicar quién tiene razón. Incluso tenemos en la cabeza que hay un bueno y un malo. Y de pronto, llega Across The Sea, el capítulo que supuestamente nos va a explicar el Génesis de la trama y resulta que la revelación es otra: ni el personaje de blanco es el bueno ni el de negro es el malo, y ninguno de los dos sabe más que nosotros acerca del origen de la isla. Es todo mucho más complicado, en otras palabras, más humano.

¿Crees que en el cine esto es igual? Porque especificas que se trata de ficción seriada. Televisión, comics, etc.

Creo que el cine comercial, a estas alturas, es todavía demasiado maniqueo. Peor aún, es más maniqueo que antes. Hay figuras complejas como la del antihéroe que están más arrinconadas que antes.

Yo me siento incapaz de relatar nada desde una posición elevada que me permita distinguir el bien del mal, premiar al primero y castigar al segundo. Podría permitirme algo así en un proyecto que fuese un artificio total, una tradición asumida por todos, como podría ser una secuela de la saga de Bourne, por ejemplo. Pero un relato con significado propio… Me horroriza la idea de impartir lecciones sobre tal o cual cosa.

A veces pensamos que la fantasía está determinada por nuestra predisposición genética de retratar una batalla entre buenos y malos, cuando, en realidad, en las tradiciones narrativas anteriores a la hegemonía de las religiones monoteistas no hay nada de esto. El personaje que en un segmento cumplía las funciones de héroe inmaculado en el siguiente sucumbía a sus debilidades. En realidad Lost o Civil War se acercan en ese sentido a barullo de los mitos clásicos, a los orígenes de la narración.

Posiciones, intereses, conflictos, alianzas… ¿A que lo atribuyes?

La lógica politeista, con sus dioses humanizados, eran un campo fértil para un estilo de narración coherente con las limitaciones de la perspectiva humana, cambiante y parcial. Sin embargo, la visión monoteista te lo pone fácil a la hora de posicionarte como narrador: si no estás con Dios, no estás con nosotros, no hay término medio. A partir de ahí, es sencillo construir relatos moralizantes donde se le dé una recompensa al que está en nuestro equipo y se castigue al otro.

Hay en tus trabajos un doble juego constante. Por un lado sueles ser bastante abierto y bastante desmitificador con respecto al desarrollo del trabajo en si (la escritura o la dirección) y sin embargo eres premeditadamente oscuro a la hora de mostrar tus temas, obsesiones, etc.

Hay una idea muy extendida, pero muy equivocada, de que el subtexto de una película es algo que la película puede exhibir abiertamente, como cuando la sinopsis de un cortometraje amateur dice “Este corto es una metáfora acerca de la incomunicación en las sociedades modernas”. O como cuando los personajes enuncian el “mensaje”, “hola, yo soy el caos” y esas cosas.

El subtexto no es algo que se pueda enunciar, tampoco es un jeroglífico que haya de descifrar porque alguien ha dejado pistas. Un director de cine no puede ir por la vida explicando o insinuando el mensaje de sus películas… no funciona así.

Si alguien se dedica a explorar en una película y descubre valores nuevos es porque la propia película se ha ganado que alguien se moleste en escarbar, no porque nadie haya colocado un letrero en el que pone “Aquí se dice más de lo que parece”.

La importancia no puede estar subrayada.

No hay nada más excitante que ver películas aparentemente insignificantes y descubrir intenciones por debajo. A mí me pasa, por ejemplo, con el cine de Rob Zombie, que tiene títulos tan humildes, tan de serie B como La casa de los mil cadáveres pero que esconden un discurso sobre nuestra posición como espectadores que mira de frente al de Haneke.

Yo no sé si mis películas merecen un análisis a fondo. Eso se lo tienen que ganar ellas por sí mismas.

Eso requiere dedicación por parte del espectador. Es más difícil.

Bueno, yo creo que cada historia debe intentar ser gratificante al margen del grado de curiosidad del espectador. Tú puedes disfrutar La casa de los mil cadáveres y Los renegados del Diablo, la siguiente película de Zombie, como dos historietas de horror macabro y suspense. Otra cosa es que a mí, por ejemplo, me intrigue que las dos películas estén contando la misma historia, la primera desde el punto de vista de los verdugos lunáticos y la segunda desde el de las víctimas, desde la cordura, y que sea curiosamente el segundo punto de vista el que eleve a los asesinos a la condición de figuras épicas.

En cuanto a la desmitificación de tu trabajo…

Pues es que creo que está injusta y peligrosamente mitificado. Antes no sé, pero a día de hoy es ridículo seguir con la pretensión de que hacer cine nos convierte en seres superiores.

En esta linea de desmitifación quería que hablaramos un poco de todo el espinoso asunto Twitter, Holocausto, medios de comunicación, etc. Porque creo que tiene que ver con ésto.

Bueno, para empezar creo que es bueno decir que yo adoro el humor negro. Me parece una de las formas de comunicación más sofisticadas que hay. Y me lo parece porque rompe esas líneas que comentábamos antes entre “los otros y yo”. Los buenos y los malos. El humor negro, precisamente, flirtea con la idea de que nosotros mismos seamos el malo de la película, de que seamos “el otro”.

La figura opuesta al humor negro no es, entonces, el humor blanco, el inofensivo, sino que es el relato con moraleja. El que esgrime una moraleja no está educando al otro, sino que está certificando su superioridad moral, se está considerando el bueno de la película en un momento dado. A mí me da mucha vergüenza haber caído en la tentación de moralizar alguna vez, como persona. Como cineasta espero no caer nunca.

Cuando sucedió todo el proceso, que además fue muy rápido. ¿Cómo lo viviste?

Hubo un momento en el que me entró el pánico porque la mayoría de mis actividades laborales o se paralizaron o se suspendieron. La empresa para la que daba conferencias de técnicas de guión de cortometraje dejó de llamarme, el corto que iba a rodar como padrino de un festival esponsorizado por una marca de refrescos se suspendió… El único vínculo profesional que seguía intacto era el de mis representantes en Los Ángeles ¡Todos judíos! Les expliqué lo que pasaba aquí, les mostré el chiste que lo había desencadenado todo y no daban crédito.

Durante una temporada estuve horrorizado porque no veía los límites de la onda expansiva que se había levantado. En los momentos más bajos, llegué a plantearme la posibilidad de irme de de España.

¿Que era lo que realmente pretendías con esos primeros tweets?

Ironizar sobre la importancia del número de followers, sobre esa supuesta victoria que es acumularlos. ¿Para qué sirve tener 50.000 followers?

En aquel momento no me planteé arrasar con una provocación. Tengo Twitter desde hace cuatro años, y he soltado chistes similares cientos de veces. Cualquier periodista que hubiese indagado hubiese comprobado que en mi cuenta de twitter he practicado la ficción y el humor, negro o no, desde el comienzo. Algunos de los chistes que solté esa noche no eran nuevos en mi timeline, y jamás habían llevado a la confusión o a la indignación.

Así que sí, en resumidas cuentas, quise responder a las felicitaciones por llegar a los 50.000 followers con un chiste.

Entiendo que entonces se trataba de algo parecido a esa transparencia de la que hablábamos antes. De esa forma de mitificación peligrosa.

Si, era reírse de ese dato a través de un chiste explícito de humor negro, en una tradición que no es nueva, que forma parte de la cultura popular, como cualquier fan de Family Guy, Woody Allen, Ricky Gervais o Sarah Silverman puede atestiguar. Un chiste, además, que colgué una madrugada de viernes, cuando el público de Twitter está habituado a contenidos más desenfadados.

Muchos pensaron, a raíz de la sobreexposición de mi comentario, que yo me había vuelto loco, que me había emborrachado de verdad o que todo era parte de un plan para promocionar no se qué. En realidad esa noche me estaba comportando como era habitual en mi.

Hay un momento en el que se está intentando imponer una forma de uso de las redes sociales, cuando es precisamente su multiplicidad de usos lo que hace que tengan interés.

A mí me apena mucho que a día de hoy todavía se mencione mi caso como advertencia hacia cualquier comentario mínimamente osado en Twitter, como si mi relato, efectivamente, tuviese moraleja.

Creo que todo lo sucedido tiene también una lectura, que a mi me interesa mucho, que es la de la concepción (muy hype) de la fama como objeto. Y de “los famosos” como un grupo de gente homogénea. Creo que las redes sociales permiten bajarle los humos a los famosos, lo cúal reconozco que me parece muy sano. Pero al mismo tiempo, en esa búsqueda constante de la humillación al famoso hay una lógica de mantener una dependencia. De que sigues atado a esa dinámica de que ese señor o esa señora son muy importantes para tu vida. ¿Que opinas de ésto?

En su momento recuerdo que había alguien que dijo que le parecía muy mal lo que yo había hecho, que le parecía que había como superado un límite. Y el tipo tenía en su avatar de usuario en su foro a un personaje de Family Guy, una serie que se distingue, precisamente, por forzar los límites del humor negro, incluso abordando temas como el del Holocausto. Yo creo que aquí no prevalece ninguna reflexión, sino la gratificación efímera de “darle una lección a un famoso”. De certificar que ese señor que parece más rico que tú, que parece que trabaja menos y que folla más, se ha llevado una lección. Y el que esa lección sea justa o injusta es una consideración secundaria, lo importate es que, durante unos segundos, puedas decir que miraste al famoso desde arriba.

Es una gratificación efímera, más que un rechazo de verdad. ¿Por qué los que aplauden mi condena no ponen peros a que se sigan emitiendo series que han ironizado sobre esta cuestión, como puede ser el caso de 30th Rock?

Es evidente que la reacción no tiene nada que ver con el antisemitismo o el supuesto fascismo.

Estos días se está viviendo en Europa un auge histórico de partidos políticos con ideologías ultra próximas al nazismo y la xenofobia institucional está creciendo de un modo impensable hace una década, pero el grito en el cielo internacional llega cuando se graba a un modisto borracho decir que ama a Hitler… y después se esfuma.

La fascinación por el castigo al famoso, esa sensación efímera de superioriad moral no tiene nada que ver con la conciencia social. Pero no digo nada nuevo ¿No?

Es que el auge de la extrema derecha es más difícil de pensar y no permite esa cosa tan fácil del “ellos” y el “nosotros”, los “buenos y los malos” porque de pronto el señor que vota a los fascistas y que quiere expulsar a los inmigrantes es tu vecino. Alguien que puedes ser tú. No un famoso, que al fin y al cabo se caracteriza por esa alteridad. Por no ser tú. ¿Que hay de los medios de comunicación? ¿Cómo han funcionado en todo éste asunto?

El primer diario que se hizo eco del asunto se justificó diciendo que mi chiste había llegado a Trending Topic en la página de Twitter, y que era su responsabilidad hablar del asunto. En realidad todos los días hay decenas de Trending Topics nuevos al día. ¿Por qué no se convierten cada uno de esos temas en motivos de noticia? ¿Por qué mi chiste sí? Porque mi chiste lo ponía fácil a la hora de redactar un titular de impacto. Ese medio fue el primero que desterró la palabra “broma” o “chiste” del titular. Así de sencillo.

Estaba esa dinámica sensacionalista por un lado, y por otro la de los medios que encontraron en la circunstancia una excusa para atacar al periódico que alojaba mi blog, y para el que acababa de realizar una campaña de publicidad.

Vamos, nada que no sepa nadie.

Es curioso que casi nadie haya situado el chiste en un contexto humorístico.

En un artículo titulado “No pongan corsé al humor”, El País se quejaba, tan solo una semana antes de que sucediera lo mío, de los ataques a Ricky Gervais por su humor sangrante durante los Globos de Oro. A veces, desde España, hacemos alarde de ser más inteligentes que otros países a la hora de interpretar la sátira, pero la verdad es que si no atacamos nostros a Ricky Gervais es, sencillamente, porque está demasiado lejos para oírnos.

Tenemos una cultura muy hipermétrope, sí. Solo vemos bien y analizamos lo que está lejos. Lo de cerca son accidentes sin pasado ni futuro. Había otra posición bastante demencial en lo sucedido que era la de la equidistancia.

En realidad, el sensacionalismo y la prensa de derechas siguió tan a rajatabla su guión que no me ofendieron especialmente. Precisamente lo que más me dolió fue la reacción de algunas firmas que aprovecharon la situación para esgrimir una moral equidistante según la cual los medios habían exagerado pero yo, a la vez, había recibido una buena lección.

Me resultó curioso leer a algún catedrático de periodismo que el error era mío por pretender que la ironía, en un contexto de 140 caracteres, pudiese ser entendida. Le parecía más grave mi comportamiento que el que un enunciado explícitamente irónico, una retórica que cualquier profesor de lengua te exigiría identificar en secundaria, fuese malinterpretado o instrumentalizado.

¿Cuál es, entonces, la extensión ideal de la ironía? ¿250 caracteres? ¿500?

En realidad, cuando hablan de la extensión lo que quieren son los subrayados que decía antes. Una señal que diga “IRONIA” y así queda explicado el chiste. Lo que pasa es que eso mata el chiste.

A mí me ofende esa arrogancia con la que algunos se consideran a sí mismos lo suficientemente inteligentes como para entender el chiste pero lo condenan porque “la gente no lo pilla”. Es como cuando trabajas en televisión y tienes que habituarte a que se piense en el público como si fuese una panda de idiotas. Esa tendencia a ser exigentes con el individuo pero ser condescendientes con la masa es, una vez más, una manera de contemplar el mundo desde un pedestal, algo que considero especialmente horrible si eres artista. Lo dice Bill Hicks en una maravillosa entrevista que encontré colgada en youtube: “si mi humor no es condescendiente es porque, honestamente, creo que todos somos iguales”.

Cuando estaba preparando esta entrevista me daba la sensación de que ésto era algo que había sucedido hacía muchísimo tiempo y como una cosa surrealista, enterrada, de la que ya nadie quiere hablar porque da un poco de vergüenza.

A día de hoy todo el mundo piensa que el secuestro de El Jueves fue una exageración, una acción ridícula. En realidad, la opinión pública se dividió por aquel entonces. La práctica totalidad de opinólogos que se manifestaron acerca del tema esgrimieron esa ridícula equidistancia que comentábamos antes: “Estamos a favor de la libertad de expresión, pero es que la portada es muy bestia” decían. Todas esas visiones se evaporan porque, como te decía antes, la gratificación de la superioridad moral es un placer efímero. Y si la comedia necesita tiempo, como decía Woody Allen, el escándalo necesita inmediatez. Estoy seguro de que cuando se edite en DVD A Serbian Film en España no va haber ninguna convulsión, de la misma manera que a nadie le importa que los niños puedan comprar Saw VI en la FNAC. Ningún colectivo gay va a resucitar la polémica por Instinto Básico y la iglesia católica nunca volverá a quejarse contra La última tentación de Cristo aunque ambas películas conserven el mismo discurso… Porque, sencillamente, estos escándalos, para determinadas conciencias colectivas, funcionan como un chute.

¿Qué conclusiones has sacado de todo ésto?

¡Tendría cojones que ahora te viniera yo con una moraleja de todo ésto! (Risas).

Debería mencionar los medios que tenían más razones para exhibir su disgusto ante mi broma, los medios judíos, con algunos de los cuales me puse en contacto. Resulta que han sido miembros de la comunidad judía con los que ha sido posible tener un diálogo razonado, compensivo y pacífico, los que escucharon mis disculpas y los que mejor comprendieron la situación. Si he recibido una lección de todo esto, ha sido por parte de ellos.

Volvamos al cine. Uno de tus cortos para mí más interesante es 3 Relatos de Ciencia Ficción. Como ya ha quedado claro que no te interesa “explicarte” con respecto a los temas, te quería preguntar por las arquitecturas de tus historias.

No es que no quiera explicarme. Es que creo que son más relevantes las respuestas que puede dar el público que las que pueda dar yo.

En general, con mis historias intento tener puntos de partida muy concretos, muy materialistas. Casi una forma lúdica de ponerme retos. “Esto lo vamos a contar en un solo plano”, “Esto lo vamos a contar sin salir de esta habitación”. En el caso de 3 Relatos de Ciencia Ficción la idea era violentar la idea de que es más difícil contar un corto que un largo, por una cuestión de duración. Como si las historias tuviera una duración predeterminada. De ahí la idea de hacer un corto que fueran tres cortos de solamente un minuto cada uno. Luego decidí que toda la información visual la “robaría” de Internet, colocando la cámara sobre la pantalla encendida de un portátil. Y además estaba la restricción propuesta por el festival, la de que los cortos se rodasen con una webcam.

O sea, que a partir de esas restricciones el asunto era tirar de ingenio y conseguir llevar los tres relatos adelante. Pero el valor real está en, una vez que partes de ese ingenio, llegar a un territorio mucho más interesante. Creo que el ingenio sólo vale como punto de partida.

Por último, te quería preguntar por tu faceta de blogger, de escritor sobre cine.

La escritura es una asignatura pendiente. No la escritura de guiones, que no es exactamente un oficio literario, sino la escritura que aspira a la calidad de la expresión. El blog es un mecanismo para entrenarme. Nunca lo entendí como un diario exhaustivo, como una descripción de mi día a día o un tablón de anuncios. En ese sentido mi blog era una chapuza.

Lo que sí que me ha gustado hacer es hablar de cine esquivando la tendencia que uno encuentra el noventa y nueve por ciento de las veces: el veredicto. Por alguna razón, hemos llegado a un punto en el que se escribe más de cine que nunca, pero parece imposible hacerlo sin ejercer la crítica, sin hacer top tens, sin poner estrellas, como si las películas fuesen, antes que cualquier cosa, objetos en tela de juicio. Entiendo el cine como una fuente de conversación y pensamiento maravillosa, y cuando he escrito post como el microanálisis del comienzo de la película Rollercoaster o la comparación entre el plano final de The Hurt Locker y el de The French Connection he intentado transmitir ese entusiasmo por escarbar en un lenguaje y una tradición, sin tribuna alguna, sin hacer jerarquías. No puedo aspirar a ser considerado un teórico, pero creo que lo primero que uno ha de hacer con el entusiasmo por un lenguaje es compartirlo.

Guillermo Zapata | 14 de abril de 2011

Comentarios

  1. Marcos
    2011-04-14 23:41

    Una maravilla de entrevista, lo que implica elogios para el entrevistado por sus respuestas y para el entrevistador por saber extraérselas.

    Creo que comparto lo que dice Vigalondo sobre evitar la moraleja en las obras, pero me queda una duda: ¿invalida eso las obras que sí pretenden transmitir una lección moral?

    Saludos

  2. An Ónimo
    2011-04-15 17:11

    Las palabras favoritas de Nacho: yo, mi, me, conmigo…

  3. Epetecan
    2011-04-15 19:10

    Perraco, informese bien: hubo disculpa antes del último post, ese mismo fin de semana y hubo explicaciones a los colectivos judios (lo dice él mismo en esa entrevista).

  4. Epetecan
    2011-04-15 22:39

    Es que si los twitteros eran como tú, “gilipollas” era poco llamarles. Hay que ser tonto para ofenderse por un chiste tan ídem. Lo que había no era ofensa sino ganas de cargar contra alguien para un patético intento de sentirse moralmente superior, igual que lo estás haciendo tú ahora.

  5. Epetecan
    2011-04-15 23:30

    “A mí me la suda si Vigalondo hace chistecitos”

    Y después dices:

    “toda la arrogancia y la actitud desafiante que tuvo con los twitteros ofendidos se la tuvo que tragar y pedir disculpas después. Eso habla a las claras de una persona débil y mezquina. Si de verdad tuviera principios no se habría disculpado cuando lo echaron.”

    Para sudartela tanto como dices, se nota mucha ira…

    Venga, Perraco, deja de preocuparte de lo que dice o deja de decir Vigalondo y a lo mejor consigues así vivir un poco tu propia vida.

    Aunque no: sospecho que volverás a contestarme, más enfadado que antes y superpreocupado por algo que ya pasó hace tiempo y que ya no le preocupa nadie. Pero eso sí: volverás a dejar claro que te la suda. Luego hablas de coherencia. Jaja. :)

  6. Guillermo Zapata
    2011-04-16 00:02

    Hola, qué tal.

    Nada, solo decirles que no pierdan el tiempo respondiendo al señor Perraco. Es un troll de manual. No pierdan su tiempo ni alimenten su ego.

  7. Epetecan
    2011-04-16 00:46

    Te la suda, pero buscar “educar” a otros en tu visión. Ergo, no te la suda. Si te la sudase, ni siquiera hubiese respondido. Pero lo has hecho y has vuelto a decir que te la suda, era previsible.

    Coherencia. Que sigan las risas.

  8. LdN
    2011-04-16 03:28

    Hola. No vamos a permitir el tono insultante ni un comentario más. Están avisados. A partir de ahí discutan lo que quieran.

  9. Epetecan
    2011-04-16 12:33 [Comentario Editado por alusiones personales insultantes]
  10. LdN
    2011-04-16 13:15

    ¿No lo habéis leído antes? Que se acabaron las alusiones insultantes. Lo siguiente es el baneo.

  11. Ana Lorenzo
    2011-04-16 21:17

    Comparto con Marcos lo de la entrevista estupenda —entrevistado y entrevistador—; se nota que a los dos les gusta el cine.
    Marcos, como no te contestan, te contesto yo lo que pienso de las obras con o sin enseñanza (lo de moraleja me hace casi descalificarlas inmediatamente, aunque hay que pararse a discernir unas y otras). En el libro de Guy de Maupassant Todo lo que quería decir sobre Flaubert (en Periférica), dice: «Si un libro contiene una enseñanza, debe ser a pesar de su autor, por la fuerza misma de los hechos que cuenta» (p. 37). Eso creo yo: una enseñanza no invalida un largo o un corto, a no ser que el corto o el largo estén solo a merced de la enseñanza (y lo mismo para los libros, claro, opino yo) y pierda por ello calidad y voluntad.
    Bueno, no es más que mi opinión, así que ya sabes: puedes hacer caso o no :-)
    Ah, y se me olvidaba decir que me encanta el cine de Vigalondo y el cine de Zapata, así que espero que hagan muchos cortos y muchos largos más.
    Un beso.
    Ana

  12. Nanduco
    2011-04-16 21:57

    Muy buena entrevista, enhorabuena!! ;)

  13. Qué cosas
    2011-04-18 13:31

    Qué mejor que las inmortales palabras de Vigalondo para describir su estrepitoso fracaso:

    “Lo que no sé muy bien es por qué si alguien no se toma a risa una broma muy mal planteada, se sobre entiende que el que no tiene sentido del humor es la víctima”

    http://img198.imageshack.us/img198/8152/picture4jx.png

  14. Comiendo de Su Mano
    2011-04-18 22:50

    ¡100% Surmano Style!

    Creándose nuevos nicks para amparar las ideas de siempre desde que Internet va sin cable.

  15. Cáspito
    2011-04-19 22:36

    Parece obvio que el señor “Comiendo de su mano” no se ha percatado de lo absurdo que es quejarse de los que crean nuevos nicks cuando él ha creado un nick ex profeso.

  16. LdN
    2011-04-20 01:00

    Vale, ya hemos disparado una vez y podemos hacerlo más veces. O hablan y comentan la entrevista o se callan la boca y se van a dar por saco a otra parte. Ni una discusión más sobre quién la tiene más larga en este hilo.

    La tenemos nosotros.

  17. Fare
    2011-04-27 22:26

    Yo fui uno de los primeros que dijo que el incidente era propio de un tonto. Creo que pasado un tiempo, llega el momento de mirarme y juzgarme un poco con los juicios que lanzé:

    -Primero de todo, sigo pensando que es propio de un tonto. Pero ahí tengo que explicarme: quiero referirme con esto al contexto más social del término, que es hacer un chiste y que no haga gracia. En este caso, además sobrevino una desgracia personal injustificada y descarnada, que dio excusa a un montón de infelices para divertirse. Volvemos a lo mismo, y es que yo hago un chiste y no hace gracia, y aparte se ríen de mí. Esto no quiere decir que el chiste no hace gracia, por que no hay chistes que no sean graciosos: todos los chistes apuntan de manera más o menos explícita a detalles muy íntimos sobre nosotros mismos, o a la realidad como la comprendemos (que viene siendo lo mismo). No hay chistes malos, hay malas formas de contarlo. O ineficientes.

    Ahora, el chiste no me hizo gracia. No me hizo gracia, pero yo tengo la idea en mi mente de que Vigalondo no es una de esas personas que se lamentan de cara a todos y en el fondo les importa un carajo, una actitud mucho más ruin y propia de gente despreciable hasta cierto punto. Aquellos que mencionan a Haití y el mes que viene a Japón y al año y medio no saben nada de Haití ni de Japón.

    Segundo: se ha venido comentando y debatiendo de forma muy apasionada la trascendencia de Internet en el mundo real. Me parece muy significativo que Nacho Vigalondo, un profesional que ha difundido su carrera en internet y la haya potenciado de esa forma, y que sabe cuánto le debe al medio, se haya visto sorprendido por un hecho como este. Posiblemente, fue un periodista aburrido que estaba buceando en Twitter el que encontró el tuit y le dio cierto protagonismo, y por inercia internetil llegó a las dimensiones que todos conocemos.

    En fin, lamento mucho lo ocurrido, sinceramente.

  18. Fare
    2011-04-27 22:32

    “llega el momento de mirarme y juzgarme un poco con los juicios que lancé:”

    Perdón, lo he escrito un poco distraído. Quería decir que era hora de analizar mi postura. A veces digo gilipolleces, perdón.

  19. cualquiera
    2011-04-27 22:45

    quedan invalidadas las historias con moraleja evidente? Qué locura!! Lo que daría yo por ver a mis espectadores vivos como niños que escuchan un cuento por vez primera! Un cuento!! Artificio válido precisamente por su moraleja!!
    Otro tema aparte es si las historias con o sin moraleja son o no de tu agrado particular…
    Creo yo, vamos.


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