TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
Carapuchina Vermella (Martin Powell e Víctor Rivas, El Patito Editorial, 2010). Buen dibujo, versión más o menos modernizada, bien. Aunque cabe preguntarse sobre la relación esfuerzo necesidad de una versión no radicalmente novedosa del clásico.
Día de mercado (James Sturm, Astiberri, 2010). Dibujo bonito, ritmo narrativo perfectamente cadencioso y una historia tan sencilla como afectiva.
Camaleón (Perro, elVíboraComix, 2012). Tremendo, Perro: sin perdón, sin respiro, y en el fondo sin renunciar al clásico negro del malo quemado y roto pero con principios.
Ifigenia en Áulide (Eurípides, Prósopon, 2004) y Cásina (Plauto, Prósopon, 2003), ambas demostrando lo legísimos que nos quedan contextualmente los clásicos grecolatinos, y lo cerca que estamos de la estructura de sus obras.
Antigua luz (John Banville, Alfaguara, 2012). Me lo regalaron como una gran novela contemporánea de un gran autor contemporáneo. La vergüenza por mi ignorancia –desconocía novela y autor– me hizo lanzarme a su lectura. Mi maldad me dice que os diga que si no la hubiese leído seguiría siendo igual de feliz; mi máscara de crítico literario (mirada afilada y algo desdeñosa, pequeña pero incisiva cicatriz en el labio superior, media melena negra y agreste en las puntas) grita que sí, que sabe narrar este Banville, que dosifica el humor y el tiempo con delicadeza, que logra transmitir ese extraño amor sexual entre una madre adulta y un adolescente.
Cuentos reunidos (Kjell Askildsen / Kirsti Baggethun y Asunción [trad.], Lengua de Trapo, 2010). Un gran descubrimiento del que ya hablé en Construcción del desasosiego.
Caza nocturna (Olvido García Valdés, Musa a las 9, 2010). Un placer y un gusto, como ya dije de sus otras obras. Por lo demás, edición digital de una editorial valiente y de las pocas que dedica sus esfuerzos digitales a la poesía (aceptable de precio, sin DRM).
Mi libro de horas (Frans Masereel, Nórdica, 2013). Masereel, el papel y un Rabelais en cómic.
Nada (Jenne Teller, Seix Barral, 2011). No debe dejar de leerse. Charlé con Germán Machado sobre la novela.
Elogio de la sombra (Junichirô Tanizaki / Julia Escobar, Siruela, 2012). Un breve ensayo de los años treinta del pasado siglo en el que Tanizaki añora cómo se va sustituyendo poco a poco la tradición nipona por la occidental, y se pierden así el amor por la penumbra y los espacios que esta dibuja y crea en los edificios.
No cambies nunca (David Sánchez, Astiberri, 2012). Extraño hasta el extremo de que quizás primar esa rareza haga perder consistencia al conjunto; pero tanto el tratamiento formal como la historia –obsesiva, horrible, circular– son un gran acierto.
Ariel (Sylvia Plath / Ramón Buenaventura, Hiperión, 1985). Tras leer La campana de cristal busqué en la biblioteca y me encontré esta pequeña maravilla con dos iluminaciones: la críptica, dolorosa, destelleante poesía de Plath, y la inteligente y sincera traducción de Ramón Buenaventura, una versión declaradamente personal con introducción y notas aclaratorias en las que supuran el amor y las dudas.
Matar a Platón (Tusquets, 2004), Hilos (Tusquets, 2007) y Hainuwele (Tusquets, 2009). Si el mes pasado me tocó descubrir a Olvido García Valdés febrero fue para Chantal Maillard, una poesía más cerebral, pero salpicada de pólvora, como si cada poema fuese una mina que explotase al pisar el acertijo.
El caminante (Jiro Taniguchi, Ponent Mon, 2004). M a r a v i l l o s o. Dedicaré un texto para glosar este canto a lo que importa.
La virgen de los sicarios (Alfaguara, 1994) y El desbarrancadero (Alfaguara, 2001). No he leído nada más de Fernando Vallejo, pero temo que en su acierto está su perdición: el narrador-autor lleno de fobias y filias que se erige en protagonista de todo lo que escribe por encima de la trama. Aquí ambos libros son el mismo libro, y ojo: potente, agresivo, poético, sucio, delicado y soez: Fernando Vallejo.