Teatro Abandonado trata de recoger el 19 de cada mes fragmentos intermedios de obras teatrales que fueron dejadas a su suerte, a medio acabar, condenadas al olvido. Alberto Haj-Saleh es editor de Libro de Notas y de la bitácora Reducir al mínimo.
Por el Conde de Pineda
Las habitación empieza a parecer un campo de batalla. A medida que la escena se desarrolla, los muebles y objetos diversos que hemos estado viendo hasta ahora fijos en el escenario comenzarán a derrumbarse, provocando ligeros sobresaltos en LEONORA y en DON JAVIER, pero sólo al principio. Al fin y al cabo, a todo se acostumbra uno, incluso a un incesante viento que no llega a ser huracanado pero le ronda cerca.
LEONORA: Me turba, señor, me turba su presencia constante en cada paseo que doy por la margen de este río que me vio nacer, en cada discreta salida al balcón en las noches en las que el viento hace una pausa antes de retomar fuerzas, siempre atento a ayudarme a abrir mi sombrilla, siempre servicial, cortés, educado. Me aterra su exquisitez, mi señor, lamento decirle.
DON JAVIER: Se lo dije hace algunos días, mi señora, esto no es más que un divertimento de algún diablillo aburrido que manipula las teclas del azar y el caso para entrecruzar nuestros destinos. Jamás sé donde está usted, Leonor, porque jamás la investigo, ni me permitiría de hacerlo, o de mandar a mi lacayo Emilio a saber de usted. Es el azar, mi señora, sólo eso, una fatalidad.
LEONOR: (Dando un respingo por la caída de un jarrón con flores, por culpa del viento) ¿Fatalidad dice, caballero?
DON JAVIER: (Mirando aquí y allá a la espera del siguiente objeto que pueda caer) Entiéndame, señorita. Lo que quiero decir es que no han sido más que coincidencias, sin buscar. Además, dígame, ¿qué es lo que le molesta o inquieta exactamente de mis modales, fruto de colegio de pago muy exclusivo?
LEONOR: Me malinterpretas Javier, o tal vez el viento modifica mis palabras. Comprende que cuando encuentras una y otra vez al mismo hombre que te ronda allí donde te mueves lo mínimo que te esperas es un psicópata enfermizo en toda regla. Preparas tu cuerpo y tu espíritu para afrontar una eventualidad semejante y poder, ya sabes, estar a la altura del encuentro. Y en lugar de eso me encuentro con un gentleman de perfectos modales que se disculpa y sonríe amigable a cada encuentro.
JAVIER: ¿Hubieras preferido que fuera peligroso? ¿Es eso lo que me estás diciendo, Leo? Estás completamente loca.
LEO: (Apartándose de la cara varias bolsas de plástico que se le han echado encima) No es locura, Javi, tío. Es este maldito viento.
JAVI: Siempre le echamos la culpa al viento, ¿te das cuenta?
LEO: Es recurrente.
JAVI: Si… si no fuera por este puto viento de qué nos íbamos a estar tratando con esta familiaridad, coño, que parece que nos conocemos de toda la vida.
LEO: (Agarrándose firme a la mesa para no moverse de la silla) No te digo más que estoy pensando en echarte un kiki…
… no quiero continuar escribiendo esta obra porque me ensucio boca y manos desde el momento en que la familiaridad da paso al mal gusto y la vulgaridad. El cortejo de dos amantes no puede transformarse de manera grotesca en el refocijo de dos ridículos amantes más animales que hombres. Pero este maldito viento me está volviendo loco…
2007-07-22 19:18
:)
2007-07-22 23:52
muy divertido. muy, muy divertido :)